La voz metafísica en la poesía de Oscar Holguín Veras Tabar

La Academia Dominicana de la Lengua y el Movimiento Interiorista organizaron en la capital dominicana un coloquio sobre la creación poética de Oscar Holguín-Veras, donde participaron los escritores Jennet Tineo, con “La dimensión estética en la lírica de Oscar Holguín-Veras; Carmen Pérez Valerio, con “Humanidad y poesía en Oscar Holguín-Veras”; y Bruno Rosario Candelier, quien habló de “La lírica metafísica de Oscar Holguín-Veras”.

Jennet Tineo presentó el tema “La dimensión estética en la lírica de Oscar Holguín- Veras” en cuya ponencia ponderó la existencia de un instante al final del día donde toda la luz huye y se anida en el confín de lo visible, en el momento más especial de la tarde, el instante del tiempo en el que el cielo es dominado por colores claro-oscuros, que nos invitan a un mundo distinto, el sagrado espacio del testigo, ese que se explora a sí mismo desde una soledad lóbrega e incurable, y desmadeja en ese acto todo punto cardinal de su geografía humana para instalarse en el imperio de lo impermanente, el reino estrecho de lo inconmensurable y comienza a escribir sin sombras”. “Estas son las imágenes que nos llegan al leer los versos multívocos del poemario Sinfonía en la sombra desmadejada de Oscar Holguín Veras”, dijo.

La poeta dominicana manifestó que Oscar Holguín-Veras reposa los sentidos, finitos y físicos, para echar a andar la intuición y la memoria mediante el mecanismo intacto de los sentidos superiores, con la potencia de los sentidos metafísicos, fenómeno insospechado, espontáneo y regido por una lógica inalcanzable de la mente, sostenido por un hilo de luz que nos conecta con el todo, mediante la unión de lo visible y lo invisible, de lo posible y lo imposible.

Destacó que este escritor invita al lector a perderse en las cosas, en nuevos significados, en el acto mismo de esconder el mundo habitado. Desencadena versos que traía como mensajes escondidos desde la espera acuosa del vientre materno, primera isla frutal de la que como colgado fruto nos desprendemos. Jennet Tineo agregó que las figuras instintivas siguen siendo las que germinan y dan origen a la vida real del pensamiento, porque es el pensamiento el que toma forma y cobra sentido, vista, tacto, olfato, oído, gusto y se hace hombre o mujer entre las mágicas espigas de la creación, germinadas en los campos prodigiosos de la madre y es por eso que en Ínsula mía el poeta nos habla del Padre.

Carmen Pérez Valerio desarrolló el tema Humanidad y poesía en Oscar Holguín-Veras”. Expresó que la noción de insularidad en literatura ha sido tema recurrente de reflexión de diversos pensadores y tema de discurso de muchos escritores, quienes lo han abordado desde diferentes perspectivas y expresiones creativas, algunos asociándolo al aislamiento geográfico y a la gravitación de esa realidad en los pobladores de las islas; otros, como hibridación de la cultura antillana, en la definición de sus rasgos de identidad bajo la necesidad de dejar atrás un pasado doloroso de explotación, dependencia y abandono. También, como realidad idílica e inaccesible, paraíso donde nacen el mito y la leyenda, con ecos muy antiguos que pretenden recuperar el edén perdido o la pureza primigenia de la humanidad.

Resaltó que Oscar Holguín-Veras (1) descifra su existencia en ese “jardín encantado”, abandonado en una “piel de polvo” que lo “revive en su sueño”, en su sensibilidad de poeta insular. La memoria lo convoca al “beso primigenio” en “remolino de voces” y en “sombra de desconciertos”. “El ser humano configura la realidad como testimonio de su interioridad y como expresión de cada realidad que conforma la colectividad, a partir de la experiencia vivida y la experiencia percibida”.

La poeta Pérez Valerio explicó que la experiencia trascendente puede experimentarse como expresión de la realidad metafísica y mística o como sensibilidad de una alteridad, donde la perspectiva se crea desde el interior del otro, desde la esencia que late en cada manifestación de la realidad, y la cual se pretende develar por la necesidad de sentir y conocer la diversidad del mundo circundante y la sed de perpetuarse en la memoria de la existencia. El poeta se sumerge en el interior de esa “vastedad de soles y sombras”, entendiendo que es “el sendero por donde asciende al todo”.

Destacó que la realidad, desde su fragmentación, se pone de manifiesto mediante los modos sensibles de capturar su presencia concreta y desde su esencialidad develada en la conciencia que transita sus espacios interiores. De alguna manera, la conciencia pugna por reconstruir la realidad quebrada, tanto la que atañe al poeta como ser ontológico, como la que conforma su mundo exterior. Al finalizar, la poeta manifestó que no es de extrañar que, tanto en la poesía como en la narrativa, así como en su literatura infantil, Oscar Holguín-VerasTabar construya una realidad que parece diversa en expresión, forma y contenido, pero que en verdad se trata de una única realidad, de un único discurso, que engloba al autor y su obra en un estado singular de la conciencia.

En mi intervención hablé sobre “La lírica metafísica de Oscar Holguín-Veras”. Dije que Holguín-Veras asume la palabra como puente de creación para testimoniar su visión del mundo y de la vida. Tiene una trayectoria de varios años en la que ha dado cuenta de su vocación literaria. Ha trabajado la literatura infantil con éxito. Ha cultivado la poesía con emoción dramática. Es uno de los creadores dominicanos que ha hecho un aporte significativo en un género tan difícil como es la literatura infantil ya que ha sabido capturar la mentalidad del niño y escribir representando lo que un niño concibe en su imaginación y vive interior y espiritualmente.

La poesía es un género literario en el que el autor tiene que volcar su sensibilidad. Un narrador puede testimoniar su percepción del mundo y el lector no tiene que pensar cómo es la sensibilidad del autor. En cambio, en la poesía el poeta alborota su sensibilidad y, al alborotarla, da a conocer muchas manifestaciones de su vida interior, de sus vivencias y sus pasiones. En los poemas de Oscar Holguín-Veras se puede apreciar el mundo interior que concita su sensibilidad, la dimensión entrañable que ha atrapado al sujeto que lo mueve a escribir, ya que puede dar ese testimonio y puede dar a conocer parte del yo profundo, el trato de su intimidad con el lenguaje de la poesía, que se manifiesta en una expresión estética, porque esa dimensión sensorial va a dar cuenta del conjunto de sensaciones y emociones que impacta la sensibilidad del escritor.

En algún momento todos nos ausentamos de la realidad y nos abstraemos y vivimos un momento especial. Los poetas tienen la particularidad de que esa abstracción o sustracción del mundo de la realidad y a su incorporación en ese mundo de la realidad pueden darle forma y sentido, que es lo que ha hecho Oscar Holguín-Veras en su creación poética, especialmente en Ínsula mía. Los poetas experimentan el “dolorido sentir” de que hablaba Garcilaso de la Vega, es decir, padecen un estremecimiento interior cuando entran en comunión con las cosas, cuando desde su sensibilidad ponen su ser en sintonía con las cosas para captar su voz y sentir los efluvios de la Creación cuando se internan en esa vastedad de soles y sombras. El poeta habla del “bálsamo del dolor” (2), una manera de evidenciar lo que impacta su sensibilidad y su conciencia:

Un remolino de voces

cancionando llega

para tus paridas manos

y se detiene en mi pecho.

Me ofrece nombres y nombrarte

quiero a ese bálsamo del dolor,

a ese beso primigenio

en la frondosidad de tu presencia,

yo quiero darle un nombre.

A ese viento audaz,

atropellarte en su marcha,

yo quiero darle un nombre.

Pero me visten pasmos

en esta sombra de desconciertos

y mis labios no arriban a llamarte

terciopelo recogido del alma

o deseo trunco de la existencia,

cundeamor de maragua

o fatuidad de la nada.

(Oscar Holguín-Veras Tabar, Ínsula mía, p. 21).

 

Cuando el poeta vive la dinámica de la creación se sale un poco de la realidad y comparte el fuero de la realidad estética. En ese acto de la creación el creador entra en conexión con el Universo, con todo lo que tiene significación para su escritura. Es una especie de empatía que el poeta experimenta con la realidad física y la realidad metafísica, y escucha voces y esas voces son lo guía y, tras la reflexión estética y metafísica, adviene la creación.Oscar Holguín-Veras ha hecho uso de la palabra como puente de creación para testimoniar su visión del mundo y de la vida. Tiene el poeta una trayectoria de varios años en la que ha dado cuenta de su vocación literaria.

Ha trabajado la narrativa vinculada a la literatura infantil. El narrador cuenta una historia o narra un hecho y cuando lo hace, quiere dar a conocer un fragmento de la existencia, que lo ha asumido como punto de partida y lo ha convertido en hecho y en sustancia de su creación, justamente para mostrar alguna vertiente del mundo, alguna faceta de la realidad. Y ha acudido a la poesía porque la creación poética tiene una virtualidad que no la tiene ningún otro género literario, ya que la vertiente poética puede dar cuenta de lo que el autor experimenta en su sensibilidad profunda y en su conciencia y desde su alma puede plasmar lo que lo emociona y transforma, cosa que no la puede hacer un narrador, porque el narrador tiene que poner atención a los hechos y los hechos son acciones, fenómenos, acontecimientos que están al margen del sujeto creador.

En los poemas de Oscar Holguín-Veras se puede apreciar el mundo interior que concita su sensibilidad, la dimensión entrañable que, de alguna manera, ha atrapado el ser que hay en él y eso es lo hermoso de la poesía, que da cuenta de la intimidad del creador con el lenguaje de la poesía, que es un lenguaje que se manifiesta en una expresión estética, en una dimensión metafísica, con las que da cuenta del conjunto de intuiciones y vivencias que impactan su sensibilidad. Crear una realidad estética es una manera de crear un mundo interior con los datos provenientes de la realidad vivencial, con los datos provenientes de sensaciones y vivencias. La realidad estética es algo parecido a lo que les acontece a todos los seres humanos cuando evocan sus vivencias, cuando amasan sus experiencias. En algún momento todos nos ausentamos de la realidad y nos abstraemos y vivimos algo especial en el reino de la fabulación. Los poetas tienen la particularidad de que esa abstracción, es sustracción del mundo de la realidad la aprovechan para darle forma y sentido con valor estético, que es lo que ha logrado Oscar Holguín-Veras en su creación poética, como se puede apreciar en su obra titulada Ínsula mía.

En uno de sus poemas, el poeta escribe “En esta vastedad de soles y sombras”, una manera de decir que el poeta está inmerso en ese mundo interior, compenetrado en esa realidad estética y, desde el fuero de la realidad estética, entra en conexión con la totalidad de lo viviente, entra en comunión con la esencia cósmica. El escritor se está refiriendo a la realidad cósmica.

Una virtud que tienen los poetas es la de entrar en conexión con la dimensión cósmica de lo viviente y esa es una faceta muy importante, porque pueden regresar de esa dimensión cósmica, de esa vertiente que supera la sensorialidad de lo existente y penetrar en esa dimensión profunda, trascendente, misteriosa a veces, y que concita determinadas vivencias estéticas y espirituales. Fíjense en la palabra que usé. Dije “regresar”. Si digo regresa es porque ha incursionado en una vertiente exterior de la realidad, que de alguna manera lo ha sacado del mundo circundante, de la realidad cotidiana, de las cosas menudas y corrientes y eso forma parte de las vivencias entrañables del creador. No crean ustedes que esas cosas acontecen así tan simplemente pues los poetas sufren ese tipo de experiencias:

Ínsula mía

cúbreme con soplo de trinitarias

esta noche en que el restallar

de homilías y nimbos me anega.

Saca de mí este torrente,

eleva esta callada voz

que en el fragor de un mutis

zalema acude.

Olvidada semilla al voleo

de fuegos extinguidos,

anhelando el frescor de solitarias gotas

Deja que muera en ti,

en el hervor de tus apagados ríos,

en las olas glamorosas de tu núbil historia,

en tu arena de azúcar clara,

en las palmas de tus manos que me ciñen

como la bruma al mar.

(Oscar Holguín-Veras Tabar, Ínsula mía, p. 51).

 

Yo estoy seguro de que Oscar Holguín-Veras ha sufrido este estadio espiritual de la creatividad, porque ha tenido que sumergirse en ese mundo interior (3), desde la sensibilidad y a través de la palabra, como decía un famoso poeta español ya citado del siglo XV, quien escribió unas bellísimas reflexiones sobre el fenómeno poético.

Casi siempre, las creaciones poéticas permiten, primero al propio creador y segundo a los estudiosos de la poesía, reflexionar sobre el fenómeno poético. Me estoy refiriendo al poeta quien dijo que “los poetas experimentan un dolorido sentir”.

“Todos los poetas experimentan un dolorido sentir”, es decir, los creadores padecen un estremecimiento interior cuando entra en comunión con las cosas, cuando desde su sensibilidad ponen todo su ser en sintonía con las cosas para captar la voz de las cosas, para vivir los efluvios de la creación cuando se internan en esa “vastedad de soles y sombras” o cuando de sus entrañas “brotan caudalosos ríos”:

En este mar que te ciñe

solo florece el silencio

que te nutre y aprieta,

cinturón que se anuda en tu cuello,

mientras me sumerjo en el veteado glauco

de tus serenas montañas.

De tus entrañas brotan caudalosos ríos

que se entrecruzan y golpean,

íntonsas fieras que en polvareda

inician la depredación.

La Cruz se despedaza,

nadie se reconoce,

ni la flor ni el musgo, ni el pinar,

ni el polen desprendido de las Mariposas,

ni los Haitises, ni la montaña de Duarte,

ni el nido de hortensias en tus cabellos.

Mis ansias se arriman al librero anhelado

y en su silencio de óbito, se cubren de polvo.

(Oscar Holguín-Veras Tabar, Ínsula mía, p. 71).

 

La dimensión profunda de lo insular está presente en este poemario. Oscar Holguín-Veras parece consustanciarse con la esencia física y espiritual de nuestra geografía, y de la geografía física para a una geografía interior: experimenta una particular vivencia y convierte el paisaje en los riachuelos, los árboles, las montañas, los caminos, con las señales que van nutriendo su sensibilidad y, entonces, de alguna manera, evidencia que no vive en el aire, que vive compenetrado con la realidad sensible, con la realidad física de la isla en la cual mora y entonces quiere convertir en poesía el impacto sensorial, emocional y espiritual que el mundo de lo visible le revela. Y, naturalmente, puede hacerlo, porque él posee la palabra poética, tiene la sensibilidad poética y eso es, sin duda alguna, un mérito del poeta que tiene ese don y esa virtud.

   Eso es parte de la creación, de la vivencia poética, el gozo de disfrutar lo que se llama emoción estética. El poeta dio una señal obvia, clara y definida de lo que experimenta su sensibilidad. Eso no se puede fingir, quizás un actor o una actriz podría fingir lo que impacta la sensibilidad; entonces el autor de esta poesía tiene que sentirse feliz, porque ha logrado inspirar en un lector el sentimiento de la emoción estética. Corresponde a la genuina creación concitar en el lector la expresión correlativa a la emoción estética, es decir, el disfrute de lo que llamo la fruición espiritual, que es gozo, entrañable deleite. La declamadora Rosa Iris Clariot vivió la fruición espiritual al leer este poema, lo que indica que el autor de esta obra también lo experimentó, inclusive habla ahí de lo que yo mencioné hace un rato: “El cauce de esa herida que nos duele”. Eso alude al “dolorido sentir” de Garcilaso de la Vega. Esa es la herida que les duele a todos los poetas. Hay una herida emocional que producen las cosas, que produce la vida, que produce las manifestaciones de la realidad; y entonces el poeta, sin duda alguna, ha experimentado esas emociones tan intensas.

Oscar Holguín-Veras Tabar presenta un nuevo testimonio lírico, metafísico y simbólico de su singular percepción del mundo a través de una creación poética que proyecta su sensibilidad espiritual y estética. En esta obra el poeta se introduce en las entrañas del dolor y la nostalgia y, desde su talante empático, se compenetra con la sustancia de una vivencia angustiosa, al tiempo que recrea imágenes y símbolos comunicativos de una experiencia que sacude su sensibilidad y su conciencia. Prevalido del “dolorido sentir” que Garcilaso atribuía a los poetas y dotado del arte de la creación verbal, Holguín-Veras asume el lenguaje de sus intuiciones y vivencias a la luz de hechos, fenómenos y cosas que activan el potencial creador con el aliento de una mente sutil y la llama de un talante estremecido. Imagen de una experiencia arrebatada, también lo es de una metafísica del dolor con sentido trascendente.

En el ámbito entrañable de la realidad estética el poeta acude al caudal de temas y motivos como se abraza una porción del Universo para exprimir su dimensión sensorial con su trasfondo suprasensible en el fuero interno de su sensibilidad. Y con la energía interior de la conciencia llega al ámbito de la realidad trascendente para explorar, con clara conciencia humanizada, lo que sacude al corazón corcoveado y estremecido.

Las vivencias que fundan el meollo de esta lírica del poeta interiorista revelan que el autor de estos versos ha experimentado una conexión con la esencia de lo viviente, nutrida en un discurrir armonioso con su dimensión profunda y trascendente, que es la expresión natural a la sensibilidad espiritual y estética. Empatado al fluir esencial de lo existente, desde el hondón de su interioridad, nuestro poeta encauza su voz interior con el lenguaje del yo profundo y, mediante la contemplación de fenómenos y cosas, capta y expresa el susurro intangible con el eco cautivante del misterio. Entonces, en su decir aflora el soplo del singular aliento que empatan las cosas a la conciencia trascendida para canalizar, a través de los efluvios cósmicos, el sentido de una vivencia que edifica con el encanto de una emoción que conmueve. De ahí el logro de la lírica de Oscar Holguín-Veras, que se gesta en connubio con la energía metafísica de lo viviente.

En efecto, el poeta expresa una voz desgarradora mediante la expresión del sentido intuido desde la dimensión espiritual de fenómenos y cosas bajo el fulgor de lo vivido y la emoción de lo sentido. De ahí su empatía con la energía espiritual del Universo y su manera consentida al expresar los ecos de la Creación, recreando la huella de una apelación a través de imágenes que procuran un abrevadero estético y un manadero espiritual con la llama que purifica y la luz que ilumina. Consustanciado con vivencias e intuiciones, esta obra apuntala una poética de la experiencia, sentida desde las altas frecuencias del espíritu, mediante una metafísica de lo viviente que certifica una fluencia estética y simbólica con sentido trascendente.

 

Bruno Rosario Candelier

Encuentro del Movimiento Interiorista

Santo Domingo, Feria del Libro, 26 de abril de 2014.-

 

Notas:

1. Oscar Holguín-Veras Tabar nació en Manzanillo, Montecristi, aunque la mayor parte de su vida la ha vivido en Santo Domingo, donde reside y hace vida social y cultural. Estudió la carrera de Odontología en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, de la que fue profesor en la Facultad de Odontología.

2. Oscar Holguín-Veras Tabar, Ínsula mía, Santo Domingo, Búho, 2013.

3. Integrante del Movimiento Interiorista, cultiva la poesía y la narrativa infantil, géneros literarios en los que ha publicado varias obras de poesía y ficción.