SOBRECALENTAMIENTO – GAMINES – BOHEMIA – BARRAS

“. . . han surgido voces de alarma sobre un posible SOBRECALENTAMIENTO del sector inmobiliario en Estados Unidos.”

Ya en otra sección se estudió lo que se entiende por el “calentamiento” de la economía. En esta ocasión le llega el turno al vocablo del título, que es un grado más alto que el calentamiento. De entrada la idea que se percibe es que el calor que recibe la economía es mayor que el que se le aplica con el calificativo de calentamiento.


En el catálogo de términos de uso común de la lengua española todavía no consta el vocablo en estudio con este valor. Para los Académicos el “sobrecalentamiento” es el “calentamiento excesivo de un aparato, motor o dispositivo, que puede producir su deterioro o avería”.

Con la lectura de la definición anterior se comprueba que el fenómeno solo es posible que se produzca en los casos de “aparato, motor o dispositivo”. La significación es la misma que figuraba ya en la edición de 1992. La inclusión de la palabra se produjo con posterioridad al año 1970 porque en la edición de ese año todavía no aparecía.

Si para despejar el asunto se recurre al término calentamiento, se comprueba que se limita a tres cosas. La acción de calentar, la enfermedad de las caballerías y los ejercicios de los deportistas antes de las competiciones para desentumecer los músculos y entrar en calor.

Si se hace difícil aceptar que la economía está caliente, o que entra en calor o cualquier otro calificativo que se desee, más difícil se hace aún aceptar que haya un sobrecalentamiento de la economía.

Una hipótesis plausible es pensar que lo que se procura es expresar que la economía o lo que se complemente con el vocablo examinado, está cercano al punto de deterioro. Esta teoría deriva del hecho de que en la definición que la Academia publica aparece ese vocablo.

No son pocas las ocasiones en que los especialistas de una rama del saber –en este caso la economía- acuñan sus términos favoritos; o bien en otros momentos utilizan los peritos de esa ciencia una jerga que comienza como propia de su especialidad y luego pasa al dominio público. En algunas ocasiones lo que sucede es que los periodistas recogen algunas de esas expresiones o palabras y las incorporan a su acervo. De aquí terminan esos vocablos en el dominio público.

La explicación al uso de la palabra examinada en esta sección quizás se encuentra en una evolución como la señalada en el párrafo precedente.

En sus funciones de elemento compositivo, “sobre” puede indicar también intensificación del significado del nombre al que se antepone. Valiéndose de ese recurso los economistas han acuñado el término comentado en esta sección. Es probable que la Academia esté en espera de que el vocablo demuestre perdurabilidad en el idioma antes de hacerle espacio en el Diccionario Oficial.

GAMINES

“. . . un centro donde se encargaba de recoger a los niños perdidos por las calles, conocidos en Colombia como GAMINES.”

En el caso de la palabra sometida a estudio, por la forma de la redacción se entiende lo que significa para los colombianos. Queda redimido el lector de tener que adivinar. Como se cita un vocablo de uso en un país de nuestra América Morena, es interesante que se trace la historia del término, o por lo menos su origen.

Como se puede notar al leer la cita, se trata del plural de la palabra. El singular del vocablo es “gamín” que es la adaptación al español del término francés gamin. En el español de España sería un “golfillo, pillete”. En otros países lo llaman “golfo”. En la República Dominicana correspondería con el vocablo “tiguerito o carajito de la calle”. La palabra del francés se usa en el español desde el siglo XIX.

Como el término en cuestión no aparece en los diccionarios más viejos de americanismos, aunque Malaret lo recoge, se puede pensar que el uso continuado es más bien reciente. Hay algunos autores que para explicarlo lo equiparan a “chiquillo”, pero esto no corresponde con la significación del vocablo porque no conlleva la connotación de “perdido en la calle”, o de la calle. Parece que se asemeja bastante a “pilluelo”.

De acuerdo con los datos existentes se puede afirmar que no solo se usa en Colombia, sino también en Bolivia y Ecuador. En Bolivia está documentado en la literatura desde el año 1937, lo que hace pensar que los primeros estudiosos del español de América no lo recogieron desde antes porque es un vocablo reproducido del francés.

En francés el masculino es gamin, por lo tanto, el femenino es gamine. El sentido moderno de la palabra en francés, aparece documentado desde el año 1804, es decir, el sentido de niño o niña que pasa su tiempo jugando y haciendo travesuras en la calle. Víctor Hugo en Los Miserables popularizó este tipo de niño. En la lengua francesa existe un verbo y su sustantivo correspondiente, gaminer, gaminerie.

BOHEMIA 

“. . . recientemente se ha expandido el radio de acción de la BOHEMIA porque hay una mayor variedad de ofertas. . .“

Con respecto al título hay que hacer algunas precisiones, porque hay quienes no tienen claro el contenido de la palabra. Los que no están al tanto de las particularidades de la palabra “bohemia” piensan que se refiere solo a la diversión que se logra a través de la música, el baile y la buena comida.

El vocablo “bohemio(a)” se relaciona con la vida que se aparta de las normas y convenciones sociales, principalmente la atribuida a los artistas. Está claro en la definición que no es cualquier tipo de diversión, sino el tipo de vida que se aleja de las normas y convenciones sociales, es pues la que se lleva al margen de esos cánones.

Los franceses usan una terminología más cruda para la definición del “bohemio”, es “la persona que lleva una vida de vagabundo, sin reglas ni preocupaciones acerca del futuro.”

Esta es otra ocasión para insistir sobre el cuidado que debe tener quien escribe para los medios de comunicación de masas. Si no se ciñe el redactor a utilizar de modo apropiado la terminología, puede terminar orientando a los lectores por la senda equivocada. Hay que volver a la época en que el diccionario era el mejor amigo del escritor. El constante recurso al diccionario no significa que no se sabe, sino que se desea aprender.

BARRAS 

“. . . está hecho a la medida y se puede comprar pintado de camuflaje o con las BARRAS y las estrellas y lo protegerá en tiempos de guerra. . .”

Aquí cualquiera siente deseos de escribir que la “embarró”, no malinterpreten el vocablo, es por aquello de las barras.

El lector habrá adivinado que en el texto se trata de la bandera de los Estados Unidos de América del Norte. El problema está en que el término “barra” no se presta para que lo usen en un caso como éste, porque la definición de las barras del español no coinciden con el vocablo que se utiliza para referirse en inglés a la bandera, es decir, stripes.

En el caso de la bandera como en muchos otros casos semejantes se emplearán las siguientes palabras para traducir la voz del inglés, “raya, lista, banda”.  Para la bandera norteamericana es mejor evitar la palabra raya y servirse de una de las dos restantes. La palabra que en español corresponde al espíritu de la voz del inglés en este uso es “lista”, porque en su definición es la “señal larga y estrecha que, por combinación de un color con otro, se forma artificial o naturalmente en un cuerpo cualquiera, y con especialidad en telas y tejidos”.

La definición del inglés se asemeja mucho a la del español, “línea o sección estrecha y larga de color o textura diferente de las adyacentes”.

AMATEUR 

“Profesionales y AMATEURS.” (título)

Siempre cabe que el lector se pregunte, cada vez que lee una palabra extranjera, si la inclusión del término se hace como consecuencia del desconocimiento del redactor del vocablo correspondiente en la lengua nuestra. En el mejor de los casos, lo que piensa el redactor es que los lectores lo van a comprender y que al usar un vocablo extranjero eso le imprime un aura de exotismo a su redacción.

Muchos tratadistas entienden que el uso inmoderado de extranjerismos en la lengua es una claudicación. El autor de estos comentarios interpreta el asunto como un acto de pereza mental. La celeridad con que se compone un periódico no autoriza a un periodista a sacrificar la calidad de su composición.

Como lo saben muchos de los lectores de estos comentarios, la palabra que se somete a escrutinio en esta sección tiene su origen en la lengua francesa. Al principio, la palabra en su lengua de origen solo significaba “amante”, en el sentido de alguien que ama algo, esto así desde el siglo XV. Fue en el siglo XVI cuando tomó el valor de alguien que ama el arte por el puro placer.

En el siglo XVIII la palabra del francés entró en el inglés con los significados ya enumerados. El inglés le devolvió, a finales del siglo XIX, el vocablo al terreno del inglés con el sentido deportivo que se le conoce en la actualidad. En francés se considera el último sentido de la palabra como un anglicismo.

En la lengua española el vocablo que debe usarse para las actividades deportivas es “aficionado”, cuando la persona no recibe salario por estas actividades. No se puede negar que el uso de la voz francesa se introdujo en el español hace largo tiempo porque ya se le usaba en el año 1845 como aparece documentado en la literatura.

Ya se propuso que se sustituya la voz extranjera por el término aficionado, por lo tanto procede que se examinen las acepciones que para ésta consigna la Academia. Es la persona que siente afición, amor, inclinación por algo o alguien. Es el que cultiva o practica sin ser profesional una actividad. Hay que tener en cuenta que en algunas ocasiones se usa el término propuesto de modo despectivo.

La última acepción es “que siente afición por un espectáculo y asiste frecuentemente a él”. Con ésta se cubre al “fanático, hincha” o  como se le llame en cada país. Esta acepción no consta en los diccionarios de inglés, ni en los franceses.

El Diccionario Panhispánico de dudas registra que hay un derivado de amateur en español. La voz amateurismo procede de la estudiada aquí y significa “condición de aficionado o no profesional” y “práctica no profesional de una actividad o de un deporte”.

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