El doble género ante una situación de uso

Por Manuel Matos Moquete

   En República Dominicana, en una asamblea nacional de un partido político (PLD, PRM, PRD, PRSC, etc.) en la cual participan hombres y mujeres de la  organización, el líder se dirige a la audiencia en los siguientes términos, a sabiendas de que  no puede ignorar ningún matiz de los presentes que pudiera significar un perjuicio para su liderazgo y su partido: “Señores y señoras, dirigentes y dirigentes, delegados y delegadas, compañeros y compañeras…Extiendo mis más calurosos saludos a los y las presentes, entre los cuales se encuentran connotados y connotadas personalidades  de la vida pública, intelectual y académica del país: la doctora Celeste Alberto, medica ejemplar, directora  de la unidad  de rayos X de  la maternidad  La Milagrosa, el doctor Facundo Acosta, médico especialista en pie diabético; la licenciada Ana Quezada, decana de la facultad de Psicología de la Uasd, el licenciado Eliseo Candelario, decano de la facultad de contabilidad de la universidad PNL; la doctora Nidia Solon, jueza del tribunal de tierra, el doctor Ovidio Nin, juez civil; el capitán retirado José Pujols, la coronela retirada Kati Abigail…”. Todos y todas cuentan con mi profundo afecto. Los  miembros y las miembras de nuestro partido en todo el país están orgullosas de ser representados por ustedes en esta asamblea. Los afiliados y las afiliadas me han transmitido ese sentir durante las asambleas distritales y regionales. Y estarán más orgullosos y orgullosas cuando conozcan los positivos resultados de las deliberaciones a las cuales en este momento los y las invito”.

Ahí está el texto. Un texto propio del género discurso político, cuya ley es la eficacia para la búsqueda y el logro del poder mediante la seducción del auditorio, de los votantes de un partido y de la población en general.

Esa es la condición (situación) del uso de la lengua, en la cual la condición del uso de la forma lingüística (ver distinción en E. Benveniste, “El aparato formal de la enunciación”,  1970), constituida por la estructura del género en lengua española en base, principalmente, a la oposición de los morfemas flexivos de género masculino y femenino  o (masculino: alumno) /a(femenino: alumna) en los artículos, los sustantivos y los adjetivos y el derivativo e(común: estudiante ), además de los géneros neutro,   epiceno y el ambiguo. El género es un tema gramatical, y la gramática no es toda la lengua, es solo la estructura: una forma. Y aquí, en este ejemplo del discurso político, la gramática está al servicio del uso de la lengua en situación, de cual se sirve ese político para convencer a su auditorio y lograr sus fines políticos. El problema no es ni siquiera puramente lingüístico. Es social, es cultural, es político. Es, en definitiva, translingüístico. Y a la disciplina que le incumbe es, principalmente a la pragmática, ciencia que se ocupa de la relación de la lengua con los hablantes y de la relación entre los hablantes.

¿Qué podemos decirle a ese líder, qué consejo darle? Las recomendaciones son distintas según el criterio que manejemos. Las diversas opciones corresponden al conjunto de las disciplinas que integran las ciencias del lenguaje, que junto a otras dimensiones: cultura, ética, política, etc., conforman las ciencias  translingüísticas en las que yo me sitúo. ¿Nos colocamos al nivel del uso de la lengua como sistema semiótico total de producción de sentidos? Si el criterio se ajusta estrictamente a la ciencia lingüística (Saussure, 1916) solo nos queda describir y explicar en lo posible el tipo de uso dado por ese político como un hecho de lengua.

¿Nos situamos en la pragmática, ciencia que orienta la gramática, puesto que las formas deben seguir los fines de la comunicación? Entonces, solo tendríamos que esperar que el empleo de la lengua sea eficaz: por la adecuación en ese discurso de los propósitos perseguidos, el manejo de las expectativas y las experiencias culturales y políticas del auditorio y las formas gramaticales empleadas.

¿Nos situamos en la gramática, específicamente en las formas del género? Podríamos desear a ese político la capacidad necesaria en el conocimiento y uso de la lengua, según las normas del español, pero sin perder su objetivo comunicativo. Le recomendaríamos consultar el artículo relativo al género en la Nueva gramática de la lengua española (2010) y repasar estos principios: “El género es una propiedad de los nombres y los pronombres…”. “…el género sirve para diferenciar el sexo del referente (alcalde/alcaldesa; gato/gata; niño/niña; profesor/profesora. “Atendiendo al género, los sustantivos se clasifican en MASCULINOS Y FEMENINOS”. “El género NO MARCADO  en español es el masculino, y el GÉNERO MARCADO es el femenino”.

Le sugeriríamos que tomara en cuenta las reglas de la formación del género en lengua española, pero jamás se las impondríamos puesto que él es político y nosotros  gramáticos o lingüistas, y él es quien sabe lo que está en juego en su comunicación. Y como ese texto gramatical citado se define a la vez como prescriptivo y descriptivo, debemos tener el cuidado de no pretender constituirnos en la AUTORIDAD de la lengua, porque dicho sea de paso, en el uso no hay más autoridad que los mismos hablantes. La tarea del experto en ciencias del lenguaje no termina ahí. En ese discurso, la retórica y la estilística tienen mucho que hacer, armonizando el interés pragmático y el interés gramatical. E incluso, los hábitos culturales, éticos y estéticos.

¿Hay redundancia  y pesadez molestosa en delegados y delegadas, todos y todas, los y las? ¿Chocan algunos usos como son las palabras dirigentas y miembras con sensibilidades y percepciones éticas y estéticas de los usuarios comunes de la lengua? Se pueden buscar formas menos extrañas, fórmulas comunes, pero en el entendido de que ese no es un problema estrictamente gramatical. Aquí tocamos el aspecto más polémico del uso del doble género. Volvemos a los criterios. Las feministas no dicen que son lingüistas o gramáticas. Dicen que luchan por derechos sociales y políticos. Luchan en contra de la discriminación del género humano femenino por parte del  género humano masculino.

Los gramáticos no dicen que son políticos ni ideólogos de la discriminación machista. Dicen que son gramáticos. Pero los argumentos de algunos gramáticos están llenos de descalificaciones morales y estéticas. Amparándose en el criterio gramatical, política e ideológicamente rechazan al feminismo que afirma que la discriminación se inscribe en la lengua, y por tanto en la gramática. Digo lo mismo a esos gramáticos y a esas feministas: el espacio de ese conflicto no es la lengua. Déjenla en paz. Es el discurso, como el de ese líder político, que es el discurso del poder. Pues ese político atropella la lengua y atropella a su auditorio y a los votantes de igual manera, porque su interés y estrategia es seducir para alcanzar el poder. Por tanto, el debate debe situarse en la relación entre sujeto, discurso y poder. Pero, estamos ante otro análisis, el del discurso político, que aquí no emprenderemos.

 

0 comentarios

Dejar un comentario

¿Quieres unirte a la conversación?
Siéntete libre de contribuir

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *