CHARLA DE MARÍA JOSÉ RINCÓN EN FUNDACIÓN ERWIN WALTER PALM
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8 de julio 2020, 7.00pm.
¿CÓMO HABLA LA CIUDAD DE SANTO DOMINGO?
La introducción al conversatorio estuvo a cargo de José Enrique del Monte, quien dio las gracias a los invitados y expresó que “estos diálogos son dedicados a la ciudad y cómo se relacionan con los distintos elementos de la cultura, aquellos elementos intangibles que son los que definen un territorio y dan las características que pueden ser identificadas por usuarios visitantes y residentes permanentes”. Dijo que la Ciudad Colonial de Santo Domingo “es Primada de América y hemos tenido 500 años de evolución de una cultura que hoy nos enorgullece”. “Nos interesa determinar ¿cuántos tipos de hablas pueden existir en la ciudad de Santo Domingo? ¿Cómo se diseminan en el territorio? ¿Quiénes forman parte de un grupo determinado que utiliza giros y vocablos específicos? ¿Qué tan rica es la lengua urbana y cuál es su dinamismo? ¿Cómo se incorpora el habla de la calle a la lengua formal? ¿Tiene cada barrio su propia jerga que lo identifica? ¿Cuáles son los espacios públicos donde el habla urbana se manifiesta con fuerza? ¿Qué influencias tiene esta manera de hablar?”, señalaba José Enrique del Monte, moderador de este diálogo virtual, y puntualizó que “a través de estas preguntas se pretende hacer un mapa mental de cómo la lengua se apropia del territorio y hasta dónde influye generar fronteras o vínculos?”.
María José Rincón es filóloga de la Universidad de Sevilla, nacida en Sevilla, España, y residente en Santo Domingo desde 1992. Es doctora en Filología y Lexicógrafa por la Universidad de Educación a Distancia de Madrid y miembro de número de la Academia Dominicana de la Lengua.
María José Rincón, al tomar la palabra, dijo lo siguiente: “En su presentación, José Enrique del Monte nos propuso «Cómo se habla en Santo Domingo»”, y yo quiero proponer «Cómo hablamos en Santo Domingo», porque a veces nos cuesta reconocernos a nosotros mismos y la lengua es un rasgo de nuestra identidad. Y luego, yo voy a aterrizar en la Dialectología, así nos complementamos un poco. Y, como mi especialidad es la lexicografía —que es hacer diccionario—, voy a hacer un poquito de referencia al Diccionario del español dominicano y cómo sus matices sociolingüísticos y dialectológicos se reflejan en el diccionario”.
Rincón señaló que “todo el mundo piensa que una académica debe defender que la lengua es algo estable, monolítico y rígido, y eso no es así. Ese es uno de esos mitos que hay relacionados con la Academia. Por eso yo pongo ahí que la lengua, fundamentalmente, es amplia. Yo digo que la lengua española es extensa e intensa: es extensa en historia y es extensa en territorio: es decir, tiene muchos siglos de historia y mucha amplitud geográfica y humana; eso necesariamente tiene que tener como consecuencia que es una lengua muy variable. Por lo que me gusta empezar es por decir que mucha gente piensa que las variaciones, las diferencias, los matices, son algo negativo, y es exactamente lo contrario: la variedad, la riqueza, el cambio es lo que es fundamental para la lengua, eso es lo que le da la riqueza, esa es la gran riqueza de la lengua española. Por eso yo pongo aquí (se refiere a su presentación gráfica) «asúmelo, la lengua es cambio»”, puntualizó la académica. Explicó que “si la Academia Dominicana de la Lengua hizo un diccionario en el 2013, y hoy en el 2020 falta la mitad de las palabras, pues, hay que asumirlo porque esa es la realidad de la lengua, saber que eso es así y si no fuera así la lengua no funcionaría. La lengua, fundamentalmente, es cambio”.
María José citó un pensamiento del venezolano Ángel Rosenblat que dice: «Las divergencias son solo pequeñas ondas en la superficie de un inmenso océano», lo que se refiere a las variedades entre unos territorios y otros. Explicó que nos encanta diferenciarnos, saber que eso es lo que nos caracteriza y ponemos siempre el acento en esa diferencia, pero generalmente esas diferencias son lo menos en el gran océano de la lengua. Dijo que “más de un 80 por ciento de nuestro patrimonio léxico —es decir, de nuestro vocabulario— es común”. Y señaló que “por eso logramos entendernos de una punta a otra del Continente americano, de un lado a otro del océano atlántico”. Sin embargo, apuntó María José, “a pesar de que, fundamentalmente la lengua es cambio, tiene sus mecanismos para mantener la unidad: la unidad tiene mucho que ver con la actitud, tiene que ver mucho con esa disposición que tiene el hablante para analizar su propio sistema lingüístico, es decir, para analizar cómo habla”. Dijo que en República Dominicana —y en muchos otros sitios— tenemos una asignatura pendiente.
¿Cómo hablamos los dominicanos? Explicó María José Rincón que ante la pregunta frecuente que ella recibe de «¿por qué hablamos tan mal, los dominicanos?», ella responde: «¿Quién ha dicho que los dominicanos hablan mal? No lo entiendo, eso lo dice usted, no lo diga de mí porque no es mi opinión». Agregó que “hay dominicanos que hablan mal, pero como hay de cualquiera otra nacionalidad que hablan muy mal. El hablar bien o mal no tiene que ver con la variedad lingüística que uno utiliza, tiene que ver con las oportunidades de formación, con el dominio de tu instrumento lingüístico, que se aprende en la escuela”. Y agregó: “Evidentemente si tu entorno social favorece ese aprendizaje te va a ir mejor, con más facilidad, pero no es imprescindible”, añadió. Dijo que “generalmente la escuela te tiene que dar esas herramientas y si la escuela es mejor, si tu formación es mejor, esas herramientas te van a ayudar a mejorar tu instrumento lingüístico por ti mismo, a tener autoestima lingüística”. Y puntualizó: “Por eso yo insisto mucho en la autoestima lingüística: tenemos que enseñarle a nuestra gente que nosotros no hablamos mal, como se habla en República Dominicana no tiene nada que ver con que sea mal o bien, tiene que ver con unas características determinadas”. Enseñó la filóloga que “esos mecanismos propios que tiene la lengua para mantener la unidad, no es la uniformidad —que no es deseable en la lengua, que no la homogeneidad—, no se trata de que todos hablemos igual, ni de que desechemos las diferencias por arriba —es decir, por el registro culto— o por abajo —por el registro coloquial— o por el registro popular o por el registro jergal; se trata de mantener la unidad de la lengua”. Explicó que “esos mecanismos de unidad son: 1. La ortografía. 2. El sistema fonético, tan potente de la lengua española. 3. El sistema morfológico y el sintáctico, con pocos cambios, casi imperceptibles. 4. El sistema léxico, que es el océano de la lengua, ahí cabe todo, y precisamente cabe todo porque la lengua crea palabras porque tiene que expresar la vida. La vida cambia, el tiempo cambia; si la lengua no es capaz de expresar a los nuevos hablantes, pues, la lengua muere y no es ese el espíritu de la lengua”.
La lexicógrafa explicó algunas características del habla de los dominicanos. Dijo: “Ustedes se van a reconocer con: 1. El seseo: seseamos, que no es que confundimos la s con la c, eso viene de un proceso fonético de la Edad Media y no es que nos confundimos, siempre hemos hablado así, se trata de que es nuestro sistema fonético”. Mencionó que “como lengua materna hablan 580 millones de hablantes, aproximadamente, sesean 540 millones. Es decir, los raros son los que no sesean. Es decir, dejen de sentirse «¡ah, que nosotros seseamos!», el español es seseante. 2. La aspiración de la –s, eso es lo nosotros popularmente decimos ‘nos comemos las s’, las aspiramos. Eso también viene de muy antiguo”. 3. La eliminación de las –s. Esos rasgos no nos los hemos inventado en la República Dominicana, ni como dice la gente «de lo jóvene de ahora». Esos rasgos vienen dentro de la historia del español desde antes de llegar a territorio americano; aquí fue donde por primera vez se habló, pero ya todos estos rasgos venían ahí, nosotros hemos seguido históricamente desarrollando esos rasgos, y la suma de todos esos rasgos hace que se nos caracterice. 4. El yeísmo: distinguidores de la y y de la ll —elle—. Y no existen, creo que lo último que escuché fue a mi abuelo. Hace años que no oigo a nadie distinguir la y de la ll. 5. La caída de la d intervocálica: eso de «cansao», «encontrao». 5. La aspiración de –h, eso de decir que estoy «jarto», eso procede de la Edad Media, de los orígenes de la historia de la lengua castellana. 6. La neutralización de la l y la r, algunos tiran hacia la l y otros tiran hacia la r en posición implosiva, muy dominicana. 7. Vocalización de l / h, la i cibaeña, la vocalización de esa l y de esa r. 8. La ultracorrección se relaciona con la sociolingüística. La ultracorrección es el hablante que tiene consciencia de que ese rasgo quizás no es el aceptado, entonces fuerza su forma de hablar de tal manera que corrige donde no hay que corregir. Por eso se llama ultracorrección. Eso es cuando ponemos la s donde no va”, como decir Asna, por Ana.
María José Rincón expresó que “esos rasgos fonéticos a la hora de hacer un diccionario —aunque sea un diccionario de uso— tiene que establecer una determinada norma ortográfica”. Puso como ejemplo la palabra «balsié», que al investigar en el español dominicano muchas novelas y páginas de internet encontró “cinco variantes: «Balsié», «Balcié», «Barsié», «Barcié», «Baisié»”. “¿Cuál de todas esas va al diccionario?”, dijo. “Son cinco que reflejan todas las posibles variantes y hay que elegir una. Evidentemente se trata de elegir, pues, la variante etimológica —si es que hay etimología— o la variante más usada o la variante más frecuente o la variante que usan los autores cultos. Solo como muestra de lo que se puede uno encontrar con esos rasgos”, destacó María José.
Nuestra académica expuso que “también están los rasgos morfosintácticos, como son: «Ello hay», eso es muy dominicano”. Nuevamente enfatiza: “Eso no nos lo inventamos aquí, eso es un rasgo que se daba allá en la Edad Media, nosotros lo seguimos diciendo, en otros sitios se perdió, aquí se mantiene, muy estigmatizado, se considera del registro no culto, pero ahí está”. Otro ejemplo que puso fue la “etimología popular de decir «estábanos demasiado lejos»”. “Esa me encanta —dijo— porque esa es la desinencia verbal llevada a una explicación que tenga razón, Y es que, si somos «nosotros», por qué vamos a decir «estábamos», podemos decir «estábanos». Eso es una etimología popular llevada a la gramática, perfecta”. Otro ejemplo que agregó fue “«Yo no sé, no», esa doble negación dominicana, también es muy antigua. Bueno, pues aquí tiene esa característica”. “La colocación del pronombre personal sujeto después del «ya»”, es otro ejemplo que puso Rincón: “«Ya tú sabe», tiene mucho que ver ese «ya», no es siempre”. Igualmente trajo “eso de ponerle sujeto a los infinitivos, que son formas no personales del verbo: aquí decimos «Antes de nosotros salir», y le ponemos un sujeto a la forma no personal del verbo”. Explicó otro rasgo que es “la reorganización de un paradigma verbal: si yo digo «ustedes son mis panas», estoy en un nivel coloquial y sin embargo les estoy hablando en “usted”. Expresó que “el que no conoce otro paradigma verbal lo ve perfecto, segunda persona; pero el que ha aprendido a hablar en un paradigma verbal diferente oye el «ustedes son» como un tratamiento de cortesía, y sin embargo aquí ha perdido ese matiz porque nosotros no decimos «vosotros sois», nunca lo dijimos, sino decimos «ustedes son», tanto para la expresión de cortesía como para la expresión coloquial”.
Para explicar “el léxico”, María José Rincón habló del diccionario diferencial, que registra ese uso diferente del español dominicano diferente al español general, que es un diccionario de uso”. Dijo que “también los hay de normas. Lo que hay que saber es cuál es que uno está usando para no pedirle peras al olmo, es decir, para no pedir la norma al que es de uso o viceversa”. Explicó que “un diccionario de uso registra qué decimos, registra cómo lo decimos, generalmente no registra cómo deberíamos decirlo, casi siempre solo se responsabiliza del uso ortográfico”. Ejemplificó con la palabra «casimente» y dijo que “en República Dominicana todos decimos «casimente», y «casimente», analizándolo en la lengua es una expresión incorrecta porque los adverbios que se construyen con ‘mente’ se construyen con la forma femenina del adjetivo a la que se le añade ‘mente’; pero resulta que ‘casi’ no es un adjetivo femenino sino un adverbio, entones morfológicamente es una incorrección gramatical, pero léxicamente se usa. ¿Está en el Diccionario del español dominicano? Sí, porque es un diccionario de uso”, apuntó.
María José especificó que “si usted va a escribir o a hablar un discurso académico, o yo, que estoy haciendo esta exposición coloquialmente —y muy a gusto con todos ustedes—pero tratando de mantener un registro culto, evidentemente tengo que proscribir de mi forma de hablar «casimente» porque tengo que usar otro registro, necesariamente”. “Ese es el uso”, señaló. “Todo eso se combina, pero a mí me gusta que no sea María José que lo diga, entonces me he buscado una autoridad que nadie me va a objetar, que es Cervantes, en El Quijote, hablando de cómo habla Sancho y de cómo habla el Quijote: «Cuando algunos no entiendan estos términos importa poco, porque el uso los irá introduciendo con el tiempo para que con facilidad se entienda y eso es enriquecer la lengua sobre quien tiene el poder, el vulgo y el uso»”. Mostró Rincón otros “ejemplos de las cosas que léxicamente se diferencian en el español dominicano”, como son la siguientes: “«prigilio», busque que no lo van a encontrar en otro sitio”. Explicó que “no solo tenemos palabras diferentes, tenemos acepciones diferentes. Por ejemplo: el adjetivo «cenizo», «esperanza». «Esperanza» es una palabra clásica del español patrimonial, antiquísima, pero para nosotros tiene un significado añadido que es el del insectito verde, el saltamonte”.
La académica hispana-dominicana puntualizó que “en el diccionario hay unas abreviaturas que todos nos saltamos y que la mayoría de nosotros no sabemos lo que significan, que ahí es donde entran la Dialectología y la Sociolingüística en el diccionario, que son esas pequeñas abreviaturas que nos dicen cuál es el registro en el que se usan las palabras”. Dijo que “el español dominicano tiene algunas, tiene un sistema básico, pero tiene algunas”. En este ejemplo, de la palabra que María José presentó en pantalla, ella dijo: “Yo no la voy a decir porque como ustedes están viendo ahí, esa palabra tiene una connotación, esa connotación social, ese registro social, esa palabra que no nos atrevemos a decir —como la niña que demostró que era inteligente— en determinados contextos, en determinadas situaciones de comunicación, tiene una marca, y esa marca en el Diccionario —generalmente, si ustedes se leen las instrucciones del diccionario y el diccionario es bueno— te marca que esa palabra tú tienes que saber en qué situación social la vas a decir”. Así explicó, y mostró gráficamente, que “se puede hablar de variación estilística —que es esa variante diafásica de la que hablan los lingüistas— o esa variación sociocultural que es ese nivel diastrático o la connotación o la valoración social que esa palabra tiene”. María José Rincón mencionó “algunas cifras en las que se puede ver el universo que significa esa riqueza léxica: el Diccionario del español dominicano tiene 10900 entradas de uso propio, aunque lo compartimos con otros dialectos, con otras variedades; acepciones casi 14000; locuciones 4250 —que es aquello de «guindar lo teni», o sea dos palabras que no significan las dos palabras, sino otra cosa diferente: «guindar lo teni» no es ni «guindar» ni es «tenis» es otra cosa diferente, eso es una locución—, el español dominicano es muy rico en locuciones; registramos 400 extranjerismos establecidos — quizás no tanto como creemos, hay muchos flotantes que van y vienen por moda—; de flora y fauna por ejemplo tenemos 1300, esas son esas palabras añejas de la lengua, ahí hay mucho indigenismo, por eso es tan importante la potenciación de esa cultura ecológica para que todas esas palabras, ese patrimonio léxico no se pierda. Por ejemplo, la pelota: hay 400 términos relacionados con la pelota”. Añadió que ella siempre dice que el diccionario es un edificio de apartamento y a cada palabra se le dedica un apartamento pequeño, unos viven en un estudio, en una habitación, otros viven en un penthouse. Dijo: “«vaina», «tirar» o «palo» yo les puse ahí que tiene un penthouse, porque ahí en esa casa hay acepciones de 30, 40, 50 acepciones diferentes, algunas palabras diferentes generadas por la propia variedad y riqueza del idioma”. “¿Cómo todo eso se estudia a lo largo de la geografía en un determinado contexto físico? Ahí es donde ustedes se dan cuenta de la complejidad de la Sociolingüística y la complejidad de la Dialectología”, puntualizó.
Para concluir, y como un “motivo de reflexión”, María José Rincón expresó lo siguiente: “¿Cómo las hablas jergales o las hablas populares tienen como misión fundamental distinguirse del grupo, marcar territorio y generalmente son muy difíciles de seguirles la pista? Porque están diseñadas para que no les sigan la pista, están diseñadas para distinguir al grupo, para que el que viene de fuera no entienda, para marcar el territorio y por eso es tan complejo y hay tan pocos estudios de hablas jergales, en general, a lo largo de la historia de la lengua”.
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