CONVENIENCIA
“Cuando T. regresaba a pie a la casa de una tienda de CONVENIENCIA, Z. lo vio.”
El meollo del estudio en esta sección es la voz “conveniencia” que se encuentra colocada después de tienda sin que en español pueda comprenderse lo que es. Para poder entender este modificador en este sitio se precisa de conocimientos de lengua inglesa. Y esto no es una rareza.
Si fuese una tienda conveniente es probable que con ello se aludiera a la comodidad que representa la ubicación de la tienda cerca de donde se está o reside.
Para que no persista la duda con respecto a este desafuero cometido contra la lengua española se examinarán aquí las significaciones de la palabra conveniencia y se dará con el escondrijo del culpable del desatino.
En español real, el de la Academia y el de los hablantes hispanos de América, conveniencia es utilidad, provecho; ajuste, concierto y convenio. Correlación y conformidad (compatibilidad) entre cosas distintas. En fin, es la comodidad.
Al redactor de la cita se le armó todo ese lío porque confundió el inglés convenience con su parecido español del título. Esa voz del inglés tiene traducciones al español: servicios sanitarios (baños). La cuarta acepción (en la próxima edición) de la Academia para el vocablo conveniencia, vale decir, comodidad, le ha atraído muchas críticas bien fundadas al consejo rector madrileño de la lengua.
Para que se aprecie mejor lo “inconveniente” de la “comodidad” del DRAE, cuando se curiosea acerca de los significados de conveniente, resulta que son: Útil, oportuno, provechoso. Conforme, concorde. Decente, proporcionado. No se incluye en la lista de sinónimos la comodidad.
Ahora hay que sacar del clóset al delincuente. En inglés americano hay un tipo de tienda, la convenience store, que apareció en EE.UU. en 1965 y es un almacén pequeño de venta al por menor de alimentos con largas horas de horario. En general estas tiendas son franquicias.
Esta sección es una muestra más sobre los errores en que incurren quienes traducen sin respeto a la lengua común. En algunos países llamarían este establecimiento de “colmado barrial” porque por lo general sirve a una clientela que vive alrededor de su ubicación.
FINCA RAÍZ
“. . .cientos de miles de personas perdiendo sus casas, pensiones, ahorros de retiro; los precios de la FINCA RAÍZ cayendo vertiginosamente; la construcción paralizada. . .”
Aunque cause sorpresa leerlo por primera vez el uso que hace el periodista y escritor es legítimo. Sobre todo si es de uso en algún o algunos países de Hispanoamérica. Se verá más adelante que la utilización está amparada por las acepciones de finca aunque en algunos países se utilice esta palabra exclusivamente para propiedades rurales.
Una finca es una propiedad inmueble rústica o urbana. Raíz por sí solo denomina un bien inmueble, finca, tierra, edificio, etc. La Academia no olvida escribir que en la mayoría de los casos se emplea en plural: raíces.
Al final de las acepciones para raíz el DRAE trae la combinación “bienes raíces” que al pulsar sobre ella lleva a “bienes inmuebles”, que a su vez (pérdida de tiempo) los define así: “Tierras, edificios, caminos, construcciones y minas, junto con los adornos o artefactos incorporados, así como los derechos a los cuales atribuye la ley esta consideración”.
El Diccionario clave proporciona una redacción más legal para bienes raíces o inmuebles a los que define como los que no pueden ser trasladados sin perder su naturaleza. Los adornos y artefactos incorporados a que se refiere la Academia son los bienes inmuebles por destinación.
A pesar de que la RAE no especifica en su diccionario diferencia alguna entre destino y destinación a quien redacta estos comentarios le parece oportuno insertar unas ideas con respecto a los matices diferentes entre uno y otra.
En la redacción que se adoptó acerca de los inmuebles se escribió “por destinación” y no por destino. Esto se hizo adrede. La acción a la que corresponde destinación tiene un carácter voluntario de señalar, ordenar o determinar algo para un fin. Destino puede ser hasta una circunstancia fortuita.
Es muy probable que haya quien no esté conforme con la redacción de la acepción de la RAE por aquello de los caminos y minas.
Para cerrar esta sección ha de dejarse bien claro que la utilización del compuesto del título es pertinente, tanto como lo es la combinación que se usa en otras tierras y que también se revisó aquí.
PRIMARISTA
“¿Qué dirían los ultraconservadores que de entrada no confían en R. y a quienes trató de conquistar con esmero en el proceso PRIMARISTA?”
Los columnistas (¿de la quinta?) ya tienen acostumbrados a sus lectores a los excesos que cometen contra la lengua común. Son unos inconformes impenitentes que le hacen la guerra al español clandestinamente (sin confesarlo) desde dentro.
Cada vez que tienen una oportunidad meten un engendro que no forma parte del idioma de todos. Lo hacen sin licencia y sin necesidad. Los lectores logran desentrañar el sentido del invento de estos analistas gracias a la celeridad con que las neuronas decodifican los mensajes aunque sean obscuros.
La palabra que se destaca en el texto copiado es un buen ejemplo de todo lo que se ha tipificado más arriba como delito alevoso perpetrado desde el seno mismo de la lengua.
El vocablo *primarista no aparece en ninguno de los diccionarios que se han consultado. Si se hace voto de tolerancia se puede admitir que se relaciona con el término primario y, mejor aún, con primaria. Se desprende esta voz del título de primaria en su enlace con “elecciones primarias” que son las que se hacen para designar a un candidato en unas futuras elecciones.
El hecho de que un lector educado pueda extraer el sentido de una voz desconocida por medio del entorno en que se encuentra no le concede licencia a la columnista para que en cada uno de sus escritos suelte una de sus travesuras.
Hay que rogar a los manes de la lengua con fervor inusitado para que les detenga las manos a las personas que escriben con soltura metiendo voces desconocidas e innecesarias.
LESIÓN
“. . .pero en febrero se vio obligado a admitir que le había surgido una nueva “LESIÓN” en el mismo lugar donde le habían extraído un tumor canceroso. . .”
Al redactor le causó extrañeza que alguien se refiriera a esa cosa nueva con característica de enfermedad como una lesión. Su sorpresa la hizo patente mediante esas comillas que le colocó alrededor (antes y después) a la palabra del título.
Cada vez con mayor frecuencia se observa que los hispanohablantes se refieren a las consecuencias o manifestaciones de las enfermedades con el nombre lesión.
El sobresalto viene porque una lesión se consideraba en español como algo que era el resultado de un acto voluntario de un ser humano que la provocaba de modo deliberado o accidental.
Una lesión era un daño, un perjuicio o un detrimento. Daño que podía ser no solo físico sino también pecuniario. Era un perjuicio físico y hasta psíquico.
La palabra lesión procede del latín laesio que era un ataque o herida, que tiene relación con el verbo laedere que es golpear, dañar o herir. De allí que se use en Derecho para el delito que causa daño físico o psíquico a alguien.
En realidad se utiliza el vocablo lesión de la manera en que se emplean los términos genéricos, es decir, los que no son específicos, tales como para los tumores, abscesos, heridas, úlceras. Las lesiones pueden dividirse en primarias y secundarias. Las secundarias son derivadas de las primarias. Entre las últimas pueden mencionarse las cicatrices y las costras.
OCUPACIONAL
“En Estados Unidos resulta sencillo establecerse. Registrar un negocio, obtener una licencia OCUPACIONAL para el mismo, rentar un local. . .”
Se pide a los lectores que se hagan de la vista gorda con relación a “para el mismo”, cuando lo que correspondía en buen español era escribir “para este”, más corto y más sencillo. Además: más correcto.
Este ocupacional entró en español por la presión ejercida por la lengua inglesa con su occupational que conoce mejores traducciones que transigir con la voz semejante del título. Ha de tenerse en cuenta que el anglicismo no logró su incorporación en el seno de la lengua española hasta la edición del 1992 del DRAE.
Es tan grande la deuda del español para con el inglés que a la RAE no le quedó más remedio que consignarlo en su redacción en el DRAE, con mención muy específica a la terapia y la enfermedad ocupacionales.
Al definir lo que es ocupacional los académicos se desembarazan escribiendo que es “perteneciente o relativo a la ocupación laboral”.
En el texto copiado al principio de esta sección el columnista pudo haber utilizado otras combinaciones más felices para expresar su idea porque es una autorización legal emanada de una autoridad competente para esto.
En República Dominicana durante largo tiempo se ha empleado el vocablo “patente” para ese permiso (licencia) que las autoridades competentes expiden para acreditar que alguien ha satisfecho el pago de la cantidad (impuesto) que la ley exige para el ejercicio de algunas profesiones o industrias.
Ha de tenerse en cuenta que estos permisos se consiguen después de probar que se ha cumplido con los requisitos de toda índole que exigen las leyes pertinentes a la profesión, comercio o actividad a que se contrae el negocio.
Una vez en este punto hay que regresar a ocupacional para darle los retoques finales y proponer otros términos muy españoles que sirven mejor la lengua y su espíritu.
El vocablo ocupacional tiene vertientes por el lado de la medicina que hay que tener en cuenta. En la Era de Trujillo el máximo representante de ese régimen se atribuyó todo el honor de la puesta en vigor de un Código de Trabajo que cubría los “accidentes de trabajo”. Los dominicanos que no son tan jóvenes recuerdan estas peripecias. Los más jóvenes quizá han tenido la oportunidad de leer acerca de eso.
Ese cuerpo jurídico a lo que se refería era a los “accidentes laborales”, por aquello de que se producen mientras las personas se dedican al ejercicio de sus profesiones o en el desempeño de sus labores: ocupación habitual.
En el aspecto de la salud las dos rehabilitaciones o terapéuticas que se conocen en este ámbito son la ocupacional que se refiere a las actividades que una persona hace en el desenvolvimiento de su vida diaria, y, la terapéutica física que son los ejercicios a que se someten las personas que precisan de rehabilitación en el uso de sus habilidades físicas.
El ejercicio de la medicina que se relaciona con las enfermedades que se detectan mientras se trabaja aunque no tenga relación con las actividades laborales se conoce como “medicina laboral”, por lo menos en buen español.
Son muchas las combinaciones del español actual que utilizan el malhadado “ocupacional” cuando en buen español existe una mejor solución más apegada al genio de la lengua común. No se mencionarán aquí todas porque sería abusar de la paciencia de los lectores.
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