Un puntito de sal

Nuestra forma de hablar dice mucho de cómo somos, de nuestra procedencia, de nuestra formación y de nuestra vida. Siempre me ha gustado adivinar de dónde procede una persona por su forma de hablar: a veces es la entonación, a veces la pronunciación, a veces la elección de una palabra o de una expresión. El mundo hispanohablante es tan ancho que no me faltan oportunidades para ejercitar este particular pasatiempo, en el que reconozco que juego con ventaja, la que me dan los muchos años que llevo dedicada a estudiar qué nos une y qué nos diferencia a los que hablamos español.

En ocasiones percibimos las diferencias a simple ¿vista? Mejor, a simple escucha. ¿Han notado este detallito que nos diferencia a los hablantes de una y otra orilla? Las secuencias ir a por, salir a por, venir a por, son habituales en el español de España para expresar un sentido de ‘en busca de’. Déjenme poner un ejemplo del refranero: ir a por lana y volver trasquilado. Por rara que nos pueda parecer, esta secuencia preposicional es completamente normal. Parece tratarse del resultado de un cruce de la idea de movimiento entre una expresión de dirección (ir a un lugar, ‘ir hacia un lugar’) y una expresión de finalidad (ir por una cosa o por una persona, ‘ir en busca de algo o de alguien’). Esta combinación de preposiciones no es moderna y está documentada desde antiguo en español.

Los hablantes preocupados por el buen uso de nuestra lengua (que haberlos, haylos) suelen consultar esta duda. Si ustedes no usan esta combinación, no se preocupen; si la usan, tampoco. Es uno de esos pequeños rasgos que nos caracterizan y que hacen que nuestra lengua, ancha en territorios y profunda en historia, tenga su puntito de sal.

© 2016, María José Rincón.

Instrucciones de uso

La capacidad de formación de nuevas palabras en nuestra lengua es extraordinaria. Podemos crear nuevas palabras, por ejemplo, por derivación (hacer/deshacer, charla/charlista, asma/asmático) o por composición (sacacorchos, bocacalle, cierrapuertas). Y, a veces, podemos deducir su significado del significado de los elementos que las componen.

Uno de los casos más claros son los adverbios formados con -mente. Basta con añadir -mente a un adjetivo en femenino y nos resulta un adverbio que significa ‘de manera’ más el significado que aporta el adjetivo: gratamente, ‘de manera grata’, gráficamente, ‘de modo gráfico’. Algo similar sucede con los prefijos anti– ‘opuesto’ o mini- ‘pequeño, corto’: antiadherente, antibacteriano, minibar, minifalda.

Todos los ejemplos que he citado hasta ahora se incluyen en el diccionario. Pero no siempre es así con derivados y compuestos. Cada diccionario aplica su propio criterio para estas palabras. El Diccionario de la lengua española de la RAE solo incluye los que registran un uso reiterado. Si buscan los adverbios distraídamente o ansiosamente, no los van a encontrar. Eso no quiere decir que no existan o que sean incorrectos.

El hecho de que una palabra no esté en un diccionario no implica necesariamente que no exista o que sea incorrecta. Tampoco necesariamente que sea correcta. El Diccionario del español dominicano, un diccionario de uso, incluye entre sus lemas el dominicano *casimente, incorrecto donde los haya, pero establecido, me temo que para quedarse, en nuestro español.

Moraleja. Cuando elijan o consulten un diccionario, lean las instrucciones de uso. Le sacarán más partido y se ahorrarán más de una sorpresa.

© 2016, María José Rincón.

Reto léxico

Si la resaca farandulera ya se ha ido apagando, todavía padecemos la bajada de la marea electoral, de mayor enjundia. Están siendo días de contar y recontar; y los que vienen deberían ser días de reflexión y de acción para plantearnos lo que hemos hecho y replantearnos lo que tenemos que hacer. Como en todo en la vida las palabras también han tenido su protagonismo en esta marea. Hemos contado votos (los hemos computado considerándolos unidades, si seguimos la definición académica). También hemos recontado los votos. Contar y recontar son sinónimos en este sentido; pero recontar añade una acepción más, la de ‘volver a contar’.

De los verbos pasamos a los sustantivos. Una cuenta es la acción de contar. Son pocas las ocasiones en que elegimos este sustantivo para referirnos a los votos. Las más de las veces lo hacemos para referirnos a una cuenta regresiva o cuenta atrás: tres, dos, uno… De contar derivamos asimismo conteo. Y este sí que protagoniza las cuentas de las boletas electorales. El conteo de los votos es imprescindible; en él se basa la democracia. Los problemas empiezan cuando el conteo le resta protagonismo al resultado. Entre nosotros llamamos a la cuenta atrás conteo regresivo.

De recontar derivamos recuento, ‘acción y efecto de volver a contar algo’. Los votos son esenciales: los contamos y los recontamos. Y si de contar, conteo; de recontar, reconteo. Llevamos tantos días contando que nos ha dado tiempo a hacer surgir una nueva palabra. No está en el DRAE, no está en el Diccionario de americanismos de la Asociación de Academias de la Lengua, no la he encontrado en los corpus recientes. Todavía debemos analizar si la creación es tal o si es necesaria, teniendo ya el clásico recuento a nuestra disposición. Un accidentado proceso electoral que nos ha dejado, entre otros retos, un reto léxico.

© 2016, María José Rincón.

Resuena el acordeón

Todavía sufrimos la resaca de los Soberanos. Un año más la alfombra roja se ha poblado de *las mejores vestidas y los nominados han hecho gala de los *looks más atrevidos, más convencionales e, incluso, más disparatosos. Un año más nuestros medios de comunicación se han llenado de errores gramaticales, de una pésima selección del vocabulario y de faltas ortográficas.

Un somero vistazo a las noticias de farándula basta para llevarse las manos a la cabeza. La alfombra roja se escribe con minúscula inicial, por muy roja que sea y por muchos *vip que la pisen. Una reina de belleza junto a otra no son dos *reinas de bellezas. Un boche, por grande que sea, no se convierte en un *Boche. En un titular destacado leí: *«La ceremonia abrió con un opening…». Sobran los comentarios; o tendremos que empezar a decir *no comments.

Los errores en la redacción transforman el texto en algo ilegible, superponiendo un error a otro hasta que es casi imposible desenredarlos. Una muestra: *«Por momentos los que miraban el premio desde ese lugar, en varias ocasiones la transmisión no tenía audio, incluso hasta sin video».

La única que se salva es nuestra singular Fefita la Grande. Se salva ella, porque su sobrenombre ha acumulado todas las posibilidades de errores que en él caben. Enhorabuena a Fefita, la preferida de mi hijo, por su soberano y por hacer resonar en sus letras a ritmo frenético lo más auténtico de nuestro español dominicano.

© 2016, María José Rincón.

Pocas palabras

He de reconocer que no soy muy de campo. Sin embargo, soy amante del silencio, aunque nuestras ciudades estén cada día más reñidas con él. La naturaleza es también «ruidosa», aunque en un sentido completamente diferente. Hay un campo semántico que siempre me ha parecido divertido, por su variedad y sonoridad: el que agrupa a los verbos que designan los sonidos que emiten los animales.

Caballos y burros se distinguen por muchas cosas, entre ellas porque los primeros relinchan y los segundos rebuznan o roznan. En los días en los que el sol aprieta nos envuelve un sonido que llega casi a formar parte del paisaje: las chicharras y las cigarras chirrían o chicharrean; aunque los cuentos nos hablen del canto de la cigarra, estas sonoras palabras se acercan más a su voz real.  También algunas aves como las golondrinas y los vencejos chirrían o trisan.

Si queremos referirnos al sonido que emiten los patos diremos que graznan o que parpan. Eso de que hacen cua cua se lo dejamos a los niños. Todas las ranas croan, no solo las que se convierten en príncipes. Los elefantes barritan. Para ser sincera, nunca he tenido la oportunidad de escucharlos de cerca.  Preciosa palabra para designar un sonido que, si las cosan siguen como van, cada vez escucharemos menos.

A veces los humanos llegamos a parecernos a los animales, con perdón de los animales, y emitimos sonidos para los que nos prestan el nombre. Los bebés gorjean, como los pajarillos, pero también berrean como los becerritos. Los toros y los caballos bufan, incluso los de los muñequitos, cuando resoplan con furia. Díganme si no han visto a más de uno bufar en estos días. Y lo de rebuznar creo que no necesita explicación. A buen entendedor, pocas palabras bastan.

© 2016, María José Rincón.

Culambre – convencer de – tener lugar/*tomar lugar – fatalidad

CULAMBRE

En el ámbito de la lexicografía hay que ser muy cauteloso antes de descartar una voz. Si alguien la recuerda o la usa, es muy probable que lo haga porque recibió la influencia de otros o la escuchó antes. Quienes muestran mayor propensión a crear voces de modo autónomo son los intelectuales que escriben, ya sea esta escritura ocasional o consuetudinaria. Los jóvenes son una fuente permanente de creación de nuevas voces.

Si la voz que recoge el lexicógrafo la utiliza una persona sin pretensiones, es muy probable que hay sido aprendida al calor de las conversaciones y situaciones en el seno de la comunidad.

Este “culambre” del título no es una de las voces que se recuerdan o que se atesoran en el cofre personal  de las palabras dominicanas; pero eso no significa que la palabra no tenga carta de naturaleza en el español dominicano.

Además de lo anterior, en una obra dedicada a inventariar las voces vernáculas del español dominicano se la ha consignado; por tanto, hay que dispensarle las consideraciones que merece. El libro en el que consta la palabra es Aiguna palabra dominicana. Un mataburro cibaeño. Libro que a pesar de algunas lagunas reviste un valor digno de reconocimiento.

Para el vocablo culambre, esa obra trae como significación que es el “lugar donde se ven muchas nalgas de mujeres, como en una piscina o en una playa”. Ha de hacerse notar que cuando se lee que en esos sitios se ven nalgas, no quiere eso decir que están a la vista, desprovistas de ropas. En esta definición se nota exageración o uso de vocablos con valor popular.

Además, la voz está formada de acuerdo con los usos de la lengua. Piénsese que otras palabras de buena solera tienen la terminación -ambre cuando comunican la idea de gran cantidad o conjunto. Ahí están como ejemplo de ello pelambre, que en una de sus acepciones es, “conjunto de pelos o pieles”, “pelo muy abundante”. Otro ejemplo de vocablo de esta suerte es enjambre que es “conjunto de abejas o insectos”, “grupo muy grande de personas”. Raigambre, “conjunto de raíces”, “conjunto de antecedente o intereses”. Este -ambre es un sufijo que forma sustantivos colectivos o que indican abundancia.

Hay lugar aquí, una vez más, para celebrar el poder de creatividad que demuestran los hablantes en su diario discurrir. Alabada sea esa lengua sin riendas.

 

CONVENCER DE

“Estoy convencido QUE la Cumbre supondrá un antes y un después en la forma en que. . .”

Aun cuando algunas sugerencias o insinuaciones no revisten carácter obligatorio, pues solo tienen el carácter antes mencionado, el uso por las mayorías, aliado a las opiniones de los entendidos en la materia, erigen en un deber que se abracen algunas de esas costumbres, porque se consideran preponderantes en la teoría y en la práctica.

Esto es, en el caso del verbo convencer, en una oración de la índole del ejemplo copiado debe primar la selección de hacerlo seguir por la preposición DE. Las razones que impulsan a sostener este criterio se exponen más abajo.

El verbo convencer es un verbo regular. En los casos en que proyecta la idea de hacer o lograr que alguien crea o realice algo, es lo que se conoce como un verbo de influencia. En casos como esos, se acompaña con un complemento directo o con un complemento con DE y, en algunos casos, con PARA. Se considera incorrecto omitir la preposición en casos como estos.

Si el verbo convencer se emplea para expresar que después de pensar se ha llegado a creer o a aceptar algo, en ese caso también debe utilizarse la preposición DE para acompañarlo. Cuando el complemento del verbo en cuestión es una proposición con QUE, no debe prescindirse de la preposición DE.

En las hipótesis en las que convencer representa un estado de  afección psíquica, el complemento de persona puede considerarse como directo o indirecto. En casos de este tipo, el verbo puede desempeñar funciones de transitivo o intransitivo En el primer caso actúa para cambiar de opinión o actitud. En el segundo se asemeja a producir satisfacción.

 

TENER LUGAR – *TOMAR LUGAR

“Para que la presentación TOMARA lugar, se concretó un acuerdo entre el distrito. . .”

Algunas mínimas diferencias en la expresión escritural representan grandes diferencias en la comprensión. La diferencia entre una y otra acrecienta su dimensión como consecuencia de la falta de contacto que se hace patente en la comunicación escrita. Como resultado de estas circunstancias los mensajes escritos son muy diferentes de los verbales.

Los olvidos que suelen acontecer en las comunicaciones verbales son intolerables en las relaciones entre ausentes. Esta introducción viene a cuento porque la falta que se detecta en la cita que se critica, pasaría inadvertida en una conversación, mas en la comunicación escrita es insoportable. La comprensión del mensaje no puede dejarse reposar solamente sobre el contexto.

Un acontecimiento tiene lugar cuando ocurre o se produce. Esta combinación pertenece más bien al registro literario, lo que otros reconocen como perteneciente al nivel formal. Se usa para dar a entender que algo sucede o se realiza en un momento determinado o en un sitio que se menciona. Indica que el sujeto de lo que se habla, acontece, se celebra, se efectúa.

Si se examina el tomar lugar, el empleo del verbo tomar sugiere que lo que se mienta ocupa un sitio, que reemplaza a algo; y no eso que se pretendió transmitir como mensaje.

En otras lenguas ocurre un fenómeno semejante, pues en francés es avoir lieu y, en portugués brasileño es ter lugar. En la última lengua se le cataloga de galicismo. En los dos casos de estas lenguas puede comprobarse que el verbo así como el sustantivo, corresponden en ambas lenguas a la exacta traducción del español.

 

FATALIDAD

“. . .sufrió múltiples heridas mientras doblegaba a un atacante que intentó causar una gran explosión, algo que hubiera causado varias FATALIDADES. . .”

La expresión popular es muy acertada: “las apariencias engañan”. Eso de las apariencias tiene mucha validez en el acontecimiento que relata la reseña del periódico. La apariencia a que se alude más arriba se desarrollará en el cuerpo de esta sección.

La fatalidad del español es la cualidad de fatal, que es una fuerza inexorable que influye y decide sobre la suerte de los humanos y de las cosas. En el concepto que más se asemeja a la situación a que se refiere la reseña citada, la fatalidad tiene relación con un acontecimiento desgraciado o de consecuencias lamentables.

Por la redacción que se observa en el texto reproducido a modo de ejemplo del uso, se nota que no se refiere a este tipo de fatalidad, sino a otro que no existe en la lengua común española. Lo que salta a la vista en el hecho relatado es que el uso de la palabra fatalidad no es la adecuada.

En inglés existe una voz parecida (¿?) a la del español que es objeto de este estudio, se trata de fatality. En esa lengua la fatalidad es la cualidad de causar muerte o daño, esta voz predestina desastre en inglés y refiere a la muerte que es el resultado del desastre.

De manera regular la voz fatality se traduce por muerte, muerto, víctima mortal. En inglés, la voz fatal que se escribe igual que en español aunque se pronuncia de acuerdo con el sistema inglés, además de significar fatal, como en español, significa mortal. En este mismo orden de ideas, una fatal injury es una herida o lesión mortal.

Algo parecido a lo que sucede en español, se produce en francés, lengua en la que (cual) fatal acarrea el sentido de “inevitable”, que deriva del latín fate. En esa lengua a menudo fatal se traduce por mortal, porque esa es la idea de su contenido. De modo similar acontece en portugués brasileño, en esa lengua fatalidade, del latín fatalitate refiere a acontecimiento funesto, desafortunado, desgraciado.

El tipo de inexactitud que se observa en el texto de la cita es el producto de la improvisación. Sucede muy a menudo cuando el periodista se arroga el derecho de traducir y no consulta a un intérprete profesional que ofrecería en un caso como este una traducción precisa.

© 2016, Roberto E. Guzmán.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Cucú – vacío y laguna – exuberante y exorbitante

CUCÚ

Aparte del pájaro de este nombre que se conoce en la República Dominicana, la voz cucú también tiene un significado propio que muchos, por no decir todos, los diccionarios del habla dominicana han olvidado. No es palabra exclusiva con ese significado para la República Dominicana, pues como se comprobará más abajo se la conoce en otros países.

En la República Dominicana la palabra “cucú” casi siempre se la emplea en la locución verbal “estar cucú” para dar a entender que la persona que así se califica “. . .no está actuando normal, y hablando disparates. . .” Esta es parte de la definición que incluye la obra Aiguna palabra dominicana (2015).

Ya en el año 2010, el Diccionario de americanismos había registrado para cucú, referido a persona, ‘algo trastornada, chiflada’, acepción que puede retenerse como un modo diferente de expresar la misma idea.

El vocablo estudiado aquí posee otras significaciones completamente diferentes en países donde se lo considera malsonante. En otros países llega a ser considerada voz tabú, dependiendo del país en que se utilice y, cuyos significados varían de acuerdo al contexto; estas acepciones van de “culo de niño; pene de niño”; pasa por “nalgas”, hasta llegar a “vulva”.

El país que comparte con la República Dominicana la locución familiar festiva “estar cucú” es Chile país donde significa ‘estar algo trastornado’, así consta en el Diccionario del habla chilena (1978).

En inglés se conoce una voz parecida a esta para expresar algún trastorno de la conducta semejante al mencionado antes; se trata de cuckoo que se pronuncia de modo parecido, con la diferencia de que en inglés la última sílaba no es la tónica. En esa lengua es adjetivo y el Merriam-Webster dictionary la define de uso para el ‘deficiente en sentido o inteligencia’. Este vocablo, “sentido”, que se trae del inglés hay que tomarlo como de “estable capacidad mental, que muestra sano juicio”.

Quizás el hilo conductor para el uso de vocablos parecidos en estas lenguas viene de que el ave lo que hace es que repite su canto o sonido “cu-cú” que la señora Annabelle Stockton de Dod en su obra Guía de campo para las aves de la República Dominicana considera “melódico y suave”. Para muchas personas el canto es monótono, repetitivo, como lo haría quien no está en su normal estado psíquico, del modo en que lo hace quien “habla disparates”.

En un orden parecido de ideas se encuentra la voz “cucufato” que según el Diccionario de regionalismos de la lengua española (1998) en Chile corresponde a ‘chiflado, loco’. Esta noción se encuentra corroborada por el Diccionario de americanismos ya mentado, que refiere que en Puerto Rico se llama de este modo a la persona ‘tonta’ y, en Bolivia y Chile a la persona ‘algo trastornada, chiflada’.

Lo que se espera es que con la atención que se ha prestado a la voz y los argumentos que se han traído a su favor, esta logre su inclusión en los lexicones del español dominicano del futuro.

 

VACÍOS – LAGUNAS

“. . .para combatir la evasión fiscal, que van desde la cobertura de VACÍOS LEGALES en los que se amparan evasores fiscales. . .”

En la frase copiada, el verbo ir pudo muy bien emplearse en singular, va, pues el antecedente es “la evasión fiscal”. Como dicen los dominicanos, “dejémoslo de ese tamaño”.

En muchas ocasiones las palabras que se leen en los periódicos son traducciones apresuradas de noticias extranjeras hechas por personas sin la formación profesional para realizarlas. En otros casos lo que les falta a los improvisados traductores es la dedicación.

La combinación destacada en el texto copiado es una prueba al canto de la improvisación. Eso de “vacío legal” hay que alabarlo como buena invención, pero es una pena que eso no traduzca la idea de lo que el loophole del inglés significa.

En el título al lado de la palabra empleada en la cita se colocó el vocablo laguna. Esa es la traducción que se propone y a seguidas se va a analizar cómo se ha llegado a esa conclusión.

La laguna legal se produce cuando la ley acerca de los impuestos muestra una deficiencia, una falta o una imperfección porque en ella, la ley, hay una ausencia de elementos. Estas características se convierten en una manera de evasión fiscal, se tornan en una oportunidad para evadir los pagos.

El Black´s Law Dictionary (1990, edición de 1,674 págs.) entiende que el loophole es ‘en materia impositiva una disposición en el código fiscal que permite a los contribuyentes evitar o reducir sus pagos de impuestos’. (Traducción RG).

Una laguna es una: ‘falta o ausencia de elementos en una serie, un texto…’ ‘Es una deficiencia, falta o imperfección’. De ese modo lo redacta el Gran diccionario de la lengua española de Larousse.

 

EXUBERANTE – EXORBITANTE

“. . .que el condado quiere financiar el transporte público y dejar de pagar costos EXUBERANTES construyendo nuevas vías. . .”

A cualquier hijo de vecino se le escapa una indelicadeza semántica, pero cuando se escribe un artículo de opinión en un periódico lo que se hace es un acto de reflexión. Esa meditación que se plasma en la publicación es el resultado de una elaboración cuidadosa. Si falta alguno de los rasgos antes mencionados, entonces el producto puede padecer de errores.

Algunas palabras en español tienen semejanza unas con otras. Algunas similitudes obedecen al origen común; otras son producto de  la enunciación parecida de los vocablos. En la mayoría de los casos, las confusiones entre términos son el producto de descuidos.

Exuberante se describe con la ayuda de vocablos como extraordinariamente abundante, desarrollado, copioso, generoso, opulento. De formas muy llamativas; lleno de vigor o vitalidad. (En el seno de esta voz se encuentra el elemento del latín uber, que se toma por abundante). Ninguna de  estas palabras encuentra espacio en la lógica de la frase que escribió el político autor de la frase transcrita.

En lugar de lo que salió, quizás pensó en colocar allí la palabra exorbitante que tiene una equis /x/ y una be /b/ muy cerca una de otra, que se ajusta a la tendencia de expresión de la frase, pues significa excesivo, exagerado (los dos con equis), que excede lo considerado normal, desmedido, exagerado; que sobrepasa los límites de lo razonable.

En esta ocasión es muy probable que al redactor de la desafortunada frase le haya sucedido como acontece en la mayoría de los casos en las lenguas, que las palabras se utilizan sin haber jamás leído una definición de ellas. Estas se adoptan y se integran al vocabulario activo como consecuencia del roce con ellas y, ese proceder es normal.

En el caso preciso, el contacto con el término sometido a examen fue insuficiente; la relación que se estableció entre los dos elementos no consiguió resultados positivos. Hubo confusión entre los dos vocablos del título con consecuencias que producen perplejidad en la lectura de la cita.

© 2016, Roberto E. Guzmán.

 

 

 

 

 

 

 

 

Poco amor propio

Cuando un hablante con poca formación escolar comete un error ortográfico, no deja de ser una falta, pero podemos llegar a justificarla; cuando el que comete el error es un profesional al que se le supone formación académica superior, la falta ortográfica no tiene justificación posible.

Como profesionales formados, hemos tenido la oportunidad de acceder a la educación, oportunidad que no se les pone por delante a todos; la educación nos ha abierto la puerta al uso de herramientas que nos ayudan a seguir formándonos, hoy más que nunca; las nuevas tecnologías nos ponen al alcance de la mano correctores, buscadores y aplicaciones que nos ofrecen con inmediatez respuesta a nuestras dudas; las Academias de la Lengua ofrecen en línea y de forma gratuita los manuales de referencia para el buen uso de nuestra lengua.

En estos días he visto dos campañas publicitarias, entre las muchas que empapelan nuestras calles, con un error ortográfico que delata mala formación y poco amor propio por el trabajo bien hecho. Un error sencillo, humilde, pero que, por esta misma razón, prueba lo que digo: Preocupados por *tú bienestar y Cuento con *tú voto. ¿No ha habido nadie que les recuerde a los creadores de estas campañas que el adjetivo posesivo tu no lleva tilde? La tilde no se usa para dar énfasis a una palabra. La tilde solo marca la posible tonicidad de un monosílabo; y los adjetivos posesivos monosílabos son siempre átonos.

Pueden estar seguros los titulares de estas campañas, y de otras muchas con nulo respeto por nuestra lengua, que no valoro en mucho su preocupación por mi bienestar y que, por razones similares, no contaron con mi voto.

© 2016, María José Rincón.

 

 

 

Por una vez

La lengua española es tan compleja y tiene una riqueza tal que nunca falta material de trabajo. Me precio de no haber repetido tema en estas trescientas Eñes que llevamos en las árganas, pero hoy voy a hacer una excepción. Desde la publicación allá por 2010 de la nueva Ortografía de la lengua española contamos con una novedad en nuestras reglas ortográficas relacionadas con la tilde. Las novedades ortográficas, precisamente por la concepción misma de la ortografía, son excepcionales. Y así debe ser. Pero cuando un cambio en las reglas ortográficas está justificado lingüísticamente y ha sido admitido por los hablantes de prestigio, como lo prueba el hecho de haber sido incluido en la ortografía académica panhispánica, los aspirantes a buenos hablantes, como lo somos nosotros, debemos asumirlo y practicarlo con conocimiento de causa.

Es el caso de supresión de la obligación de usar la tilde diacrítica en los pronombres demostrativos: este, ese, aquel, y sus femeninos y plurales. Antes de la modificación académica les poníamos tilde cuando funcionaban como pronombres para evitar posibles ambigüedades (Este verano se presenta lluvioso/Éste se presenta lluvioso). Los estudios académicos demostraron que los casos de confusión entre adjetivos y pronombres eran tan escasos que no justificaban el uso de la tilde diacrítica. Nuestra nueva ortografía ha eliminado, por tanto, su recomendación de distinguirlos con la tilde.

Los aspirantes a un uso correcto de la lengua escrita debemos conocer y aplicar las reglas. Y por una vez, y sin que sirva de precedente, aplicar la regla es fácil: fuera las tildes de los demostrativos, sean adjetivos o pronombres.

© 2016, María José Rincón.

 

Corrompido – paladar – prevé (*prevee) – abordar

CORROMPIDO

Este participio del título pertenece a ese grupo de dobles participios que corresponden a algunos verbos. El otro participio del verbo corromper que funciona en tanto adjetivo es corrupto que puede ser también sustantivo.

Se encuentra en estos comentarios acerca del lenguaje porque en la República Dominicana corrompido tiene un significado específico que se estudiará más abajo.

La significación propia de “corrompido” en el habla dominicana se enmarca en el campo de la medicina; más específicamente en las enfermedades, porque con este participio se menciona una enfermedad que se manifiesta con ‘malestar intestinal con gases y ligera diarrea’. Esa es la caracterización que aparece en la obra Aiguna palabra dominicana. Un mataburro cibaeño, de la autoría del Dr. Francisco dePadua Morales y María José Garrido (2015).

Se incluye esta voz con este significado, a pesar de que nunca se la ha escuchado, porque el autor es un médico de profesión que ha publicado el libro a una edad avanzada. Se supone que el libro es una cosecha de voces recogidas durante sus largos años de ejercicio profesional.

No hay motivo para dudar de la autenticidad de la voz traída en esta ocasión si se tiene en cuenta que corromper es descomponer y, de eso se trata, de una descomposición estomacal que se presume que huele mal; olor desagradable que es otro rasgo del estado de pudrición de la sustancia o cosa que se corrompe.

 

PALADAR

“El boletín noticioso diario del Adonia prometía almorzar en un PALADAR, como se llama en Cuba los restaurantes privados. . .”

No se malgastará tiempo en destacar la falta de la preposición A, en la frase, “como se llama en Cuba los restaurantes privados”.

La redacción de la reseña ayuda al lector a entender lo que este paladar significa. La forma empleada es correcta para obviar tener que explicar el valor que la palabra paladar en el contexto. De todos modos, se analizará la acepción de paladar para examinarla a la luz de las informaciones que suministra.

El Diccionario del español de Cuba (2000) define el paladar: ‘Restaurante particular que por ley no puede tener más de cuatro mesas’. La redacción del Diccionario de americanismos (2010) no se aleja mucho de esta definición cuando lo caracteriza así: ‘Restaurante particular o fonda que, por ley, dispone solo de doce sillas’.

Se echa de ver que es una caracterización que corresponde a Cuba, país en el que los restaurantes particulares son una excepción y que por ley se limita la capacidad de servicio. Al añadirle el vocablo “fonda” a la acepción, el último diccionario mentado caracteriza el establecimiento como económico, pues esa es una de las características de la fonda. En esencia es un ‘puesto cantina en que se despachan comidas y bebidas’, que es como lo tipifica el Diccionario de la lengua española de la Real Academia.

En las definiciones que se vaciaron más arriba ha de tomarse el término “particular” en tanto que el local de comercio y la actividad a que se dedica no es de propiedad pública o del Estado. Ese dato es importante en una sociedad socialista.

 

PREVÉ – *PREVEE

“El controvertido proyecto de ley PREVEE aumentar las cotizaciones para la jubilación y subir impuestos, algo que reclaman los acreedores. . .”

La confusión que ocurre entre los dos verbos prever y proveer no cesa de producirse. No hay que rasgarse las vestiduras por este desliz en la redacción analizada, pues le puede suceder a cualquier persona que no redacte o hable con cuidado.

El verbo prever se conjuga con una sola /e/ por ser un verbo irregular. Para despejar las dudas con respecto a este verbo, lo que debe hacerse es recordar que debe conjugarse como el verbo “ver”.

El Diccionario de dudas y dificultades de la lengua española de Manuel Seco (1998) llama de “vulgarismo frecuente” decir *preveer, en lugar de prever. Esto es, en el presente del indicativo el último verbo, prever, en las  segundas y terceras personas del singular, tú usted, él, ella, debe decirse y escribirse prevé. En el modo imperativo, la segunda persona del singular, tú, se escribe y dice, prevé.

No se trae el verbo proveer a esta sección para “no enredar la cabuya”, pero basta con recordar que se conjuga siguiendo el modelo del verbo leer. Para no incurrir en el error comentado aquí, lo que procede que se haga en cada caso es pensar antes de enunciar o escribir uno de estos verbos, sobre todo el verbo prever, que es el que acarrea las dificultades.

 

ABORDAR

“. . .para responder a un problema que algunos creen podría empeorar si no se ABORDA a tiempo. . .”

El verbo abordar ha entrado para quedarse en las salas de redacción de algunos periódicos. Ha logrado posicionarse en las preferencias periodísticas con amplio margen sobre otras opciones. Por lo tanto, se hace necesario delimitar su campo de acción para evitar los excesos en el uso. Se examinarán aquí los alcances y definiciones de este verbo. Al final, se proporcionarán las opciones posibles.

En dependencia de cual diccionario se consulte, las acepciones que se registran para el verbo del título se encuentran todas orientadas en la misma dirección, con excepción de mínimas diferencias que no alteran el resultado final.

El lexicón oficial de la Real Academia se mantiene bien apegado al significado originario del verbo abordar cuando escribe: ‘Acercarse a alguien para hacerle una pregunta, iniciar un diálogo o tratar algún asunto’. Luego de esa acepción, en otra se adentra en el sentido más moderno: ‘Emprender la realización de algo problemático o dificultoso’.

En el apartado en que el Diccionario de uso del español (2007) trata del asunto, después de una introducción general sobre los verbos decir, hablar; añade, ‘empezar la exposición de un asunto o la ejecución o resolución de algo particularmente si ello ofrece alguna dificultad’. En términos parecidos se expresa el Diccionario de uso del español actual de Clave (2011), ‘empezar a ocuparse de un asunto, especialmente si plantea dificultades’.

Un rasgo más le suma el Diccionario del español usual en México (2002) que lo presenta de este modo: ‘Tratar una o varias personas cierto tema o asunto difícil, particularmente un problema para darle solución o llegar en él a una conclusión’. Esta redacción inserta la característica de colectivo a la acción de abordar.

La nota discrepante la manifiesta el diccionario integral del español de la Argentina (2008). Ese diccionario en su cuarta acepción escribe: ‘Hablar sobre un tema, una idea o un asunto, para analizarlo o discutirlo’. De inmediato se nota que es solo para “analizarlo o discutirlo” y que no hay consideración alguna con respecto de la dificultad que otros consignan.

La Fundación Fundéu entiende que se abusa del verbo discutido aquí. En lugar de ese verbo propone que para las cuestiones se utilicen “tratarse, plantearse; debatirse, discutirse”. En el texto reproducido más arriba pudo reemplazarse el verbo abordar por, “acometer, atacar”.

© 2016, Roberto E. Guzmán.