Radio Nacional de España entrevista a don Bruno Rosario Candelier
–Pregunta: Buenas tardes, don Bruno Rosario Candelier y gracias por su atención a esta entrevista. Vamos a comenzar por el origen de la Academia Dominicana de la Lengua.
–BRC: Me complace participar en esta entrevista con usted por Radio Nacional de España para hablarle de la Academia Dominicana. Realmente, la fundación de nuestra institución, establecida en Santo Domingo el 12 de octubre de 1927, fue una iniciativa del entonces Arzobispo de Santo Domingo, Mons. Adolfo Alejandro Nouel, quien convocó en su día a los intelectuales dominicanos más importantes, como suele acontecer en todas las Academias de la Lengua, en la que se han integrado escritores de prestigio, intelectuales consagrados, hombres dedicados al estudio de la lengua o al cultivo de las letras. Entonces, naturalmente, fueron los miembros fundadores los que dieron el impulso fundacional a esta institución de nuestro idioma, que ostenta la representación de la Real Academia Española en la República Dominicana. La Academia Dominicana de la Lengua tiene una importante trayectoria y, por el prestigio de sus integrantes, goza de una autoridad en nuestro país. Naturalmente, en atención a la labor realizada y por la finalidad de la institución expresada en los propósitos que la anima, la institución ha tenido como norma dedicarse al estudio y el cuidado de la lengua, a defender y preservar la esencia de nuestro idioma, que es la lengua española en la que ustedes difunden su hermoso programa de comunicación, y trabajamos por el mantenimiento y el avance del genio de nuestra lengua, de esa hermosa herencia que recibimos de España, aunque en su historial no siempre ha sido del todo activa, ya que tuvo, como se dice de los cañaverales, períodos de tiempo muerto, pero en los últimos 15 años nuestra Academia ha estado ejecutando una labor de servicio a la comunidad, al tiempo que colaboramos con los proyectos y los programas lingüísticos de la Real Academia Española. –¿En qué consiste esa labor, señor Rosario Candelier? En ese sentido tenemos una tarea a lo interno y a lo externo de la institución a favor de la sociedad. A lo interno de la institución, colaboramos con la RAE en el estudio y la revisión de los materiales lingüísticos que nos remiten para reportar nuestras observaciones y sugerencias sobre diversos aspectos de la lengua. Y a lo externo, mantenemos un plan de trabajo al servicio de la comunicad. Muchos de los escritores que han pasado por nuestra institución han sentido esa identificación con la corporación y con nuestra propia lengua, que es la razón de ser de esta entidad cultural, y naturalmente han hecho una labor en beneficio de las letras y de la lengua misma, sobre todo, mediante el cultivo de las letras. Actualmente nuestra Academia cuenta con lingüistas, ensayistas, poetas, narradores, novelistas, críticos literarios, investigadores y profesores consagrados a la enseñanza de la lengua cuya defensa forma parte de nuestra misión, que asumimos con orgullo y fervor. –¿Por qué la Academia de la lengua atiende al cultivo literario? Realmente la literatura es la expresión estética del lenguaje y en tal virtud tiene mucha importancia, además de que es la vertiente creativa que de una manera significativa y directa llega a la población porque a través de la palabra escrita, de la impresión del libro, de la escritura de poesía, narrativa, teatro, ensayo o crítica literaria, se hace un servicio, un servicio de la palabra, para estrechar vínculos con la comunidad. No solo se trabaja en lo que es poner a desarrollar el talento de la imaginación, sino que a través del cultivo de la belleza y la valoración del sentido, como es la creación del lenguaje literario mediante el uso de las palabras, la literatura tiene una misión, no solo complementaria del lenguaje en su dimensión estética, sino que atiza el cultivo de la inteligencia, la imaginación y la sensibilidad, y eso se hace mediante el lenguaje escrito, que es, con la expresión hablada, la otra cara de la lengua. Por eso nosotros le damos mucha importancia a la literatura, sin descuidar la atención a la lengua, eje de nuestra tarea y base de nuestra institución, al tiempo que propicia un vínculo con la comunidad. Tenga presente, señora Castelani, que desde sus inicios la RAE consigna en sus estatutos que su misión está centrada en el estudio de la lengua y el cultivo de las letras, y nosotros, como institución correspondiente de la Real Academia Española en la República Dominicana, le hemos puesto atención a esos dos aspectos, particularmente desde que este servidor fue elegido director de esta corporación. –Usted dijo que su Academia mantiene un contacto con la comunidad. ¿Puede explicarles a los oyentes en qué consiste? En nuestra Academia hemos creado algunas instancias de trabajo. Para estrechar vínculos con la comunidad realizamos actividades con participación del público: ofrecemos conferencias y coloquios; celebramos tertulias y encuentros; presentamos libros y recitales. Para activar nuestro vínculo con la comunidad, creamos dos grupos adjuntos a la institución: un grupo que se dedica al desarrollo de la narrativa, con el nombre de Mester de Narradores; y otro grupo que le pone atención al cultivo de la poesía, con el nombre de Trovadores de la Academia. Con sus integrantes, pero sobre todo con los miembros de la Academia, tanto numerarios como correspondientes, celebramos actividades abiertas a la comunidad, con los citados coloquios, tertulias, encuentros, jornadas de poesía, publicación de libros, seminarios y talleres en torno a nuestra lengua y nuestras letras, tanto de la literatura española, como la literatura dominicana e hispanoamericana; más aún, le damos singular importancia al estudio de las letras hispánicas desde sus inicios para estudiar la tradición clásica de la literatura española, enfocar en su contexto literario las raíces de nuestra lengua para darla a conocer en nuestro país, y de hecho tiene mucha acogida esta actividad por parte de nuestros ciudadanos, especialmente los de la capital dominicana, que es donde está la sede de la institución; pero, además, sabiendo que el país no está conformado únicamente por los habitantes de la ciudad capital, que es Santo Domingo, a menudo preparamos actividades en las provincias, en pueblos y ciudades distantes del centro capitalino; visitamos poblaciones del interior y organizamos recitales poéticos y presentación de libros, entre ellos los códigos esenciales de nuestra lengua, como el diccionario, la gramática y la ortografía, que promovemos mediante actividades públicas, que realizamos, como ya le dije, en la sede de la institución establecida en la capital dominicana y en comunidades y centros universitarios y culturales del interior de la República, tanto del Norte como del Sur y la región del Cibao de nuestro territorio insular, y siempre que hacemos esas actividades sentimos el respaldo de los pobladores y naturalmente podemos apreciar la necesidad que tienen de que se les lleven estos mensajes y estímulos para motivar la lectura, para dar la orientación lingüística pertinente respecto a la gramática, la ortografía o el vocabulario de nuestra lengua y de nuestras letras, lo que naturalmente implica un trabajo que realizamos con el concurso de los académicos identificados con nuestra corporación. –¿En qué consisten esas tertulias en la Academia? Esa es una particularidad de nuestra Academia en la República Dominicana. Tenemos dos tipos de tertulias: una lingüística y otra literaria. La tertulia lingüística la coordina la académica y lingüista María José Rincón; la tertulia literaria la dirige la académica y literata Ofelia Berrido. Ambas realizan un inmenso y eficiente servicio a nuestra institución y al país. Esas tertulias funcionan de la siguiente manera: la coordinadora de la Tertulia Lingüística selecciona un tema vinculado, casi siempre, a lengua, y tanto ella, como otro académico, lo desarrollan y abren un espacio de participación del público presente. La Tertulia Literaria, que se denomina “Letras de la Academia”, como la tertulia lingüística, se realiza una vez al mes, en fechas diferentes, y sus coordinadoras, auxiliadas por nuestra asistente en la Academia, convocan al público que habitualmente asiste a nuestras actividades; en cada jornada presentamos a un escritor o un tema literario o el análisis de una obra poética o narrativa o un planteamiento teórico en torno a los movimientos literarios y buscamos un conferenciante que lo mismo suele ser un académico de la lengua o un escritor o intelectual reconocido (a veces no tan reconocido porque les damos también oportunidad y entrada a todos los niveles, escritores establecidos y escritores en agraz), y entonces ese escritor presenta una conferencia y al término de la conferencia, la charla o la disertación, damos participación al público para que efectivamente se produzca un diálogo o coloquio con los participantes a partir de preguntas, de sugerencias, de comentarios en torno al tema del día y normalmente nos llevamos dos o tres horas en esas actividades literarias. En cuanto a la lengua, las actividades realizadas hasta la fecha, en sesión que llamamos Tertulia Lingüística de la Academia, se trata normalmente de enfocar los temas específicos sobre el ámbito del lenguaje vinculado a cualquiera de los códigos fundamentales, como el diccionario, la gramática o la ortografía. En ocasiones presentamos y analizamos la obra de un lingüista, una obra vinculada a la lengua o enfocamos en ocasiones la vertiente lingüística de una obra literaria, de manera que esta tertulia lingüística enfatiza diferentes vertientes del conocimiento del lenguaje justamente para motivar el amor a nuestra lengua, de manera que nuestros hablantes se interesen por seguir estudiando su propia lengua, por profundizar en ese conocimiento, por ahondar en la formación intelectual vinculada a los hechos del habla, a los fenómenos de nuestra lengua, que es compleja. ¿De qué manera, don Bruno, mantenéis el vínculo con la RAE? Fundamentalmente el enlace se opera directamente con la RAE, mediante correos electrónicos con la dirección o por intermedio de Pilar Llull, jefe del gabinete de dirección, o a través de la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE) cuya sede ejecutiva está en Madrid, de tal manera que cuando recibimos los textos que nos envía la dirección de la RAE, estudiamos esos textos, que se envían a todas las Academias de América y Filipinas; entonces cada Academia estudia cuidadosamente lo que nos remite el equipo ad hoc de la RAE respecto al planteamiento o la temática que nos ofrecen y, desde luego, hacemos nuestro estudio, presentamos nuestras observaciones y planteamos nuestras sugerencias. A veces hemos establecido relaciones directas con algunas Academias para confrontar pareceres, aunque normalmente las relaciones se establecen fundamentalmente cuando hemos sido convocados por la RAE en reuniones que se han celebrado en España, como también en Argentina, Chile, Colombia, México y Puerto Rico, es decir, en donde nos han convocado y hemos asistido y allí compartimos los académicos los temas vinculados a nuestra lengua. Tenemos la reciente edición del Diccionario de la lengua española en cuya confección hemos colaborado y tenemos la satisfacción de que en esta edición se ha aumentado la presencia de términos y expresiones de nuestro lenguaje; por ejemplo, la marca R. Dom. aparece en unas 1215 acepciones de diversos vocablos de nuestra lengua, con lo que ha aumentado la presencia de voces dominicanas y de otras nacionalidades americanas en el diccionario académico de nuestra lengua; esa presencia de voces y significados del lenguaje de los países de la América hispana ha aumentado significativamente en el diccionario porque hay una disposición panhispánica en la dirección de la RAE, una actitud panhispánica que compartimos todas las Academias y, entonces, la lengua española tiene una presencia plena en todo el mundo hispánico. La misión es entender que ya el meridiano del idioma no pasa por la Puerta del Sol, como decía Dámaso Alonso, ese prestigioso lingüista y crítico literario que dirigió la RAE, puesto que en cada ámbito del mundo hispánico donde se habla la lengua española existe el modelo adecuado. Eso naturalmente nos compromete a todos los hablantes con la identificación de nuestro idioma, con la ponderación de nuestras Academias y con el rol que desempeñamos los académicos de la lengua a favor de nuestro sistema de expresión de este hermoso legado que hemos recibido de España y de los españoles. Realmente hay una vinculación entre las Academias ya que por un lado tenemos reuniones cuando nos convoca la dirección de la RAE; esa convocatoria se ha realizado no solamente en Madrid donde se nos invita a los directores, sino en varias poblaciones de América, en varios países donde efectivamente se han realizado encuentros; por ejemplo, en Rosario, Argentina; en Valparaíso y Santiago de Chile; en Medellín y Cartagena de Indias, de Colombia; en San Juan de Puerto Rico; en Puebla de los Ángeles y en Ciudad de México; y en esas poblaciones donde hemos asistido, naturalmente es una ocasión propicia para llevar a cabo ese espíritu solidario que llamamos actitud panhispánica de la lengua, que fue una iniciativa de don Víctor García de la Concha, el anterior director de la RAE, que inyectó a nuestras instituciones ese espíritu de coparticipación, de comunión entre todas las Academias; entonces cuando recibimos un material literario o lingüístico de la RAE, bien sea lexicográfico, vinculado con los diccionarios, o textos de carácter gramatical o vinculados con la ortografía, tratamos de ver qué cosas podrían modificarse o mejorarse. Efectivamente así acontece, ya que hacemos propuestas concretas para dar nuestra opinión o nuestras sugerencias en torno a aspectos específicos de nuestra lengua, y eso a menudo podemos hacerlo directamente con la RAE, como se ha hecho en el pasado, sobre todo cuando se trata de áreas lingüísticas en las que se divide el ámbito hispanoamericano, porque hay aspectos comunes en las diferentes áreas; por ejemplo, en el área del Caribe insular de las Antillas existen 3 países de habla hispana, que son Cuba, República Dominicana y Puerto Rico. Entonces hay voces, por ejemplo, que tienen acepciones compartidas por los hablantes de esos países; pero lo mismo pasa en Suramérica con los países del Cono Sur, y en Centroamérica, y en virtud de esa realidad lingüística, diversa y variada, es muy amplia ya que la lengua española no tiene una sola forma de manifestarse sino que tiene variantes; en cada país hay variantes específicas, variantes en cuanto al vocabulario, variantes en cuanto a la pronunciación o la forma de hablar. Entonces eso hace que la institución de la lengua tome en cuenta esas diferentes modalidades de los hechos de lengua. –¿Qué habéis hecho de manera compartida con las Academias? Hemos publicado el Diccionario de americanismos y hemos colaborado con la confección del Diccionario de la lengua española. Precisamente el jueves de la próxima semana presentaremos oficialmente en nuestro país el Diccionario de la lengua española, como lo hicimos también con la Gramática de la lengua española y con la ortografía y la fonética de nuestra lengua. En la confección de este Diccionario han participado todas las Academias; desde luego, el trabajo mayor lo ha hecho la RAE con su equipo lexicográfico que presidiera don Pedro Álvarez de Miranda; pero todos hemos colaborado, unos más, otros menos, para que esta edición sea más amplia, más rica, más completa, más actualizada y más precisa en la descripción de los vocablos de nuestra lengua. En cada país la Academia es la responsable de darlo a conocer. En combinación con la empresa que lo ha editado, lo vamos a presentar con la participación de tres académicos de la lengua para explicar diferentes vertientes lexicográficas. Por ejemplo, la académica María José Rincón va a enfocar el tema de la relación establecida entre las voces dominicanas y las voces de la lengua general que aparecen en el diccionario oficial de nuestra lengua; Manuel Núñez Asencio enfocará el aporte que ha hecho nuestra institución al diccionario dando a conocer los vocablos que tienen particular incidencia en el uso de nuestros hablantes; y quien te habla va a enfocar el aporte de nuestra Academia al caudal de voces y expresiones consignadas en ese código de nuestra lengua. En los tres casos cada uno tratará de ponderar la importancia de este diccionario, que es el tesoro lexicográfico de la lengua española. –¿Por qué el Diccionario es el tesoro lexicográfico del español? Porque el Diccionario de la lengua española registra, define y ejemplifica el mayor caudal de voces de nuestra lengua y, en tal virtud, se ha constituido en el texto lexicográfico más importante para los hablantes en atención al conjunto de voces consignadas en este magnífico código de nuestra lengua. Las consultas que reciben las Academias de todo el mundo hispánico, tanto sobre el significado de palabras, como sobre asuntos gramaticales y ortográficos, evidencia que los códigos de nuestra lengua tienen una alta ponderación de parte de los usuarios de la lengua en el mundo hispánico; y el Diccionario ha demostrado que es el instrumento fundamental para el conocimiento de nuestra lengua y el conocimiento del mundo. –¿Estáis trabajando ahora en algún proyecto especial? Efectivamente, con una entrega total, estamos trabajando en la confección de un Diccionario fraseológico dominicano. El año pasado publicamos el Diccionario del español dominicano, sin duda el más importante aporte de nuestra Academia a la cultura dominicana y a la cultura de la lengua. Era una meta que teníamos hace varios años, y en ese volumen recogimos las principales voces del español dominicano. Pues bien, ahora estamos trabajando en la recolección de locuciones, frases, giros y adagios, las expresiones idioléxicas que conforman el habla viva del pueblo dominicano. Ya llevamos 3 años de trabajo y pensamos que este año publicaremos esa obra que forma parte de nuestra misión como Academia. Otra inquietud que tenemos actualmente, la que es un reto para nuestra corporación, es el ofrecimiento de un Doctorado en Filología Hispánica, ¿por qué? Porque en los últimos años nuestros centros de estudios superiores, es decir, las universidades, cerraron las escuelas de filología y las escuelas de letras; ahora están comenzando a reabrirlas porque se han dado cuenta de que fue un error cerrarlas ya que ese cierre contribuyó al atraso en cuanto al conocimiento de nuestra lengua y de nuestras letras; entonces, para nosotros es una meta acariciada llevar a cabo un curso a nivel de doctorado en Filología Hispánica donde tendrá espacio el estudio de nuestra lengua y la literatura. Podríamos mejorar las actividades que hemos estado haciendo en los últimos años; por ejemplo, publicamos un boletín cada semestre sobre las realizaciones de nuestra Academia. En ese boletín aparecen las actividades que realizamos, artículos vinculados con la lengua o con la literatura, consultas lingüísticas y literarias, crónicas de lo que hace la institución y otros asuntos vinculados con la lengua y la literatura. Publicamos también libros y seguiremos con el plan de publicar obras vinculadas con la lengua y la literatura, y seguiremos impulsando las tareas que vamos ejecutando, con la participación de nuestra Academia en el seno de la comunidad, tanto en la ciudad capital como en poblaciones del interior, con las diferentes áreas del trabajo que esta corporación ha emprendido a favor de nuestro país. –¿Cuál es la motivación para esas labores, don Bruno? La motivación nace de un ideal al servicio del conocimiento de nuestra lengua para el desarrollo del espíritu. Estamos trabajando siempre, estamos haciendo actividades a favor del conocimiento y la defensa de nuestra lengua y eso es un reto permanente, un reto y un estímulo que nos impulsa a actuar porque es apremiante el conocimiento de nuestra lengua, sobre todo, en un país como el nuestro donde tenemos una pobre tradición en cuanto al dominio del sistema de signos y reglas, que en esencia es el idioma. –¿Cuáles palabras identifica el lenguaje de los dominicanos? Te puedo decir algunas de las palabras que usamos los dominicanos y que afortunadamente ya están recogidas en el Diccionario de la lengua española. Por ejemplo, decimos “acabar”, en ‘Fulano acabó contigo’, lo que significa ‘hablar mal de alguien’; usamos la palabra “aguaje” con el sinónimo de mentira, y “aguajero”, dicho de una persona presumida; decimos “boche” para aludir a una reprimenda; usamos el vocablo “changüí” para aludir a un hecho que genera envidia; el adjetivo “chiripero” (de “chiripa”), aplicado a un trabajador ocasional; o la palabra “chopa”, para referirnos a la sirvienta de una casa; el adjetivo “colorado” para aludir a quien está tostado por el sol; o la palabra “concho”, que es el coche de servicio público con una ruta fija; la palabra “embullo”, que es un enredo amoroso; “figureo” que es una exhibición; el vocablo “gancho” que significa trampa, o la palabra “machepa” con la expresión “hijos de Machepa”, que en nuestro país significa ‘los hijos de los pobres’, ‘los desheredados de fortuna’; o por ejemplo, la palabra “pariguayo”, que es una construcción derivada del inglés party watch, que significa ‘observador de una fiesta’, pero esa palabra en nuestro lenguaje alude a la persona que hace el ridículo por ser tonto o atrasado. Asimismo, decimos “reperpero” para aludir a un desorden, una confusión y una trifulca, o cuando despectivamente nos queremos referir a alguien decimos “sujeto”, por ejemplo, “ese sujeto me ofendió” para aludir a una persona despreciable; o usamos la palabra “tercio” para referirnos al rezo del rosario o a un compañero de viaje; o la palabra “vale”, que ustedes los españoles la usan mucho para decir que están de acuerdo, aquí se aplica a un campesino. También hay voces que forman parte del lenguaje de la calle, que es muy variado y rico en cada país de América; por ejemplo, nosotros decimos “coger lucha”, que es ‘pasar trabajo’; o hacer un “serrucho”, que es compartir los gastos en una fiesta o una actividad. La palabra “coger corte” significa aceptar presión. Entonces decimos “yo no cojo corte” cuando no aceptamos la presión de otro para forzarte a que cambies de opinión o de actitud frente a un hecho; o “estar en la olla” para indicar que sufre precariedad; “armarse un reperpero” es surgir un lío o enfrentamiento, un problema o un conflicto. Todas estas frases estarán en el Diccionario fraseológico del español dominicano. El primer Diccionario de dominicanismos, que se publicó en los ’40, era reducido e impreciso en algunas definiciones. En el Diccionario del español dominicano se multiplicó la colección de voces: es un diccionario que se hizo conforme pauta la ciencia de la lexicografía, que es la disciplina que enseña a hacer un diccionario, y lo mismo haremos con el diccionario fraseológico, en el que estamos trabajando ajustados a los principios de la lingüística para darle un carácter científico a dicha obra. Una obra hecha por una institución de la lengua, por profesionales de la lingüística, como somos los dirigentes de esta institución, debe tener rigor metodológico, definición precisa y corrección en la presentación, como lo demostramos en el Diccionario del español dominicano, obra que ha tenido una amplia aceptación en nuestros lectores, aparte de que es una gran obra que hemos realizado en este período bajo la dirección de este servidor. –Don Bruno, ¿hay alguna palabra que sea de su predilección? Hay algunas palabras que me gusta usar, como “efluvio” y “fruición”, sobre todo cuando me reúno con los escritores interioristas. Ignoro si usted sabe que yo he creado una estética literaria que di a conocer con el nombre de Interiorismo, y a los poetas y narradores de este movimiento literario les llamamos interioristas, y entonces con frecuencia empleo las susodichas palabras porque con esas voces doy a entender las señales o manifestaciones que vienen de la cantera del infinito, o del seno del Cosmos, del mundo en el que estamos inmerso y es una manera de dar cuenta de las señales profundas que registra la sabiduría espiritual del Universo, porque todo está registrado, todo tiene un valor y un sentido, de tal manera que podríamos hablar de la energía interior que encarnan las palabras, pues sin duda las palabras encarnan una energía, un poder, y si el hablante tiene conciencia de ese poder, va a hacer uso de las palabras con una mayor convicción y una mejor propiedad; entonces esa es una vertiente que enfatizo para darle un sentido trascendente al lenguaje, virtud o derivación de la connotación profunda que tiene la lengua, porque la lengua nos conecta con la tierra y también con el cielo; entonces la palabra ofrece una doble relación o una doble vinculación, que los seres humanos podemos establecer con la realidad social y la realidad cósmica. La palabra es un vínculo que nos conecta con todo lo existente, lo que se ve y lo que no se ve. Por tanto, estamos llamados a vivir el sentido de las palabras. (Entrevista hecha por Sonia Castelani a Bruno Rosario Candelier para Radio Nacional de España, vía telefónica, Madrid-Moca, 3 de febrero de 2015).
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