AGREGADO – ARRIMADO

“El apartamento de mis suegros donde alguna vez me tocó vivir AGREGADO era en un edificio muy alto del año 1926.”

La evolución de este término es interesante. Ha pasado de los predios rurales a los solares citadinos. Hay que explicar esto que se escribió antes. El concepto que permanece en el catálogo mayor de las palabras de la lengua es que el agregado es la persona que ocupa una casa o propiedad ajena, generalmente rural, a cambio de pequeños trabajos, pagando un arrendamiento, o gratuitamente.


El movimiento del concepto ha sido de lo pagado a lo gratuito, que son dos situaciones distintas aunque contempladas ambas en la definición primera.

La noción del agregado varía según los países, pero hay algo en el fondo que tiende a aparecer  con mayor frecuencia y es que hay prestación de servicios a cambio de algo. En República Dominicana el “agregado” es el jornalero que mediante concesión de un pedazo de tierra, siembra en parte para sí y en parte para el dueño.

Es la persona que recibe alojamiento y comida a cambio de trabajo. Aunque se describe el fenómeno como más frecuente en el área rural, con el desarrollo de las relaciones entre las personas se ha visto cada vez más en las ciudades.

Es más, el agregado más reciente es el/la que vive en casa ajena sin pagar alquiler. Esa persona es la que se menciona más frecuentemente en el habla moderna. No tiene esa persona obligación de hacer ningún tipo de trabajo a cambio del alojamiento y alimentación que recibe en casa de quien lo acoge.
Después de esta introducción hay que hacer espacio para el “arrimado”. La persona que se considera arrimada es la que no paga alquiler en casa ajena. Es la que vive en casa ajena a costa o amparo de su dueño.

Otro asunto que llama la atención con respecto al vocablo arrimado es que éste guarda relación con la marinería. En otras épocas arrimar un navío era llevarlo a ocupar un lugar junto a otro, era aproximarlo al muelle para que pudieran descargarse las mercancías y los pasajeros.

Era tal la fuerza de este verbo en el habla de hace más de 50 años que hasta las personas del interior del país dominicano lo empleaban. Cuando deseaban llamar a los comensales a que se acercasen a la mesa para disfrutar de la comida los invitaban a que se arrimaran a la mesa. “Arrímense a la mesa” era el llamado que se profería para que las personas entendieran que tenían que venir a comer. No había equívoco con respecto a la preposición que correspondía colocar antes de mesa en este caso porque el verbo solo admite una correcta.

Este tipo de expresión ha ido cediendo el paso a otras más cosmopolitas que han ganado terreno en el habla de todos los días. El verbo arrimarse cada vez se oye menos. Quizás este uso obedece a que cada vez más se usa el arrimarse para indicar que una persona se queda a vivir en la casa de otra a expensas de la última.

En épocas pasadas era un insulto que se llamara arrimado a una persona que estaba en edad de producción de cualquier tipo que ésta fuera.

*CANOTAJE

“…hasta llegar  a la reserva peruana de “Milagros de Marachao”, con paradas para CANOTAJE, pesca y caminatas.”

De inmediato no se puede adivinar el significado de la palabra del título. Hay que reflexionar durante unos minutos para poder encontrar la significación de la voz que han creado para expresar la idea.

Después de unos minutos se da con el sentido a través de la palabra canoa. La última palabra de la frase anterior es quizás la primera voz originaria de América que ingresó en el español. Se la encuentra ya  en el diccionario de Nebrija.

El “Diccionario Larousse de neologismos” recoge la voz canotaje y asienta que es un “deporte náutico consistente en navegar en piragua”. Ofrece como sinónimo el vocablo piragüismo. No se puede dejar pasar la oportunidad de revisar los caracteres de la piragua.

La piragua es otra voz de origen Caribe. Es una embarcación larga y estrecha mayor que la canoa hecha generalmente de una pieza. Inmediatamente después de la primera definición agregan los académicos que es una embarcación pequeña, estrecha y muy liviana que se usa en los ríos y en las playas. Hay que presumir que no hay contradicción entre las dos descripciones que se leen en el diccionario oficial de la Lengua Española.

El piragüismo y el piragüista están los dos reconocidos en el DRAE. Cuando se practica este deporte la embarcación se la impulsa mediante remos.

Cabe que uno se pregunte si de la misma forma en que inventaron el canotaje también puede crearse el *canotismo, a sabiendas de que no es palabra de uso corriente en el español de todos los días.

En esta búsqueda con relación a las voces antes anotadas se encontró con que el “Diccionario Moliner” recoge la voz canoa para el recipiente en el que se da de comer a los cerdos. En el DRAE no se menciona este valor, y, en el DAA no se halla el término para algunos de los países de la América mestiza; no consta la República Dominicana entre ellos. Si mal no se recuerda en República Dominicana se ha oído el uso de canoa para el recipiente en que se sirve el alimento para cerdos.

Gracias al canotaje se trajeron otros aspectos de la canoa que resultaron interesantes, por lo menos eso se espera haber logrado, hacerlos interesantes.

KABICHÁ

Desde hace unas semanas se han traído cada cierto tiempo palabras del idioma haitiano que tienen relación con el español y, sobre todo con el español dominicano. La voz del habla haitiana que consta en el título es una más para agregarla a esa colección.

Así de manera aislada la voz no presenta parecido con ninguna del español conocido. Ahora bien, hay que entregar la pista de que tiene relación con la palabra cabeza. Es una cabezada, en uno de los sentidos con que se conoce el término en el español dominicano.

“Echar una cabezada” es dormir una siesta breve. El DRAE la considera una locución verbal del registro coloquial. Así la conocen los haitianos cuando la escriben del modo en que se representó en el título. En el idioma dominicano es “echar una siestecita”.

Mejor aún, es dormitar, quedarse medio dormido, lo que un español de España llamarían echar un sueñecillo. Es a veces lo que un amigo llamaba “un pestañeo largo para revisar los párpados por dentro”. Los académicos describen muy bien el instante “cada movimiento o inclinación que hace con la cabeza quien, sin estar acostado, se va durmiendo”.

Los dominicanos usan el término “cabezada” también con otros significados. Es la “cornada, embestida del ganado bovino”. Además es la “cabecera de un río”, acepción la última que comparten con los cubanos.

Naturalmente no se agotó aquí todo el caudal de la palabra del haitiano. Se limitó esta sección a señalar las acepciones que son comunes al español dominicano y el criollo haitiano.

ENTRETENER

“La leyenda cuenta que el emperador Moctezuma ingería diariamente grandes cantidades, y siempre se tomaba una tacita antes de ENTRETENER a su harén”.

El verbo entretener según parece está usado aquí como un eufemismo. Lo que hace el eufemismo en este caso, como en todos, es evitar la palabra que designa el acto que puede presentarse como indecoroso, inoportuno y sustituirlo por otro más agradable.

La lengua española está llena de eufemismos, al punto que ya no se es capaz de detectarlos en muchos de los casos. Se echa al olvido la palabra auténtica porque se la considera muy plebeya o muy cruda.
En otras ocasiones lo que hace quien usa la lengua es que ennoblece su acción al utilizar palabras más endomingadas para mencionar actos pedestres.

A veces lo que determina que se emplee un eufemismo es el ambiente. Un hombre sensible al pudor ajeno no usará palabras soeces delante de damas recatadas o de menores de edad.

Otra de las circunstancias que mueve a usar los rodeos del eufemismo es la de evitar recordar la evocación penosa de algo, como la muerte de una persona, la ceguera o la limitación motora de algunos.

Las costumbres sociales han intervenido con gran peso en la selección de los casos en que se echa mano de los eufemismos. Hechos enojosos de la conducta de un ser humano se mientan con vocablos más suaves que la triste realidad.

Hasta la persona que está enojada cuando profiere palabras reñidas con las buenas costumbres las evita en toda su crudeza y las reviste de algunos cambios que las hacen más elegantes. Así dirán “diache” en lugar de otra cosa.

Si el eufemismo es un recurso del habla con mayor razón lo es de la lengua escrita. Se emplean en los escritos palabras con menos connotaciones desagradables, para que la crudeza de lo mencionado no hiera susceptibilidades.

Se ha llegado tan lejos que se ha abusado del eufemismo. En algunas ocasiones se utilizan giros que expresan lo contrario de lo que enuncian con toda propiedad, así dirán de un fulano que es hombre muy prudente para no decir que es un pusilánime.

Al final aplíquele un deshojar poético a las acciones del emperador Moctezuma en su harén para que sepa que se entregaba con esmero a juegos voluptuosos.

Hay quienes utilizan las palabras rudas como si fuesen interjecciones para expresar sorpresa, enojo, cambios súbitos de humor y otras lindezas. El autor de estas reflexiones algunas veces sucumbe a este tipo de ejercicio gramatical.

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