RALENTIZAR – *RELENTIZAR – IMPRESIONABLE – IMPRESIONANTE
La misma historia, cada vez que el redactor se aventura en predios mal conocidos se expone a caer en la trampa, es decir, puede errar.
Una de las razones que se pueden esgrimir en beneficio del desafortunado periodista es que este verbo de su invención -o repetición- tiene raíces en español que el otro no tiene. Vale decir, que el verbo re-lent-izar en su seno lleva el germen de “lento”, mientras que el otro, el que la Academia sancionó tiene un infijo que lo aproxima más al francés.
Quizá no sea aventurado pensar que cuando las autoridades de la Regidora de la lengua de Madrid decidieron aceptar la palabra “ralentí”, lo hicieron teniendo en cuenta que se usaba en España. Llegó el término a través de los Pirineos, procedente del país galo.
Cuando la autoridad de la lengua define el verbo ralentizar, lo hace ofreciendo un equivalente, “lentificar”. Junto con este verbo consta en el diccionario mayor de la lengua el vocablo ralentí, que es el ritmo de bajas revoluciones del motor, y, por extensión, cualquier actividad mantenida a un ritmo inferior al normal.
El otro verbo que existe en español es “relentecer”, que es ablandarse, y es intransitivo, por lo tanto se dice de las cosas que se ablandan, sinónimo de ablandarse. Como se nota de inmediato, este verbo no guarda relación alguna con la lentitud o la baja velocidad.
El verbo que existe en materia de velocidad reducida en español es “lentificar”, que es “imprimir lentitud a alguna operación o proceso, disminuir su velocidad”. De ahí pudo partir el redactor para formar “re-lentificar”, con el sentido de hacer dos veces más lento el proceso.
Para cerrar esta sección, las simpatías van en dirección del periodista, pero las apuestas permanecen junto a las autoridades. Aunque parezca un contrasentido, se respeta el dictamen de la autoridad aunque se la sienta alejada de las raíces de la lengua nuestra.
IMPRESIONABLE – IMPRESIONANTE
“La humanidad, nos anuncian con IMPRESIONABLES datos, puede secarse en unos años por falta de agua. . .”
Para comenzar, lo que se va a secar, si es que ocurre, no es la “humanidad”, sino el globo terráqueo. Una vez puntualizado este asunto, se puede pasar al punto principal de esta sección, lo relativo a la diferencia entre los dos vocablos del título. Una vez sentada la diferencia, se recompondrá la redacción.
Impresionable es, “fácil de impresionar o propenso a recibir una impresión”. De entrada se entiende que se refiere a la persona que es capaz de recibir impresión o fácil de que la perciba.
Con respecto a impresionante, es “que impresiona”; “que causa gran impresión, en especial asombro o admiración”.
Después de establecida la diferencia no cabe duda de que lo que procedía era que se escribiese “impresionante” y no lo que le publicaron o escribió el articulista.
A veces puede parecer que minucias como estas no tienen importancia, pero es que el uso de una u otra de las palabras cambia el sentido de la interpretación del texto. Debió ser, “. . . con impresionantes datos. . .”
*ABOLERADO
“. . .y esas salsas de toque ABOLERADO que interpreta de una manera inigualable.”
Está muy claro. Si el lector sabe lo que es un “bolero”, es capaz de imaginar lo que está tratando de hacerle entender el redactor. No hay alma romántica, corazón que haya estado enamorado en el pasado que no sepa lo que es un bolero en materia de canciones.
El verbo “abolerar” desciende de la palabra bolero. Aunque no consta en el diccionario de las autoridades de la lengua, debería entenderse por esto, “imprimirle el ritmo o la cadencia de bolero” a cualquier otra melodía.
El peligro en la creación de verbos y vocablos es que quien los inventa se basa, en casos como éste, en conocimientos previos, es decir, en supuestos que necesariamente no se compadecen con la realidad.
Otro de los riesgos que se confrontan cuando se emprende el camino de la acuñación de nuevas palabras es que luego se relaje el asunto y que cada persona invente lo que le parece mejor sin atender al genio de la lengua.
Lo que el comentarista de la farándula hizo fue abreviar el mensaje con la inclusión de este verbo. Pudo usar otras palabras que existen en español para hacerse entender. Un ejemplo entre muchos, “. . .y esas salsas con ritmo de bolero; esas salsas con tinte de bolero; con rasgos de bolero”.
SONORIDAD – SONIDO
“. . .cuyo afán de innovar mezclando SONORIDADES tradicionales y ritmos de moda le han ganado colaboraciones con figuras. . .”
La sonoridad es la cualidad de sonoro. En física es la cualidad de la sensación auditiva que permite apreciar la mayor o menor intensidad de los sonidos. Las dos definiciones precedentes son copiadas del diccionario de la Academia.
Tan pronto como se lee lo que se copió en el párrafo precedente se comprende que lo mezclado no son las sonoridades, sino los sonidos, o mejor aún, las melodías o si se desea, los ritmos.
Muchas veces los profesionales que escriben para el público adoptan las palabras que son más largas, porque entienden que son mejores, pues ellos miden la exactitud de los términos por el número de sílabas que hay en ellos. Cuando proceden del modo señalado, se exponen a emplear vocablos que no se avienen con el sentido de lo que tratan de exponer.
A través de la historia de las lenguas se ha observado que las palabras muy cortas tienden a desparecer con mayor facilidad. De acuerdo con esta tendencia, las personas más cultas propenden a favorecer o a alargar los vocablos, para asegurarse de ese modo de que permanezcan en la memoria popular y en el uso diario.
En el caso del texto reproducido al principio de esta sección, la selección del término fue desafortunada porque transmitió la idea equivocada.
PLACA
“. . .y con menos entrenamiento que examinan e interpretan las PLACAS de MAMOGRAMAS dan diagnósticos positivos equivocados. . .”
Por razones que la mayoría de los lectores no logran explicarse, la palabra “mamograma” no aparece todavía en el diccionario mayor de la lengua oficial. El término que sí consigna la Real madrileña es mamografía.
La última palabra viene definida por las autoridades de la lengua así, “radiografía de mama en película de grano fino, capaz de obtener imágenes de tejidos blandos con gran precisión”.
Como en otros casos que existen en la lengua común, podría retenerse el término comentado como el procedimiento específico encaminado a realizar la radiografía de la mama. El producto del procedimiento constituye la mamografía.
Lo anterior viene a cuento si se piensa que el negativo que se obtiene mediante este método de obtener imágenes se conoce con el nombre del título es decir, “placa”. En muchos de los países de habla hispana de nuestra América morena se llama placa a la plancha o película que resulta después que se hace la mamografía o cualquier otra radiografía.
Los diccionarios de americanismos tampoco consignan la palabra con el significado que se le atribuye en el texto copiado, que coincide totalmente con lo escuchado una y mil veces en las conversaciones diarias entre hispanoamericanos. Es una lástima que todavía no se haya recogido este uso en los diccionarios.
PERDER PESO
“Cerca del 40 por ciento de los anuncios sobre dietas para PERDER PESO contienen algún elemento engañoso. . .”
Los diccionarios de uso del español recogen este empleo del verbo “perder” seguido de “peso”, para significar “adelgazar” o “(re)bajar de peso” que eran las expresiones más socorridas en el pasado. Esto para no tener que mencionar “enflaquecer”. También se usó la palabra “enmagrecer” que ya casi no circula.
No hay lugar para extrañarse de que la repetición continua de la combinación del epígrafe haya arrinconado expresiones tan castizas como las que se escribieron en el párrafo anterior, pues en inglés casi siempre se utiliza lo de “perder peso” (lose weight) para destacar lo que antes se expresaba de modo diferente en el español corriente.
*POR PARTE DE
“. . .tuvieron ayer enfoques contrastantes en el primero de dos días de cabildeo político POR parte de grupos opuestos al. . .”
En casos como este es cuando algunos haraganes usan la palabra “minucias”, para defenderse. De ese modo se escudan para alegar que pequeñas diferencias en el uso del idioma español no tienen importancia.
El meollo del asunto es que precisamente en los aspectos menores es donde se diferencian los aficionados de los profesionales. El profesionalismo en la escritura orienta a los lectores, mientras que las fallas, pequeñas o grandes, sientan un mal ejemplo que a menudo es imitado de modo inconsciente por los menos avezados.
Cuando se usa “por” delante de “parte” siempre se hace seguir de otro vocablo que se intercala entre los dos términos antes mencionados. De esa manera resulta que cuando se escribe o dice “por una parte” o “por todas partes” se está especificando, se está precisando con la ayuda de la palabra intercalada.
La expresión “por parte de” en español se emplea para indicar parentesco, así se usa por ejemplo cuando se utilizan frases del estilo de ésta, “Es mi tío por parte de mi padre”. Ese uso llegó al español a través del francés.
La combinación “de parte de” se utiliza también para destacar que quien(es) está(n) de esa parte es o son parcial(es) de una idea o actitud.
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