A CUENTA DE – POR CUENTA DE – FOGONAZO – GATILLERO – LLEGADERO
“Por cuenta de” alguien es lo que se hace “en su nombre o a su costa”.
La expresión que se escucha en boca de muchos hablantes es, “a cuenta de qué”, para inquirir sobre los motivos que mueven, o el derecho en que se ampara quien actúa. Esta expresión se emplea cuando se desea exteriorizar extrañeza ante una conducta.
La Academia para “a cuenta de”, en su diccionario escribe que es, “en compensación, anticipo o a cambio de”. En el texto debe interpretarse el uso de la locución prepositiva con el significado de “a cambio de”, pues eso era lo que se producía, una política a cambio de los recursos económicos que procedían de…
No se puede dar por concluida esta sección sin mencionar que en diccionario mayor de la lengua, la parte que corresponde a “cuenta” ocupa más de dos columnas. Esta palabra ayuda a formar muchas expresiones en el habla española.
FOGONAZO
“Los caribeños salieron a tratar de imponer condiciones a un rival muy complicado, que no sólo se dedicó a defenderse, sino que lanzó FOGONAZOS ofensivos que crearon situaciones de real peligro en la portería. . .”
No hay que extrañarse de que la crónica deportiva sea tan fértil en la acuñación de términos para denominar situaciones o acciones. Este “fogonazo” es un ejemplo de la extensión de un significado. En el caso del texto se comenta acerca de un juego de balompié. La misma vena creativa se observa en el béisbol.
Con estos vocablos los cronistas procuran llamar la atención, darle mayor colorido a las descripciones acerca de lo que sucede en el terreno de juego. No se puede pretender encerrar el fogonazo en su campo de acción natural.
Aun cuando no hay explosión, ni humo en el puntapié que impulsa el balón, lo del fogonazo prende en la imaginación de los lectores, y si se dice en la radio o en la televisión, en la de los oyentes.
No está de más que se cite la definición que se reserva en las instancias mayores de la lengua para la palabra fogonazo, “llamarada instantánea que algunas materias inflamables, como la pólvora, el magnesio, etc., producen al inflamarse”. La segunda acepción registrada es la que tiene en México, “trago de bebida alcohólica”. En México también se llama así al café al que se le añade una bebida alcohólica fuerte. Este último significado lo tiene en el DRAE el vocablo “carajillo”, que es la “bebida que se prepara generalmente añadiendo una bebida alcohólica fuerte al café caliente”.
El mensaje se capta en el texto a pesar de que se atribuye a la palabra una significación que no posee en la lengua común. La situación en la que se produce el “fogonazo” hace pensar que la patada es tan potente que las chispas, el humo, y la llamarada salen del encuentro del balón con el pie del jugador.
Para terminar. No hay que abusar de este recurso de la lengua. Es un privilegio de los poetas lanzarse a perseguir nuevos horizontes dándole significados nuevos a vocablos viejos. Apoyado en esta licencia es que Paul Eluard escribió, La terre es bleue comme une orange. Que traducido es, La tierra es azul como una naranja.
GATILLERO
“. . .el responsable del asesinato de las víctimas fue G. L., un GATILLERO de la organización con un largo historial de asesinatos.”
La Academia de la Lengua no conoce la palabra del epígrafe. Se puede escribir lo anterior porque el diccionario de esa honorable corporación no trae ese término.
Las informaciones acerca del vocablo se encuentran en los diccionarios de americanismos. De acuerdo con esos diccionarios es un nombre del género masculino de uso en México. Con ese nombre se designa al “pistolero a sueldo”. El uso está documentado en ese país en la literatura. Con este significado lo empleó M. Buendía en su libro La ultraderecha en México.
En Puerto Rico también se conoce el vocablo con el sentido de “pistolero”. Son muchos los ejemplos que se pueden encontrar en la prensa diaria de esa isla. .
No cabe duda que la palabra “gatillero” deriva de gatillo; de la misma forma que pistolero desciende de pistola. Los dos términos sugieren al matón armado con arma de fuego.
Es probable que un término de este tipo haya tenido su origen en los hablantes, quienes bautizan de modo parecido a este a los asesinos a sueldo que se valen de armas de fuego para cometer sus fechorías. Al accionar con tanta frecuencia el gatillo, evoca en la mente de los hablantes el proceso de identificar a la persona con el dispositivo, y le colocan una terminación que sugiere esa actividad como oficio. Son muchos los ejemplos de vocablos que se producen del mismo modo en la lengua española.
El proceso de formación es ingenioso. Se toma una parte del arma para mencionarla. Lo que se retiene es la parte del arma que sirve para accionarla, para disparar. Al colocarle la terminación “ero”, lo que se hace es que se convierte en usuario del dispositivo al pistolero. La imaginación del pueblo se impone muchas veces. No hay que dudar de que en esta ocasión termine imponiéndose también.
LLEGADERO
“. . .en busca de una salida pacífica, constitucional e institucional ha llegado al LLEGADERO, al límite impuesto por la ley y la constitución. . .”
A veces es difícil decir que se entendió cabalmente una frase. Es motivo de preocupación que algunos columnistas ilustrados utilicen términos como el del título para mencionar algo que aun después de mencionado permanece en la oscuridad.
Lo más sensato en un caso como el que nos ocupa es pensar que la voz inventada guarda o tiene relación con el verbo llegar. Si así fuera, entonces el “llegadero” terminaría significando el sitio de llegada o desembarque. En términos de demostración sería entonces el sitio al cual se deseaba llegar, lo que se trataba de demostrar.
En español se cuenta con algunas palabras formadas de acuerdo con este procedimiento, acuñadas sobre el modelo con que se formó la que se estudia aquí. Ejemplo de ello es “desembarcadero” que es el lugar destinado o elegido para desembarcar.
Este es uno de esos momentos en los cuales hay que despedirse con la sensación de no sentirse satisfecho, sin haber cumplido la misión de dilucidar el problema, sin aportar una solución. Lo mejor que se puede hacer es recomendar que en el español escrito se prescinda del uso de este engendro.
RECAUDAR – RECAUDACIÓN
. . .y su demanda alega que se produjeron irregularidades en la RECAUDACIÓN de esos votos en los edificios del HHA.”
El verbo recaudar es “cobrar o percibir dinero”. Además es “asegurar, poner o tener en custodia, guardar”. La recaudación es la cantidad recaudada. El recaudador es la persona encargada de la cobranza de caudales, y especialmente de los públicos.
Por el complemento que acompaña al nombre recaudación hay que convenir en que no se trata de guardar. En la reseña de lo que se trataba era acerca de los votos que se “recogieron” en los edificios. Esos votos se emitieron desde el lugar de residencia para hacerlos llegar en calidad de votos de personas que no deseaban o no podían depositarlos en las urnas ellos mismos.
El recaudador es la persona nombrada especialmente para cobrar tributos, así como todo aquel que recoge dinero.
No se piensa que el verbo recaudar o que el nombre correspondiente a ese verbo, recaudación, sea lo más conveniente para referirse a la remisión de votos que se hace sin comparecer a los lugares designados para estos fines.
Cualquier solución es posible sin tener que llegar a usar los vocablos que se critican aquí. Lo más sencillo es lo más adecuado, tal y como se sugirió más arriba, el verbo recoger puede desempeñar estas funciones.
ABASTOS
“. . .en su mayoría ciudadanos humildes, que encabezaban saqueos a tiendas y ABASTOS.”
La entrada consagrada a la palabra examinada en esta sección ha sufrido algunos cambios en las últimas ediciones del diccionario de la Real Academia. Unas acepciones desaparecieron del lexicón mayor de la lengua, al tiempo que otras aparecieron en la edición de 2001.
La nueva acepción que se incluye es la que se refiere al abasto venezolano, que es la “tienda pequeña de comestibles”. Según parece el concepto ha variado a través del tiempo, porque Morínigo en su Diccionario del español de América reconocía esta tienda de comercio de comestibles como “de cierta importancia y bien surtida”.
Aunque los términos con los cuales define Morínigo a la tienda son un poco vagos, resultan casi opuestos a los que utiliza la Academia para definir la tienda, cuando él asegura que es “tienda pequeña”. En la parte en que hay una oposición aparente entre las dos descripciones es cuando el autor le confiere importancia, mientras que la Academia la define como pequeña.
Según parece la diferencia se reduce al tamaño, pues en cuanto al género de negocio que describe el vocablo no hay disputa.
En su Diccionario general de americanismos, Santamaría no consignaba en el 1942 la acepción que hoy se conoce para abastos. La que sí traía ese diccionario es una que se conoció antes en República Dominicana y que no consta en el catálogo de palabras de la Academia. El vocablo hace más de cuarenta años designaba el derecho que se adquiría para suplir un artículo de primera necesidad a una población. El ejemplo que se recuerda era el de la carne de res y de cerdo cuyo sacrificio se hacía en un matadero municipal. El derecho de abasto se compraba en una subasta pública y constituía un monopolio.
PROPUESTA
“El béisbol, por ejemplo, inspira un nuevo traje a rayas, como también a rayas son los shorts que en esta PROPUESTA llegan hasta la rodilla.”
Algunas personas que acostumbran a escribir en los periódicos emplean esta palabra con demasiada frecuencia, abusan de ella. Se tropieza el lector con el vocablo en oraciones en las cuales se podrían usar mejor otros vocablos.
En algunos de los casos se lee que un espectáculo es una “propuesta” que el artista ofrece a sus admiradores, y que espera que asistan.
En el texto pudo haber usado “diseño” en lugar de la propuesta, pues de eso se trata en verdad con respecto a los shorts que llegan hasta las rodillas.
El diccionario que despeja las dudas para la propuesta asienta lo siguiente, “proposición o idea que se manifiesta y ofrece a alguien para un fin”. Después de leída esta acepción se conviene en que es una “idea, o proposición”. Es también una oferta.
En las empresas y organizaciones es una “consulta de una o más personas hecha al superior para un empleo o beneficio”. Por último, es la “consulta de un asunto o negocio a la persona, junta o cuerpo que lo ha de resolver”.
Como se escribió más arriba, se abusa del sustantivo. En vez de éste se pueden utilizar “oferta, programa, proyecto, plan”, o cualquier otro término que convenga de acuerdo con las circunstancias.
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