Descoñetarse – ventorrillo – electo (elegido)

DESCOÑETAR(SE)

Esta voz, al igual que muchas otras del español dominicano no está debidamente documentada en los diccionarios que se han elaborado. Ni siquiera está marcada como de uso en República Dominicana en el Diccionario de americanismos de la Asociación de Academias.

Una razón que quizá ha influido en esta ausencia de los diccionarios es que se la considera de muy mal gusto. Se piensa que está emparentada con la voz coño, que se disimula utilizando otra parecida a esta, coñete.

No hay que sorprenderse si se observa también que la palabra coñete no está documentada en los diccionarios del habla dominicana, a pesar de que se la emplea en el habla, con una significación diferente a la que le atribuyen los diccionarios de español general. Quizás el hecho de que no se registre coñete ha determinado que tampoco se inventaríe descoñetar.

El coñete de los diccionarios del español corriente significa “avaro, cicatero, mezquino”. En el país dominicano coñete es lo mismo que coño en cada uno de sus significaciones. Se recurre a esta voz (coñete) porque se la considera menos ofensiva que coño en cada una de sus acepciones.

El Diccionario de americanismos antes citado reconoce el uso del verbo descoñetar(se) en Puerto Rico y Venezuela. Los significados que se enumeran son, ‘golpear algo o a alguien hasta casi destruirlo’. ‘Herirse o hacerse daño una persona a consecuencia de un golpe’. En Venezuela es, ‘matar una persona a alguien’. ‘Morirse alguien’. ‘Arruinar moralmente a una persona’.

El verbo en estudio, en República Dominicana mantiene una acepción que no corresponde exactamente a las enunciadas para los dos países mentados. Descoñetarse puede ser “sufrir lesiones como consecuencia de un accidente, morir como consecuencia de este”.

Estar descoñetado, -a una cosa es: ‘Estar rota o defectuosa una cosa. Estar herida o maltratada físicamente una persona. Estar una persona cansada o sin ánimo’. Estas son las acepciones que reconoce el Diccionario del habla de Venezuela, de Núñez y Pérez (1994).

Una de las razones que puede aducirse para explicar la ausencia del coñete y descoñetar(se) en los diccionarios de habla dominicana es que esta voz se la considera de muy mal gusto, una voz tabú.

Algunas colecciones de voces vernáculas dominicanas elaborados en el pasado han evitado recoger cualquier palabra que pueda herir por su cariz procaz.

VENTORRILLO

Las primeras “ventas” extrañas al léxico con las que se tuvo contacto fueron las que mencionaba el Quijote. Estas obligaron al entonces estudiante (que esto escribe) a recurrir al diccionario para despejar las dudas, o más bien para aprender.

En el español peninsular un ventorro es una venta pequeña para hospedar a gente de paso. El ventorrillo es el diminutivo que designa un establecimiento pequeño donde se sirven comidas y bebidas y que frecuentemente se encuentra en la afueras de las ciudades o en las carreteras.

Este ventorrillo no se acomoda con el dominicano. El ventorrillo dominicano se encontraba a la vera de los caminos por conveniencia del comercio, porque el tránsito de personas lo exponía a mayores ventas, lo que es un asunto de visibilidad.

Hasta donde se recuerda, el ventorrillo dominicano no vendía alimentos preparados allí para ser consumidos en el mismo local. El ventorrillo dominicano vende ‘frutas, pan, víveres y hortalizas’. Así lo expresa el Diccionario de cultura y folklore dominicano de Paulino y Castro (2005).

Para que las personas que no han visto un ventorrillo se hagan una idea, el pan era solo el “pan sobao” envuelto en una gran funda plástica que cuelga; los dulces son criollos de los que tienen mucha azúcar que sirve en este caso para preservarlos, a esto hay que sumar las galletas del país. Una característica era que tenía un pequeño portal o una ventana que abría hacia arriba. El ventorrillo era más pequeño que la pulpería. La vida moderna con su “progreso” ha sacado del mercado los ventorrillos.

A esta breve enumeración puede añadirse el ‘expendio de cosas menudas: carbón, frutas, dulces, leña…’ Esa es la redacción que incluyó D. Emilio Rodríguez Demorizi en su Del vocabulario dominicano (1983) para el ventorrillo.

El ventorrillo dominicano está documentado desde los años en que D. Pedro Henríquez Ureña escribió acerca del español en Santo Domingo, quien lo hace de este modo: “tenducho, especialmente de productos criollos”.

“Esta palabra está en desuso”, eso afirma Orlando Inoa en el Diccionario de dominicanismos de su autoría (2010). La afirmación está avalada por los hechos; es una constante desde el año 1961 con la gran emigración del campo a la ciudad. Los ventorrillos dominicanos pertenecían a los campos y a los barrios más pobres de los pueblos.

Algo más que hay que destacar con respecto a la palabra ventorrillo es que como es larga, se oía que se referían a este como el “ventorro” aunque el hablante desconociera la existencia del último vocablo como uno independiente. Para el hablante de ese momento era un acortamiento de ventorrillo.

A pesar de que en algunos diccionarios utilizan el término “tienda” en la definición del ventorrillo, quien esto escribe preferiría definirlo como un “puesto de venta” por la precariedad del establecimiento y los pocos recursos invertidos, aún cuando tuviese carácter estable.

 

ELECTO – ELEGIDO

“Los defensores de las elecciones judiciales nos aseguran que los magistrados ELECTOS son más más (sic) “transparentes” que los jueces nombrados a dedo por un gobernador o una. . .”

Este tema de la diferencia entre electo y elegido lo han tratado otras personas, esto significa que no es nuevo. Si todavía hay quien cae en la trampa de no entender la diferencia entre los dos vocablos del título es porque es tozudo. O bien, porque no lee con intención de asimilar.

Muy sencillo, electo es ‘que ha sido elegido para un cargo pero todavía no ha tomado posesión de él’. Esa es la versión a que se contrae la única acepción del Gran diccionario de la lengua española de Larousse. Debe entenderse que electo deriva del participio latino electus y no debe utilizarse para formar los tiempos compuestos o la pasiva perifrástica de elegir.

La palabra elegido por su parte funciona tan pronto como adjetivo así como sustantivo. El diccionario panhispánico de dudas de la Asociación de Academias es muy claro en su redacción, escribe: ‘El participio verbal es elegido, única forma que debe utilizarse en la formación de los tiempos compuestos y de la pasiva perifrástica’.

La persona que ha sido elegida para una dignidad o cargo lleva con la elección un adjetivo que lo define. Desde el momento en que toma posesión de su cargo pasa a ser designado por el participio verbal en las conjugaciones.

Puede parecer poco flexible escribirlo, pero aquel que no sea capaz de retener esta diferencia no merece que se le permita escribir para un público lector. Si es alguien que lo expresa de modo verbal por medio de un medio de comunicación de masas, tampoco se merece que lo dejen hablar. Quienes se comportan de esta manera no entienden cuál es la responsabilidad social que tienen en su condición de comunicadores.

© 2015, Robert E. Guzmán.