El nacimiento de un diccionario
María José Rincón participó en la apertura de la segunda promoción del doctorado en filología en la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra.
La lingüista y académica de la lengua presentó su conferencia “El nacimiento de un diccionario: el Diccionario del español dominicano”. Bajo este título, Rincón manifestó que nuestra lengua puede presumir del Vocabulario de Elio Antonio de Nebrija, nacido a finales del siglo XV en Sevilla; del Tesoro de la lengua castellana o española, publicado en 1611 por Sebastián de Covarrubias; y del Diccionario de autoridades, cuya confección fue el objetivo fundacional de la Real Academia Española. El empeño académico era demostrar el lugar preponderante de la lengua española en el conjunto de las lenguas romances en Europa.
“Los factores que provocaron el surgimiento de la variedad americana del español produjeron, simultáneamente, su diferenciación regional interna, más patente y más rica, si cabe, en el vocabulario de nuestra lengua”, explicó la lexicógrafa.
La profesora Rincón comentó que si dejamos a un lado las obras enciclopédicas que describen la realidad americana o los pequeños glosarios de voces que facilitaron la labor misionera, los americanismos tardan en aparecer en nuestros diccionarios.
Además contó que la fundación de las academias de la lengua española en América a partir de 1870, entre las que se encuentra la Academia Dominicana de la Lengua, fundada en 1927, contribuye al reconocimiento de las distintas variedades americanas del español y a una presencia cada vez más notable de americanismos en los diccionarios académicos.
“En nuestros diccionarios, hasta ahora, se observaba un aprecio por la expresión criolla al mismo tiempo que una actitud purista en la que el español peninsular era tomado siempre como punto de referencia. Esta dualidad distingue a nuestros diccionarios: Rafael Brito y su Diccionario de criollismos, de 1930; el académico Manuel Antonio Patín Maceo y sus Dominicanismos, de 1940 y 1947; y el también académico Carlos Esteban Deive y sus dos ediciones del Diccionario de dominicanismos, de 1986”, agregó.
También destacó que en la senda de estos antecesores en la Academia Dominicana de la Lengua se vieron ante una necesidad prioritaria para la lexicografía dominicana: el diseño y la construcción de un diccionario que respondiera a técnicas y criterios actuales y que pudiera ofrecerle al hablante dominicano y al usuario que se acerque a esta variedad dialectal con las suficientes garantías de rigor científico; un diccionario de uso, que registra lo que decimos y cómo lo decimos, sin tomar partido sobre cómo deberíamos decirlo.
“Como si se tratara de las dos caras de una moneda, toda obra lexicográfica está organizada a través de dos ejes indispensables: su macroestructura y su microestructura. Sin este armazón nuestra obra no podría aspirar a ser más que una simple lista de palabras que nos recordaría a aquellos pequeños glosarios medievales que ayudaban a los estudiantes y religiosos de escasa formación a defenderse con los textos latinos que se les hacían cada vez más ininteligibles”, explicó la académica.
Dijo que la macroestructura establece qué palabras se incluyen y cuáles no, además de que el Diccionario del español dominicano registra y describe el léxico propio de la variedad de la lengua española usada en la República Dominicana, con independencia de su origen. La selección de la nomenclatura del DED se ha realizado de forma contrastiva; es decir, el diccionario incluye las palabras y las acepciones del vocabulario usual en el español dominicano que no tienen un uso común en el español general. “Estamos ante una obra que incluye el léxico vigente y frecuente en el presente y también el léxico desaparecido o en vías de desaparición por razones generacionales o de cambios en la cultura o en la forma de vida de la sociedad dominicana”, manifestó.
Por otro lado, María José Rincón resaltó que uno de los aportes más relevantes de esta obra lexicográfica es la atención que se le ha dedicado a la definición, y el Diccionario del español dominicano prefiere las definiciones propias que cumplan con el principio general de equivalencia entre el definido y la definición y su identidad categorial. El seguimiento de estos principios introduce un componente modernizador.
Al concluir su intervención, la lingüista declaró que todos estos aspectos, macro y microestructurales, describen un proyecto lexicográfico académico que se ha desarrollado en la Academia Dominicana de la Lengua a lo largo de cuatro años, con el apoyo de la Fundación Guzmán Ariza pro Academia Dominicana de la Lengua. “El trabajo en equipo, que nos enorgullece en este diccionario favorece la desaparición de la impronta ideológica en la definición, cuya eliminación ha sido uno de nuestros objetivos fundamentales. El Diccionario del español dominicano muestra unas coordenadas sociales y culturales en las que puedan reconocerse todos los usuarios”, dijo la ilustre disertante.
Santo Domingo, PUCMM, 3 de septiembre de 2016.