Bruno Rosario Candelier participa en jornada lingüística de Lisboa
El Departamento de Estudios Lingüísticos de la Universidad de Lisboa convocó a las II Jornadas Lingüísticas para promover los estudios de la lengua española en Portugal, actividad en la que participaron lingüistas españoles e hispanoamericanos y estudiosos de la lengua española en el mundo lusitano. Las jornadas contaron con la presencia de académicos, profesores y estudiantes de lengua y literatura de la prestigiosa institución universitaria de Lisboa.
El Dr. Bruno Rosario Candelier fue invitado en su condición de lingüista y director de la Academia Dominicana de la Lengua y, en efecto, presentó una ponencia con el tema “Términos lingüísticos en el proceso de la creación literaria”, en cuyo contenido subrayó que en su modalidad como expresión estética del lenguaje, la obra literaria es un producto de la creatividad verbal que da cuenta, no solo del talento creador y de la sensibilidad del sujeto que la concibe y ejecuta, sino del desarrollo de una tradición escritural concebida para propiciar la vivencia de la emoción estética y el disfrute de la fruición espiritual a través de la palabra dicha con emoción, belleza y sentido. En ese estudio consignó que en el proceso creador de la obra literaria hay que manejar términos lingüísticos vinculados al fenómeno mismo de la creación cuyo fundamento conceptual encauza el modo de ficción y el tipo de creación, así como el estilo y la formalización del producto del lenguaje y la intuición que el arte de la palabra, en su dimensión estética y simbólica, asume y recrea con su vertiente lingüística.En dicha ponencia el académico dominicano subrayó: “El acto de la creación literaria, habitualmente centrada en intuiciones y vivencias, obedece a una apelación verbal, un impulso creativo, una concepción del mundo y una motivación conceptual que el logos de la conciencia formaliza a la luz de ideales y principios concebidos para edificar deleitando, según la pauta del dulce et utile de la retórica clásica. En efecto, el autor de una obra literaria, en el ejercicio creador, formaliza conceptos implicados en términos como creación, ficción, inspiración, intuición, revelación, imaginación, concepto, imagen, símbolos, formalización, belleza y sentido, entre otros vocablos de la lengua cuyos significados encauza la obra de creación, al tiempo que materializa la sustancia de la creación. Por tal razón, en el lenguaje poético opera el Protoidioma de la poesía con su caudal de figuraciones arquetípicas. Hay, por tanto, términos que el creador de la obra literaria maneja cuando le da forma y sustancia a la inspiración creadora. En la tradición creativa, espiritual y estética del lenguaje, que los escritores conocen al insertarse en la cultura de una lengua, fluye una línea de creación en sus diversos modos de ficción (realista, imaginaria y trascendente) que dan cuenta del concurso de la inteligencia y la sensibilidad, lo mismo en las expresiones cultas que en las populares y que el arte de la palabra plasma para el usufructo de los lectores. Como expresión formal y espiritual del aliento estético de la palabra, la literatura canaliza la energía interior de la conciencia a la luz de una cosmovisión espiritual y estética”, subrayó.
También enfatizó el escritor dominicano que todo lo existente obedece a un código inherente a su peculiar modo de ser, como el ordenamiento del Cosmos, la pauta genética en los seres vivos o la norma lingüística y estética que el arte de la palabra asume y formaliza. Ya los antiguos griegos, que establecieron la base del pensamiento y la expresión, enseñaron que la poiesis [poiesis o ´creación´], comprendía el concepto esencial mediante el cual alumbramos una obra literaria. El arte de la creación no entraña una mera representación o reproducción de las cosas, al modo como lo hace el periodismo, la sociología, la historia y las demás disciplinas que dan cuenta de las manifestaciones de la realidad, sino el producto del pensamiento y la sensibilidad que, desde intuiciones y vivencias, crea una nueva realidad estética, metafísica y simbólica. El contenido de una obra literaria no se conmuta con la realidad, como la palabra “árbol” que alude a un tallo con hojas y frutos, un “cuadro” que refiere una pintura de una figura real o imaginada, o bien la descripción de una ciudad o un hecho social, histórico o cultural, sino el de una instancia que contiene o proyecta una creación con estatuto propio, con existencia autónoma respecto de la realidad objetiva, parecida o diferente de la realidad que la inspira, pero realidad verbal con existencia propia. Es lo que en la esfera literaria se llama realidad estética. No se trata, desde luego, de una creación de la nada, como dice el Génesis del texto bíblico que Dios creó los cielos y la tierra, puesto que el creador literario cuenta con una tradición lexicológica, fonética y semántica; con la memoria individual o genética, como huella del inconsciente colectivo, que acumula el caudal de conocimientos y sabiduría milenaria; con la historia personal y social, que arrastra viejas y acumuladas experiencias individuales y colectivas; con emociones, obsesiones y pasiones, incluidos traumas y daños interiores, que suelen fecundar la sustancia de la creación; con el impulso de creación, que atiza la disposición para crear; la energía creadora, aliento indispensable para emprender el arte de la creación. Y, desde luego, con el arsenal de obras literarias, tanto de la literatura de la propia lengua, como la de lenguas culturales en idiomas extranjeros, así como las obras del pasado y el presente de las culturas que están a disposición del autor como lector que se nutre de la experiencia milenaria acumulada en la historia de las letras universales. (Lisboa, Universidad de Lisboa, 7 de mayo de 2013).
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