Algunas sugerencias a lectores de textos
Por Tobías Rodríguez Molina
Todos los que leemos en público debemos saber que tenemos una responsabilidad, la cual está fundamentada en el compromiso, contraído con aquellos para quienes leemos, de leer sin alterar el sentido que nos transmite el texto. ¿Cuál pudiera ser el problema? Pudiera ser que cambiemos el mensaje contenido en el texto sagrado, expresando todo lo contrario de lo expresado en el mismo; o que se altere la receta médica, o el mensaje del político que envía una orden a un subalterno, como sucedió en una ocasión en que un dictador le dictó a su secretario el castigo que él quería que se le diera a un contrario político. El le dictó: “Muerte no, cárcel.” Pero el secretario copió: “Muerte, no cárcel.” Se envió la orden y ya saben ustedes lo que pasó. De ahí la conveniencia de tener en cuenta, cuando leemos, las pautas que a continuación les ofrezco.
_Hay que tener cuidado y pronunciar la “s” del “nos” pronombre en frases como la siguiente: “Hoy domingo nos vamos al campo como de costumbre.” Si no se pronuncia la “s” de “nos”, se da a entender lo contrario de lo que se quería expresar; es decir, se afirma que no iremos al campo en vez de decir que iremos al campo.
_También se debe prestar atención a la coma que le sigue al “no” en algunos casos como el siguiente: “¿Debemos ir a pasar un fin de semana con mucha ropa? No, vayan con poca ropa cuando pasen un fin de semana en un hotel.” Si no hacemos la pausa que exige la coma, dejamos dicho que hay que llevar mucha ropa cuando vayamos de fin de semana a un hotel.
_Si se lee un texto bíblico y no tenemos en cuenta la coma, y no hacemos la pausa necesaria, podemos poner el texto sagrado a afirmar lo contrario a lo que es un mandato del cristianismo. El siguiente texto confirmará lo que acabo de afirmar: “No, amen a sus enemigos.” A los seguidores de la fe cristiana se nos manda amar aun a aquellos que nos hacen daño, que se constituyen en nuestros enemigos. Y al no hacer la pausa después del “no” dejamos dicho que solo debemos amar a nuestros amigos. Y se destruiría la Iglesia de Cristo, que nos manda amar al prójimo (bueno o malo, amigo o enemigo) como a nosotros mismos.
_Cuando aparecen seguidos los términos “no nos”, como en el Padrenuestro, personas de un nivel sociocultural mediano o bajo deben prestar atención para no producir una metátesis al pasar la “s” del pronombre “nos” al adverbio “no”. Esa pronunciación la he escuchado en varias ocasiones en nuestras ceremonias litúrgicas, al decir algunos “nos no dejes caer en tentación”.
_Muchas personas, incluyendo proclamadores de la palabra (lectores) y monitores, tienen dificultad al leer las palabras israelitas, jesuitas, presbíteros, pues pronuncian “israelista”, “jesuista”, “prebístero”. Así que, mucho cuidado con esas palabras cuando les toque leerlas.
_Bastantes lectores, por desconocimiento de algunas palabras o por no haber practicado la lectura del texto que les toca leer, leen una palabra cambiándola por otra, con lo cual cambian el sentido del texto. Un ejemplo pertinente al caso lo constituyen las palabras “prejuicio” y “perjuicio”. Prejuicio significa “juicio previo (=opinión preconcebida y negativa de algo o de alguien)”, que no debe confundirse con perjuicio, que significa “daño causado a algo o a alguien”.
_Para leer bien un texto, es conveniente practicar varias veces su lectura para que se nos haga familiar su estructura, lo cual facilitará darle la entonación debida, poder realizar las pausas necesarias, saber pronunciar las palabras, especialmente las desconocidas o poco conocidas, cuyo significado debemos indagar, para no confundirlo con otro(s), con lo cual se pudiera cambiar el mensaje que el autor del texto quiere transmitir. Este aspecto debe tenerse muy en cuenta al tratarse de textos legales o sagrados.
_Será aún una mejor lectura si el texto se practica en alta voz y que otra persona que sepa leer bien escuche nuestra lectura y nos haga algunas sugerencias si fuere necesario. Lo buenos lectores suelen poner en práctica este procedimiento.
_Hay que prestar atención al vocativo en la sintaxis del español porque, si no lo reconocemos y eso nos lleva a no hacer la pausa y a no dar la entonación debida, se puede cambiar, también en ese caso, al mensaje que se quiere transmitir. Para una mayor ilustración, véanse los siguientes ejemplos: “Juan, trabaja fuerte para acabar temprano.” En este ejemplo se expresa un mandato o deseo y se está hablando con Juan. “Juan trabaja fuerte para acabar temprano.” En este caso se hace una afirmación y se está dialogando o intercambiando con otra persona diferente a Juan. Otro ejemplo ilustrativo es este: “Pedro, es mi amigo que quedó de venir hoy.” Aquí alguien dialoga con Pedro y le da a entender que ese que llegó, como estaba planeado, es un amigo suyo. Si no se hace la pausa después del vocativo Pedro, el que llegó no fue su amigo, sino Pedro.
Como ustedes ven, son múltiples los problemas de comprensión que podemos crear en quienes escuchan nuestras lecturas. Por eso debemos tener sumo cuidado al leer para no inducir a los que nos escuchan a errores de interpretación de los mensajes que les queremos llevar.
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