Presentación del poemario "Gemidos del ciervo herido" de Fausta Leonardo Henríquez
En la presentación del poemario Gemidos del ciervo herido, el director de la Academia Dominicana de la Lengua, Bruno Rosario Candelier enfatizó que el padre Fausto Leonardo es una genuina expresión de la huella social y cultural de su comunidad. “En la alforja emocional y espiritual del poeta y sacerdote dominicano hay múltiples influjos del ambiente donde se crió, del hogar donde se formó, de la escuela donde estudió y de la cultura que lo nutrió, porque todo contribuye a forjar nuestra personalidad física y metafísica”.
El padre Fausto Leonardo Henríquez, oriundo de La Vega, es la más alta expresión mística de la lírica de esta ciudad cibaeña. Fruto de las condiciones materiales, culturales, espirituales y religiosas de su campiña natal, vivió los primeros 18 años de su vida bajo la orientación de su familia, centrada en la religión católica, base de su formación humana, su visión espiritual y sus conocimientos literarios.
En su presentación del poemario del sacerdote-poeta, Rosario Candelier enfatizó: “El primer influjo que los humanos experimentamos es el de la tierra en virtud del poderoso efecto telúrico que inyecta en nuestra sensibilidad el aliento del terruño, que se manifiesta de un modo inexorable en la sensibilidad y la creación de un autor desde que cobra conciencia de que cuenta con vocación creadora, de que tiene el don de la palabra y, sobre todo, de que se adscribe a una tradición cultural. Entonces no se extrañen ustedes de que en alguna parte de su poesía el poeta diga: “Me consumo como un tizón”.
Ya los antiguos pensadores griegos, comentó Rosario Candelier, que fueron concitados por la fuerza cósmica del Universo y la Energía espiritual del mundo, consignaron que había una Potencia sagrada que latía en todo lo existente. Desde nuestra sensibilidad tenemos la particularidad de que podemos conectar con la Energía sagrada del Universo y hay personas altamente dotadas para lograr una conexión especial con la potencia sagrada de la Creación. Se trata, en primer lugar, de personas que tienen una sensibilidad estética y espiritual altamente desarrollada, por la cual pueden apreciar, a través de la belleza sensorial de lo viviente, la belleza sutil de la trascendencia, confirmando hasta cierto punto lo que decía Platón, que la belleza culmina en Dios. La persona con sensibilidad especial, como la del padre Fausto Leonardo, que tiene una sensibilidad trascendente, comienza con el desarrollo de la sensibilidad estética, porque el esplendor del mundo concita su atención y despliega los resortes de su percepción. La belleza de la Creación del Mundo llama poderosamente su espíritu y, entonces, quien tiene esa inclinación experimenta una fascinación ante el encanto de lo viviente y, como esa fascinación es tan poderosa y cautivante, los agraciados con ese don divino asumen la palabra para crear y producir una obra literaria con ribetes místicos, canalizando sentimientos y actitudes que se manifiestan en su literatura, su música, su pintura o en cualquier expresión de la sensibilidad estética. Esa faceta del mundo y la vida interior de los estetas que atrapan desde su sensibilidad el esplendor de lo viviente revela esa capacidad de sentir altamente desarrollada, por lo cual Rainer María Rilke, el eminente lirico alemán, dijo que lo más grande es sentir, porque a través de la sensibilidad se puede conectar con la esencia peculiar de lo viviente y el sentido del mundo, como lo ha hecho este valioso creador de poesía mística, según Rosario Candelier.
Al agradecer el acto en su honor, el padre Leonardo Henríquez comunicó que esta obra, premiada en España con el Premio Fernando Rielo de Poesía Mística, forma parte muy importante de su vida, ya que plasma un sentimiento universal de la búsqueda de lo divino, su anhelo de perfección, que se manifiesta en un gemido, que es el ansia insatisfecha de Dios, deseo constante de comunión con el Creador del Mundo, de búsqueda sagrada de la divinidad, por lo cual los gemidos surgen porque tiene pies de barro y esa sensación de fragilidad se manifiesta en el lenguaje cristiano del pecado, lo que hace que el hombre anhele la otra dimensión seráfica o angelical; entonces, mientras estamos aquí, dijo, si queremos expresar esos sentimientos de comunión con Dios, “ha de ser con gemidos, aunque haya gozo y placer espiritual”. Precisó el sacerdote-poeta que san Juan de la Cruz planteaba su relación con Dios en un lenguaje místico ya que representaba su comunión simbólica con lo divino mediante un lenguaje sensual. “En esa búsqueda de lo sagrado, que es más oscura, el poeta abulense habla de la “noche oscura” como placer y gozo interior, pero también como tormento, preocupación y angustia, y sin compararme con él, este libro se corresponde con un sentimiento universal de búsqueda, de perfección, de anhelo de lo sagrado y de comunión con la divinidad”, consignó el poeta del Movimiento Interiorista.
La Vega, Biblioteca Municipal, 16 de octubre de 2013.
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