«Anacaona» de Ofelia Berrido, una ofrenda estética y simbólica

Por Bruno Rosario Candelier

 

Escucha este susurro

que corre por los montes

entre la niebla que cubre la luna

sobre el cañaveral encarnado”.

(Ofelia Berrido, Anacaona)

 

El aporte que Ofelia Berrido ha hecho con la creación de Anacaona tiene una particularidad singular, pues al abrir el libro el lector podrá apreciar unas hermosas fotos con imágenes bellísimas que enaltecen la calidad del poemario, una manera estética de subrayar la intención artística de la autora.

Centrada en la trayectoria de una reina indígena, esta obra indica que la autora tuvo que investigar, hacer una investigación histórica para documentar los datos sobre el personaje. No es un personaje de ficción, sino de la realidad histórica dominicana.

Ofelia Berrido, que tiene sensibilidad estética, talento poético y conciencia espiritual, ha sabido aunar esas tres facetas en esta obra poética para deleitarnos y transmitirnos una enseñanza peculiar ya que ella reinterpreta estética y espiritualmente el rol de Anacaona para situarla históricamente en su época y, sobre todo, nos hace entender el significado emocional, intelectual y espiritual de lo que fue Anacaona, de lo que ella hizo y lo que sufrió en vida en razón de lo que históricamente le aconteció.

Voy a comentar tres aspectos en esta obra poética de Ofelia Berrido: En primer lugar, la imbricación histórica que la autora hace del personaje con la realidad social, la realidad antropológica y la realidad cultural de la etapa colonial en la que se enmarca la vida de Anacaona. Ofelia tiene la virtud, la gracia o el don de entender el trasfondo histórico, estético y espiritual  de lo que era, realizó y significó Anacaona.

Es sorprendente como la emisora de estos versos lo logra, porque es una obra de creación poética, no un libro de historia, con el que procura transmitir a través de su lírica el trasfondo emocional y espiritual de una vida del pasado. Ofelia Berrido asume el personaje desde la perspectiva poética y, entonces, para iluminarnos, para orientarnos hacia su intención, curcutea el trasfondo que subyace en la herencia ancestral que se supone que ha fluido, que ha pervivido a través del tiempo en diferentes manifestaciones de la naturaleza. La primera de esas manifestaciones fue la lengua, porque Anacaona era taína y la raza taina aportó al español dominicano múltiples voces que conforman en el español dominicano el tainismo de nuestra habla, porque comprende el conjunto de palabras, voces y términos heredados del lenguaje de los tainos, que enriquecieron la lengua española y que fue el primer testimonio léxico de una lengua indígena de América que penetra en la lengua española, que llevan los españoles a Europa y que se extiende en el español americano. Es la primera vez que esto acontece en esta tierra, en este ámbito americano. La labor de Ofelia Berrido es importante porque ella, al asumir vocablos tainos que consigna en sus poemas, de alguna manera está ponderando el alcance de esas palabras y el significado que esas voces tenían y que se conservan en nuestra cultura.

Un segundo aspecto importante es la dimensión cósmica que Ofelia Berrido asigna al personaje histórico de Anacaona. Nuestra poeta valora en Anacaona el vínculo necesario para que continúe una visión del mundo a través del tiempo, el impacto de una raza y de la cultura de un pueblo en nuestro pueblo. Nuestra académica siente el eco de Anacaona en el agua, en la tierra, en las flores, en las estrellas, en las montañas, en todo. Y trata de valorar e interpretar lo que ella siente como poeta al ponderar al personaje histórico de Anacaona, y ese es un dato muy importante en esta obra de Ofelia Berrido.

Un tercer aspecto es la dimensión estética, porque se trata de una obra de poesía. Ofelia logra plasmar la belleza de las palabras en las expresiones que usa al describir a esta mujer. Y logra impresionarnos con el lenguaje y el estilo de su creación.

Otro aspecto importante es la dimensión espiritual que ella enfatiza en virtud de la tendencia mística que hay en la sensibilidad de Ofelia Berrido. De ahí la condición espiritual que le permite sintonizar con esa dimensión profunda de un personaje, que ella asume como poeta y que interpreta con el sentido antropológico, lingüístico y cultural que significó Anacaona en la cultura de nuestros aborígenes.

Con el lenguaje de la versificación moderna y la técnica de la creación poética, Ofelia Berrido plasma en Anacaona una hermosa obra de poemas embellecidos con fotografías artísticas en homenaje lírico, estético y simbólico a una reina, Anacaona de Jaragua, y a una raza, la taína de Quisqueya, con el arte de la imagen y el concepto de las palabras, articuladas en una ofrenda de amor y valoración del legado espiritual de los taínos a la cultura nacional y americana.

Ofelia Berrido (1) es una singular creadora cuyo talento literario, impregnado de una honda vocación espiritual, canaliza el testimonio de sus intuiciones y vivencias con un entusiasmo desbordante. “Entusiasmo” viene del griego En Theos, que significa ‘estar en Dios’, porque eso es lo que refleja Ofelia, un vínculo entrañable con la fuente de la Divinidad, de la que todos procedemos.

En esta obra poética, titulada Anacaona, la prestante autora ausculta “el espíritu antillano” a cuyo través resalta la huella cultural y espiritual legada por los aborígenes de Quisqueya, encarnada en los fluidos del agua, la tierra, los árboles y los montes, amén de la herencia idiomática del tainismo cifrado en voces y términos de la lengua taína, como lo canaliza la sensibilidad estética y espiritual de la agraciada autora de este poemario, enriquecido con impresionantes imágenes fotográficas que potencian la calidad de la edición yel valor significativo y simbólico de las imágenes poéticas.

Unos versos de salutación inician el poemario de Ofelia Berrido para ambientar la descripción del ambiente y la sustancia del contenido (2):

 

Mujer, espíritu antillano,

aliento, mar y loma.

Areíto mañanero,

murmullo de río bravío

en noche cerrada.

(OBerridoAnacaona227).

 

Nuestra poeta ausculta la voz de las cosas (“Escucha este susurro/que corre por los montes”) y en esta inspiración lírica y estética tiene la capacidad para sentir la voz secreta del Cosmos, la huella inmemorial de una herencia cultural conectada con el Numen del Universo, es decir, con la sabiduría espiritual del Cosmos, que nuestra creadora capta y expresa en virtud de su singular conexión con lo viviente:

 

Ya nada alienta las ilusiones.

La realidad violenta se perpetúa

en la vibración del látigo que es viento

y en el sollozo nocturno de la espesura.

(OBerridoAnacaona228).

 

A la luz de la herencia taína, cuyo aliento genesíaco fluye en la sensibilidad de nuestra agraciada poeta, se puede percibir la manera como ella explora la identidad de la cultura aborigen que encontraron los españoles cuando se asentaron en esta isla de Quisqueya:

El mundo se contempla

entre el humo hiriente de la leña.

Los devotos de la caña y del oro se acechan…

Buscan la energía de vida,

las raíces mismas de la tierra

(OBerridoAnacaona229).

 

Como un remedo del tainismo, que conforma la base léxica de la lengua de los taínos, la autora retoma voces de los antepasados de esta isla para orillar su cultura, su idiosincrasia y su talante:

 

Hijos de la palabra originaria

confinada a la tortura, a la historia cruel,

palabra que reina en el silencio que acecha

bajo la tonadilla del colibrí iluminado:

las ilusiones rotas.

(OBerridoAnacaona230).

 

Entonces Ofelia Berrido evoca la creación artísticadel areíto, la canción con la que nuestros aborígenes testimoniaban sus inquietudes estéticas y espirituales dando cuenta de la naturaleza de lo viviente y de las circunstancias que conformaban su existir:

 

Tus cánticos nocturnos aún se escuchan

y el areíto revive en tu voz.

¡Oh, Anacaona, Anacaona!…

Te elevaste para descender en ti misma,

convertida en relámpago y trueno…

en flor de caña, aleteo de pájaro y tambor

(OBerridoAnacaona231).

 

Ofelia Berrido siente un profundo amor por la raza del pueblo que habitaba esta tierra a raíz del descubrimiento y la conquista y, en tal virtud, le duele sus dolencias y sufre sus pesadumbres, pues como genuina poeta participa del “dolorido sentir” que Garcilaso de la Vega atribuía a los poetas. Y lo que siente, sufre y goza lo desplaza hacia la naturaleza como una forma de mitigar el dolor y la pasión que la subyugan:

 

¡Oh, Anacaona! ¡Anacaona!…

Tu pueblo duerme en el agua encendida,

en el gemido del higüero,

en el sudor de la danza mortificada

y en las manos vacías

   Identificada emocionalmente con el alma taína, la emisora de estos emotivos versos  añora el sentido de un pueblo que vivía hermanado con la naturaleza, compenetrado con el agua y la tierra, con la lluvia y el bosque, con la luna y las estrellas:

Quiero mantener la azada en mi mano

y en ella el Universo.

Y así, descubrirte en la unidad de las cosas,

en lo ilimitado de la esencia

y en el flujo del tiempo

(OBerridoAnacaona235).

 

Compenetrada con la esencia de las cosas e impregnada del espíritu de lo viviente, Ofelia se siente una con el Universo: vibra con el esplendor cósmico y parece extasiarse cuando su alma entra en sintonía con el alma de las cosas, aliento que comparte con los espíritus taínos que fluyen en su sangre, atizan su conciencia y concitan su sensibilidad. Al igual que los aborígenes prehispánicos de otros pueblos americanos, los taínos de La Española vivían en armonía con la naturaleza, signo de una conciencia cósmica impregnada de sabiduría y espiritualidad, con la que sintoniza Ofelia, según revelan estos amartelados versos de inspiración mística:

 

Fuego primaveral que se expande

en la música de las esferas, en el follaje,

en el brote del capullo

y en el vuelo alegre de la cigua palmera.

(OBerridoAnacaona236).

 

Heredera de la fuerza ancestral que siente recibir de la misma Anacaona (“Tu herencia es joya sagrada”), participa del fluir de las cosas al igual que el niño que se compenetra con el alma de las cosas, como el místico que comulga con el ser peculiar de fenómenos y criaturas, como los primitivos que vivían compenetrados con la naturaleza sintiendo lo que las cosas son y lo que sus datos sugieren:

 

Oye el llanto y las plegarias

del peñasco oculto en el bosque.

Ya no se escuchan poemas.

El eco de la memoria ancestral

se ha convertido en silencio…

Voces amordazadas por el tiempo.

(OBerridoAnacaona237).

 

Entonces la poeta, sintiéndose conmovida por el destino cruel que padeció la raza aborigen, adolorida con dolor de cuerpo, alma y espíritu, canta estremecida, compungida en su interior profundo y sofocada por el llanto, lo que malogró al pueblo taíno de Quisqueya:

 

Se desploma el cielo encendido.

Sobre los inocentes cae el sueño de la ilusión

desde las cúspides del ego infecundo.

Yucahu encamina a los parecidos a Coaibai,

morada de los eternos goces.

(OBerridoAnacaona240).

 

Sabe nuestra querida y admirada poeta que la vida continúa. Ella siente que todo se entremezcla con el Todo, y todo deja una huella perenne en la tierra y sus vivientes, en el alma de quienes han continuado el derrotero de la vida y, como supervivencia espiritual, el legado de los primeros habitantes que en esta isla antillana pervive y fluye:

 

Pero en la oscuridad cerrada de la noche

la luz de las estrellas alienta el alma…

El huevo germinal estalla, el ave cae,

la cima de la montaña observa.

La sinfonía se hace eternaen el centro

de las cuatro esquinas del Universo.

(OBerridoAnacaona241).

 

Anacaona, protagonista de esta obra (3), inspira el canto de Ofelia, que exalta la huella de esta singular taína por lo cual asume su legado, retoma su herencia lingüística, estética y espiritual, y escribe un poema emocionado sobre la figura legendaria de ese primor de lo viviente que fue Anacaona. Con el tono de lamento de los antiguos profetas bíblicos la poeta interiorista invoca el aliento del espíritu taíno y ausculta en el fuero sagrado de los misterios el pasado indígena de nuestro pueblo aborigen:

Anacaona, madre de las aguas,

dioses de los vientos aplaquen sus furias.

Noche y día, muerte y vida mantengan su armonía.

Reanima en mí el alma taína que aviva la tierra

para penetrar realidades profundas,

develar los misterios de la tierra con una azada llena de vida.

(OBerridoAnacaona242).

   La poeta sabe que nada se pierde en el Universo, sino que otra forma y otro sentido dan aliento a la vida, tizón a la palabra y valor a la idea:

 

En las profundidades la semilla crece y se eleva

asciende desde el fondo oscuro hacia la extensión celeste

y alimenta el fruto que hospeda.

(OBerridoAnacaona243).

 

Concluye la poeta su emotivo canto valorando el legado del pueblo taíno que dio a la lengua española los primeros vocablos del léxico antillano, y a la cultura dominicana un hermoso legado artesanal y artístico dando a la herencia biológica el sentido de su legado genético y, al espíritu, el aliento de sutrascendencia mística:

 

Hoy lo vital es como entonces,

danza del follaje y canto, viento, aliento,

soplo incesante de vida que penetra,

acción tranquila y persistente en el tiempo.

(OBerridoAnacaona244).

 

Cuando la poeta evoca el murmullo del Ozama procura atrapar “la voz que trepa las alturas del silencio” y con ese aliento emocional, fragua de su inspiración estética y cauce de su torrente espiritual, recrea la huella que pervive entre nosotros.

Ofelia Berrido expresa una identificación emocional y espiritual con el legado de nuestros aborígenes. Exalta nuestra poeta la herencia cultural taína en una evocación poética y nostálgica del legado genético, artístico, lingüístico y artesanal con esta ofrenda lírica y estética, mística y simbólica que recrea en este homenaje a Anacaona el legado cultural que los aborígenes de Quisqueya aportaron al alma nacional mediante su creación poética, embellecida con hermosas imágenes fotográficas de Juan de los Santos, Alejandra Oliver, Jiny Elena Ramos, Carmen Inés Bencosme, Parmelia Matos de Calventi, Dennise Morales Pou y Pedro Genaro Rodríguez. La participación de los citados artistas refuerza la visión interior de la lírica de Ofelia y la percepción exterior de las impresionantes fotos que conforman el entramado artístico con hondas resonancias estéticas y espirituales.

Poeta por vocación, interiorista por sensibilidad, y creyente por convicción, nuestra distinguida académica Ofelia Berrido cultiva la palabra con un claro sentido estético y espiritual, y hace de su inteligencia sutil y su talento literario un testimonio edificante y luminoso del sentido trascendente de vida y creación.

 

Bruno Rosario Candelier

Academia Dominicana de la Lengua

Santo Domingo, 3 de diciembre de 2019.

 

Notas:

  1. Ofelia Berrido, oriunda de Santiago de los Caballeros, vino al mundo dotada de un fecundo aliento espiritual y estético, que canaliza en sus creaciones literarias, inspirada en el ideario del Interiorismo, movimiento literario al que pertenece y promueve. Miembro correspondiente de la Academia Dominicana de la Lengua, forma parte del grupo de narradores Mester de la Academia y coordina la Tertulia literaria de la Academia.
  2. Ofelia Berrido, Anacaona, Santo Domingo, Colección “En la interior bodega”, no. 10 del Ateneo Insular, Editora Búho, 2019, p. 227. Las restantes citas son de esta edición.
  3. Entre las obras de Ofelia Berrido figuran dos novelas y dos poemarios.

 

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