Pequeño gran protagonista

El protagonismo en el nombre de las letras se lo llevan siempre la be, la uve o la ye. No son las únicas de cuyas denominaciones podemos aprender. La humilde letra erre tiene su propia historia: una historia que está lejos de ser simple.

La letra erre representa en nuestra lengua dos sonidos: un sonido apicoalveolar vibrante simple y un sonido apicoalveolar vibrante múltiple. Es la diferencia que oyen entre la erre de caro y la de carro. No se asusten con lo de apicoalveolar; con esta palabra nos referimos a que, para articular la erre, acercamos la punta de la lengua a los alvéolos, que son los huecos en los que se insertan los dientes.

¿De qué depende que el sonido de la erre sea vibrante simple o múltiple? De la posición que ocupe en la palabra. Si la encontramos entre vocales o precedida de una consonante que no sea n, l o s representa el sonido vibrante simple: loro, gruta. También representa una vibrante simple cuando la encontramos en final de sílaba o de palabra: tarta, cantar.

En cambio, si ocupa una posición inicial en la palabra o tras las consonantes n, l o s, representa el sonido vibrante múltiple: república, honradez, israelí, alrededores. Cuando de lo que se trata es de representar este sonido vibrante múltiple entre dos vocales debemos recurrir al dígrafo (dos letras que representan un sonido) rr: gorro, marrón.

Lo del nombre de esta letra también ha traído cola. Como en otras cuestiones que tradicionalmente nos provocaban dudas, la nueva Ortografía académica nos ayuda a dejar las cosas claras. Pero eso será ya cuestión de la semana que viene.

© 2016, María José Rincón.