EMBALAJE – RASTA – *TUBÁRICA – GARIMPEIRO – *FAKIR Escrito por Roberto Guzmán

“exhibiendo dotes de buen rematador en el EMBALAJE, Clerc se llevó su segunda victoria consecutiva y. . .”

Por la construcción de la oración se presume que la función que desempeña el término del título es de nombre, mas si se compulsa el diccionario se verá de inmediato que el uso no es apropiado.


En el Diccionario de la Real Academia, el verbo embalar consta de dos secciones. En la primera se trata de preparar objetos para transportarlos. En la segunda sección se encuentra una acepción que mueve a confusión y que puede dar pie a que se trate de “fabricar” un sustantivo como el que se somete a examen ahora.

La segunda sección, tomada del francés, es: “hablando de un corredor o un móvil, lanzarse a gran velocidad”. Este verbo puede utilizarse como pronominal.

Cuando la autoridad de la lengua define el vocablo “embalaje”, se limita a la “acción y efecto de embalar objetos que han de transportarse”. Sirve además para la “caja o cubierta con que se resguardan los objetos que han de transportarse”.

Después de las definiciones de la Respetada autoridad de la lengua de Madrid -citadas anteriormente- cabe preguntarse dónde está la velocidad, donde dejaron el corredor o el objeto móvil lanzado a gran velocidad. Lo que la Academia hizo fue olvidar o soslayar esta parte de la definición y dejar a la lengua sin un sustantivo para este propósito.

Como el término que se encuentra en el origen es de cepa francesa, es posible y aconsejable que se oriente el estudio en esa dirección. En francés, la palabra “emballage” en materia deportiva es “el esfuerzo decisivo de un corredor ciclista al final de la carrera, terminada a toda velocidad”.

Es pertinente la pregunta acerca del porqué la Academia dejó sin nombre al esfuerzo del corredor lanzado a toda velocidad. Tal y como se expuso antes, el error casi se desprende del vocablo mismo, pues si sirve para una función, debería también hacer lo mismo para la otra. Al argumento anterior se le puede oponer que la Academia en su diccionario presenta las definiciones del verbo en dos secciones separadas y que lo que es válido para una no lo es para la otra.

La única forma de desentrañar los motivos que movieron a la autoridad de la lengua a adoptar esta decisión está en llegar a los trabajos preparatorios previos a la inclusión de la palabra en el seno de la lengua sancionada.

Mientras la autoridad no se pronuncie con respecto al nombre para esta acción, lo pertinente y aconsejable es someterse a emplear otro término o combinación, como por ejemplo, “esfuerzo final, último esfuerzo”.

RASTA 

“. . .y que se combinará  con gigantescos sombreros RASTAS de punto y bordados étnicos”.

¿Hasta dónde tratan de llevarnos? De la misma forma en que se reprodujo el texto, así aparecía en el original, es decir, ni comillas, ni cursiva. Se puede presumir por lo tanto que quien escribió el texto adopta como español el término destacado en esta sección.

Para empezar, lo de “rasta” es una abreviatura de “rastafarian” o “rastafari”. Tafari era el nombre de Haile Selasie, Tafari Meneken, antes de que se le coronara como “negus” de Etiopía.

Al nombre de Haile Selasie -el original- se le añadió “ras” delante, de lo cual resultó “Rastarafi”. De paso, “ras” quiere decir jefe.

La popularidad del término y del movimiento tomó impulso en Jamaica, donde Marcus Garvey promovió el movimiento político-religioso de nombre “rastafarismo”. Lo que se preconizaba  mediante el “rastafarismo” era la vuelta de los negros jamaicanos al África. Además ellos creían en el “negus” como Dios. Otra de las reglas de esta creencia religiosa es la prohibición de cortarse el cabello. Además admite el uso de la marihuana con fines de rito.

Más conocido que lo anterior en el mundo es el estilo musical negro, el “reggae”, cuyo principal representante ha sido Bob Marley.

Quizá exista en el mundo de la moda un sombrero al que se llama “rasta” porque es de uso común entre los creyentes o seguidores de esta filosofía. Más vale aceptarlo que averiguarlo (=es más fácil.)

*TUBÁRICA 

“Un 40% de los casos de infertilidad se debe a trastornos de la ovulación y enfermedad TUBÁRICA en la mujer”.

Hay que interesarse en saber dónde lleva la mujer estos “tubos”, a los que se refiere el texto, porque se puede deducir que el vocablo *tubárico se refiere o es relativo a los tubos.

El diccionario de la Academia no asienta esta palabra en su catálogo sancionado. La edición del 2001 no trae ninguna acepción para “tubo” que permita derivar de ella esta palabra.

El único tubo que existe en un animal, ocurre en los animales, no en las personas, y se refiere a los intestinos de los animales. Por suerte que el desliz salió de una pluma (computadora) femenina, de forma que no se puede acusar a nadie de falta de respeto o desconsideración.

Por el contexto se puede deducir que la autora trató de mencionar con ellos a las trompas de Falopio, eso que en la jerga de todos los días en inglés llaman “tubes”. Así de abrevia en inglés la alusión a las trompas, pues en esa lengua se puede hablar de “fallopian tube”. En un caso como el del texto se puede considerar legítimo que se aluda en el contexto a la parte en cuestión como “las trompas” (femeninas.)

Lo correcto en el texto comentado sería escribir “enfermedad de la(s) trompa(s.)”

GARIMPEIRO

“Son los famosos GARIMPEIROS. Ellos están entrenados para bucear entre los ríos hasta diez horas continuas. . .”

En la prensa de todos los días aumenta el uso de palabras, giros y expresiones extranjeras, hasta el punto que a menos que el lector no sea polígloto no será capaz de entender lo que intentan transmitirle.

El vocablo en estudio pertenece al portugués y por desventura el portugués no es una de las lenguas de amplia difusión en el mundo. Es una pena que ello sea así, porque para los hispanohablantes es muy fácil lograr entender o por lo menos leer el portugués.

Para los que no saben qué significa “garimpeiro”, es el buscador de piedras preciosas o de oro. La palabra deriva de otra de la misma familia que es “garimpa”, que es el sitio de donde se extraen las piedras preciosas o el oro.

Los dos términos anteriormente mencionados son parte del portugués del Brasil. El origen de estas palabras se desconoce. Por extensión, en el idioma brasileño de todos los días, se aplica el mismo vocablo a las personas que se dedican a negocios poco ortodoxos.

*FAKIR 

“Los más recientes hechos de violencia contra informadores en ejercicio convierten nuestro oficio en una  ocupación de FAKIRES”.

En otros tiempos esta palabra sólo significaba “pobre”, y se refería a los pobres por vocación, como son los ascetas de la India y de otros países en los cuales se respetan estos votos.

Por lo menos en la edición del 1992, a lo anterior se le añadió la tercera acepción, “artista de circo que hace espectáculo de mortificaciones semejantes a las practicadas por los faquires”.

La voz la registra el Diccionario de la Academia con la grafía actual “faquir”, es decir, con el sonido de la Q (cu), en lugar del que se conoció en otros tiempos, que es la grafía que consta en el título. Ya desde el 1992, y quizás antes, al consignar este término, la Academia lo ortografía con la Q en lugar de la K como se hacía anteriormente.

No está de más tomar notas de estos cambios en las preferencias de la Academia, pues si se trata de localizar el vocablo escrito con la K se encontrará con la sorpresa de que no hay mención alguna. Cualquier persona que consulte el diccionario con prisa puede pensar que la palabra no existe en el español moderno.

BENEFICIO DE LA DUDA

“. . .explicó que al principio había dado ´ el beneficio de la duda ´ a la propuesta de la senadora. . .”

Muchos de los lectores se preguntarán ahora, ¿qué hay de malo en esto? Están tan acostumbrados a este calco del segmento inglés del discurso que ya lo aceptan como lo más natural del español.

Lo del título es una copia del inglés, lengua en la cual se dice y escribe “the benefit of the doubt”, y esto en español es la “presunción de inocencia”. Lo mismo que los americanos pregonan cuando aseveran que a alguien se le presume inocente hasta tanto no se demuestre lo contrario.

En realidad lo que existe no es una duda acerca de la inocencia o la culpabilidad, sino una presunción de inocencia. Hay un buen trecho entre un concepto y el otro.

*PUNCHE 

“Le estoy metiendo muchísimo PUNCHE a esto desde antes que asumiera mi gestión”.

Sería interesante escuchar cuando el presidente que pronunció esta palabra lo hizo, porque despierta curiosidad oír la pronunciación, para saber si lo hace a la americana o con la pronunciación fiel a la escritura española.

Lo más semejante a esto, de lo que se tiene noticia es la voz inglesa “punch” que en nuestra América Morena se usa en boxeo como sinónimo o en lugar de “puñetazo”. Por extensión, en el lenguaje deportivo se emplea el vocablo para indicar “fuerza, agilidad”.

Hay algunos anglicismos que son aceptables, léase bien, aceptables, que no aceptados. Así se hace porque representan una comodidad o porque vienen a llenar una necesidad. En el caso de esta sección, este “punche” en algunos casos puede sustituirse por “pegada”; mientras que en otros, “fuerza, tesón, energía”, y muchos otros más que podrá suplir el lector para que llenen el vacío cabalmente.

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