Poemas de Tulio Cordero
ENCUENTRO
Admito
que han habido tardes turbadas
por crepúsculos ausentes.
Que una voz tosca ha herido tantas veces
estos capullos palabreros.
Que aquella mano violenta
-que impuso el silencio a mi hermano-
hizo que el pabilo de nuestra lámpara
temblara de frío.
Y que tanto dolor,
tanto quejido inocente
han amenazado
con secar mi última lágrima.
Pero llegaste…
(te juro que no estaba en acecho
cuando cruzaste el umbral de mi mirada)
…y sonrió de nuevo la tarde.
Se irguió la palabra vulnerada.
Y los ojos de mi niño
despertaron albeados
como mañana en gracia.
Y otra lágrima gozosa anegó estos sueños.
Por favor,
permanece aquí.
Lo deseo ardientemente.
GRATO ESCOZOR
No cesas de insistir
a pesar de tu ausencia
(Las cosas adquieren
su dimensión plena
al lado de sus propias sombras)
Cruje la hojita seca
que el viento manso arrastra
y balbuce algo de Ti
que no alcanzo a descifrar
(Hay dolores suaves y dulces
que no te dejan sestear la vida
Hay cosas de las que tú no puedes
despojarte tan sólo
con un simple conjuro)
Te vuelves en el envés del pétalo
y eclipsas con agitado aroma
mi retina
Ya te lo dije una vez
“en cierto modo
es mejor tenerte lejos”
Por Ti
en mí palpita esencialmente todo
los colores seductores de tu ausencia
los rumores enloquecedores
de tus pasos
los interludios de los que
se desangran por capricho
(Vuelvo a tu pecho
como de costumbre y
redúcense y engordan mis manos
decrecen mis uñas
me das lo que no daña
y espantas mi letargo
Ah es tan molesto
estar despierto).
PEREGRINAJE
Igual el resplandor
de aquel verde infinito
más allá del rocío
estrenado de lumbre.
Llegaste.
No estaba yo presente
cuando tocaste al alba.
No estaba allí mi alma
Para excusar mi ausencia.
Entre tanto
una piedra y tú
se hicieron aliados del olvido.
Notas rasgueaba el viento
con las cuerdas del agua.
Lanzas lanzaba el monte
y rejas de amenazas.
Mas tú no te mudaste
ni se asustó la piedra.
Y cuando el naranja enorme
incendió las distancias
del día casi muerto,
tú advertiste esa Ausencia
que no podía decirte
que yo ya no vendría.
Y te alzaste y entonces
fuiste a mi lado al Huerto.
¿Cómo fue que pudiste
vencer los Querubines
con sus dagas
de fuego?
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