Ortoescritura

Por Rafael Peralta Romero

CUANDO LO ANÓNIMO SE VUELVE APÓCRIFO

Poemas, cuentos y novelas han  trascendido  fronteras idiomáticas y  temporales sin que se hayan  conocido sus autores. En la historia de la literatura se les conoce como “anónimos”. Quizá sus creadores no se propusieran ese anonimato, pero las circunstancias en que fueron escritas y publicadas determinaron  que esas obras se hayan  divulgado sin el nombre del autor.

El famoso “Soneto a Cristo crucificado” ha sido atribuido a varios autores clásicos inclinados por la poesía mística: San Juan de la Cruz, Santa Teresa de Jesús y hasta el poco  místico Lope de Vega. Algunos  filólogos, entre ellos el dominicano Pedro Henríquez Ureña, han  dado pruebas documentales de que el célebre soneto fue compuesto por   fray  Miguel de Guevara,  religioso agustino del siglo XVI.

El vocablo /anónimo, ma/  tiene las siguientes definiciones en el Diccionario de la lengua española:  (Del latìn tardío anony̆mus, y este del gr. ἀνώνυμος anṓnymos).  1. adj. Dicho de una obra o de un escrito: Que no lleva el nombre de su autor. U. t. c. s. m. 2. adj. Dicho de una persona, especialmente un autor: De nombre desconocido o que se oculta. U. t. c. s. m. 3. adj. Indiferenciado, que no destaca de la generalidad. Gente anónima.4. m. Carta o papel sin firma en que, por lo común, se dice algo ofensivo o desagradable.

¿Han visto? “Algo ofensivo o desagradable”.

Lo malo del texto anónimo en la literatura es que  no retribuye al autor la gloria o fama que le correspondía por su acierto  creativo.  Obra de proyección universal sin autor  conocido es “Las mil y una noches”, magnífico conjunto de cuentos, fábulas y otros relatos, unidos por un hilo argumental: la amenaza de muerte de la joven Scheherezade, personaje narrador.

Un ícono de la poesía hispánica, el Poema del Mio Cid, es obra anónima, como lo es también la muy leída novela picaresca “Lazarillo de Tormes”.

La anonimia ha afectado, incluso, los libros sagrados. El Corán, de los musulmanes, es de autor desconocido, a diferencia de la Biblia, de judíos y cristianos, cuyos textos tienen autores, aunque  frecuentemente los exégetas y traductores usan la expresión “libro atribuido a …”.

Los Evangelios, que versan sobre la vida y doctrina de Jesucristo, se han visto amenazados por textos no necesariamente legítimos. De ahí que los sabios de la Iglesia católica hayan  separado los considerados verdaderos de los otros.  A unos se les llama canónicos y a otros apócrifos.

El vocablo /apócrifo, fa / es definido por el Diccionario académico del modo siguiente:

“(Del lat. tardío apocry̆phus, y este del gr. ἀπόκρυφος apókryphos ‘oculto’).1. Adj. Falsa o fingido. Un conde apócrifo.2. adj. Dicho de una obra, especialmente literaria: De dudosa autenticidad en cuanto al contenido o a la atribución. U. t. c. s. m.3. adj. Dicho de un libro de la Biblia: Que no está aceptado en el canon de esta. Los evangelios apócrifos. U. t. c. s. m”.

Son varios los evangelios apócrifos,  escritos en los primeros siglos del cristianismo en torno a la figura de Jesús de Nazaret, atribuidos algunos a figuras tan controversiales como Judas Iscariote.

Apócrifo, según su etimología griega,   incluye los conceptos  ‘lejos’,  ‘oculto’. En  latín (apócryphus) originalmente significaba «ocultar lejos», y luego fue derivando en «oculto, obscuro». De ahí que el término haya  sido empleado, en el mundo religioso, para calificar textos de dudosa autenticidad.

En el Derecho, la prueba escrita disfruta de  gran aceptación, pero si se trata de un documento anónimo, se desvanece su capacidad de convencimiento. Es ahí donde lo anónimo se vuelve apócrifo: dudoso, oscuro, no confiable.

(Publicado en El NACIONAL, el 17-3-19)

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