«El degüello de Moca»: novela histórica de la Villa Heroica de Bruno Rosario Candelier

Por Luis Quezada

Hurgando en los orígenes de la Mocanidad y el Interiorismo.
Reflexión epistemológica de una novela singular.
Un ensayo crítico de carácter filosófico

Una tragedia histórica construye una Villa Heroica

Quiero tener a través de este ensayo crítico un acercamiento epistemológico, es decir, desde la óptica propiamente filosófica, a una novela que quiero catalogar de singular, porque partiendo de una retrospectiva que nos hace ir a los orígenes, nos catapulta a una prospectiva preñada de una gran riqueza en su ethos cultural, la cual se fraguó a partir de una perspectiva, que en su momento fue una verdadera tragedia, que pudo convertirse en retranca y, sin embargo, se convirtió en palanca, en acicate para el crecimiento cultural y espiritual de un pueblo que labró a partir de ese momento su marca de heroicidad, laboriosidad e interioridad, que se expresa en su religiosidad, espiritualidad, pero también en su fecunda creación literaria, a través de generaciones de poetas, cuentistas, novelistas, ensayistas y escritores literarios de fecunda trayectoria.

La novela El degüello de Moca, de Bruno Rosario Candelier, nos brinda a través de la creación literaria una tesis antropológica que podemos resumir así: “El degüello fue el crisol donde se forjó el blasón de la Mocanidad”.

Su impacto con el tiempo será tan grande que desde ahora esta obra se presenta como la gran novela histórica de la Mocanidad.

  1. Contenido: Buscando los orígenes

Tres partes, con 13 capítulos, repartidos en el orden 5-4-4, constituyen el contenido de esta novela, que va a los orígenes de la Mocanidad, que el autor los presenta en doble faceta: los orígenes históricos, de aquella localidad que desde el principio se le llamó con el nombre de Villa Nuestra Señora del Rosario de Moca, y que el autor fecha un 7 de octubre de 1751 “cuando escogimos el predio donde decidimos establecernos”. La otra cara son los orígenes espirituales, que surge a partir de una tragedia, ocurrida el miércoles 3 de abril de 1805, es decir, 54 años después de la fundación de aquella nobel villa.

  1. Estructura narrativa: Descubriendo dos rutas ideológicas

Nacimiento…Sangre…Reto

Villa…Templo…Mocanidad

Dos coordenadas atraviesan toda la novela, articulándose entre sí armoniosamente, en un trenzado ideológico muy bien tramado.

De una vida frugal, bucólica, que disfrutaba de estar enclavada en un verdadero jardín, “hermoso rincón del paraíso, aunque no lo sepamos” (p.155), pasó por una prueba horripilante de sangre, que despertó como SOS todas las fibras de su ser interior, fortaleciendo sus músculos espirituales y desarrollando un ethos cultural muy especial, marcado por la valentía, la heroicidad, el patriotismo, la laboriosidad y la espiritualidad de sus paisanos, que lo convierte en un reto permanente, en un despertar que no nos volverá a agazapar ingenuamente, pues desarrolló en nosotros una agudeza histórica crítica, que nos hace ser los primeros en el llamado clamoroso de la Patria.

Paralelamente se fragua una ecuación que cristaliza nuestro ethos cultural. La Villa junto al Templo son el anverso y el reverso de la Mocanidad. Una no existe sin la otra. Toda la estructura narrativa de la novela resalta estas dos conjunciones ideológicas, que sirven de ruta para forjar la identidad mocana.

Como muy acertadamente lo expresó en sus palabras de presentación de la obra el Dr. José Rafael Vargas, Bruno Rosario Candelier se ha convertido en un novelista de “los orígenes”. Primero con su novela El sueño era Cipango (1998), que plantea los orígenes de la dominicanidad, y 20 años después con El degüello de Moca (2018), donde plantea los orígenes de la Mocanidad.

Estamos, por tanto, ante un novelista “genesíaco”, que hurga en los orígenes, buscando las raíces de nuestra identidad.

La trama narrativa tiene dos líneas ideológicas que se entrecruzan armónicamente:

  • Nacimiento… Sangre… Reto
  • Villa… Templo… Mocanidad

Estas dos líneas ideológicas dan lugar a las tres partes de la novela.

La PRIMERA PARTE constituye una radiografía geográfica y cultural de Moca, pues geográficamente presenta La Villa (cap. 1), La Loma (cap. 3) y El Campo (cap. 4); y culturalmente perfila su ethos a través de las hermosas “reflexiones trascendentes” del cap.2. El último capítulo es un eslabón para unir la primera con la segunda parte de la novela; me refiero al capítulo titulado “Antecedentes de la ignominia”.

La SEGUNDA PARTE tiene básicamente dos caras interrelacionadas: EL HECHO (el degüello de Moca, cap. 6) y LOS TESTIMONIOS (de los tres sobrevivientes, caps.7, 8 y 9).

La TERCERA PARTE se basa en la conjunción armoniosa entre EL TEMPLO y LA VILLA, en su etapa de construcción y reconstrucción, que cristalizan el ethos de la Mocanidad.

 

  1. LOS PERSONAJES DE LA NOVELA

Es una novela autobiográfica, pues el personaje central de la misma es el autor que la escribe, que se presenta como sacristán del TEMPLO y cronista de la VILLA, dos oficios ligados a la mutual indisociable de la Mocanidad y que adopta el nombre de Juan Francisco del Valle, escribano de esta historia.

En el primer capítulo, un párrafo lo expresa elocuentemente: “Alguna vez nuestros descendientes querrán conocer los orígenes de nuestro pueblo y los primeros pobladores de esta Villa cuya crónica inicio desde esta fecha en mi condición de cronista de Moca, redacción que inicio a los 50 años de su fundación” (p.13). Y el último capítulo afirma con mayor insistencia su doble función, “en mi condición de sacristán del susodicho templo. Y, desde luego, en mi enaltecedora condición de cronista de la Villa de Moca, honrosa tarea que la historia me habrá de reconocer” (p.223).

Al escribir esta novela histórica, Bruno Rosario Candelier ha pasado a formar parte de ese selecto club de cronistas de Moca, entre los cuales hay que citar a Elías Jiménez, Julio Jaime Julia, Artagnan Pérez Méndez, Adriano Miguel Tejada, José Abigail Cruz Infante, Rubén Lulo Gitte, José Rafael Lantigua, José Rafael Vargas, Eduardo García Michel, Ayanes Pérez Méndez, Pablo Michel, Radhamés Rodríguez y Mariano García, entre otros.

Sus dos obras recientes, Lumbre de la Mocanidad, que aborda el arte literario en la Villa Heroica, y El degüello de Moca”, novela histórica de la Villa Heroica, lo catapultan como uno de los consagrados cronistas de Moca.

El segundo personaje es Margarita Jiménez, que será su gran interlocutora emocional y espiritual, pues lo absorbe su belleza exterior y su vocación interior espiritual.

En tercer lugar, aparecen los nombres ancestrales de las familias originales de Moca: Miguel Ángel GOMEZ, Pedro Antonio GARCIA, Manuel ROJAS, Manuel CAMACHO, José BRETÓN, Pedro ALIX, Quintino GUZMÁN, Marino TEJADA, Ramón COMPRÉS, Ángel MORILLO, Nicolás RODRÍGUEZ y José LÓPEZ (p.12).

En cuarto lugar, aparece el nombre del padre Antonio Henríquez, “recién llegado a nuestro pueblo” cuando “arribamos al primer año de la fundación de la Villa Nuestra Señora del Rosario de Moca” (p.23).

En quinto lugar, aparece Josefina Rosario, a quien en la poza de Guaucí vieron completamente desnuda. Más adelante aparece una joven mulata, esclava ayudante de las criadas, a la que vieron desnuda salir del río.

En sexto lugar, aparece Cristina Mendoza, una mujer que dice “creer en todo” y que anuncia que “cosas increíbles están sucediendo en nuestra Villa”. Más adelante aparece citado su esposo Ramón.

En séptimo lugar, aparece el padre Pedro Geraldino, párroco de la Iglesia del Rosario cuando se realiza el degüello.

En octavo lugar aparece una pareja, Rosaura y su marido Pascual Rosario. También menciona una comadre Ana.

En noveno lugar, aparece un tal Pancho, “el hombre más valiente que hay en esta Villa”; Antonio Candelier, un terciario de la orden franciscana. Aparecen también Manuela, hija de Alfonso y Miguelina, humildes labriegos de esta Villa. Más adelante menciona los casos de una tal Lucía, la comadre Alfonsina, Juana la adivina, llamada en otro lugar Juana la Curiosa, Domitila la curandera, Carlita, la hija mayor del terrateniente de este pueblo, Alicia, don Rodrigo, Margarita y Aurora, un hombre feo que se llevó una muchacha, Rosa la cuentera, esposa de Benito, y un gran potentado que mató a uno de sus esclavos por enamorarle a su mujer. Sin duda alguna, “antecedentes de la ignominia” no solamente es el capítulo más largo de la novela (13 páginas), sino el que menciona la mayor cantidad de nombres de compueblanos que vivían en la Villa.

En décimo lugar aparece Henri Christophe, responsable de la masacre de Moca, María del Carmen Bueno Quezada, Ruth Figueroa, el monaguillo Fernando López, las tres Marías (María del Valle, María del Orbe y María del Villar), Ramona Dolores y Remigia Ciriaco.

En undécimo lugar, aparece el nuevo párroco de la Villa después del degüello, padre Ramón de los Santos. Cita de paso a don Bernardo Bueno, padre de María del Carmen, la Taberna Marta, un tal Andrés Texada y su prometida Margarita de Salas; más adelante aparece mencionada María Isabel, madre del monaguillo Fernando López.

En duodécimo lugar, aparece el padre Jesús del Monte; más adelante fray Pablo María, sacerdote auxiliar; los sacerdotes Casimiro Tavares y Andrés Ramírez, don Pedro Gutiérrez y su esposa Justina de Gutiérrez; José Antonio Bretón, prometido de María del Carmen Bueno; y una tal Mariana, a la que un dibujante le hizo un retrato sobre un rústico cartón.

En décimo tercer lugar, aparecen los nombres de los poetas Alberto Tejada, Mercedes Castillo y María Santos; los narradores Benjamín Collado y Mariela Rosario; por último, el teólogo Pablo Quezada.

Hay nombres de la literatura universal que aparecen citados en la novela: san Juan de la Cruz, santa Teresa de Jesús, fray Luis de León, san Agustín, Platón, los Padres de la Iglesia, Heráclito de Éfeso, fray Miguel de Guevara, Antonio de Nebrija, Cervantes a través de Don Quijote, Angelus Silesius, fray Ramón Pané, Leucipo de Abdera, Hipócrates, el padre Juan Vásquez, Leonardo de Vinci, Goethe, Rumi, Pablo de Tarso, san Francisco de Asís, Garcilaso de la Vega, William Blake, el Tao de la mística china, así como algunas citas bíblicas (Jeremías, Macabeos, Marcos, Apocalipsis, etc.).

Si hiciéramos un cuadro sinóptico de las tres partes de la novela y los personajes que más trascienden en cada uno, tendríamos la siguiente relación:

 

PARTES DE LA NOVELA PERSONAJES DE LA NOVELA
Primera Parte Juan Francisco del Valle y Margarita Jiménez
Segunda Parte Juan Francisco del Valle (ausente del degüello) y fray Pedro Geraldino (víctima del degüello) y sobre todo María del Carmen Bueno Quezada, Ruth Figueroa y el monaguillo Fernando López (sobrevivientes del degüello).
Tercera Parte El Padre Jesús del Monte (nuevo párroco después del degüello) y Juan Francisco del Valle

 

  1. TEXTOS HISTÓRICOS Y LITERARIOS INSPIRADORES

Diez citas de mocanos cronistas, historiadores y conocedores del ethos cultural de la Villa Heroica, enmarcan cada una de las tres partes de la novela. Hay una cita preambular, de Freddy Bretón Martínez, tomada de su libro El apellido Bretón en la República Dominicana, donde atestigua de una ascendiente suya, María del Carmen Bueno, que “se salvó debajo de los cadáveres, en el degüello de Moca”.

En la PRIMERA PARTE de la novela, la primera cita es del mayor tradicionalista mocano, Elías Jiménez, que nos cuenta del primer templo que existió en la Villa de Moca: “La primera iglesia construida de tablas de palma y techada de cana subsistió hasta mediados del año 1805, año en que fue destruida para borrar de ella los sangrientos vestigios del degüello”.

La segunda cita es del mayor historiador mocano, don Julio Jaime Julia, cuyo libro Notas para la historia de Moca, se ha constituido hasta ahora, en la “biblia histórico-literaria de nuestro pueblo”. La cita recuerda los orígenes de Moca y la indignación que causó la abominación y desolación del degüello.

La tercera cita está tomada del libro Ese Moca desconocido, escrito por Artagnan Pérez Méndez. Se centra en la cifra del historiador García de 500 personas asesinadas en el degüello, cifra que considera un poco exagerada. Y la cuarta cita, tomada del libro Asombrado por los valores, escrito por el sacerdote Jesús María Tejada, subraya que el macabro degüello no fue un aruñazo, pues la gente acudía masivamente a la iglesia y más tratándose de una convocatoria para una celebración-acontecimiento: la victoria sobre los franceses”.

En la SEGUNDA PARTE, aparecen tres citas en el pórtico de la misma. La primera es del reconocido académico, historiador y jurista mocano Adriano Miguel Tejada, en su obra Diario de la Independencia, quien subraya que los mocanos fuimos llevados como ovejas inocentes al matadero: “Todos obedecieron creyendo que se iba a proclamar algún indulto o gracia a favor de ellos, y el indulto fue degollarlos a todos luego que se verificó la reunión prevenida, como a ovejas encorraladas” (p. 93).

La segunda cita es de Eduardo García Michel, tomada de su obra Al amanecer, la niebla”, donde subraya que aquel “canto fúnebre de la muerte”, que fue el degüello, nos convirtió “en un abrir y cerrar de ojos” en “un total y enorme cementerio…con cuerpos mutilados y salpicados, esparcidos, doblados, retorcidos, destruidos y cercenaos en medio de un danza macabra alucinante”. Y concluye diciendo que “era gente de Moca que caía, alevosamente sorprendida” (p. 94).

La tercera cita, de Iván Carvajal, en Tribuna Mocana, que “el macabro 3 de abril de 1805 es algo que siempre estará latente en la sensibilidad del hijo de esta fértil Villa y jamás perdonará a los emisarios del vudú que irrumpieron en la sagrada interioridad de un templo para cometer tan espantosa masacre” (p. 94).

El hecho de que la tragedia de una Villa se materializara en la interioridad de un templo, denota desde el punto de vista epistemológico, la construcción mental del autor, que une:

Tragedia…Villa…Interioridad…Templo

Las dos primeras expresan una fuerte materialidad histórica y social; las dos últimas una fuerte espiritualidad mítica, metafísica y mística, como gusta señalar el autor.

La TERCERA PARTE de la novela presenta de introito dos citas.

La primera, de Ramón Amado Guzmán, hace hincapié en que “los pacíficos pobladores de Moca, alentados por el alma de la raza, se recluían en la casa de Dios, y no obstante lo sagrado del recinto, recibieron los ultrajes más crueles de las hordas desenfrenadas…la paz de la aldea sufrió entonces una de las conmociones más hondas…la población de Moca que en aquella época dejaba discurrir su vida consagrada a las faenas del campo, favorecido por el privilegio de las mejores tierras del solar quisqueyano”, recibe “la acometida brutal de una legión negra” (p. 153). La segunda cita es de Pablo Michel, en Perfiles mocanos de ayer, donde compara la tragedia con un poderoso ciclón que arrasó y sembró de destrucción y muerte lo que encontró a su paso. Y afirma que “a casi 200 años de ocurrido el degüello de Moca, su evocación todavía provoca en nosotros sensaciones de angustia y náuseas” (p. 154).

Angustia y náuseas nos recuerdan las dos expresiones típicas del existencialismo ateo, cuyo mayor exponente literario ha sido Jean Paul Sartre. La vida, al no tener sentido, crea una angustia ontológica que desemboca en la náusea existencial. El ethos cultural de la Mocanidad, lejos de la angustia y la náusea, están cimentadas en aquello que Ernst Bloch llamó “el principio esperanza”, cimentado en aquello que Gabriel Marcel denominó “el misterio del ser”.

El párrafo de mayor densidad filosófica de la novela lo constituye la respuesta que Juan Francisco, el cronista y sacristán, pero también iniciador de un grupo que él lo llama “núcleo de irradiación estética, filosófica y espiritual para el desarrollo cultural de esta Villa” (p.191), le da al poeta Alberto Tejada, que previamente lo venía cuestionando sobre “la diferencia entre mito, metafísica y mística” (p. 204), ante la pregunta ¿qué es la nada? Juan Francisco responde: “La nada no existe…todo viene del Todo y todo vuelve al Todo…No existen el vacío ni la nada…El vacío y la nada son dos horrores de una visión existencial…El vacío no existe ya que todo está lleno de lo que oculta, como han intuido los poetas místicos”.

Ante la “insoportable levedad del ser” de Milán Kundera, el autor propone la insondable profundidad del ser, pues la Vida es un misterio, entendiendo esta expresión como dimensión profunda de sentido. Juan Francisco tirará la línea de Pizarro para enmarcar el ámbito de la metafísica y de lo místico: “La metafísica es la búsqueda del sentido; y la mística es la búsqueda de lo divino” (p. 207).

El erotismo de la novela, que aparece disperso en el transcurrir de las tres partes, tiene mucho que ver con la dimensión mística, último horizonte del ethos cultural de la novela.

Ante la pregunta de Mercedes Castillo, “¿por qué los poetas místicos son eróticos?” (p.207), Juan Francisco responde genialmente: “El sentimiento erótico es parte de nuestra naturaleza y de nuestra sensibilidad, que la puso Dios. Los poetas místicos fundan la expresión de su visión mística en imágenes eróticas, que es la forma de aproximarse al amor sagrado, al ágape divino, que usan como cauce de su amor” (pp. 207-208). Y añade: “Todos los poetas místicos usan el lenguaje del amor, comenzando por el gran teopoeta del Oriente, el persa Hallal-udin-Rumi, el equivalente a nuestro san Juan de la Cruz en la literatura española. Si lees un poeta místico, tú sientes que le está cantando al amor de una mujer, pero es a Dios a quien le está cantando” (p. 208).

Al pasar de la metafísica a la mística, el autor cruza de la filosofía a la teología, ámbito que no quiero sobrepasar en este breve ensayo.

Finalmente, hay un refrán que dice que “no hay mal que por bien no venga”. Cristina Mendoza, uno de los personajes de la novela, lo expresa con singular claridad: “la mancha negra”…se convirtió en la mecha que “reencenderá la lumbre de la Mocanidad y el cauce de la Dominicanidad” (p.214). Creo que esta frase sintetiza toda la búsqueda del ethos cultural cifrada en la novela histórica de la Villa Heroica.

 

  1. SIETE PALABRAS PARA UN NOMBRE: Villa Nuestra Señora del Rosario de Moca

    El autor resalta a lo largo de la novela, desde el principio hasta el final, un gran acierto histórico: el verdadero y completo nombre de esta Villa Heroica. Comienza y culmina llamando a este conglomerado con el nombre de Villa Nuestra Señora del Rosario de Moca (pp. 13 y 223).

Es por tanto un pueblo que nace bajo la catolicidad, amparado en la vocación mariana, unido a la espiritualidad del Santo Rosario y donde el pueblo nace y crece alrededor del Templo dedicado a su patrona, que ha visto a lo largo del tiempo 4 construcciones diferentes:

  • La ermita, creada en el paraje que lleva su nombre, cerca de Estancia Nueva
  • La iglesia de tablitas, donde se escenificó el degüello
  • La iglesia de madera, posterior al degüello
  • La iglesia de mampostería, inaugurada en 1929.

La novela de Bruno Rosario Candelier solamente hace alusión a la segunda y tercera citadas, es decir, la anterior y posterior al degüello.

 

  1. Una novela autobiográfica: El Interiorismo está en los orígenes de la Villa

Con el genio y la creación literaria, la novela sitúa el Interiorismo en los orígenes mismos de la Mocanidad.

En dos capítulos, uno de la primera parte (cap.2, Reflexiones trascendentes) y otro de la tercera parte (cap.12, Inquietudes estéticas y espirituales), el ethos de la Mocanidad aparece finamente trabajado en los caps. 10 y 11, dedicados a la construcción del Templo y la reconstrucción de la Villa. Pero para el autor, el Jnteriorismo es presentado como parte intrínseca del ethos de la Mocanidad.

El autor le hace decir al cronista y sacristán Juan Francisco del Valle: “Siempre he deseado en mis adentros pulir el cauce de la interioridad de un pueblo tan noble y rico en espiritualidad” (p.191).

Al iniciar el capítulo “Inquietudes estéticas y espirituales”, donde presenta un conversatorio con los miembros del grupo místico que había formado, Juan Francisco del Valle dice: “Vamos a hacer de nuestro grupo un núcleo de irradiación estética, filosófica y espiritual para el desarrollo cultural de esta Villa” (p. 191).

Más adelante, Juan Francisco del Valle prosigue diciendo: “Me preocupa el destino de mi pueblo y, con inquietudes intelectuales, estéticas y espirituales decidí formar un grupo con interesados en los temas del Trascendente para nuestro mejor derrotero” (p. 191).

  1. Lumbre de la Mocanidad: lo positivo de un hecho horrendo

Bruno Rosario Candelier plantea a lo largo de su novela una clara tesis sobre el ethos cultural de la Mocanidad: “El degüello fraguó el orgullo de la Mocanidad” (p. 209).

La última frase que da vueltas a la tesis nuclear de la novela aparece al final del penúltimo párrafo de la misma: “El degüello de Moca, tanto como adversidad, con el tiempo se convirtió en un desafío para seguir forjando, con entusiasmo ferviente y animoso empeño, el blasón de la Mocanidad”.

En teología, simplemente decimos: “Dios escribe derecho en renglones torcidos…Dios sabe sacar de los males, bienes”: Laboriosidad y creatividad, trabajo y fiesta definen al mocano. Por eso, la novela termina diciendo: “El resto de la historia, según el protocolo establecido, fue cuestión de coser y cantar”. Verdaderamente estamos, ante una novela singular.

 

CONCLUSIÓN: Los orígenes… La Oscuridad… La luminosidad

El degüello, en lugar de convertirse en la retranca o retraso de la Mocanidad, se convirtió en el reto de la Mocanidad.

Partir de los orígenes, marcados por el templo, ya que la Villa lleva el nombre de su templo; pasar por la mayor oscuridad que fue la masacre provocada por el degüello, escenificada en el templo; y culminar con la luminosidad que encendió las energías y fibras íntimas del ethos cultural de los mocanos, se fragua con la construcción del templo y reconstrucción de la Villa. Una frase feliz de la novela cristaliza la fecunda sinergia entre la Villa y el Templo: “El meridiano de la Mocanidad pasa por la iglesia Nuestra Señora del Rosario de Moca” (p. 220).

Lo que intentó sepultar y ensombrecer la vida de una villa, se convirtió en lo que “ha dado sustancia y sentido a la Mocanidad” (p.176).

La tragedia no se convirtió en abatimiento, sino en aliento. Quiero concluir mi reflexión, no con una consideración filosófica más, sino con una reflexión teológica final, pues se trata de un ethos cultural cimentado en la religiosidad, la espiritualidad y la mística.

El degüello fue el aldabonazo histórico que forjó a la Villa Heroica, hasta el punto que podemos concluir con una frase atrevida pero certera: ¡GRACIAS, SEÑOR, POR EL DEGÜELLO!, como lo expresa el siguiente salmo que nace de las entrañas mismas de la novela que estamos comentando, como un verdadero mosaico de frases entresacadas del texto mismo. De ahí que para facilitar la búsqueda, ponemos al lado de dónde tomamos cada frase del salmo. Lo que hago es convertir en prosa poética la narrativa hermosa de esta novela histórica.

 

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