Muñoz Machado: “La RAE es una cuestión de Estado”

Por Ana Mendoza

 Desde que tomó posesión de su cargo como director de la Real Academia Española, el pasado 10 de enero, Santiago Muñoz Machado se ha reunido con buena parte del Gobierno, incluidos el presidente y la vicepresidenta, para tratar de solucionar el déficit económico que padece la RAE desde hace años y dejar muy claro que la Academia realiza “un servicio público”, ya que gestiona “el bien cultural más importante que tiene España y con mayor proyección en el mundo: la lengua”. Un idioma común a 570 millones de personas.

Esos encuentros han dado sus primeros frutos, y esta semana se ha hecho público que el Ejecutivo de Pedro Sánchez aportará en 2019 cinco millones de euros, destinados a diferentes proyectos de esta institución y a su misión de velar por el correcto uso del idioma en la era digital. Una cantidad muy significativa, si se tiene en cuenta que desde 2008 la Academia recibe sólo 1,6 millones de euros de los presupuestos estatales, un sesenta por ciento menos de lo que percibía antes de la crisis.

“La RAE es una cuestión de Estado, y no se puede financiar mendigando en el sector privado, con recursos obtenidos aquí y allá. Necesitamos una cobertura presupuestaria”, afirma Muñoz Machado (Pozoblanco, Córdoba, 1949) en una entrevista con Zenda, en la que asegura que en estos dos meses y medio que lleva al frente de la RAE ha luchado “a brazo partido” para hacer ver que la Academia es “la primera institución cultural de nuestro país, a mucha distancia de cualquier otra” y su labor tiene “un enorme valor diplomático”.

«La RAE es la primera institución cultural de nuestro país, a mucha distancia de cualquier otra»

La entrevista tuvo lugar unos días antes de que El País diera la noticia de los cinco millones de euros que recibirá la Academia por parte del Estado, un asunto del que Muñoz Machado habló luego en la ciudad argentina de Córdoba, en la que estos días se celebra el Congreso Internacional de la Lengua Española. Fue allí donde el director calificó de “rescate” la aportación gubernamental a la Academia, cuya situación económica “era muy mala” porque los recursos financieros de los que se había nutrido con anterioridad se estaban “agotando”. Además, consideró “indigno” que se haya permitido que esta institución haya tenido que ir cada año “peregrinando y mendigando por el sector público y el privado”. Y, aunque la cantidad que recibirá la Academia es, de momento, para 2019, afirmó que “la voluntad del Gobierno es darle continuidad”.

Los cinco millones de euros le llegan a la RAE a través del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, con cuyo titular, Pedro Duque, firmóMuñoz Machado recientemente un convenio, en el que se reconoce que la labor que realiza la Academia es de interés público.

En su encuentro con Zenda, este jurista de gran prestigio, especialista en derecho constitucional, administrativo y comunitario europeo, se mostraba “lleno de optimismo” porque, tras sus reuniones con el Gobierno, tenía motivos para pensar que se hallarían “fórmulas que permitan apoyar proyectos específicos” que la Academia tiene en marcha o que “se dispone a desarrollar de manera inmediata”. Y así ha sido.

En ese optimismo ha influido también la buena acogida que Muñoz Machado ha encontrado en sus reuniones con directivos de empresas “líderes en nuestra economía”, que han mostrado “muchos deseos de ayudar a la Academia”. “Vamos a ver si entre el sector público y el privado conseguimos remontar la crisis económica”, dice el director de la RAE.

«La Academia gestiona el bien cultural más importante que tiene este país, que es la lengua, con más proyección en el mundo»

En sus tres siglos de existencia (fue fundada en 1713), la RAE ha superado todo tipo de crisis, y le toca ahora lidiar con una delicada situación económica, debido en buena medida a que la asignación estatal que ha recibido en los últimos años, de “poco más” de 1,6 millones de euros, es claramente insuficiente para los siete millones a que asciende el presupuesto de la Academia para este año. Pero en el déficit que arrastra esta institución ha influido también la disminución del patrocinio privado y el descenso de las ventas de las ediciones en papel de las obras académicas, especialmente del Diccionario, cuya excelente versión digital recibe más de 700 millones de consultas al año.

El director atendió a Zenda en la sede de la Real Academia Española, y en la conversación que mantuvo consideró “razonables” las reclamaciones sobre la excesiva masculinización del lenguaje. La RAE revisa desde hace años el Diccionario para tratar de mejorarlo en ese aspecto, aunque lo que no puede hacer esta institución es decirle a la gente “cómo tiene que hablar” o “imponer un modo de hablar por decreto”. También dejó muy claro que “la lengua no tiene la culpa de la desigualdad de la mujer”.

Muñoz Machado es un gran experto en la organización territorial del Estado y había que aprovechar la ocasión para preguntarle por la situación de Cataluña. Respondió a título personal, no como director de la RAE, y dijo que es “el problema constitucional más importante que hemos tenido, si se descuenta el golpe de Estado del 23-F”; una situación de “tensión permanente que no tiene fácil solución, salvo que los independentistas cedan y no aspiren a rupturas ni a cambiar el sistema y la forma de Estado”.

El director de la RAE es autor de numerosos libros, entre ellos Informe sobre España: Repensar el Estado o destruirlo” (Premio Nacional de Ensayo 2013), Cataluña y las demás Españas y Hablamos la misma lengua (Premio Nacional de Historia 2018). Muñoz Machado responde las preguntas de Zenda en su despacho de la RAE:

 

Veo que está usted “lleno de optimismo” después de todas esas reuniones que ha mantenido con miembros del Gobierno. ¿Cómo podría contribuir el Estado a mejorar la situación económica de la Academia?

«Estoy muy agradecido, pase lo que pase, por la sensibilidad que está teniendo el Gobierno actual hacia la Academia»

 

—Lo que pretendemos es que, desde el Gobierno, se dé cobertura y se retribuya el trabajo que la RAE hace en favor de los intereses generales del Estado, y que requieren un despliegue de medios personales y materiales muy amplios. Y sí, en ese camino hemos avanzado mucho. Espero que todas estas conversaciones que he venido manteniendo fructifiquen, a pesar de la dificilísima coyuntura política, sin presupuestos y con elecciones generales a la vista. A pesar de todo eso, soy optimista. Lo que gestiona la RAE es de interés público, y es nada menos que la lengua de todos los hispanohablantes. Al mismo tiempo, somos un referente de autoridad respecto de todas las demás naciones que hablan español y, en fin, tenemos una posición que todo el mundo hispanohablante respeta. Eso tiene un enorme valor diplomático, de Estado, que no podemos nosotros financiar mendigando en el sector privado, con recursos obtenidos aquí y allá. Necesitamos una cobertura presupuestaria, y yo creo que la vamos a obtener.

 

 ¿Por qué algunos Gobiernos no tienen una conciencia clara de la importancia de la Academia, del papel que hace para preservar el idioma y fomentar su unidad?

 

—Porque no han tenido tiempo de pensarlo. Realmente, si reflexionan sobre ello o alguien se lo cuenta bien, no pueden negar a la Academia lo que la Academia es y lo que necesita. Es que es la primera institución cultural de nuestro país, a mucha distancia de cualquier otra, y eso es una evidencia cuya demostración es muy simple. Basta con considerar que gestiona el bien cultural más importante que tiene este país, que es la lengua, con más proyección en el mundo. Nosotros no somos una institución cultural ubicada aquí, en la calle de Felipe IV, que hay que venir a visitar y pagar un tique para entrar a vernos. No, nosotros estamos en el universo, en la geografía hispanohablante, establecida en todas partes en régimen de igualdad con nuestros colegas de las Academias americanas, y esto tiene un valor cultural absolutamente incuestionable, por un lado, e imposible de evaluar. Pero también esto depende de los gobiernos. Debo decir que yo estoy muy agradecido, pase lo que pase, por la sensibilidad que está teniendo el Gobierno actual hacia la Academia, y por lo bien que he sido acogido en todas las conversaciones que he mantenido.

 

No fue así con el Gobierno anterior, de Mariano Rajoy, quien no pisó la Academia en ningún momento, ni siquiera con motivo de los actos del tercer centenario de la RAE.

 

—Ni antes ni después del centenario. Puede haber ocurrido lo que estoy contando, que un presidente tenga tantas cosas que hacer que no le quede tiempo de mirar para acá, o que nadie le señale el lugar donde está lo más valioso culturalmente que tiene nuestro país. Pero sí, el anterior presidente no vino, lamentablemente.

 

Pero está claro, director, que la Academia es una cuestión de Estado.

«La lengua no tiene la culpa de la desigualdad de la mujer»

 

—Sí, la Academia es una cuestión de Estado, y hay que considerarlo así. Yo he luchado estos dos meses a brazo partido porque me lo reconozcan, y me he encontrado mucha sensibilidad en ese sentido. Casi todo el mundo me dice: “Pues claro, ¿quién podría pensar de otra manera? Es así”. Y otros comentan: “Es una vergüenza que la RAE sólo reciba, con lo importante que es, un millón y medio de euros del presupuesto. Es una vergüenza. Esa cantidad no significa nada en un presupuesto de un Estado desarrollado como España. No puede seguir ocurriendo”. Y bajo esas premisas estamos tratando de construir otra manera de financiarnos.

 

Cambiando de tercio, parece que la Academia ha aplazado la aprobación final del informe sobre el lenguaje inclusivo en la Constitución, que le encargó a la RAE la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo. ¿No corre ninguna prisa?

 

—No corre ninguna prisa, ni nos han urgido después de aquel planteamiento. Yo creo que la vicepresidenta del Gobierno estaba pensando en la probabilidad de una reforma constitucional próxima, y en el marco de esa reforma introducir, en lo que fuese posible, una cierta feminización, valga la expresión, de la Constitución. Pero como no estamos en esa coyuntura y, además, ella conoce la doctrina de la Academia al respecto, pues no nos han urgido. Yo he hablado en alguna ocasión con la propia peticionaria, pero no hemos profundizado en este asunto y no me ha puesto plazo.

 

Tampoco el momento político actual, con unas elecciones generales convocadas para el 28 de abril, parece el más adecuado.

 

—Y en cuanto a la Academia, el pleno aún no ha deliberado sobre este informe; igualmente en la casa nadie se siente especialmente urgido. Es una cuestión que está más en la calle. Lo que la RAE dice con carácter general sobre este asunto lo viene repitiendo desde hace mucho, no es un proyecto que tengamos que poner por delante de cualquier otro. En el pleno hemos estado discutiendo, desde que yo soy director, sobre la próxima edición digital del Diccionario, o de otros proyectos que nos apasionan un poco más que ese informe. En efecto. Hay que buscar el momento en el que pueda abordarse una reforma de la Constitución y en el que estén más de acuerdo los partidos políticos. Yo creo que la cuestión del lenguaje formará parte de la mesa de negociación, pero vamos, tampoco es lo más urgente. Hay otras cosas en la Constitución en las que el país se está jugando realmente su estabilidad y su porvenir, como la cuestión de organización territorial.

 

Cada vez son más los sectores que reclaman la necesidad de reforzar el lenguaje femenino en diferentes ámbitos. ¿Abrirá la mano la Academia y reforzará, por ejemplo, el lenguaje femenino en el Diccionario?

«A lo que no somos favorables es a decir cómo se tiene que hablar. La Academia no puede imponer ningún tipo de lenguaje»

 

—La Academia estudia desde hace tiempo las reclamaciones sobre la excesiva masculinización de nuestro lenguaje, lo viene haciendo. Por ejemplo, estamos todavía revisando el Diccionario y, en las definiciones de vocablos que empiezan por “hombre que…” lo estamos sustituyendo por “persona que…”. Desde el punto de vista de la receptividad de la Academia a esa cierta evitación de lo masculino, pues yo repito continuamente que a mí me parece razonable la reclamación, que, en efecto, es un problema que está en la calle y, aunque no lo defienda la mayoría de la gente hispanohablante, sí hay unas minorías muy altas que están reclamando esto, y yo creo que hay que ser sensibles a ese hecho. La lengua no tiene la culpa de la desigualdad de la mujer, vuelvo a repetir, pero bueno, puede contribuir a hacerlo un poco más visible, y en la medida que la Academia pueda ayudar a eso, nosotros estamos desde luego dispuestos. A lo que no somos favorables es a decir cómo se tiene que hablar, a imponer un modo de hablar por decreto. La Academia no puede imponer ningún tipo de lenguaje. Lo que tiene es que recoger el lenguaje que se emplea en la calle. Y ese lenguaje en uso va progresivamente feminizándose. Tampoco deberíamos admitir formas expresivas que sean absolutamente antieconómicas, que obliguen a una circulación a borbotones de palabras para explicar algo que se puede exponer de un modo sencilloY a mí me preocupa mucho lo siguiente: no se puede estropear el lenguaje. Nos ha costado muchos siglos formarlo, es patrimonio de todos, y de pronto, un lenguaje tan hermoso como el español no se puede convertir en algo afeado y con formas expresivas realmente no bellas, inconsecuentes, innecesarias.

 

Las redes sociales han cambiado mucho la percepción que la gente tiene de la Academia. En Twitter, la RAE cuenta ya con más de 1,3 millones de seguidores y responde cada día centenares de consultas y dudas sobre el idioma.

—Nos hemos convertido en una institución que tiene mucha presencia mediática, lo cual está bien. Hemos sido siempre una institución algo misteriosa, que estaba metida hacia adentro, y Twitter y las redes sociales nos han permitido salir, y hacerlo de un modo moderno, alegre, festivo algunas veces, sin perjuicio de la seriedad de las respuestas de la casa a las consultas lingüísticas. Y debemos seguir por ese camino. Una institución importante como es la RAE no puede estar al margen de las redes para llegar a los ciudadanos. Nos debemos a la ciudadanía. Por tanto, mientras más presentes estemos, mejor.

 

 ¿Y qué tal va la plataforma de Enclave RAE?

—Ya está en funcionamiento, la estamos abriendo para que la gente la conozca y se suscriba por una módica cantidad al año. Ahí están todos los recursos lingüísticos que la Academia ha creado desde su fundación, por tanto, una riqueza de herramientas lingüísticas impresionante. Y estamos contentos con esta plataforma y esperanzados en que realmente se difunda mucho. Enclave RAE viene a contribuir a las pérdidas de ingresos que ha producido la crisis de las ediciones de papel. Ojalá el público vea que es una herramienta lingüística útil y se adhiera.

 

El lema del Congreso internacional de la Lengua Española, que se celebra estos días en Córdoba (Argentina), es América y el futuro del español: Cultura y educación, tecnología y emprendimiento. Está claro, director, dónde está el futuro de nuestra lengua.  

 

—Somos 577 millones de hispanohablantes, según las últimas cuentas que estamos haciendo, y en España hay 46 millones de habitantes, es decir, menos del diez por ciento. El título del Congreso no está pensado a humo de paja, sino para subrayar que realmente es en América donde está el futuro del español. Allí está la mayoría de los hispanohablantes y, además, América marca la clave de la unidad de la lengua. La Academia lucha por la unidad de la lengua, y tenemos allí los mejores colaboradores para que esto sea posible: las Academias de la Lengua Española, que son unas herramientas absolutamente esenciales, sobre todo para que cada uno de los países hispanohablantes siga sintiendo la lengua española como propia y siga estando orgulloso de las particularidades que presenta este idioma en cada uno de esos países.

 

Usted es un gran experto en la organización territorial del Estado español, y me gustaría preguntarle por Cataluña. ¿Le preocupa cómo está evolucionando este asunto, cuya solución no se vislumbra?

(Muñoz Machado le ha dedicado “varios libros y artículos” al tema de Cataluña y no suele evitar las preguntas sobre este asunto. Tampoco lo hace en esta ocasión, aunque aclara que cualquier cosa que diga al respecto es su opinión personal, no la del director de la RAE: “Yo represento a la RAE en las cosas de la Academia, pero en las cosas de Santiago Muñoz Machado me represento a mí mismo nada más”, asegura).

 

«Lo de Cataluña es el problema constitucional más importante que hemos tenido, si se descuenta el asunto del golpe de Estado del 23-F»

—Claro que estoy preocupado, preocupadísimo, por el asunto de Cataluña, que es el más grave que tienen el Gobierno y España en la actualidad. Este es el problema constitucional más importante que hemos tenido, si se descuenta el asunto del golpe de Estado del 23-F, pero incluso aquel golpe de Estado fue más inocente… (El jurista duda antes de proseguir). Bueno, más inocente… Fue bárbaro, pero, digamos, más delimitado temporalmente. Era tan ridículo el golpe de Estado, tan mal planteado, que se agotó en sí mismo. Apareció su majestad el Rey, dijo lo que dijo y aquello se acabó, y además se restablecieron muchas cosas. Fue un principio de reformas ulteriores. Ahora no, porque esto es una situación de tensión permanente, que no se alivia, que ya lleva años, que no es un “día 23-F” lo que está ocurriendo aquí. Hay muchas tensiones que no tienen fácil solución, salvo que los independentistas cedan y se ajusten más a un marco de negociación que respete la Constitución y no aspiren a rupturas ni a cambiar el sistema y la forma de Estado o, claro, que en algunas elecciones, vaya usted a saber cuándo, no tenga tanto apoyo el independentismo.

 

Usted ha abogado en numerosas ocasiones por la reforma de la Constitución, 40 años después de que fuera aprobada.

—Sí, pero es muy difícil también la reforma constitucional. Creo con toda franqueza que ahora no es posible abordar la reforma constitucional en la actualidad, ni creo que, tal y como están de fragmentados los partidos políticos, sea fácil que se sienten en la mesa. Pero, en fin, yo soy un profesional, un profesor universitario especializado en estas cosas, y mis colegas de España, del extranjero y yo mismo tenemos que procurar crear materiales intelectuales para que los utilicen cuando quieran. No vamos a sustituir a la política, pero debemos tener la maleta bien llena de soluciones, de respuestas y de análisis para que quienes han de hacerlo tengan dónde mirar y dónde apoyarse para cuando sea pertinente.

29 mar 2019, entrevista de Ana Mendoza

www.zendalibros.com

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