AMBIENTE – *TRANSICIONALES – *LIDERIZAR

“. . .y la boda se celebrará en un AMBIENTE de la cárcel de la ciudad de. . .“

Son muchos los ambientes que se conocen en la lengua española. Hay uno de ellos que solo se conoce en nuestra América Morena, es “habitación de una casa”.


Con ese significado americano se le usó en el texto copiado al principio de esta sección. El problema se presenta con la interpretación del vocablo mismo, pues la definición es bastante escueta y limita su radio de acción a una “casa”.

Si la intención hubiese sido extender el alcance del ambiente americano a una habitación en cualquier sitio, entonces en la definición se habría utilizado otra palabra más amplia, como por ejemplo “edificio”.

La definición que se reprodujo antes se copió del diccionario oficial de la lengua. En su Diccionario del Español de América, Morínigo reconocía el término como propio de Argentina y Uruguay y lo definía, “espacio cerrado y habitable que tiene una casa o departamento”. En Argentina se usa generalmente para indicar el número de habitaciones de un apartamento.

No hay duda al respecto, desde que era un americanismo, sin espacio en el DRAE, ya se entendía que el “ambiente americano” era solo un espacio en una casa o apartamento. No lo pueden extender más allá del espacio donde se asienta el hogar o la familia.

A pesar de lo escrito en el último párrafo debe consignarse que esta no es la primera vez que se encuentra este tipo de uso. En otras ocasiones se le ha detectado para describir los “espacios” de diferentes tipos, de decorado variado y fines varios que hay en un hotel.

No huelga que se copie lo que se entiende en español general por la palabra “habitación” que también tiene peso en el asunto sometido a examen. Al principio de la definición de habitación, la Academia utiliza la palabra “vivienda”, reza así: “En una vivienda, cada uno de los espacios entre tabiques destinados a dormir, comer, etc.”

*TRANSICIONALES 

“Estos albergues son residencias licenciadas por el estado como viviendas TRANSICIONALES para individuos. . .”

Nada para sorprenderse. De nuevo hay que enfrentar la realidad. Para muchas personas, sobre todo para muchos periodistas, el español es demasiado rígido, es una camisa de fuerza difícil de vestir.

Las tareas diarias imponen muchos requisitos a los periodistas y, en la rapidez de la redacción tienen que producir reseñas, artículos, comentarios y toda clase de escritos que los obligan a utilizar muchas palabras sin tener el tiempo para verificar el casticismo de éstas.

Los albergues que se mencionan en la cita son viviendas “de transición”. Son “temporales”, porque la intención es que sirvan su propósito proporcionando alojamiento por un tiempo predeterminado que casi siempre es corto. Es una morada temporal, “de tránsito”, si se desea.

La palabra “transicional” no aparece registrada en los diccionarios serios de la lengua española. El adjetivo transitional sí existe en inglés como un derivado del nombre correspondiente en esa lengua. En las dos lenguas la palabra transición comparte tres acepciones. Además de esas tres, en inglés hay otras acepciones que no constan en la lengua española.

*LIDERIZAR

“. . . Velasco LIDERIZA un elenco de catorce personajes, todos importantes para la trama.”

Los hispanohablantes que no son muy jóvenes quizás puedan recordar las luchas que se libraron en el seno de la lengua contra la intromisión de la voz inglesa leader. No le valió a la lengua poseer toda una lista de palabras que podían desempeñar las funciones que la dichosa voz extraña se proponía reemplazar. No sirvió de nada que se elevaran las voces contra la intromisión foránea. Al final prevaleció el uso, y, entró líder.

Una vez que el líder estuvo dentro de la casa de la lengua española, reconocido por las autoridades que tuvieron que rendirse ante el empuje del uso, hubo que hacerle espacio a un verbo de esa familia. No obstante todos los verbos que existen en español para expresar la idea de dirigir, santificaron el verbo “liderar”.

Si ya se ha logrado tanto en este aspecto, hay que rogar para que el mal uso no imponga también el barbarismo “liderizar”. Muchas personas pensarán que es suficiente con tener un verbo de la familia de líder para expresar la acción. A pesar de eso no hay que sorprenderse de que haya quien no esté conforme y al equivocarse propicien otro verbo más.

A este verbo hay que salirle al paso y no cederle ni un ápice. Para comunicar la idea que se pretendió dar con el verbo “liderizar”, se proponen algunos verbos de buena solera, “guiar, conducir, orientar, enderezar, encauzar, educar, regir” y cualquier otro que se acomode con lo tratado.

CAJÚ 

“. . .mango con CAJÚ (variedad de nuez) y aderezo de jerez.”

Las personas que escriben en los medios de comunicación de amplia circulación siempre tienen que estar alertas para que no los sorprendan con insinuaciones, afirmaciones o declaraciones que les hagan incurrir en errores.

Una de las trampas que acechan a los periodistas son también las palabras en sí. En no pocas ocasiones les mencionan términos que no son del conocimiento de quien recibe la información, y al pedir información acerca del significado del vocablo lo que hace el informante es que le suministra su interpretación o su equivocación. Parece que el término del título es fruto de uno de esos encuentros donde la ignorancia y la buena fe se dan la mano.

El vocablo cajú, sin el acento, es portugués y, no es más que la semilla del marañón, lo que los dominicanos conocen como la semilla de cajuil. En inglés es cashew nut, cashew, acajou. La palabra caja, así como acaju proceden del tupí aca-yu, que significa fruto amarillo.

DEPREDADORES 

“El ICE ha atrapado hasta ahora a más de 1,100 DEPREDADORES en todo el país y a más de 120 en el sur de la Florida.”

Ya regresamos a los tiempos de los bosques privados y la cacería furtiva. Los depredadores son objeto de persecuciones en los Estados Unidos de América del Norte.

Si se analizan los vocablos usados, depredador es “que depreda”. El verbo depredar, a su vez, es “robar, saquear con violencia y destrozo”. Entre animales es “cazar a otros de distinta especie para su subsistencia”.

Desde hace ya unos años, en el español de los Estados Unidos de Norteamérica se está usando  el término “depredador” para aplicárselo a delincuentes que mediante violencias consiguen aprovecharse sexualmente de sus víctimas.

En la definición de depredar no entra ningún elemento que permita su empleo para tipificar un delito sexual. Solo una remota relación existe y es que en las épocas en que los soldados saqueaban y pillaban las plazas conquistadas, las mujeres sufrían los vejámenes sexuales de los vencedores. De ahí a que se utilice el adjetivo en funciones nominales para designar a la persona que con violencia toma ventaja sexual de otras, de modo habitual, hay un gran trecho.

La persona que se comporta como se señaló antes es un delincuente sexual reincidente. Para que pueda desempeñar las funciones cabalmente, hay que usar todas las palabras necesarias, “depredador sexual” y de ese modo el lector estará dispuesto a entender que se trata de un delincuente habitual de infracciones sexuales.

En el inglés angloamericano tampoco hay argumento que permita que la voz predator por sí sola ejerza las funciones que se trata de atribuir a la voz similar a la del español y por lo tanto, correspondiente para la traducción.

PACIENTE VIH – PACIENTE SEROPOSITIVO 

“. . .un PACIENTE VIH. . . (. . .). . .personas VIH. . .”

La intención del redactor es muy clara. Lo que se propone es hacer entender que el paciente o la persona de quien se habla llevan en su cuerpo el virus que causa en español lo que se conoce como el síndrome de la inmunodeficiencia adquirida. La inmunodeficiencia humana es lo que se representa con el VIH del título.

En español existe la posibilidad de expresar en una sola palabra lo del VIH con toda la precisión que se requiere, a ese paciente se le puede llamar “seropositivo”.

De acuerdo con lo que la Real Academia de Madrid asienta en su diccionario de la lengua española, el seropositivo es la persona cuya sangre infectada por el virus -en este caso del sida- contiene anticuerpos específicos.

Ya se puede en español escribir “seropositivo”, pues la autoridad de la lengua reconoció el término honrando de esa forma lo que el uso había impuesto. Ya se puede dar un adiós definitivo a las creaciones.

Si todavía hay alguien que considera que con el vocablo propuesto no se llena a plenitud el cometido, entonces pueden colocarle un apellido y expresar la idea del modo siguiente, “VIH seropositivo”.

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