Caché, toto
Por Roberto E. Guzmán
CACHÉ
“… desarrollar una playa para el disfrute de los habitantes de la ciudad añadiría CACHE a quienes. . .”
Esta palabra del título es de origen francés. Entró en el español internacional cuando el idioma francés todavía influía de manera preponderante sobre el español. El francés gozaba entonces del aura de lengua elegante. Muchas personas adoptaron la palabra francesa como signo de prestigio.
Esto sucedió antes de que los hispanohablantes de América hicieran reconocer sus derechos sobre la lengua común. Y claro, antes de que el influjo del inglés sedujera a los hispanohablantes de todas las latitudes.
En español la voz francesa debe llevar la tilde, el acento marcado, para que su pronunciación en español corresponda de alguna forma con el modo francés de decir cachet.
La voz francesa ha existido en esa lengua desde el año 1464. Se usó al principio para designar un sello pequeño, que comenzó como cachet du roi, sello real (1636). A partir de 1866 por extensión pasó a ser una carta que lleva un sello marcado (presionado) sobre cera que asegura que solo la abra el destinatario.
Más adelante dio lugar a la locución tener caché (avoir du cachet) que se refería a tener personalidad. Al español la palabra cahé pasó a generalizarse en su uso para “distinción, elegancia”, con el género masculino. Parece que en el español peninsular se incorporó al uso para, “Cotización de un artista del espectáculo o de ciertos profesionales que actúan en público. Oficialmente fue incorporada la voz al español con el reconocimiento que le otorgó la inclusión en el edición en el Diccionario de la lengua española del 2001.
En el español dominicano existen varias locuciones apoyadas en la palabra caché. Darse caché. “Presumir, exhibirse para darse importancia. Darse importancia por el modo de vestir o por gestos o palabras. Vestirse y arreglarse con esmero y elegancia”. De caché, cosa de muy buena calidad, elegante. Persona elegante y atractiva. De caché bombita. Situación maravillosa, muy buena. Cosa excelente. Persona conforme, alegre y entusiasta. Estar de caché. Estar algo o alguien muy bien. Ser alguien físicamente atractivo. ¡qué caché! Giro para piropear a una persona. Tener caché. Ser elegante y bien vestido.
TOTO
“El “TOTO” no solo fue una exclamación…”
No hace falta que se diga, pero se hace. La palabra del título es malsonante. Por todos los medios se evita usarla en público porque se entiende que es de mal gusto. Muchos hablantes de español vivieron gran parte de sus vidas pensando que la bisílaba del epígrafe era patrimonio exclusivo de los dominicanos.
En la actualidad es muy fácil consultar por medio del internet cuáles países de habla hispana utilizan esta palabra para llamar a la vulva que es el conjunto de las partes genitales externas en una mujer.
Por error algunas personas piensan que toto corresponde a la vagina que es el órgano genital interno de las mujeres. La gran diferencia entre las dos partes es que una, la vulva, puede verse, mientras que la vagina no es externa; por tanto, no está expuesta a la vista.
Podría afirmarse que es un término antillano, pues se conoce en Cuba, Puerto Rico y República Dominicana para mencionar lo que ya se definió.
No puede dejar de mencionarse que algunas personas usan la palabra a guisa de exclamación o interjección. Cada persona tiene derecho a abusar de eso, aun cuando esos no sean los usos que dieron origen al vocablo. Al usar la palabra de esa forma, casi siempre lo hacen inmediatamente antecedida del artículo definido, ¡el toto!
El autor de estas líneas ha oído a algunas personas referirse a esa parte de la anatomía femenina en sexo femenino, la tota. Esto quizás es una reacción natural de hablante que piensa que así se refiere con más propiedad a esas partes externas de la mujer.
Los hablantes saben que cada país cuenta con una amplia gama de sinónimos u equivalentes para nombrar esa parte pudenda y reservada de la anatomía femenina. Algunas voces graciosas de nuestro léxico particular dominicano sirven en otros países para designar esa parte íntima de la mujer. No se entra en detalles aquí para no escandalizar.
Ya las personas curiosas pueden recurrir a diccionarios modernos, donde encontrarán definidas todas las “malas palabras”, las ofensivas y denigrantes. Durante larguísimo tiempo algunas autoridades prohibían la inserción en los diccionarios de este tipo de términos.
En el habla de los dominicanos se utiliza lo que quien escribe considera un derivado de toto. Es el famoso “totazo” que nada tiene que ver con el tortazo de los peninsulares. Este totazo aparece en el Diccionario de americanismos de la Asociación de Academias de la Lengua Española empleado en Colombia y Venezuela. Se da testimonio aquí de que se usa en el habla de los dominicanos. Es un, “Golpe fuerte que recibe una persona al caerse o chocarse con algo, o el que se da con la mano”. Ese lexicón asienta el uso de tota para vulva, especialmente de las niñas.
Sin entrar en detalles, este totazo también desempeña las funciones de aumentativo de la palabra original toto.
La descendencia creada no termina ahí. El hablante dominicano para expresar que un hombre no tiene autoridad en su familia ha creado la voz totico. La explicación detrás de esta selección se explica. El toto es el distintivo característico del sexo femenino. El machismo entiende que el hombre es quien manda en la familia. Si no manda es porque se comporta como quien lleva un toto, con la agravante de que se usa este sustantivo en diminutivo para incrementar el insulto.
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