Laura Gil dicta conferencia "Durckheim: Experimentar la trascendencia"
En el marco de la Tertulia Literaria LETRAS DE LA ACADEMIA, que coordina la Dra. Ofelia Berrido, la educadora dominicana Laura Gil dictó la conferencia “Durckheim: Experimentar la trascendencia”.
Ofelia Berrido inició la actividad con una breve reseña biográfica de la pensadora y crítica de arte, que es licenciada en filosofía y letras con especialidad en historia contemporánea y doctora en historia del arte por la Universidad de Zaragoza, España. Actualmente Laura Gil es profesora de UNAPEC y del Colegio Calasanz. Es, además, autora de varios libros sobre artistas plásticos dominicanos.
Laura Gil enfocó su conferencia sobre K. D. Durckheim, uno de los grandes maestros del siglo XX, y dijo: “Este personaje tiene una importancia todavía mayor porque no solamente es un intelectual que ayuda a que en Occidente se conozca mejor la espiritualidad oriental y que comprendamos en qué medida puede ser complementario de los valores de la cultura occidental. Se puede decir que el gran aporte de Durckheim es haber creado un zen para occidentales. Resaltó que se trata de un pensador occidental que escribe para occidentales y que trata de aplicar las técnicas de meditación y la manera de percibir el mundo del zen a los occidentales.
Laura Gil subrayó que el hombre que no se acoge a su ser esencial y que elude su responsabilidad vigilante ha caído en el sueño ante la experiencia viva del ser esencial y por la toma de conciencia. La emancipación del hombre en su esencia es la experiencia del Cristo inmanente en nosotros, su expresión primordial, incluso su mismo ejemplo consignado en la frase de san Pablo: “Ya no soy yo quien vive, sino Cristo es quien vive en mí”, que expresa para la humanidad la tradición cristiana, la trascendencia. Descubrir la unidad con el ser divino exige ser interpretadas por símbolos las palabras de Cristo: “Yo soy la vid y vosotros los sarmientos”, que muestran cómo deben ser la unidad a la que se llega. La experiencia de la unidad implica una íntima conciencia de participación en el TODO, que abarca el Universo, el TODO creador y liberador manifestado en cada uno de sus elementos”.
Agregó que otra imagen que ilustra el mismo pensamiento es el de la hoja y el árbol. Viendo la hoja desde el exterior, el árbol le aparecerá como separado, pero quizás un día comprenderá que es una hoja del árbol y que participa en el misterio de ese árbol, en sus innumerables hojas; más aun, descubrirá que el árbol, fuente de su fuerza, origen de su forma y raíz de su ser, está en ella, más que ella misma es el árbol en el lenguaje de la hoja. Aclaró que ella no es el árbol, el árbol es todo lo grande que le parece al que mira desde afuera; no obstante, ella misma es la grandeza infinita en el lenguaje de su más íntima parte. Puede dirigirse al árbol como si estuviera fuera, pero solo puede comunicarse realmente con él, con certidumbre de ser comprendida si ella es al mismo tiempo interior al árbol, cuando el árbol está en ella e interior en él.
La escritora explicó que esta imagen ilustra la forma en que el hombre, que ha despertado a la trascendencia, siente el misterio que está presente en él, así como en todas las cosas y al cual denominamos Dios, el despertar al ser esencial, levanta el velo que arrogó sobre nuestra conciencia original, la conciencia que domina nuestro tiempo, por la que el hombre se adhiere en el plano lógico, ético, estético y teológico a los sistemas establecidos. En este sentido, la palabra “trascendente” no significa ´relevante´, sino superior a los datos sensoriales de la realidad objetiva.
Laura Gil manifestó que es preciso empezar una vida nueva para que actúe la verdad del momento en que lucen las estrellas, en que el hombre ha percibido por primera vez su propia profundidad y ha sentido la promesa y la vocación, que tras los momentos de gracia llevan a trabajar metódicamente en su transformación. La respuesta a esta llamada es entrar en la verdad iniciática, y dijo: “Solo aquel que ha despertado a su ser esencial, puede decir yo soy”. También subrayó que Durckheim plantea, en primer lugar, la necesidad de meditar como un ejercicio iniciático. La meditación no es una técnica de terapia para calmar los nervios, ni para quitarse el estrés, aunque también lo sea, pero a un nivel muy profundo es otra cosa. No es tampoco un equivalente a la oración, una práctica religiosa cualquiera, sino un ejercicio de iniciación. Explicó que “Iniciación” quiere decir ´acceso al conocimiento que nos transforma´.
Habló de los tres grandes miedos en el ser humano y que son parte de la condición humana: el miedo a la muerte, el miedo a la soledad y el miedo a lo Absurdo. Al finalizar, la filósofa y crítica de arte Laura Gil tuvo la oportunidad de responder las inquietudes del público.
Santo Domingo, 14 de enero de 2014.
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