El sexismo lingüístico: ¿mito o realidad?
Por
Domingo Caba Ramos
“El feminismo ortodoxo, acrítico y acultural entiende, tal como se lo enseñó el marxismo o la sociolingüística, que la lengua es un instrumento de dominación al servicio de la sociedad machista”. (Diógenes Céspedes)
Con el título de “El constructivismo en la transformación curricular” (2000), hace ya varios años, cayó en mis manos un libro en cuya dedicatoria se lee lo siguiente:
“Dedico esta obra de manera muy especial a los maestros y maestras de mi país; y a todos y todas aquellos y aquellas que puedan leerla. Lo hago de esta manera, ya que considero que los mismos y las mismas son los y las profesionales más meritorios y meritorias que tienen una nación, un pueblo y el mundo. Son ellos y ellas, los padres y las madres de los y las profesionales, los agentes de cambios, transformadores, forjadores, moldeadores y modificadores de caracteres de la sociedad y el mundo.” (1)
Tan monótona o pesada construcción gramatical, propia de la llamada “lengua no sexista”, se repite a diario en discursos como el que se transcribe a continuación:
«Señoras y señores:
“Gracias por asistir a esta importante reunión. Todos y todas fueron convocados y convocadas para analizar qué podemos hacer en beneficio de los y las moradores y moradoras de esta comunidad que hoy forman parte de la gran masa de damnificados y damnificadas, víctimas de las recientes inundaciones. En condiciones bastante infrahumanas, esos y esas damnificados y damnificadas yacen alojados y alojadas en diferentes lugares o refugios en espera de la ayuda humanitaria que podamos ofrecerles todos y todas los y las que nos consideramos ser verdaderos y verdaderas cristianos y cristianas o totalmente identificados e identificadas con el dolor ajeno”.
Valdría imaginarse lo tormentoso que sería leer un libro o escuchar un extenso discurso abarrotados de semejantes galimatías, o en el que tan inarmónica y tediosa sintaxis se haya empleado como forma de expresión. Como bien lo afirma mi recordado maestro, doctor Diógenes Céspedes (2): «Con toda honestidad, pasar de una página de un libro o un artículo con estos torniquetes, se vuelve un martirio».
Pero a pesar de lo racional y válido que parezca el juicio de este reputado lingüista, la forma de expresión lingüística (lengua no sexista), empleada en el fragmento precitado, abarrotada de “torniquetes” o dobletes genéricos, es la que recomiendan las líderes feministas, por cuanto, según ellas, no discrimina ni excluye u oculta la presencia de la mujer; ni mucho menos destaca la supremacía masculina.
Vale resaltar, sin embargo, la vacilación en que se incurre cuando se utiliza la antes citada lengua, toda vez que se intenta evitar el sexismo lingüístico apelando a la duplicidad genérica en nombres y pronombres; pero no en los adjetivos que los califican. Así, en la dedicatoria antes transcrita, se habla de “los y las profesionales, transformadores, moldeadores, forjadores y modificadores…”, cuando a la luz de la lógica antisexista, lo recomendable hubiera sido escribir: “los y las profesionales transformadores / transformadoras, moldeadores/moldeadoras, forjadores/forjadoras y modificadores /modificadoras”. En el proceso de elaboración de uno y otro discurso bien pudo haberse utilizado una construcción sintáctica de mayor pertinencia lingüística, obteniéndose, en el primer caso, por ejemplo, el siguiente resultado: «Dedico esta obra de manera especial a los maestros de mi país y a todos aquellos que puedan leerla. Lo hago de esta manera, ya que considero que los mismos son los profesionales más meritorios que tienen una nación, un pueblo y el mundo. Son ellos, los padres de los profesionales, los agentes de cambios, transformadores, forjadores, moldeadores y modificadores de caracteres de la sociedad y el mundo…».
Obviamente que la expresión, aparte de más armónica, elegante y comunicativa, resulta menos cursi y más en sintonía con el principio de economía lingüística; pero no obstante su evidente pertinencia, el ala ortodoxa del movimiento feminista la rechazaría por entender que en ella se han utilizado formas lingüísticas que sólo hacen referencias al género masculino y que, por tanto, excluyen, ocultan o discriminan lo femenino. Cuestionaría su uso, por entender que tales formas resultan discriminatorias por razones de sexo, vale decir, por considerar que al emplearlas se incurre en sexismo lingüístico.
El sexismo lingüístico
El sexismo lingüístico ha sido definido como todos aquellos vocablos que, debido a la forma de expresión escogida por el hablante, resultan discriminatorios por razones de sexo. Al sexismo lingüístico, o lengua sexista, el feminismo le opone la lengua no sexista o, como prefieren llamarla muchos de sus dirigentes y seguidores, la “lengua con perspectiva de género”, entendiéndose como tal, una lengua que no discrimina por razones de género ni destaca el predominio de uno de los sexos.
Para combatir el sexismo en el uso de la lengua, el feminismo, a mediados de la década de los ochenta, publicó unas recomendaciones, muy polémicas por cierto y, a nuestro juicio, insostenibles desde el punto de vista lingüístico, las principales de las cuales se transcribirán en otra parte del presente ensayo.
Etapas del sexismo lingüístico
El doctor Álvaro García Meseguer, una de las personas que más ha escrito sobre el tema, en un extenso y enjundioso trabajo titulado “El español: una lengua no sexista”, publicado en la red de Internet sin fecha, describe las etapas recorridas en el estudio del sexismo lingüístico (3):
1ª etapa: Se desconoce su existencia. No se detecta el sexismo lingüístico. Esta etapa ha durado en España hasta mediados de los años setenta.
2ª etapa: Se descubre el sexismo lingüístico y su existencia comienza a difundirse en la sociedad. Esta etapa en España se ubica en torno a 1980.
3ª etapa: El feminismo intenta crear estrategias para combatir el sexismo lingüístico. Se publican recomendaciones al respecto. Estamos a mediados de la década de los ochenta.
4ª etapa: Corresponde al momento actual. Se hacen patentes los inconvenientes que trae consigo el seguir las recomendaciones anteriormente mencionadas, y se crea un conflicto entre dos bandos: unos que defienden esas normas y otros que las atacan. De manera simplista podemos decir que a los primeros les importa más la mujer que el lenguaje, y que a los segundos les sucede lo contrario.
Son numerosas las alternativas o propuestas establecidas para el uso de una lengua no sexista; pero antes de entrar en consideración, veamos sólo algunos de los postulados que han servido de base de sustentación para su formulación teórica.
Postulados feministas sobre la lengua
- La lengua es un instrumento de dominación de la mujer al servicio de la sociedad machista.
- b) La lengua es sexista porque la cultura es y ha sido masculina.
- c) El término mujer hace referencia exclusivamente al sexo femenino, sin embargo, hombre alude tanto al individuo de sexo masculino como a todo el género humano, sin distinción de sexos, y este hecho da lugar a ambigüedades y, en ocasiones, a una ocultación de la mujer.
- d) El sexismo que se evidencia en nuestra lengua no es más que reflejo de la histórica y real situación de opresión de las mujeres en todas las esferas.
- e) Los hombres han nombrado la realidad a su manera diciendo lo que es y no es a través del lenguaje.
- f) La lengua española es discriminatoria, porque el idioma hablado y escrito produce estereotipos que deforman el concepto humano de lo femenino.
- g) Como en todos los campos, también existe discriminación de las mujeres por medio del lenguaje. Si queremos avanzar en el camino de la efectiva igualdad entre mujeres y hombres debemos combatir esa discriminación.
- h) La forma actual de hablar y escribir no representa a las mujeres.
- Es necesario romper con el lenguaje sexista en búsqueda de un mundo de igualdad entre mujeres y hombres.
Así piensa el feminismo radical y ortodoxo en materia de lengua. Ya veremos algunas de sus famosas alternativas, propuestas o recomendaciones en pos de una lengua sexualmente igualitaria. “La lengua es un sistema económico de expresión, y el masculino vale en este caso como término neutro que sirve para masculino y femenino”
(Gregorio Salvador: lingüista, filólogo, dialectólogo y lexicógrafo español)
Sexismo lingüístico y estrategias para evitarlo
Según la óptica feminista, apuntábamos anteriormente, se incurre en sexismo lingüístico cuando se utiliza cualquier expresión que resulte discriminatoria por razones de sexo. Que la lengua española es sexista y, por ende, androcéntrica, por cuanto discrimina, infravalora, subordina, excluye, quita la palabra y oculta la presencia de la mujer; porque destaca el protagonismo masculino y alude a la mujer no directamente, sino a través de su relación con el hombre. Es lo que la etnóloga y antropóloga mexicana, doctora Marcela Lagarde (1948), ha denominado “usos misóginos del léxico y de la gramática”.
También afirmábamos que en la década de los ochenta se publicaron unas recomendaciones con las que se pretendía poner fin a una forma de hablar y escribir que, al decir de sus gestoras, no representa a las mujeres y que, por el contrario, las excluye. Específicamente en 1989, el Instituto de la Mujer, correspondiente al Ministerio de Asuntos Sociales de España, publica sus famosas y muy polémicas propuestas en pos del uso de un lenguaje no sexista. (4)
“Los cambios que, a partir de las reivindicaciones de las mujeres, se están produciendo en los papeles sociales de ambos sexos – apunta el citado Instituto – exigen una adecuación de la lengua para liberarla de estos estereotipos discriminatorios. En otra palabra, para liberarla de usos sexistas”.
Para eliminar tales usos, y en reacción al valor genérico que en español tiene el masculino, el organismo oficial peninsular aboga por una lengua sensata que no quite la palabra a nadie; y, en consecuencia, propone, entre otras, las siguientes alternativas:
- «Cuando nos referimos a la vez, tanto al masculino como al femenino, evitar el uso, con sentido universal, de las palabras “hombre”, “hombres”y los plurales masculinos, por cuanto el término hombre no representa a las mujeres, y al emplearlo como falso genérico se oculta o desdibuja la presencia, las aportaciones y el protagonismo de las mujeres. Se trata de realidades distintas y, como tales, deben ser nombradas. Se propone, en consecuencia, la sustitución de hombre y hombres, en estos casos, por persona o personas, ser humano o seres humanos, hombres y mujeres o mujeres y hombres, sin dar preferencia en el orden al masculino o al femenino».
En virtud de lo antes dicho, el feminismo propone que se utilicen genéricos universales o nombres colectivos no asociados a ningún sexo: en lugar de “los profesores”, el profesorado; en lugar de “los niños”, la niñez; en lugar de “los alumnos”, el alumnado; en lugar de “los ciudadanos”, la ciudadanía. O recurrir a dobletes genéricos que se refieran a los dos sexos: los profesores y las profesoras y viceversa; los niños y las niñas o viceversa; los alumnos y las alumnas o viceversa; los ciudadanos y las ciudadanas o viceversa. Y en vez de “los derechos del hombre”, mejor “los derechos de los hombres y las mujeres o de las mujeres y los hombres”.
- «Evitar el uso exclusivo del masculino para referirse a oficios o cargos, especialmente si quien los desempeña es una mujer. En este caso deberá emplearse formas femeninas como: oyenta, jueza, médica, gerenta, conserja, del, jefa, irigente, etc….».
- «Se debe evitar que las mujeres usen el masculino, tanto plural como singular, cuando se refieren a sí mismas: “todas nosotras” y no “todos nosotros”; “cada una debe pensar así” y no “cada uno debe pensar así».
- «Abolir la práctica de identificar a la mujer con el apellido del hombre: Filomena de García, Andrómeda de Pérez, Venancia de Peralta, etc.».
- «En ocasiones, se cita a las mujeres como categoría aparte, después de utilizar el masculino plural como omnicomprensivo o representando a los hombres como grupo principal y añadiendo a las mujeres como grupo dependiente o propiedad del anterior. Esa forma de expresión ofrece una imagen de subordinación de un grupo respecto a otro. Así, en vez de la frase sexista: “Los nómadas se trasladaban con sus enseres, mujeres, ancianos y niños de un lugar a otro”, dígase: “Los grupos nómadas se trasladaban con sus enseres de un lugar a otro”».
- «Los términos señora y señorita refieren el estado civil de la mujer en evidente asimetría con “señorito”, no aplicado al hombre, al cual se le llama señor sea soltero o casado. Abolir, pues el título “señorita”, el cual tiende a disminuir, y llamar señora a la mujer casada o soltera»
- «Cuando se utilicen dobletes o empleo de los dos géneros gramaticales, se recomienda concordarlos con el último artículo o sustantivo: “los y las nuevas trabajadoras” o “las y los nuevos trabajadores»
Las recomendaciones precitadas resumen la tesis no sexista e inclusiva sustentada por la orientación feminista: el término mujer no puede, como sucede en la práctica lingüística del español, estar representado por la voz hombre, pues de esa forma se la excluye del discurso cotidiano y se le opacan o borran sus acciones.
Para Miguel García Posada (1944 – 2012) filólogo, escritor y crítico literario español, tales propuestas carecen por completo de valor o importancia lingüística. “Ya todos el mundo conoce – escribe al respecto – las famosas normas para evitar el lenguaje sexista,
redactadas por gente que, sin duda, sabe mucho de sexismo; pero muy poco de lenguaje”
Con excepción de la propuesta #4, las demás, desde el punto de vista lingüístico, las considero innecesarias, insostenibles y, sobre todo, absurdas.
Posición de la Real Academia Española
Las propuestas para el uso de una lengua no sexista, encuentran su rechazo o entran en contradicción con lo planteado y prescrito al respecto por la Real Academia Española (RAE) en dos de sus textos fundamentales: el Diccionario panhispánico de dudas (2005) y la Nueva gramática de la lengua española (2010), ambos de carácter panhispánico y consensuados por la Asociación de Academias de la Lengua Española.
«En los sustantivos que designan seres animados – se lee en el Diccionario panhispánico de dudas – el masculino gramatical no solo se emplea para referirse a los individuos de sexo masculino, sino también para designar a la clase, esto es, a todos los individuos de la especie, sin distinción de sexos: El hombre es un animal racional; El gato es un buen animal de compañía. Consecuentemente – amplía el precitado lexicón – los nombres apelativos masculinos, cuando se emplean en plural, pueden incluir en su designación a seres de uno y otro sexo: Los hombres prehistóricos se vestían con pieles de animales; En mi barrio hay muchos gatos (de la referencia no quedan excluidas ni las mujeres prehistóricas ni las gatas). Así, con la expresión los alumnos podemos referirnos a un conjunto formado exclusivamente por alumnos varones, pero también a un colectivo mixto, formado por chicos y chicas…» (5)
En relación con la sistemática y persistente campaña que con el propósito de “desmaculinizar” la lengua, desarrolla y ha desarrollado durante años el movimiento feminista, la R.A.E., en el texto antes referido, apunta lo siguiente:
«A pesar de ello, en los últimos tiempos, por razones de corrección política, que no de corrección lingüística (Subrayado nuestro, D.C), se está extendiendo la costumbre de hacer explícita en estos casos la alusión a ambos sexos: “Decidió luchar ella, y ayudar a su compañeros y compañeras…”. Se olvida de que en la lengua está prevista la posibilidad de referirse a colectivos mixtos a través del género gramatical masculino, posibilidad en la que no debe verse intención discriminatoria alguna, sino la aplicación de la ley lingüística de la economía expresiva; así pues, en el ejemplo citado pudo – y debió –decirse, simplemente, ayudar a sus compañeros”» (6)
Aludir a los dos sexos (los niños y las niñas, los ciudadanos y las ciudadanas), con el afán de no incurrir en la supuesta “discriminación lingüística” constituye, según el Diccionario panhispánico de dudas, una “innecesaria costumbre”, generadora de “engorrosas repeticiones”, las que, unidas al deseo de mitigar la pesadez de la expresión que esas repeticiones provocan, se tratará de evitar mediante “la creación de soluciones artificiosas” que contravienen las normas de la gramática: las y los ciudadanos” (7)
Sobre el mismo tema, y en iguales o parecidos términos se expresa la RAE, en una de sus más recientes obras, la Nueva gramática de la lengua española, publicada en marzo del 2010: «El masculino es en español el GÉNERO NO MARCADO, y el femenino, el MARCADO. En la designación de personas y animales, los sustantivos de género masculino se emplean para referirse a los individuos de ese sexo, pero también para designar a toda la especie, sin distinción de sexos, sea en singular o en plural. Así, están comprendidas las mujeres en Un estudiante universitario tiene que esforzarse muchos hoy en día para trabajar y estudiar a la vez. Se abarca asimismo a las osas en El oso es un animal plantígrado. Estos casos – aclara la Nueva Gramática – corresponden al USO GENÉRICO del masculino. Sin embargo, las razones extralingüísticas (subrayado nuestro, D.C) o contextuales pueden dar a entender que se habla solo de varones…» (8)
En relación con el uso frecuente de los dobles genéricos, la docta corporación lingüística sostiene que: «En el lenguaje político, administrativo y periodístico se percibe una tendencia a construir series coordinadas por sustantivos que manifiesten los dos géneros: los alumnos y las alumnas; A todos los chilenos y a todas las chilenas; tus hijos y tus hijas… El circunloquio es innecesario en esos casos, puesto que el empleo del género no marcado (masculino) es suficientemente explícito para abarcar a los individuos de uno y otro sexo. Se prefiere, por lo tanto, Los alumnos de esta clase se examinarán el jueves; Es una medida que beneficia a todos los chilenos; ¿Cómo están tus hijos?» (9)
La doble mención genérica, de acuerdo con el criterio académico, solo es admisible, cuando se interpreta como señal de cortesía en ciertos usos vocativos: señoras y señores; amigas y amigos; damas y caballeros, etc.
Comparto en todas sus partes estos juicios de la Real Academia Española acerca de un tema que como el supuesto sexismo lingüístico presente en el español, tantas polémicas o teorías contrapuestas ha generado, genera y generará.
Los comparto, no solo porque dichos juicios se apoyan en razones eminentemente lingüísticas, sino porque al igual que el citado organismo, entiendo que los argumentos antisexistas se fundamentan en criterios extralingüísticos, específicamente sociopolíticos. Porque considero que los desdoblamientos genéricos, tales como : «diputados y diputadas, padres y madres, niños y niñas, funcionarios y funcionarias, bienvenidos y bienvenidas, todos y todas, etc.»), constituyen verdaderas e innecesarias piruetas lingüísticas, altamente cansonas y carentes por completo de elegancia sintáctica ; y porque pese al deseo de ciertos grupos colectivos de presentar la lengua como rehén histórico del machismo social, el uso genérico del masculino gramatical tiene que ver con el criterio básico de cualquier lengua: economía y simplificación. Obtener la máxima comunicación con el menor esfuerzo posible, evitando decir con cuatro palabras lo que bien puede expresarse con solo dos.
El uso de la arroba (@) como signo lingüístico
Los defensores del antisexismo lingüístico o promotores de la llamada lengua con perspectiva de género han puesto de moda, para evitar los tormentosos, engorrosos e innecesarios dobletes genéricos del tipo: los/las; todos y todas; maestros y maestras, etc., el símbolo de la arroba (@) como recurso gráfico para integrar en una sola palabra las formas masculina y femenina del sustantivo, por entender, erróneamente, que dicho signo incluye en su trazo las vocales a y o: esas niños. También el uso de las barras: las/los; nuestro/nuestra.
Conviene aclarar, en tal sentido, que la @ es una unidad de medida, no un signo lingüístico, razón por la cual se reputa como un recurso desacertado o carente de valor gramatical cuando se emplea para integrar en una misma palabra los dos géneros gramaticales: apreciad@s amig@s.
Pero además de su esencia no lingüística, en ocasiones este recurso, la @, no siempre resulta aplicable por cuanto transgrede las normas de la concordancia. Es lo que sucede en la secuencia “Día del niñ@”, toda vez que del es un artículo contracto que se refiere solo al masculino y, en consecuencia, nunca podría ser antepuesto a un nombre femenino. Aparte de todo esto, dicho símbolo resulta impronunciable, vale decir, solo es posible aplicarlo en el discurso escrito, no así, en la expresión oral
El sexismo lingüístico visto por lingüistas y escritores
Además de la Real Academia Española (RAE), opuesto al uso de desdoblamientos (Ellos y ellos, los padres y las madres, todos y todas, bienvenidos y bienvenidas…), así como a la tesis feminista de que la lengua española es sexista, excluyente y discriminatoria, es también el parecer de connotados lingüistas, escritores y académicos dominicanos y de otras partes del mundo hispánico.
El uso del masculino genérico o utilizado para designar a todos los individuos de la especie, constituye el blanco principal hacia el cual van dirigidas las persistentes críticas formuladas por las combativas representantes del feminismo radical, por entender estas que de esa manera se oculta, “invisibiliza” o desdibuja la imagen de la mujer. Por esa razón se intenta reivindicar la presencia femenina con la alusión explícita a los dos géneros. Si bien este argumento del sexismo lingüístico cuenta con el apoyo de un reducido número de personas que lo defienden y reafirman, en el mundo hispanohablante son más (la mayoría) quienes lo rechazan, entre estos especialistas en la materia, por considerarlo insustancial o carente por completo de soportes lingüísticos. Es el caso, por ejemplo, del insigne filólogo español Gregorio Salvador (1927).
Dialectólogo , exvicepresidente de la Real Academia Española y uno de los académicos que con mayor firmeza ha rechazado los desdoblamientos genéricos y el rasgo sexista que se le atribuye al idioma español, para el brillante lingüista granadino carecen de fundamentos científicos los cuestionamientos emitidos contra el valor genérico del masculino, por cuanto , según sus palabras: “La lengua es un sistema económico de expresión y el masculino vale en este caso como término neutro que sirve para masculino y femenino”.
Otro lingüista peninsular, Fernando Lázaro Carreter (1923–2004), filólogo y expresidente de la RAE, al tratar el polémico tema, presenta “un absurdo pero ilustrativo” ejemplo: “A todos y todas los dueños y dueñas de perros y perra.”, para concluir planteando: “Este tipo de desdoblamientos son artificiosos e innecesarios desde el punto de vista lingüístico”.
Madrileño, filólogo, poeta, narrador, brillante traductor literario y uno de los escritores de mayor valía con que cuenta actualmente España, Javier Marías Franco (1951), en un artículo publicado en la red titulado “Cursilerías lingüísticas” (El País – Cultura – 20-03-1995), más incisivo y contundente en sus juicios, califica de “horrenda” “cursi” y “mojigatería insufrible” la práctica de la doble mención genérica (11):
«El plural ‘los escritores’ – sostiene el afamado novelista- engloba también a las escritoras –es una mera convención de la lengua-, y me parece cursi la vigilancia que hoy lleva a tanta gente a decir “los escritores y las escritoras”, “las niñas y los niños” (o a escribir, con fórmula bancaria y horrenda, “el lector /a”)».
Y al referirse a la utilización del masculino para nombrar a todos los individuos de la especie, Marías la exime de toda intención discriminatoria: «En cuanto al uso genérico de hombre, es otra convención sin más, como lo es decir “el león vive en la selva”, “el perro es el mejor amigo del hombre” o “los escoceses son tacaños”. Por eso a este escritor le parece «una mojigatería insufrible andar diciendo “el león y la leona viven en la selva”, “el perro y la perra son los mejores amigo y amiga del hombre y de la mujer” o “los escoceses y las escocesas son tacaños y tacañas».
La línea de pensamiento de estos y otros lingüistas españoles, puesta de manifiesto en el rechazo a la tesis antisexista, es por entero compartida, en la República Dominicana, por prestantes escritores y consagrados estudiosos de la lengua, como los doctores Diógenes Céspedes, Bruno Rosario Candelier y Orlando Alba, miembros todos de la Academia Dominicana de la Lengua.
Reafirmando la tesis de que la postura feminista se funda en razones sociopolíticas, no lingüísticas, Diógenes Céspedes sostiene que el feminismo ha llevado la lucha de clases al plano de la lengua.
“El feminismo ortodoxo, acrítico y acultural – Plantea al respecto el reputado ensayista y crítico literario – entiende, tal como se lo enseñó el marxismo o la sociolingüística, que la lengua es un instrumento de dominación al servicio de la sociedad machista”.
Y en relación con la utilización de dobletes genéricos (todos y todas, los maestros y las maestras, bienvenidos y bienvenidas etc.), el autor de Lengua y poesía en Santo Domingo en el siglo XX (1985) afirma: «Con toda honestidad, pasar de una página de un libro o un artículo con estos torniquetes, se vuelve un martirio».
En uno de sus más recientes libros, el afamado escritor y crítico mocano, doctor Bruno Rosario Candelier (12), llama “plaga de género” a la práctica feminista consistente en mencionar los dos géneros gramaticales: «En primer lugar – señala – rechazamos lo que denominamos la plaga del género, señalizada en el uso innecesario del doble género (“Los/las dominicanos/as, “A todos y a todas, etc.), puesto que si se dice “los dominicanos”, esa expresión incluye a todos los dominicanos de cualquier género… y si se dice “Buenos días a todos”, no hay que especificar “y a todas”, puesto que “todos” envuelve a los seres humanos presentes, en cuya categoría están incluidas las mujeres….» (13).
Esa artificiosa e irracional “plaga de género” constituye, para el doctor Candelier, una práctica inoportuna y ridícula: «Porque decir: “Los y las ciudadanas”, o “Los y las ciudadanos”, o “Las y los ciudadanos”, contraviene la preceptiva de la concordancia gramatical, y más aún, es ridículo, inoportuno y sobreabundante» (14).
Y en cuanto a la inclusión que se atribuye al género masculino, el actual presidente de la Academia Dominicana de la Lengua sostiene que esa función genérica o inclusiva «no implica discriminación de sexo, sino la aplicación, por convención cultural, de la ley lingüística de economía expresiva sancionada por el uso y la norma de la lengua…» (15).
La costumbre de utilizar artificiosos recursos (dobletes, barra y arroba) para evitar el supuesto sexismo o discriminación de la mujer en el uso de la lengua, ha merecido también el autorizado y sabio juicio del laureado lingüista dominicano Orlando Alba (16), posiblemente el investigador que más ha escrito acerca del español dominicano.
El exprofesor de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM) y, en la actualidad, catedrático en la Universidad Brigham Young en Provo, Utah, Estados Unidos, en el caso específico de los dobles genéricos, Alba, igual que los especialistas antes citados, destaca su naturaleza sociopolítica, no lingüística, y rechaza su uso al afirmar que «la alusión explícita a ambos sexos no es necesaria, ni se puede justificar con argumentos lingüísticos. Se explica, acaso, desde la perspectiva de la corrección política, pero no de la corrección en el uso de la lengua» (17).
Y sobre el uso del masculino con valor genérico, sostiene Alba que «La utilización del masculino para designar a todos los individuos de la especie, solo busca eficiencia, y no tiene intención discriminatoria de la mujer. No implica, en lo absoluto una ‘ocultación de la mujer a través del lenguaje’» (18). Este genérico empleo, según este destacado investigador, no sólo incluye a las personas, sino también a los animales. Por eso, al presentar como ejemplos: “El ladrido de los perros no los dejó dormir” y “En el barrio hay muchos gatos”, puntualiza que “no se exonera de culpa a las perras” ni “se excluyen de la referencia las gatas”, y acto seguido reflexiona: “Pero a pocos se les ocurre pensar que en estos casos hay sexismo lingüístico, y que por algún tipo de conspiración machista se está privilegiando a los animales machos sobre sus parejas hembras”.
Y sobre el uso del masculino con valor genérico, sostiene que «La utilización del masculino para designar a todos los individuos de la especie, solo busca eficiencia, y no tiene intención discriminatoria de la mujer. No implica, en lo absoluto una ‘ocultación de la mujer a través del lenguaje’» (18). Este genérico empleo, según este destacado investigador, no sólo incluye a las personas, sino también a los animales. Por eso, al presentar como ejemplos: “El ladrido de los perros no los dejó dormir” y “En el barrio hay muchos gatos”, puntualiza que “no se exonera de culpa a las perras” ni “se excluyen de la referencia las gatas”, y acto seguido reflexiona: “Pero a pocos se les ocurre pensar que en estos casos hay sexismo lingüístico, y que por algún tipo de conspiración machista se está privilegiando a los animales machos sobre sus parejas hembras”.
El singular también es genérico
“Lo mismo que el masculino, el número singular – explica Orlando Alba – también se utiliza con valor global, toda vez que incluye al plural, como se aprecia en la oración “El perro es el mejor amigo del hombre”, en la que de acuerdo al autor, “no se hace referencia a un perro y a un hombre en particular, sino a los perros y a los hombres en general…” (19).
Conforme al anterior planteo, al eminente sociolingüista cibaeño le extraña que la lucha contra el masculino con valor inclusivo no haya ido pareja con la campaña contra el uso del singular con valor global, “Porque – agrega – no es justo combatir la supuesta injusticia contra el género femenino, y no hacer lo mismo con respecto a la misma “falta” cometida en contra del número plural” (20).
El uso de la lengua inclusiva y sus indeseables consecuencias
Enfocado el problema desde una visión científica y al margen de toda postura subjetivista, es innegable que el uso de la lengua , como pretende la rama ortodoxa o radical del movimiento feminista, genera los más negativos resultados que afectan, ,fundamentalmente, la concordancia, la economía expresiva y la elegancia de la frase, vale decir, la estructura morfosintáctica del discurso. Merced a este juicio, el profesor Alba, a modo de colofón, considera que ese uso no sexista de la lengua origina consecuencias nada gratas y deseables, como son las siguientes:
- Crea verdaderas piruetas lingüísticas.
- Se originan repeticiones engorrosas y unas estructuras sintácticas innecesariamente complicadas y, por consiguiente, insufribles, pesadas, repetitivas, enrevesadas y extravagantes.
- Se produce una visible incongruencia en la aplicación de la concordancia.
- El nivel de ridiculez del texto aumenta.
- Conlleva, por último, el empobrecimiento de la capacidad expresiva de la lengua.
“Ya todos el mundo conoce las famosas normas para evitar el lenguaje sexista, redactadas por gente que, sin duda, sabe mucho de sexismo; pero muy poco de lenguaje”.
(Miguel García Posada)
Conclusión
Yo también considero que quienes redactaron las famosas propuestas para evitar el sexismo en la lengua, podrán “saber mucho de sexismo, pero muy poco de lenguaje”. De haber enfocado el problema con una visión científico – lingüística y no desde una óptica ideológico – clasista, sus propulsores bien pudieron entender que al utilizar los dobletes genéricos, propios de la denominada lengua con perspectiva de género (no sexista):
- Se confunde el género biológico (hembra/varón) con el género gramatical (masculino/ femenino). O, lo que es lo mismo, se identifica el género gramatical con sexo, olvidando tal vez, que existen seres asexuados (las cosas) a los que sí se les puede atribuir un género; pero jamás encasillarlos en un sexo determinado. ¿A qué conduce eso? “A una confusión semántica y a una sintaxis enemiga de la ley del menor esfuerzo como principio innegociable de la comunicación lingüística” –responde el profesor Diógenes Céspedes.
- b) Se viola el principio de economía lingüística o ley del menor esfuerzo. Para comprobar esto, sólo hay que descubrir las palabras que sobran cada vez que se utilizan monótonos dobletes genéricos en frases del tipo: los y las amigos y amigas, todos y todas, maestros y maestras, etc.; o en párrafos como: “Los empleados y las empleadas gallegos y gallegas están descontentos y descontentas por haber sido instados e instadas, e incluso obligados y obligadas, a declararse católicos y católicas”.
- c) Se incurre en violación o desconocimiento de las reglas de la concordancia del español. Una de estas establece que dos sustantivos de diferentes géneros demandan en masculino plural el adjetivo que los califica: “Niños y niñas traviesos…”Pero el ultrafeminismo rechaza por machista este precepto y le opone sus engorrosas e indigeribles duplicaciones: “Niños y niñas traviesos y traviesas”.
- d) Se olvida que la función fundamental de la lengua es la comunicación. La construcción sintáctica que pretende el feminismo, por farragosa, resulta confusa, oscura y poco comunicativa.
- e) Se olvida que la lengua española no es en sí misma tan sexista como parece, sino el uso que de ella hace el hablante. En tal virtud vale destacar que el escritor, profesor e investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España, Álvaro Meseguer, publicó en 1977 el libro “Lenguaje y discriminación sexual”, donde establecía que la lengua española era profundamente sexista; pero diecinueve años después se retracta cuando en su nueva obra, “¿Es sexista la lengua española?”, (Paidós, 1996, Barcelona, pág.17), admite que había confundido género y sexo, que la lengua española es inocente y que el sexismo lingüístico radica en el hablante o en el oyente, pero no en la lengua.
- f) Se ignora, como muy juiciosamente afirma el destacado filólogo sevillano, Miguel García Posada, que el genérico masculino no es suprimible: pertenece al código básico del idioma, no al uso individual. Que en español, el masculino es el TÉRMINO NO MARCADO, y por eso niño puede servir para ambos géneros, contrario a niña que sólo significa niña, toda vez que el femenino es el TÉRMINO MARCADO.
- g) Se Incurre en vacilaciones frecuentes. Esta vacilación se manifiesta de dos maneras:
- Se distinguen o expresan los dos géneros en el sustantivo, pero no en el adjetivo que lo califica: “No votaré por candidatos y candidatas corruptos…”(¿Por qué no corruptos y corruptas?)
- Tanto en la expresión oral como escrita, una misma palabra aparece usada con distinción de género en un momento, y en otro no. Así, es común leer textos antisexistas en uno de cuyos párrafos se lee: “Es papel de los/las maestros/maestras es leer y fomentar el amor por la lectura…”Sin embargo, en el párrafo siguiente, el mismo autor escribe: “Sabemos que los maestros siempre han sido los grandes olvidados…”(¿Por qué esta vez se obvió la distinción genérica, al expresar solamente maestros y no los/las maestros y maestras?
¿Por qué se producen estos casos de vacilación?
Sencillamente, porque el hablante que así procede no tiene internalizada en su cerebro esa estructura sintáctica, esto es, los desdoblamientos; porque actúa movido por la moda, por la imitación, sin conciencia lingüística, por presión, vale decir, para evitar la etiqueta de machista, o, quizás, para no entrar en contradicción con el movimiento feminista, evitando así las incisivas críticas de sus combativas representantes.
- h) El feminismo ha sabido penetrar e insertar sus normas en los documentos de muchas instituciones públicas de la República Dominicana; pero fundamentalmente, en aquellos que versan sobre el proceso de transformación curricular de la educación dominicana. De ahí que sea muy común escuchar a maestros, técnicos, empleados y funcionarios del Ministerio de Educación hablar de alumnos y alumnas, maestros y maestras, profesores y profesoras, etc., los cuales, al igual que otros carecen por completo de pertinencia desde el punto de vista lingüístico.
A esa profusión de dobletes, algunos autores los llaman «cursilerías», «insensatez, ñoñeces o locuras feministas», «plagas de género» “piruetas lingüísticas”, “circunloquios”, “tonterías”, “mojigatería”,” ridiculeces”, etc. Adicional a estas descriptivas denominaciones, yo los llamaría “extravagancias léxicas”. Y como habría de esperarse, los juicios que rechazan esas formas feministas de expresión, han sido catalogados por sus fervientes defensoras de “alaridos misóginos”, “posturas patriarcales”, “rugidos discrepantes”, etc.
- Ya nos imaginamos cómo variarían los nombres y las siglas de nuestras instituciones en caso de que se cumpla ciegamente el mandato feminista:
- Cámara de Diputados y Diputadas de la República Dominicana.
- Asociación Dominicana de Profesores y Profesoras (ADPP).
- Colegio de Ingenieros e Ingenieras, Arquitectos y Arquitectas, Agrimensores y Agrimensoras.
- Asociación de locutores y locutoras de Santiago (ALLS)
- Colegio de abogados y abogadas de la República Dominicana.
- Día de los enamorados y enamoradas.
- Día de los /las fieles difuntos y difuntas
- j) Oponerse a estas formas de expresión, de ningún modo implica desconocer o resistirse a la evolución de la lengua o adoptar una actitud en contra de la igualdad de derechos de la mujer, como afirman o contraargumentan sus radicales defensoras.
La lengua, como bien afirma Gili Gaya “no permanece inalterable”, esto es, cambia. Y cambia, nadie lo discute; porque solo así puede cumplir con su función y renovarse permanentemente. Cambia porque la comunidad que la habla también cambia y, en tal virtud, necesita satisfacer o dar respuestas a las necesidades comunicativas de los hablantes. Pero esa evolución, de la lengua conviene precisarlo, se origina de manera natural, nunca por presión externa, sino impulsada por la fuerza de su dinámica interna.
Significa eso, que la lengua se resiste a cualquier tipo de control externo, y es de ahí que el cambio lingüístico, el cual se caracteriza por ser armónico y sistémico, ni se propone ni se impone; pues de ocurrir así, los hablantes no lo asumirían o adoptarían una actitud de radical resistencia. Por eso a nadie ha de extrañar el rechazo casi unánime que ha recibido el intento del movimiento feminista de tratar de imponer sus formas expresivas en el mundo hispanohablante.
- k) Cónsono con la ideología y el discurso feminista, algunos de sus más convencidos y fieles defensores platean que el sexismo lingüístico promueve la exclusión de lo femenino en general y de la mujer en particular. Es el caso, por citar solo un ejemplo, del Dr. Bartolo García Molina, ensayista, destacado profesor universitario y promotor activo de dicha ideología, quien, al referirse al tema del sexismo lingüístico, sostiene que “el sexismo discursivo y lingüístico refuerzan la desigualdad y la discriminación hacia la mujer”(21).
Y a tono con ese planteo, el precitado autor establece un paralelo entre lengua no sexista y el trato a la mujer, al establecer que: “Hay que rescatar lo femenino de la marginación discursiva. Si no se valora la mujer en el discurso, – puntualiza – tampoco se valorará lo suficiente en la práctica. También lo inverso aplica; si no se valora la mujer en la realidad o la práctica, tampoco se valorará en el discurso” (22).
Necesariamente tengo que disentir o expresar mi desacuerdo con el punto de vista de quien fuera mi apreciado e ilustre maestro de Fonética y Fonología en la UASD, por cuanto a la luz de la realidad, tan reivindicativo y no menos dignificador juicio no se sostiene, toda vez que son muchos los hombres que, cuando hablan en público, abarrotan su léxico de formas feministas, asumiendo así un discurso que no sienten ni comparten, razón por la cual, en el ámbito familiar, ejercen contra sus parejas la más bestial de las violencias. Otros, como muchos dirigentes y candidatos políticos, muy especialmente en los procesos electorales, les encantan hablar “a lo feminista” o destacando los dos géneros en sus discursos, con el único y deliberado propósito de vender una falsa imagen de identidad con el mundo femenino y captar de esa manera la simpatía y el voto de la mujer.
- l) Los ideólogos del archifeminismo califican de “machista” a todo aquel que se oponga o no comulgue con sus postulados y prácticas antisexistas. Pensar así es poseer una visión desenfocada o al margen por completo de la verdadera esencia del problema.
Todos debemos apoyar la justa lucha de las mujeres en pos de sus derechos de igualdad y en contra de la irracional violencia masculina que mentes insensatas ejecutan en su perjuicio. Pero esa violencia se debe combatir primero el seno de la estructura social y no en la estructura interna de la lengua.
Notas y referencias
- García, Pedro Norberto. (2000). El Constructivismo en la transformación curricular. Santo Domingo, Ediciones Nativo, CXA., p. 9.
- Crítico literario, ensayista, poeta, profesor, narrador, periodista, lingüista y Premio Nacional de Literatura 2007.
- http://elies.rediris.es/elies16/Garcia.html#2definicion.
- http://www.archena.es/files/Mat_11_evitarsexismolenguaje.pdf
- Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española. Diccionario panhispánico de dudas. Colombia, Santillana 2005, p. 311.
- Ob. Cit., p. 311.
- Ob. Cit… p. 311.
- Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española. Nueva gramática de la lengua española. México, Editorial Planeta, 2010, p.25.
- Ob. Cit. P.25.
- Diccionario panhispánico de dudas, p.312.
- http://elpais.com/diario/1995/03/20/cultura/795654016_850215.html
- Filólogo, crítico literario, ensayista, novelista, profesor universitario, Premio Nacional de Literatura 2008 y presidente de la Academia Dominicana de la Lengua.
- Rosario Candelier, Bruno. (2008). El ánfora del lenguaje. Santiago, Editora Teófilo, p.293.
- Ob. Cit., p.296.
- Ob. Cit., p.296.
- Orlando Alba cursó estudios una licenciatura en Educación: Mención Español (Universidad Católica Madre y Maestra – Santiago de los Caballeros), una maestría en Lingüística (Universidad de Puerto Rico, Recinto Río Piedras) y un doctorado en Filología Hispánica (Universidad Complutense de Madrid).
- Alba, Orlando (2009). La identidad lingüística de los dominicanos. Santo Domingo, Editora Búho, p. 150.
- Ob. Cit., p.153.
- Ob. Cit., p.155.
- Ob. Cit., p. 155.
- García Molina, Bartolo. (2012). Redacción. Santo Domingo, Editorial Surco. Santo Domingo.
- García Molina, Bartolo. (2006). Lengua, pensamiento y educación. Santo Domingo, Surco.
El autor es profesor de lengua y literatura y académico de la lengua.
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