Juntadera, maledicente/*malediciente, absurdez, cuido

JUNTADERA

. . . lo que significa que estos jóvenes carecen de puntos de reunión, de JUNTADERA. . .”

La palabra consignada como título es de difícil localización. El único lexicón que registra la voz en cuestión es el Diccionario del español dominicano (2013). La acepción que este recoge es, “Reunión de amigos”. Como consecuencia de lo mencionado en las oraciones precedentes a esta, debe considerarse en tanto dominicanismo léxico.

La voz que se localizó en otras obras fue “juntadero”. Se halló en la obra Innovaciones sufijales en el español centroamericano (1987:56). En ese libro se señala que es de uso en Argentina para, “Lugar donde se juntan varias personas para discutir o platicar”. Este autor lo toma de El habla rural de San Luis de Berta Vidal de Battini (1949:260).

No se trata aquí solo de apuntar lo que antecede, sino también de abogar por una acepción diferente para la voz en el español dominicano. Lo que se ha oído de boca de dominicanos es el vocablo tratado aquí con el significado de “compañía”. La palabra compañía hay que aceptarla aquí en tanto equivalente de persona o grupo de personas que se acompañan unas a otras.

Puede rememorarse aquí el consejo de la tía Nena, “No me gusta esa juntadera”. Ese es un ejemplo del uso dominicano con el significado de compañía, de compaña. Hay que agregar a lo ya escrito, que se recuerda que casi siempre se utilizaba en sentido negativo, es decir, con un rasgo despectivo acerca de la compañía a la que se refería. Esa acepción puede asemejarse a “amigote” por considerarse mala compañía.

Esta juntadera dominicana tiene algo similar con otro juntadero argentino que aparece recogido en el Diccionario del habla de los argentinos (2008:397) en la que se halla definida como: “Lugar donde se acumulan personas o cosas valoradas negativamente”. La similitud se refleja en el adverbio negativamente. Llama la atención que la fuente que cita este lexicón es la misma anterior de la señora Vidal; así mismo, trae una cita del periódico La Nación del año 2000. Según parece esta acepción se debe a la señora C. Paiz sacada de su libro El lenguaje de los correntinos (2004:59).

En realidad, este derivado que forma el hablante dominicano obedece a la función que le otorgan y reconocen quienes lo emplean. El uso dominicano formó una voz que no se ajusta completamente a lo que los derivados con –ero, -era dan lugar. Estos derivados en general denominan nombres de objetos, utensilios; de lugares; de árboles, plantas y, con mayor frecuencia, de oficios, profesiones, ocupación, actividad. Puede referirse también a “cantidad de algo, conjunto de”.

Ha de tenerse en cuenta que el sufijo en la juntadera es –era y, que se añadió al sustantivo junta, (raíz) con la inserción de esa letra de /d/ (interfijo), para que el elemento agregado completo acabe con la terminación –dero.

Con la exposición que antecede se pretende argumentar para que se tome en cuenta la voz estudiada y se incorpore en futuros diccionarios del español dominicano.

MALEDICENTE – *MALEDICIENTE

“. . . a los que los MALEDICIENTES y sediciosos atribuyen. . .”

En el título se presenta primero la forma usual para el adjetivo que expresa que la persona a quien se le aplica incurre en maledicencia. Sirve la última palabra, maledicencia, para mencionar las acciones de las personas cuando difaman, murmuran o calumnian.

La raíz latina del vocablo es maledicens, maledicentis. Se nota de inmediato que en la raíz latina no se encuentra la segunda letra /i/ que se censura en el título.

La maledicencia es el sustantivo que incorpora la letra /i/ que contribuye a la confusión en el caso del adjetivo. Este sustantivo lo tipifica el Diccionario de la lengua española al escribir que es la “acción o hábito de maldecir (denigrar)”.

Hay que tomar nota de la ortografía acreditada para escribir el adjetivo y no incurrir en error.

ABSURDEZ

“. . .y con una ABSURDEZ e ignorancia dijo. . .”

La lengua en su frecuencia, y a veces con sus repeticiones, tiene acostumbrados a los lectores a levantar una señal de alerta cuando los ojos se topan con una palabra o expresión que se sale de lo habitual. Esa reacción que se acaba de describir es la que produce la voz del título al posarse sobre esta los ojos.

El uso consuetudinario tiene acostumbrado a los oyentes y lectores a la repetición de los mismos términos que se han asentado en la lengua desde hace largo tiempo.

La calidad de absurdo en el español corriente se expresa mediante la palabra absurdidad. Se retiene por absurdo aquello que escapa a lo racional, contrario a la lógica, al buen sentido; lo que es disparatado; se refiere a los dichos y hechos con características propias de lo absurdo.

La palabra del español está relacionada con la voz absurdus del latín que está formada de ab y de surdus, inaudible (=sordo). El sentido que tiene el vocablo absurdo en español existía ya en latín para la voz mencionada. En sentido figurado alcanzó el sentido de “lo que no está de acuerdo con la lógica” desde temprano en la lengua. La palabra absurdo ha hecho fortuna en el teatro, “teatro del absurdo”; y en filosofía con las obras de A. Camus.

El Diccionario de la lengua española no reconoce la voz absurdidez, que sin embargo está inventariada en el Diccionario del español actual (1999) con una remisión a  la palabra absurdidad.

Los diccionarios que asientan la absurdez son el Diccionario de uso del español (2012) y el Diccionario de uso del español actual (1997). El último diccionario describe el uso como coloquial y en esencia envía a absurdidad. En el diccionario mencionado primero en este párrafo, los redactores definen la absurdez como la cualidad de lo absurdo; cosa absurda.

Por medio de lo expuesto más arriba puede entenderse que no es descabellado o inconcebible que una persona utilice la voz absurdez para expresar algo que es incomprensible, inexplicable, incongruente; aunque debe considerarse poco elegante por el rasgo señalado para esta en el Diccionario de uso del español actual.

CUIDO

“. . . no me limitaré. . . por asuntos moralistas ni por CUIDOS innecesarios. . .”

Al escribir sobre este vocablo viene a la memoria la primera vez que se oyó. Hace largo tiempo ya, pero se recuerda que el uso provino de una persona de escasa formación educativa. Por las circunstancias en que se produjo la utilización, se intuyó sin problemas lo que significaba. El hecho se produjo en el ámbito rural.

El propósito de este estudio es adelantar la idea de que esa palabra en el habla tradicional de los dominicanos tiene una especialización en su uso. El uso especial se establece por oposición a la otra voz del español que tiene significados semejantes, cuidado.

Desde el principio hay que señalar que “cuido” nunca se usará para llamar la atención o advertir de peligro a una persona. No expresa temor, preocupación  o recelo. El cuido se refiere al esmero que se pone para la atención de cosas físicas, así lo especifica el Diccionario de la lengua española de la Real Academia: “Acción de cuidar, especialmente de cosas materiales”.

Esta aseveración puede confirmarse si se revisan los ejemplos que registra el Diccionario de americanismos de la Asociación de Academias de la Lengua Española. Esos ejemplos de uso se manifiestan con respecto de animales, como gallos y ganado.

De lo anterior puede deducirse que el autor de la frase transcrita llevó la voz cuido a un campo que no le corresponde. En el caso específico el redactor de la frase se refería a la exposición de ideas, a la expresión de opiniones.

© 2017, Roberto E. Guzmán.