Pipiolita – *décimo segundo (duodécimo) – sanitario

PIPIOLITA

Es muy probable que este diminutivo tenga relación con niño o con pequeño. Existió en dominicano la voz “pipiolo” para referirse a los niños, sobre todo a los más tiernos. Un pipiolito es un niño pequeño, muy pequeño, que ha dejado de ser un bebé, de corta edad, pero que apenas comienza a caminar.

Eso que acaba de explicarse concierne solamente al masculino, pues el diminutivo femenino que consta en el título tenía otro significado que no puede asegurarse que aun perdure. De todos modos, se expondrá sobre esta voz porque formó y quizás aún forma parte del habla que se usa para referirse a una parte íntima de esos niñitos.

La “pipiola” y, sobre todo la “pipiolita” era eso que en otros momentos se llamaba la “palomita”. En otros momentos los padres se referían a esa parte de la anatomía como la “pistolita”. Claro, en este caso del padre llamarlo así es quizás una transferencia mental que se desliza desde el subconsciente.

La pipiolita era el pene de los niñitos, ese mismo que luego con la edad cambia de nombre. Llega el momento en que ya no puede recibir este tipo de diminutivo porque en la mayoría de los casos la denominación no se corresponde con las proporciones del miembro viril. Por las recién expuestas razones en algunos casos se llamaba de “bimbolo” ese pene crecido.

Hay que señalar que a pesar de que el pene es propio del hombre, en el caso de la pipiolita era un diminutivo femenino que correspondía a un objeto masculino. No obstante, no había ofensa en eso, ni constituía motivo de sorpresa.

Una vez que el hablante llega a la edad adulta adopta muchas denominaciones para el pene. La mayoría son impublicables. Algunos de los nombres tienen un contenido machista o llevan subyacentes un contenido agresivo. En esta ocasión no se entrará en esos detalles que pertenecen a una entrega posterior.

Todos esos nombres lo que hacen es encubrir el nombre real, o bien, por la tierna edad del niño que oye, se procura no atormentarlo con palabras que escapan a su limitado vocabulario. No cabe duda de que en realidad lo que se hace es que se empobrece y limita la capacidad del niño para asimilar, al hacer una apreciación falsa de la capacidad del niño.

Al terminar, hay que resaltar que ninguno de los diccionarios de dominicanismos ha recogido esta voz del título con este significado. Algunos de entre esos diccionarios es probable que la hayan soslayado por el prurito de no entrar en detalle acerca de un tema que consideran en la esfera de lo tabú. Otros tal vez la han dejado fuera porque los autores no tuvieron noticia o no recordaron a tiempo la voz. Es hora de rescatar la voz.

*DÉCIMO SEGUNDO – DUODÉCIMO

“. . .dijo a Efe el nicaragüense R. P., estudiante de DÉCIMO SEGUNDO grado de la secundaria Miami Senior”.

Los cardinales del español guardan relación estrecha con los del latín, sobre todo del uno al quince, duos pasó a dos; decem se transformó en diez. undecim devino en once y duodecim se hizo doce en español.

Como se observa de inmediato, los ordinales superiores a diez son en realidad casi calcos de los ordinales latinos, así se comprueba con la norma actual que exige que no se utilice el ordinal formado por composición, *décimo primero, ni *décimo segundo. La Real Academia admite la formación analógica decimoprimero, decimosegundo, pero favorece la forma culta undécimo y duodécimo.

De esta suerte se sigue la pauta latina en español porque en español se tiene vigésimo, trigésimo, cuadragésimo, quincuagésimo, etc. Se está consciente de que esos ordinales son más difíciles de decir y de memorizar, son más largos, suenan a culto y afectado.

En el pasado se admitían los compuestos que se desecharon ya. Se ha impuesto la regla que había existido antes. Puede decirse que hay una vuelta a las fuentes. Es lo que el Diccionario panhispánico de dudas llama la ‘forma etimológica’ del adjetivo ordinal. Ha de recordarse que en tanto adjetivos conocen el femenino. Téngase en cuenta que solo varía el segundo elemento. Además, los adjetivos ordinales pueden funcionar asimismo como numerales fraccionarios; lo inverso no es admisible.

SANITARIO

“. . .después de que a inicios de mes su gobierno enviara una primera avanzada de 168 SANITARIOS a Sierra Leona. . .”

En muchas ocasiones pasar los ojos sobre una noticia no basta para entender el escrito. Hay que detenerse y poner las oraciones en contexto para aprehender el mensaje. En este caso procede que se invierta un momento para salir de dudas. Sanitario es una palabra que posee varias acepciones. Una de ellas ha ido perdiendo valor; otra ha visto su significado envilecido y ha ganado terreno. El vocablo merece que se le dedique tiempo.

El sanitario que ha ido perdiendo terreno a través del tiempo es el que tiene relación con la sanidad, entendida esta como los servicios dedicados a proteger la salud pública de las personas en un país cualquiera. Si mal no se recuerda hasta hace poco tiempo en República Dominicana se hablaba de “sanidad vegetal” que tenía por misión velar por la salud de los vegetales, es decir, el buen estado de estos.

El sanitario más conocido en la actualidad es el que se conoce con el nombre de retrete, letrina, excusado, privado, inodoro, váter, wáter, cuarto de aseo, cuarto de servicios, W C. Cada país tiene una denominación preferida; además, el nivel educativo de la persona usará un eufemismo más distante cada vez de la realidad de los hechos.

Como se comprende eso de wáter, váter y WC proviene de las orillas del inglés. Algunas de estas voces son adoptadas directamente del inglés, mientras otras pasaron a través del tamiz del francés, como es el caso de váter, que hace plural váteres. El WC trae las iniciales de water closet. Los más refinados llaman de toilette ese lugar y lo pronuncian a la francesa (tualét). Otros lo llaman toilet y lo enuncian tal cual se escribe.

Hay quienes a pesar de que vayan al sitio a defecar se refieren a este con el vocablo lavabo o lavatorio. Con la misma fineza anterior hay quien pregunta por el cuarto de baño aunque vaya a efectuar una función más prosaica. Algunas mujeres que se retiran de un grupo para ir a desahogarse, lo hacen diciendo que van a “empolvarse la nariz”. Los hombres dizque discretos y que pretenden ser graciosos, se ausentan del grupo diciendo que van a “cambiarle el agua al pajarito”, o “cambiarle el agua a las aceitunas”; hay quienes dicen que van a “rociar las flores”.

Todas estas frases y muchas más son eufemismos que evitan utilizar los vocablos que directamente se refieren a las necesidades fisiológicas que se van a satisfacer.

© 2015 Roberto E. Guzmán