FRACASO – BAJAR – BAJARSE – *PRESILLAR

“Pero seamos claros, el fracaso DE controlar la criminalidad será visto como un fracaso. . .”

Se habla del fracaso de una persona, pero si lo que sigue a fracaso no es una persona, sino un verbo en infinitivo, entonces no es conveniente ni elegante usar esa preposición para colocarla después.

El fracaso, como se adivina, es la acción y efecto de fracasar. El radio de acción de fracaso va desde la caída estrepitosa, el rompimiento o hundimiento ruidoso, hasta el inopinado contratiempo.

Un individuo fracasa en sus gestiones por conseguir algo. De la persona que no alcanza éxito, o que ve sus intentos fallar de manera consuetudinaria, que no asegura sus aspiraciones y a quien le resulta imposible crearse una posición, se le califica diciendo que es un “fracasado”.

El verbo fracasar deriva del italiano “fracassare”, que a su vez procede de “cassare”, que es romper, de donde tenemos el recurso de casación, para romper las decisiones de las cortes. De la misma procedencia viene el vocablo “fracas”, en inglés, que es una riña ruidosa, reyerta, o disputa con ruido.

Lo que debió escribir la autora del artículo fue “fracaso EN controlar”.

BAJAR – BAJARSE

“Toda la información puede BAJARSE de la Intranet de la compañía, que incluye un calendario. . .”

Parece que a la autoridad de la lengua de Madrid no le alcanzó el tiempo para poner al día el diccionario con todos los términos de informática.

Los hablantes han tratado de remediar la falta patente que existe en la lengua, utilizando palabras que son traducciones burdas, crudas, sin análisis. La que se encuentra en el texto de esta sección es la que se usa en la mayoría de los casos para traducir la acción que en inglés expresan con una sola voz “download”. La definición que se encuentra en un diccionario especializado en ese campo es esta, “el proceso de transferir información de un sistema de computador central a uno más pequeño”.

En la definición del término del inglés está la pista para llegar a un vocablo que exprese la acción en español. Lo que se propone que se use es “transferencia”, pues en español transferir significa entre otras cosas, “pasar o llevar algo de un lugar a otro”.

*PRESILLAR

“. . .se repartieron al final de las disertaciones unos folletos en copia xerografiada y  PRESILLADA a mano con una antología. . .”

En la edición del DRAE del año 1992 todavía la “presilla” cubana no figuraba. A partir de la vigésima segunda edición ya aparece como sinónima de grapa, “pieza metálica pequeña que se usa para sujetar papeles”.

Los cubanos aún no han logrado que se introduzca el verbo en el lexicón mayor. El verbo “presillar” no ha encontrado la vía abierta para su entrada en el catálogo completo. No será grande la sorpresa si en futuro no muy lejano la Digna de Madrid se apiada de los lectores de lengua española, versión cubana, y también asienta el verbo para tranquilidad de conciencias.

Quizá sea una pérdida de tiempo aconsejar que se evite el uso del verbo, porque si ya existe el nombre, de ahí a nombrar la acción con un verbo formado sobre éste, todo es más fácil. Es probable que los hablantes continúen usando el verbo con la esperanza de que la Academia también le dé cabida a éste.

TROZOS

“. . .expondrá el Presidente, según los TROZOS del discurso adelantados por la Casa Blanca”.

No es elegante el uso de la palabra del epígrafe para mencionar un “pasaje, cita, extracto, fragmento, o selección”.

Una de las razones por la cual eso de “trozo” es de mal gusto es porque el verbo destrozar es romper, reducir a pedazos.

En Literatura cuando se hace una selección de escritos de un autor para estudio o difusión, se la llama “trozos”, pero se les califica de “escogidos”. El calificativo aplicado funciona precisamente para suavizar el nombre.

Con respecto al vocablo en estudio, el autor de estas notas recuerda que hace unas décadas se llamaba “trozos” a los pedazos de plátanos que se colocaban en un sancocho. Emilio Rodríguez Demorizi, en su libro “Del vocabulario dominicano”, define este “trozo”, como “pedazo de plátano sancochado”. Asevera además que es “el plátano, la yuca, la auyama, la yautía y los demás víveres” que se ponen como parte de los ingredientes de un sancocho.

MEDIÁTICO

“. . .se ha extendido por las esferas del poder político, económico y MEDIÁTICO radicado en. . .”

Para tranquilidad y sosiego de muchos hablantes y escribientes de la lengua, ya el término del título logró su carta de ciudadanía en el idioma español. La Academia lo acogió en el seno del Diccionario mayor de la lengua.

Como era de esperarse, la entrada en el diccionario para la palabra incluye el femenino también, con la acepción que se anticipaba: “perteneciente o relativo a los medios de comunicación”. Lo que no se consagró fue la acepción que circula en algunos medios de comunicación masiva para el mismo vocablo aplicado a la persona “que sale habitualmente en los medios de comunicación”. Se repite, esa última acepción no consta en la última edición del diccionario.

SIN NÚMERO – SINNÚMERO

“. . .cultivos ilícitos y un SIN NÚMERO de campamentos de entrenamiento rebelde”.

No se trata de negar la legitimidad de ninguna de las dos maneras. Ambas formas son posibles en sus casos respectivos. Una casa que no tiene número, por una razón u otra, es una casa “sin número”.

En los casos en que se desea expresar que hay o hubo una gran cantidad de algo, que es quizá incontable, se usa el vocablo “sinnúmero” que es “número incalculable de personas o cosas”. Sinnúmero siempre se hará acompañar de la preposición “de”. Como sinónimos se ofrecen “multitud, sinfín”.

La expresión “sin número” debe usarse pospuesta al nombre en su empleo como innumerables. Va un ejemplo: “Tropezaron con dificultades sin número”.

Después de leer lo anterior el lector queda en capacidad para corregir el entuerto.

LOSA

“. . .al principio de la tarde y de inmediato, en la LOSA del Aeropuerto Internacional de. . .”

Después de revisar los diccionarios generales de español, el de la Academia y los del español hispanoamericano, así como los de neologismos, no queda más que confesar la incompetencia para entender lo que es la “losa” en un aeropuerto.

El diccionario oficial de la lengua recoge tres significados para el vocablo, “piedra llana y de poco grueso, casi siempre labrada, que sirve para solar y otros usos”. La segunda acepción es, “trampa formada con losas pequeñas, para cazar aves o ratones”. La última es, “sepulcro de cadáver”.

Como de costumbre se consultó el diccionario con respecto a “solar” y tampoco arrojó luz sobre el asunto. Quizá en el “solar” del periodista conocen una “losa” más agradable que la conocida nuestra.

La única losa de que se tiene noticia que pueda servir de apoyo al periodista es la del diccionario de la Academia de. . . 1726, cuando después de definirla entre otras cosas añadía, “que regularmente sirve para cubrir los pavimentos o suelos de los templos y atrios”. Ríase si puede.

*POR OCASIÓN

“. . .quien vino a Miami POR ocasión del primer centenario. . .”

Ya no se conforman con espetar un *en ocasión de, sino que ahora también desean enredarle aún más la madeja a los pobres lectores con una barbaridad más bárbara que el barbarismo.

Esa preposición “por”, simplemente no cabe delante de ocasión. No es de uso. No es de estilo. No es elegante, no es legítima, ni se puede aceptar.

Lo que debió aparecer aquí, y en muchísimos otros sitios, es, “con ocasión de”, que significa “con motivo de”, que son las circunstancias que proporcionan la oportunidad para la cosa de que se trata. Este periodista dio la ocasión (pretexto) de llamar la atención sobre el asunto. No se podía dejar escapar esta ocasión. Lo que se hizo fue que se aprovechó la ocasión. Se hizo buena la ocasión para insistir sobre el punto.

SIROPE

“. . .y toronja servida en un SIROPE de Cointreau y un. . .”

Hasta el año 2001, la Academia había mantenido fuera de los linderos del Diccionario el término que figura en el título de esta sección. Al darle cabida en esta ocasión, lo hace con una amplia referencia a la etimología del vocablo. La palabra es adoptada del francés “sirop”, que a su vez procede del latín medieval “syrupus, sirupus”, y éste del parabe “sarap”. Aunque no lo mencione la Real de Madrid, en árabe el término significaba “bebida”.

Aunque parezca extraño, la palabra “jarabe” y “sirope” no son extrañas entre ellas. Originalmente jarabe se escribía “xarabe”, del árabe “xarab”, “sirupus”, que era el jarabe medicinal. En todas las lenguas las grafías se parecen. En italiano es “siròppo o sciròppo”; en provenzal era y es “issarop”; en francés es “sirop”; en portugués, con mayor proximidad a lo antiguo es “xarope, enxarope”. En nuestro español comenzó con “xarabe, axarabe, jarab, xarope, jarope”; por último en inglés es “sirup, syrup”.

Las autoridades lo definen como un “líquido espeso azucarado que se emplea en repostería y para elaborar refrescos”. Como se nota enseguida, la definición se hace tomando en cuenta su consistencia, sabor y uso. Es probable que muchas personas al leer esto sientan el sabor de los jarabes que acostumbraban a degustar y que ahora pueden llamar sirope.

En Farmacia se usó mucho el jarabe, ahora sirope, para enmascarar el sabor desagradable de algunos medicamentos. Se puede recordar aún el jarabe para la tos con diferentes sabores.

En otras lenguas la palabra ha dado origen a derivados con valores adverbiales, o de adjetivo, ejemplos de ello los hay en italiano y en inglés.

HACER CASO OMISO *A – HACER CASO OMISO DE

“Haciendo caso omiso A las presiones y protestas de los sindicatos de maestros y empleados. . .”

Lo que se copió en la oración anterior se tomó de la primera página, del principal artículo del día. Era la primera línea en la página. Imagino que la idea que se hacen los lectores de un periódico así, debe ser muy pobre, por lo menos en lo que concierne a la corrección de la lengua.

Es una pena que haya aún quien no sepa que la forma correcta de usar la expresión “hacer caso omiso” es con la preposición “de”. No debe confundirse con el simple hacer caso, que puede ir en compañía de las dos preposiciones del título.

Para que no se olvide el contenido de la expresión, ésta significa “no hacer caso”. Con el verbo hacer y con “caso” existen otros giros que son muy expresivos en la lengua diaria. Hacer caso (a, de), es prestar atención o mostrar consideración. “Hacer al caso”, menos frecuente que la anterior, es tener la cosa de que se trata relación con lo que se está tratando o interés para ello.

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