Palabras de Miguel Solano en la presentación de su obra «La certeza del tiempo»

Muchísimas gracias a todos ustedes por estar aquí.

El más fiel de los creyentes duda cuando le dicen que el Universo fue creado a partir de la palabra. Cuando tú le dices, “Primero fue el verbo”, hasta el papa dice: “Vamos a ponerlo entre signo de interrogación”.

No es malo que tengamos dudas, porque si el cerebro se queda sin duda muere, pero hoy  a ustedes yo le voy a satisfacer esa curiosidad. Hoy ustedes se marcharan de aquí convencidos de que primero fue la palabra, que primero fue el verbo.

Era finales de agosto del año pasado. Nosotros habíamos concluido una sesión de debates sobre la literatura dominicana en la reunión mensual de escritores interioristas, que se efectuó en el Centro Espiritual San Juan de la Cruz. Y terminado ese debate, estamos sentados en el almuerzo, está Bruno en el centro, Manuel Salvador Gautier en la izquierda y yo estoy en la derecha. Entonces, precisamente estábamos celebrando el bautizo de Los cuentos de Juan Carabú, que habíamos publicado para festejar los 100 años de don Manuel de Jesús Campos Navarro, una adorable persona que trabajaba con nosotros aquí intensamente en la corrección de textos y en la ordenanzas de la biblioteca.

Estamos refestejando ese evento y Doy que está sentado a la izquierda, le digo: “Vamos a celebrar, vamos a hacer un acto igual cuando Doy cumpla los 100 años”. Y entonces Doy sonríe y dice: “Falta mucho”. Y Bruno que está sentado, dice: “No importa, prepáralo”.

Y ese “No importa, prepáralo”, esas ocho vocales y diez consonantes son las que las tienen a ustedes ahí sentados, por esa razón es que “Primero fue el verbo”.

Fue el verbo que originó esta obra. Fue esa palabra de Bruno, que dijo: “No importa, prepáralo”. A partir de ahí, necesitábamos una estrategia para concebir el libro y lo primero que había que pensar era que nuestra lucha desde ese instante y hasta el primero de agosto del 2030 es a quien nos vamos a enfrentar.

De manera pues, que el texto que preparase esta celebración tenía que trabajar el tema y si ustedes le dan seguimiento al libro podrán ver que todos, cada uno de los temas están concentrados en el tiempo: como nos afecta y cómo podemos manejar esas circunstancias.

Obviamente concluye con un texto: “El 911”, que es el número que tendremos pendiente por si hay que hacer alguna llamada de emergencia. Ese texto es una verdadera maravilla, yo le agradezco a Bruno Rosario Candelier, haber pronunciado esas palabras de “No importa, prepáralo”, porque el texto “El 911”, será parte de la literatura universal, no me cabe la menor duda, y yo se lo agradezco a esas palabras.

Yo había pasado toda mi vida sin poder comprender el asesinato de Kennedy y cuando me fui a Estados Unidos, lo primero que hice fue ir a la biblioteca de Kennedy, ir Harvard University, leí lo que producían en la biblioteca, vi los videos y absolutamente nada me podía explicar cómo se habría producido aquel crimen y en el momento que lo matan todos sus funcionarios estaban ahí y todos están dispuesto a aceptar el crimen sin ningún cuestionamiento. Y el hermano de él, Bobby, en lo único que se concentra en su candidatura presidencial. Nadie ponía atención por qué habían matado a este hombre, ni quienes ni como, entonces el libro me dio la oportunidad  de encontrarle respuesta a ese dilema y ese es otro de los grandes agradecimientos.

En materia creativa, la técnica es una trampa y el estilo es una prisión. Cuando pensé en el texto que debía de escribir, tenía que librarme de esas dos y se me ocurrió que lo ideal en este caso, como iba a ser un libro de profecías, era seguir un poco la técnica bíblica de narrar muchos cuentos con un tema que subyace permanente, con un tema que está debajo y se va trabajando. Tú ves cosas por arriba, tú lees párrafos pero en todo momento, siempre el tema está pendiente, está detrás de ti.

Eso me permitió también poder concebir el libro, trabajar y poder enlazar acontecimientos que habían ocurrido en mi vida hacía 25 años y que estaba maquinando en todo ese proceso creativo, pero que yo no le encontraba salida, como es el caso del cuento La paciencia del tiempo.

Ustedes van a leerlo y cada día que pase, ustedes estarán pensando si podrán estar aquí el 01 de agosto de 2030. Yo creo que todos van a estar, los rostros que están aquí hoy son parte de ese proyecto. Todos van a estar y si por alguna razón alguno emprende un viaje, no fuera de la galaxia, sino dentro de la galaxia pero en otro territorio, alguna silla temblará en su nombre, porque ese es un compromiso que hemos hecho con todos ustedes.

Pero hay una razón mucho más poderosa: Yo me inicié en el Movimiento Interiorista, en la casa de Manuel Salvador Gautier y esa gran escuela ha sido a partir de ese momento la esencia de mi vida. Haber aprendido las leyes fundamentales de la narrativa y de la poesía ha sido fundamental en mi carrera como escritor y entonces la gracia probó a uno de talento y además de talento, un padrino que está siempre a tu lado, el regalo es fenomenal y Bruno estaba a nuestro lado trabajándonos, corrigiéndonos, exigiéndonos.

Fíjense, un día Bruno me estaba hablando de uno de los dilemas que más azotan a los escritores dominicanos y Bruno con razón se quejaba de que por alguna razón del mundo, no les gustan leer a los escritores dominicanos y yo le digo: “Bueno, el fenómeno no es extraño por la sencilla razón: Todos nosotros tenemos una educación europea”. Nosotros todos somos hijos del latín, lo que hablamos son lenguas europeas y en ese proceso también estábamos obligados a leer a los autores europeos, no había de otra. Nuestra primera obra Bonó en el 1855, después La Fantasma de Higüey, después Billini.

Todos esos autores venían de Europa, de las universidades europeas. Entonces, es normal que sintieran la necesidad de hablar de su gente, pero Avelino Stanley hizo un recuento en un libro que publicó sobre la historia de la novela y calculaba que hasta los años 40, nosotros teníamos 46 novelas publicadas, pero ya a esta fecha, en el 2018 tenemos 580 más o menos, es decir, los autores dominicanos se han ganado la obligación de ser leído y yo les digo que aquí se está creando muy buena literatura. Precisamente acabo de leer un libro de Avelino sobre el acoso en las escuelas, una novela extraordinaria para el dilema que nos enfrentamos. Ustedes conocen la obra de  Edwin Disla, tanto Manolo como Jesús de la tierra y sus otras novelas, que son formidables.

Aquí está Carlos Nina Gómez. Yo acabo de prologar su último libro sobre periodismo y son 18 ya, entre ellos una novela.

Es decir, hemos entrado en las letras y, como dice Bruno, ya somos parte del parnaso. Por lo tanto, los escritores dominicanos pueden sentirse orgullosos de leer a los escritores dominicanos y les voy a decir por qué:

Primero todos nosotros de una u otra forma hemos sido educados fuera, aquí es difícil encontrar a un escritor que no haya hecho su doctorado o su maestría en el extranjero. Manuel Salvador Gautier tiene un doctorado en Roma, pero lo que hizo grande a Manuel fue que siguió la trayectoria que había hecho grande a todos los escritores latinoamericanos: hablar de su realidad. Eso es lo que lo hace grande y, Manuel Salvador Gautier cada vez que toma un tema, sus últimos dos: El pacto de los generales y Rivas y su mundo perfecto, temas nacionales.

Entonces, ¿Por qué razón usted tiene que manejar temas naciones? Porque un día, un amigo que aspiraba a una posición electiva me pide que lo ayude en su relación con los Estado Unidos. Ya yo había formado una especie de red entre las Universidades y mantenía el contacto y entonces tengo un amigo periodista que trabaja en “New York times”, se ocupa de temas latinoamericanos y llamo a mi amigo y le digo que viene una persona que es muy sabia y quisiera que le hiciera una entrevista y él me dice que no había problemas. Pues yo llevo a mi amigo por una razón del mundo que nadie se lo imagina.

La primera pregunta que le hace el periodista es “¿Cuáles de los autores dominicanos te han influenciado?”. Óigame, mi amigo no había leído ni siquiera a Juan Antonio Alix y quiso manejar el tema con el periodista hablándole de los autores norteamericanos y, entonces el periodista le dijo: “Cuando yo quiero saber cosa sobre Estados Unidos, yo pregunto sobre Estados Unidos, yo no te pregunté sobre eso. Mi pregunta es simple y sencilla: ¿Cuáles autores y obras? ”. Ahí se terminó la entrevista, simple y sencillamente no pudo, no sabía.

Entonces, cuando uno va a cualquier parte del mundo, lo que quieren saber es qué tú eres, no quieren que tú le digas lo que ellos son.En eso es que se han pasado la vida, quieren saber qué tú eres.

Ojalá que este discurso y La certeza del tiemposean el inicio para que los autores dominicanos, antes de cualquier otra cosa, se dediquen a estudiar a los autores dominicanos.

Platón tenía un personaje, que el Universo entero lo amó: “Sócrates”, y Platón para divertirse puso a Sócrates una mujer de carácter difícil, hasta el nombre era difícil, creo que se llamaba Jantipa y un día la mujer se incomoda con Sócrates y a pegarletodo cuanto encontraba en la casa y Sócrates agachándose y evitando y le da con un jarro. Al final Sócrates sale huyendo y va y se sienta en la acera, pero Jantipa era incansable y se dio cuenta que tenía una ponchera de agua sucia, que había terminado de lavar, agarró la ponchera y se la lanza a Sócrates arriba. Él la mira y dice: “Es natural que después de los truenos venga la lluvia”.

Ya ustedes recibieron los truenos, esperen la lluvia.

Muchísimas gracias.

Santo Domingo, ADL, 31 de julio de 2018.

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