Charla sobre indigenismo en la República Dominicana a través de la novela Enriquillo
Por Víctor Valembois
Buenos días. Gracias a esta universidad, e indirectamente a don Bruno Rosario Candelier, cuya amistad me honra desde hace varios años y de hecho nos vamos a ver en Bogotá, en otro congreso.
Para mí es un agrado enorme seguir en la práctica académica y especialmente debo decir, estar aquí, reunido con tanta gente, me ilusionaba hacer acto de presencia aquí, especialmente gente con afinidad en la búsqueda del humanismo. Toda mi carrera en Costa Rica ha sido con total dedicación al humanismo.
He publicado un libro específicamente sobre relaciones. “Puentes” es la palabra obsesiva mía; puentes entre Centro América y Bélgica, en el sentido de que provengo de allá (de Bélgica), y por circunstancias curiosas y hasta dramáticas. Gabriel, mi colega y amigo costarricense me lo acaba de recordar, hoy 19 de septiembre yo salí libre de la cárcel en Valdivia, en el sur de Chile, detenido 5 días simplemente porque me había casado con una chilena, quien me dio dos hermosos hijos.
El trabajo al que aludí se refiere a relaciones entre autores de Centro América y mi tierra de origen que, no es lo más importante del mundo, pero me parece a mí que, conociendo yo este otro lado del Atlántico y habiendo yo aterrizado por aquellas circunstancias en Centro América, puedo ahondar en eso, por lo que me dediqué a investigar en cuanto diversos autores de Centro América llenan de relaciones explicitas en sus obras con mi tierra, me refiero por ejemplo a Miguel Ángel Asturias con su novela Hombres de maíz, una novela muy compleja, también pienso en Max Ferrer, héroe en Salvador, pienso en Honduras, el cual tuvo un excelente novelista como estudiante —- (no hace mención de nombre). Pienso en Nicaragua, querida Nicaragua, cinco escritores nicaragüenses tienen mucha relación con mi tierra, como Rubén Darío, quien fue también un escritor de manifiestos políticos, y así muchas investigaciones mías me comprobaron toda mi —- desconocida. De repente ustedes, por sus padres, por abuelitos, por gente conocida, me podrán ayudar con mi investigación, porque Mercier fue un bastión de gran cristianismo social de dimensión renovadora dentro de la Iglesia católica, y estoy convencido, a priori, de que muchos médicos, muchos profesionales de esta República Dominicana deben de haber estudiado en Bélgica, o en Bruselas que es la capital. Hoy en día, por circunstancias del mundo, la gente conoce más a Bruselas y casi no conoce la palabra Bélgica, que es un país chiquitito… Somos más belgas en menos territorio en comparación con República Dominicana; vivimos apilados allí. Pero el punto es que tenemos que ver fructífera esta relación con Europa, no para repetir errores del pasado, sino para un mundo global de orden único, con el que ustedes me ayudarán.
En el caso mío, puedo decir que soy flamenco, no por las castañuelas, no por el pájaro sobre una pierna, sino porque ‘flamenco’, como dice en su tercera acepción, son los habitantes de Flandes. Salvando dificultades puedo decir que la región de Flandes y Bélgica en su totalidad no son entidades idénticas, pero se relacionan fuertemente. Realmente para mí fue una enorme sorpresa leer la novela Enriquillo de Galván que, es más que centenaria y encontrar lazos y conexiones entre ambas partes; ustedes me van ayudar porque, quiero a la larga escribir un segundo volumen que ya no se circunscriba a autores centroamericanos y Bélgica, sino a un círculo más amplio, es decir, quisiera abordar por parte de México y Bélgica, por ejemplo, a Carlos Fuente. Casi todas sus obras tienen referencias a Flandes y Bélgica, ya sea por la colonia del siglo XVI, en México, su capital, en Veracruz, en Gretaro hay calles de Flandes, está el hotel Amberes, los comederos, lo cual era un oficio muy de mi tierra… Y quiero rescatar estos puentes en Carlos Fuentes, no solo en el siglo XVI, sino también en el siglo XIX.
Por otra coincidencia que estoy profundizando en este momento, en el siglo XIX Carlota de México, la hija del primer rey de Bélgica se casó en Bruselas con el austríaco Maximiliano, y fue un proyecto en verdad muy fantasmagórico y, hasta trágico. Ellos fueron a México dentro de un proyecto imperial que resultó un desastre. Un desastre absoluto, de intromisión, bien intencionado, pero de resultado dudoso. En Carlos Fuentes, esta dimensión está muy marcada en casi todas sus obras. De pronto les relato un detalle curioso. Por mi apellido paterno, soy descendiente de John Valembois, un soldado de la guardia de la reina Carlota. La palabra ‘mariachi’, por ejemplo, en una de las acepciones podría provenir de mariage (se pronuncia mariách), que significa matrimonio en francés y ahora es un producto cultural. Véase cómo la incidencia de los políticos repercute en lo cultural más que lo literario en las vivencias artísticas. Otro país que me gusta mucho y que conozco bastante es Colombia. El coronel Aureliano Buendía, en el momento de ser fusilado, como se menciona en el primer párrafo de Cien años de soledad, creo que estuvo pensando en su descendencia, pero resulta que ahí hay montones de alusiones a Flandes y a Bruselas; su nieta estudió en Bruselas, y pues como todos, enamoradísimos, se llevó a Macondo a Gastón. Gastón llega a Macondo en bicicleta.
La gente anda con la idea de que Bélgica es muy poco desarrollada. Los belgas históricamente formábamos parte de una unión más grande, los Países Bajos, este pedazo del territorio al norte de Francia, al oeste de Alemania, ese territorio histórico de los Países Bajos, es lo mismo al norte que en el sur, con la diferencia de que allí hubo un corte provocado por el siglo XVII por luchas políticas y religiosas de reconquista.
Por ejemplo, en la obra teatral española que se llama En Flandes se ha puesto el sol. Está históricamente comprobado que para el imperio español la guerra en Flandes que sería el sur de los Países Bajos fue, como quien dice, ‘el Vietnam de los verbos’. A Holanda ustedes lo asocian con los quesos, con hacer el vocabulario de términos navieros, ‘mástil’, ‘lastril’ son palabras de los del norte; lo que pasa es que estos, los del norte que se fueron por terror evacuando desde el sur donde estaba el Duke de Alba se fueron identificando mucho más con un proyecto nacional. La idea del flying dutchman de los holandeses errante es una mitología constructiva muy, muy dinámica y los del sur necesitarían este tipo de vivencia nacional. Lo que pasa es que en Bélgica hay una frontera específica. Mis apellidos claramente, del sur de Bélgica y del norte de Francia, de Picardía que se menciona, no desde el principio, pero desde la página 79 de mi edición de Enriquillo por parte de los Franciscanos que llegaron, y estos son hechos históricos, a principios del siglo XVI. La Picardía, no tiene nada que ver con la ‘Picaresca’ ni ninguna asociación errónea, es una región que ahora pertenece formalmente al norte de Francia por expansionismo de Luis XIV.
En Bélgica hay claramente ahora dentro del territorio de 32,000 km cuadrados, una división que explica que solo el 45% de los belgas lleva como idioma materno el francés, he dicho una minoría. Mi padre era claramente francófono pero mi madre por ser de Longisland, la parte norte de Bélgica pertenece al grupo de idiomas flamenco, otros dirán holandés, yo prefiero que hablemos del neerlandés que sería más adecuado, y para mí, aprender alemán es como para ustedes aprender italiano o portugués.
Desde luego que a ustedes por las generaciones anteriores, a ustedes existe una tendencia a pensar en el francés como un idioma dominante. Para ser preciso, incluso en Bélgica hay 100,000 ciudadanos belgas con pasaportes en alemán porque los alemanes invadieron dos veces a Bélgica sin permiso, simplemente para atacar a Francia. Después de la primera guerra mundial, las potencias le regalaron a Bélgica un pedacito de Alemania.
Estos son detalles no quiero proyectar nacionalismo, pues sería fatal; sino, predicar, construir una civilización humanista y mundial, un solo globo, como lo dijo Federico Henríquez Gratereaux, y ahora empiezo con la novela de esta querida república.
Puedo especificar, página por página una serie de relaciones explícitas en esta novela que no les van a interesar mucho, y creo que es un acierto que ahora el Enriquillo no se estudie como novela obligatoria entre ustedes, es una novela totalmente romántica de fines del siglo XIV, publicada en 1879, pero artísticamente muy valiosa.
José Martí, que estuvo aquí en dominicana la elogió enormemente y a mí me reforzó la visita a este país esta relación totalmente sorpresiva. Resulta que, gracias a los amigos de aquí, fuimos, por ejemplo, a la catedral y uno ve por el lado sur de la misma, hay en la fachada, frente a una librería cristiana, una enorme águila con dos cabezas, es totalmente absurdo como entidad biológica, pero obedece a un símbolo muy importante de los Habsburgos.
Resulta que cuando se hizo el descubrimiento de América, que se hizo por aquí, ya había curiosamente mucha relación con mi tierra. Dicha relación se formalizó en 1517 cuando alguien nacido en Gante, en Bélgica (nacido en 1500), llegó con 800 asesores personales auxiliares en muchos barcos desde Flandes, cerca de Santander en 1517. ¿Fue una invasión? No. La gente como no tenía CNN, ABC News ni whatsapp pensó que eran los moros que invadían y no fueron necesariamente bien recibidos, aquellos flamencos. Los trataron rápidamente de ‘vientos de lúpulo’. El lúpulo es el ingrediente básico de la cerveza. La cerveza Stella Artois (se pronuncia árjtua), es estrella en latín y Artois es de la Picardía, ahora Francia. El presidente Macon, es de esta misma región histórica; los belgas consumen más cerveza per cápita que los alemanes. A mí no me gusta la cerveza ni menos las del Artois, el asunto es, ¿por qué tanta gente llegó como Pedro por su casa?,
Ahora explicaré algo muy complicado que está implícito en la novela. ¿Quiénes eran los papás de este invasor, Carlos V? Le dicen Carlos V, emperador de Alemania y Carlos I de España, pero, ¿por qué? ¿Cuál es la relación? Este Carlos nació en 1500 de una madre que se llamaba, no oficialmente pero sí según los comentarios populares, Juana la loca. De que era loca, lo era, por herencia, además de que esta gente de sangre azul se casaba en círculos muy específicos, y la idea amor, la idea matrimonio era muy, muy distinta a la idea romántica y positiva que tenemos ahora porque todos celebramos el amor y la vivencia integral. La cuestión es que Juana la loca era la mamá de Carlos V. Pero ¿quién era Juana la loca? Era hija de los famosos Reyes Católicos: Isabel la Católica (de Castilla) y Fernando de Aragón. Espero que así puedan ubicar mejor este enlace matrimonial muy estratégico, primer escalón real construido de una España vertebrada, que ahora se está desarticulando un poquito.
Los reyes católicos eran quienes gobernaban en España, Isabel hasta 1504 y Fernando hasta 1516, y eran los gobernantes en el período en que hubo este choque cultural que llamamos la “Conquista” y los habitantes de La Española fueron los primeros en recibir el golpe.
Ahora bien, la hija de los Reyes Católicos se casó con alguien de mi tierra. No mandaron ningún selfie, creo que puede haber habido un retrato de por medio. Era de moda en ese entonces que entre la gente de sangre azul hubiese lo que ahora es un deporte nacional de la fotografía, que era la pintura. Los pintores primitivos de mi tierra eran expertos en eso de la fotografía de las personas. Primitivos no en el sentido de ingenuos, incultos, sino todo lo contrario, son los primeros en la utilización de la pintura al óleo. La cuestión es que ella, increíblemente curioso, una princesa española se va a casar al puro norte en Amberes, una ciudad portuaria en el año 1499. Imagínense el intercambio cultural, totalmente inaudito y la vivencia de dos personas que simplemente por orden de sus padres se van a casar. Son órdenes dinásticas que la juventud respetaba.
Isabel tuvo que casarse con un caballero de Flandes por el ajedrez dinástico que prevalecía en ese momento, con un caballero de Flandes que se llamaba Felipe II. Felipe I era el abuelo de este Felipe II, quien era un príncipe flamenco (de Flandes). Dice la historiografía que Felipe vino para España, no precisamente en turismo lo cual está ahora de moda, sino que fue a ver sus futuros dominios. Felipe iba a echar una mirada posesiva a sus futuros dominios en el sentido en que España pertenecería a Flandes, pertenecería y perteneció a Flandes por las circunstancias del matrimonio de Juana la loca con Felipe de Flandes.
Lo que pasó es que el muy católico rey Felipe de Aragón mandó simplemente a liquidar a su yerno. Lo que se alegó oficialmente es que al regresar de una cacería tomó mucha agua fría produciéndole un paro cardíaco, pero la versión legítima es que fue un asesinato político. Este es uno de los prototipos maquiavélicos que precisamente Maquiavelo tomó como prototipo para su libro de enseñanza política que se llama ‘El príncipe’. A usted, mi príncipe, no le tiene que importar si el otro piensa A o B, a usted lo que le interesa, sangre fría, es ver lo que le conviene y nada de sentimentalismo, nada de moral, usted conquista por el medio que sea. A pesar de este asesinato siguió adelante, porque era la ley de la jerarquía, el hijo de Felipe II.
Todo eso está prefigurado en la novela y es muy curioso cómo la novela de Galván, por muy romántica que sea, es buena, bien escrita, hace buen uso del idioma, buen manejo de la captación del lector, de la intriga, y todo eso es algo que hay que subrayar y poder aprender. Esta novela se inspira muchísimo en la realeza histórica documentada. Resulta que en la pág. 66 de mi edición está presente, por ejemplo, un padre remigio de Picardía (parte de Flandes, en el sentido histórico de la palabra), como uno de los frailes franciscanos que llegaron con buenas intenciones, como el fraile Oviedo del que vi la estatua en la terraza cerca del palacio del hijo de Colón, Diego Colón. La cuestión es que, si yo, como pienso hacer, quiero rastrear todas las alusiones, todos los puentes con mi tierra de origen que, con la sorpresa impresionante de, por lo menos 50 alusiones explícitas al topónimo Flandes, al gentilicio flamenco, al terciopelo de Flandes en el castillo de Diego Colón; vi ayer mismo un tapiz, y el guía muy bien intencionado dijo: —Sí, sí. Este es un tapiz persa.
Ahora todos piensan en Aladino y la alfombra voladora, y cosas de estas… pero estoy casi seguro de que este tapiz que, tiene de hecho la imagen de Isabel la Católica, fue hecho o en Bruselas o en Tuné, que es la capital de Picardía, en donde nace mi papá y mi abuelo, o al norte de Francia y sur de Bélgica la cual es una región textilera que tuvo vínculos explícitos comerciales y políticos con España y con esta República Dominicana.
El asunto que me maravilla en esta novela es que Galván muy, muy objetivamente no hace ni la apología de los dominicanos aquí como tal, ni tampoco del europeo; sino que entreteje la historia con una figura principal, un muchacho indígena al que le pusieron un nombre cristiano europeo de Enrique, Enriquillo, pero dentro de un tejido muy veraz, muy verosímil, un tejido que no excluye intrigas, la relación de conquista no fue ni mucho menos de un bloque de españoles, todos perversos, todos sanguinarios, todos hijos de… frente a unos pobrecitos indígenas, víctimas del exterminio.
No ignoro el exterminio que ahora llamamos genocidio y como europeo pido perdón, pero hay que ver las cosas desde su contexto real. A mí me impresionó cómo es que a partir de documentos históricos se menciona a flamencos en esta novela, como Adriano el profesor de Carlos V, que después fue Papa. Se menciona también, entre ‘los malos’ a Fonseca, otro religioso muy, muy aliado con sectores que ahora llamaríamos los de la derecha, es decir, vinculadas al capitalismo.
Los Centroamericanos suelen conocer del lado del Pacífico (el otro lado), porque la conquista de este territorio no se hizo por el Atlántico, que era impenetrable por los bosques, por el clima, los insectos, sino por el norte de la actual Colombia, lo que ahora se llama Panamá. En 1513 Balboa descubre el Pacífico, que no tiene nada de pacífico, y me acordé del Pacífico cuando el colega Rodríguez nos trajo desde nuestro hotel, en el centro de Santo Domingo hasta allá, a lo largo de esa avenida larga, elegante, con palmeras y el mar a la izquierda, me recuerda un camino amoroso rumbo a Viña del Mar. La conquista se hizo desde el Pacífico, y más arriba de Costa Rica hay 6 repúblicas ahora, una muy distinta a la otra, Costa Rica, Nicaragua, El Salvador, Honduras, Guatemala y Panamá que, históricamente no forma parte de Centroamérica, sino de, geográficamente América Central lo cual son dos cosas diferentes; Una cosa es Centroamérica y América Central. Por la costa del Pacífico hay colindantes tres países: Nicaragua, Honduras y El Salvador. El Golfo de Fonseca, linda bahía, de promisoria trayectoria industrial y económica si es que estos países se pusieran de acuerdo. La cuestión es que el Golfo de Fonseca se llama así por otro sacerdote y político muy aliado con el capital, muy aliado con la opresión anti-indígena, en contra de grupos favorables a la causa indigenista, como es la de Montesino, la de Bartolomé. Aquí, personajes Cisneros como el padre Remigio, todo eso está entretejido en la novela, con base en documentos escritos que, el autor Galván cita al pie de página, imagínense una novela con notas al pie de página.
La llegada de los 800 flamencos a Santander tuvo una repercusión que llegó hasta aquí mismo: Uno de los asesores principales de Carlos V tenía un nombre que ustedes utilizan aquí y no voy a pronunciar ahora, cuya reminiscencia está a diario en ustedes, en la palabrita que es casi una muletilla. En Costa Rica, por ejemplo, entre 100 palabras, son de muletillas, es decir, palabritas de relleno.
Yo le tengo un enorme respeto a Bartolomé de las Casas porque él en agosto de 1517 desde aquí (Rep. Dom.), se fue a España y de ahí fue a Flandes a poner en aviso sobre lo que estaba pasando, la sangría, la matanza generalizada, explícita, intencionada por parte de los privones católicos, como es el caso de Fonseca, pero también, seamos honestos, fue simplemente casual, la distinta biología, el hecho de que los taínos eran menos de sustentos que los españoles y los flamencos. Bartolomé se menciona enormemente, también en esta novela con gran cariño buscando acercamiento al rey flamenco, Carlos V y antes a su asesor político, Jean —-, un hombre culto totalmente, todo lo opuesto a —- que fue un privón, por hablar en términos prosaicos actuales. Jean —- era un hombre renacentista que captó esta idea precursora de Montesinos y Bartolomé, a estos de otro colorcito ríen igual que uno, mientras hay otros escudándose en teorías racistas entendiendo que otros son inferiores, pero igual son humanos. Yo recomiendo y termino que si bien es obligatoria la lectura de la novela pues le echen la mirada crítica desde la perspectiva actual.
(19/septiembre/2018)
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