PRESENTACIÓN ANTOLOGÍA GENERAL DE PABLO NERUDA
Este año, con motivo del V Congreso Internacional de la Lengua Española, que no pudo celebrarse en Chile debido al terremoto que sacudió a ese país, salieron a la luz esta edición conmemorativa de Pablo Neruda, así como la obra Antología en verso y prosa, de Gabriela Mistral y el esperado Diccionario de americanismos. El libro de Gabriela Mistral incluye, entre sus estudios, una pieza de Bruno Rosario Candelier titulada “La onda mística en la lírica de Gabriela Mistral”.
Estas hermosas ediciones rinden homenaje a los dos autores chilenos galardonados con el Premio Nobel de Literatura, GABRIELA MISTRAL en 1945 y PABLO NERUDA en 1971. La edición de estas tres obras es del Grupo Santillana bajo el sello de Alfaguara.
Las obras de PABLO NERUDA y GABRIELA MISTRAL se inscriben dentro de la colección de ediciones populares conmemorativas que impulsan la RAE y la Asociación de Academias de la Lengua Española. Esta iniciativa comenzó con la publicación del Quijote (2004), siguió con Cien años de soledad (2007) y continuó con La región más transparente (2008). En esas antologías se encuentran una Bibliografía esencial, el Glosario de voces y el Índice onomástico.
La Real Academia Española y la Asociación de Academias encargó la compilación de la obra de Pablo Neruda al académico chileno Hernán Loyola, quien logró perfilar una pertinente guía para orientar, en doce capítulos, la obra creadora del gran poeta suramericano. Así, la ANTOLOGIA GENERAL viene precedida de un análisis de Jorge Edwards, con un testimonio personal y una crónica de la vida del poeta. También escriben sobre distintos aspectos de la obra de Pablo Neruda otros académicos americanos y españoles. Esta antología incluye un texto inédito de Neruda: “Crónica de San Pancho”, con la que el poeta agradece la protección que en 1948 le brindó una familia cuando era perseguido por sus ideas políticas. Y por supuesto, sus principales poemas.
Tanto Federico Henríquez Gratereaux, como Bruno Rosario Candelier, subrayaron el concepto de que la poesía de Pablo Neruda era eminentemente espacial. En mi disertación presenté la dimensión cósmica del poeta chileno. Subrayé que el genio poético de Neruda tuvo el acierto de hacer compatible la faceta cósmica de su sensibilidad interior con la faceta social de su vocación humanizante y la amorosa de su inclinación erótica. Con esas vetas de su talento creativo fluye y transita, bajo el vigor de su potencia creadora, el sentido cósmico que atraviesa su lírica.
Henríquez Gratereaux presentó comparaciones y ejemplos de lo que encierran los versos en un poema, como “capsulas de una realidad intuida” y que nunca leyó a Neruda con visión crítica, sino con deleite. El poeta lírico, convertido luego en un poeta social, para descubrirlo después como “un poeta espacial, pues su mente funciona como la de un arquitecto o un físico, construye encima de apoyo concreto, tal vez, tridimensionales, escribía versos descriptivos”. Expresó que Neruda influyó sobre la lengua española de manera determinante. Dominaba todos los temas y disfrutaba de la vida. Confesó que “alguna vez tendrá que pagar todos los buenos ratos que le ha hecho pasar a lo largo de su vida y el goce estético y el aprendizaje que ha derivado de él”.
Al presentar la faceta espacial de su lírica, precisé: “Pablo Neruda tenía desarrollada la conciencia de su sensibilidad cósmica, y su condición de poeta y su disposición emocional estaban desplegadas para sentir el Mundo en su esplendor rotundo, ya que su sensibilidad estaba abierta a lo viviente. A pesar de que otras motivaciones inducían su conciencia, no pudo sustraerse, como decía, al impacto de la energía del Universo. Su talante sensitivo, dispuesto para percibir la dimensión originaria de las cosas, se aprecia en la intuición y la descripción de un mundo primigenio en que la vida se resuelve en comunión con lo existente”.
Pablo Neruda sentía la esencia peculiar del Universo, en virtud de la sensibilidad empática que le permitía establecer un contacto con lo viviente de una manera oceánica en atención a esa sensibilidad fecunda, amplia y abierta que tenía el poeta chileno. Quiere decir que en él se desarrolló el sentido cósmico y se desarrolló, justamente, porque para Pablo Neruda el espacio originario fue la huella que impactó su sensibilidad. Era un poeta espacial, porque todo lo concerniente al espacio cautivó su sensibilidad, en virtud de ese detalle singular de su talante, de su manera de sentir y apreciar las cosas.
En otra parte de mi disertación, subrayé: “Pablo Neruda estaba consciente de su sensibilidad cósmica, aunque no lo intuyera en esos términos y, en tal virtud, anhelaba encontrar la “veta insondable” de todo lo real, sentir y testimoniar la vibración telúrica y visceral de cuanto sus ojos contemplaban. Esa apelación de su sensibilidad empática, que fundaba su sentido cósmico, lo inducía a contemplar el Mundo en su esplendor radiante; de ahí la presencia de los elementos naturales, tan auspiciosos y fecundos en la creación que el poeta sentía con la fuerza vital del Cosmos. Más aún, en sus memorias confesó el impacto de lo natural en su espíritu: “La Naturaleza me daba allí una especie de embriaguez”.
Presidieron este acto literario, Bruno Rosario Candelier, director; Federico Henríquez Gratereaux, sub-director; Franklin Domínguez, Rafael González Tirado y José Enrique García, Miembros de Número; Manuel Salvador Gautier y Fabio Guzmán Ariza, Director del Grupo Mester y Presidente de la Fundación Pro-Academia Dominicana de la Lengua, respectivamente, ambos Miembros Correspondientes y Ruth Herrera, representante de la Editorial Alfaguara en República Dominicana. Santo Domingo, Ciudad Colonial, 8 de abril de 2010.
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