Ortoescritura
Por Rafael Peralta Romero
¿BUEN DÍA O BUENOS DÍAS?
16 noviembre, 2019
El señor Cándido Martínez corresponde al tipo de lector que justifican la publicación de esta columna: por su lectura habitual, sus comentarios y por la sugerencia de temas a tratar. El apreciado romanense ha sugerido que sea tratado lo concerniente a determinadas formas de saludo, específicamente aquellas que dejan dudas en los hablantes acerca de si deben pronunciarse en singular o en plural.
Entre quienes expresan “buenos días”, “buenas tardes” o “buenas noches” aparecen los que justifican el plural porque la expresión afectiva va dirigida a varias personas, como si se estuviera repartiendo afectos y a cada uno se le diera lo suyo. Quienes prefieren estos saludos en singular –entre los que me cuento- argumentan –o argumentamos- que el día, la mañana y la tarde que se está viviendo en el momento es solo uno y por eso las fórmulas “buen día”, “buena tarde” y “buena noche” incluyen a un grupo como a una persona.
Pero en esto la teoría no es tan importante como el uso. Las publicaciones académicas son poco explícitas al respecto. El Diccionario panhispánico de dudas, editado por la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALES), señala al respecto lo siguiente:
“La fórmula de saludo que se emplea durante la mañana es, en el español general, buenos días. No obstante, en algunos países de América del Sur se utiliza también la fórmula buen día…” No se refiere a la fórmula expresiva de la tarde ni de la noche. El Panhispánico fue publicado en 2005.
JUSTO Y ENÉRGICO
22/11/2019 En más de una ocasión he escrito que el pensamiento de Juan Pablo Duarte mantiene plena vigencia y que si fuera tomado en cuenta para el ejercicio del gobierno, la situación en República Dominicana fuese menos calamitosa. La doctrina política del acendrado patricio reúne directrices para enfrentar nuestros principales problemas. “El Gobierno debe mostrarse justo y enérgico…o no tendremos Patria y por consiguiente ni libertad ni independencia nacional.” Esa frase es un reclamo del fundador de la República Dominicana que amerita atención. El Gobierno debe mostrar energía para enfrentar problemas sociales, económicos o de la índole que fuesen. Pero con justicia. La tradición política dominicana exhibe una amplia colección de gobiernos pasados de enérgicos, pero no justos. Nuestros gobernantes han honrado a Duarte de palabra, en fiestas patrias, sin ir más allá de lo estipulado por el protocolo ceremonial. Su doctrina nada ha interesado, y menos si refiere cómo escarmentar a los traidores. ¡Albricias! Ha aparecido un candidato presidencial que ve en las ideas del ilustre padre de la Patria una guía adecuada para orientar una obra de gobierno y conducir al pueblo dominicano hacia el necesario sosiego y merecida felicidad. Me refiero al licenciado Luis Abinader, del Partido Revolucionario Moderno. El candidato del PRM y otras fuerzas aliadas ha asegurado que el mejor programa de gobierno para impulsar la prosperidad de nuestra nación, nos lo dejó el padre fundador, Juan Pablo Duarte, y citó la expresión: “El Gobierno debe mostrarse justo y enérgico… o no tendremos Patria y por consiguiente ni libertad ni independencia nacional”. Abinader pronunció un discurso profundo y claro ante un grupo de personalidades que el pasado miércoles declararon apoyo a su candidatura. Entre ellos los juristas José Enrique Hernández Machado, Hipólito Herrera Pellerano, Rafael Luciano Pichardo y Ramón Horacio González Pérez. Basó su disertación en las palabras “justo y enérgico”. Dijo que en esas palabras se sostienen las ideas del gobierno que se propone desarrollar. “La justicia es dar a cada quien lo que es debido, y nos hemos propuesto que así sea, porque no es justo ofrecer como dádiva a los ciudadanos lo que les pertenece por derecho”. Ha de ser justo un gobierno apegado a los valores éticos y morales. Para lograr una sociedad justa es imprescindible eliminar toda influencia externa sobre el Poder Judicial. Abinader ha prometido un ministerio público independiente, lo cual le ha ganado simpatía en quienes anhelan el adecentamiento de la administración de justicia. |
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