Apuntes sobre «El degüello de Moca», novela de Bruno Rosario Candelier
Por Nikolay Polozháev
El libro de Bruno Rosario Candelier, El degüello de Moca, es un libro que se presenta en la misma portada como una novela histórica, anunciándose de esta manera las dos vertientes principales de esta obra: una ficción literaria y a la vez un libro verídico que trata sobre un período de la historia de la nación dominicana. Digo la nación dominicana porque no se trata sólo de los asuntos domésticos de un pueblo particular, sino de una tragedia histórica que vivió todo un pueblo que pocos años después se convertiría en una nación independiente. Lo que pasó en Moca en el 1805 no fue simplemente un accidente local, sino parte de lo que estaba pasando a toda la población de lo que hoy en día conocemos como la República Dominicana. Lo particular de Moca fue quizás el exagerado grado de crueldad, aunque en otros pueblos la tragedia también fue no menos dramática. Por esto se puede decir que la historia de Moca es una ventana a través de la cual se ve la historia de la nación entera de esa época, lo que agranda y destaca la importancia de esta obra para todo dominicano y para aquel que quiera conocer la historia de este país.
Aparte de estas dos vertientes anunciadas, que caracterizan el género de la obra, al leerla uno no puede dejar de percibir desde las primeras páginas, otras dimensiones potentes del análisis intelectual de este libro. Una de esas dimensiones es la filosofía que empieza a tratarse desde el primer capítulo de la novela.
Esta filosofía, a su vez, tiene diferentes líneas. La línea principal del análisis filosófico es, sin duda, lo espiritual. Desde las primeras páginas donde se describe la llegada de un grupo de futuros mocanos a la villa que recibe un nombre simbólico de la Villa de Nuestra Señora del Rosario de Moca, empieza a marcarse esa dimensión. Fue como una analogía de la llegada del pueblo de Moisés a su destino después de una larga travesía. Y no es la única analogía con los hechos de la historia universal que se deja ver a través de la novela.
La fe estuvo explicita allí desde el primer momento. E igual que el pueblo de Moisés, el primer pueblo mocano creía que los problemas se habían acabado por el hecho de terminar la travesía y encontrar tu tierra prometida, mientras que las verdaderas pruebas lo estaban esperando en un futuro incierto.
Esa vertiente espiritual está presente prácticamente en todas las páginas del libro. Pero no fue la única. Una de las demás líneas filosóficas fue destacar la inocencia. No sólo la inocencia de la pareja que conocemos desde el comienzo de la narración: José Francisco y Margarita. Aunque esto es lo que vemos, apenas empezando la lectura, en la escena donde José ve a Margarita bañarse. Las palabras exactas: “Era una noche de luna llena cuando disfruté la espléndida escena con el relumbrante cuerpo de esa hermosa mozuela mientras se bañaba”. A partir de ahí esta pareja va descubriendo la dimensión erótica de su relación, pero lo hacen de una manera totalmente sana, lo que acusa en ellos dos la auténtica inocencia de adolescentes.
Más adelante el autor nos descubre la inocencia de otro tipo -la del pueblo mocano naciente-, contando por la boca de los mismos personajes las relaciones a veces cómicas, a veces tiernas, a veces hasta conflictivas, pero el lector percibe la imagen de un pueblo virgen, en su gran mayoría exento de maldades.
En el tercer capítulo se descubre una dimensión que poco se discute en los libros históricos -una especie de nostalgia por lo desconocido. Esto sucedió cuando los jóvenes protagonistas de la novela visitaron una cueva en las lomas: “Me sentí inmerso en una especie de portal secreto desde donde podía ver y revivir el pasado estando en el presente, y fue entonces cuando pensé que había sido bendecido y privilegiado por haber conocido un lugar prodigioso como aquella furnia aborigen…”.
Estas palabras de José Francisco son testimonio de una vivencia que muchas personas han tenido en algún momento de su vida. Es una nostalgia por algo de lo que estamos separados por el espacio o por el tiempo, algo que quizás nunca conocimos, pero lo sentimos misteriosamente en algunos momentos o lugares. En caso de José Francisco esto fue algo místico, porque él sintió la presencia de un espíritu que algunos autores llaman egregor del pueblo, que era de un pueblo al que no pertenecía. O sea, la memoria genética estaba excluida. Era algo realmente místico. Y no es menos real por esto, porque mucha gente da testimonios de algo parecido.
En la primera parte del libro el autor nos da un master class de la poesía. Los personajes hablan de la poesía con mucha frecuencia, descubriendo poco a poco los conceptos básicos del arte, demostrándolos con ejemplos fabulosos de versos clásicos.
La segunda parte que consta de cuatro capítulos, cuenta los detalles de la masacre. Probablemente la peor masacre en comparación con otros pueblos de la parte hispana de la isla en esa orgía sangrienta del año 1805. El número de víctimas del degüello de Moca se acerca a un 10% del total de las masacres de aquel año, mientras que la población de Moca era mucho menor en relación con la población total de los pueblos masacrados. Cabe una analogía con los crímenes de lo nazi en la Segunda Guerra Mundial. Una crueldad inconcebible para una persona mínimamente normal. Una analogía con la excepción de que el pueblo alemán fue desnazificado después de la Guerra, y la mayoría de aquel pueblo tenía ideas confusas de lo que pasaba en la realidad. En tanto que la población haitiana todavía está esperando su “desnazificación”. Las escenas explicitas del libro ponen los cabellos de punta. Hacen pensar en el asomo de las fuerzas malignas de las Tinieblas, y no exactamente como metáfora, sino algo realmente diabólico. Esta percepción de la complicidad de las fuerzas malignas se fortalece por el hecho de que la gran parte de las víctimas fue masacrada en la iglesia, que a su vez fue incinerada al final de la masacre. Es como una marca satánica que fue impresa a ese crimen contra la humanidad.
La tercera parte es la que da la esperanza de que las fuerzas malignas ni ahora, ni en el futuro, podrán destruir un pueblo cuya fuerza se nutre de la fe cristiana y del conocimiento de su propia historia.
El libro cuenta tantas historias particulares, está tan rico en cuanto al lenguaje que usa, está tan cargado de filosofía, psicología, historia, poesía e incita al lector a pensar en tantas cosas y a conocer más sobre la historia, que obviamente tiene un valor muy especial para todo lector y, muy específicamente, para los jóvenes.
De mi parte puedo sugerir que se haga una edición con muchos más ejemplares para poder incluir este libro en las bibliotecas de las escuelas y universidades del país, y recomendarlo como un libro de lectura en los cursos de la historia dominicana y la literatura. Para este fin la Academia Dominicana de la Lengua puede establecer unas conversaciones con la dirección de los Ministerios de la Educación y de la Cultura. En caso de realizarse esta sugerencia, yo recomendaría incluir en la próxima edición una parte que haga el recuento de las demás masacres del año 1805, aunque no tan detalladamente como el degüello de Moca.
Encuentro del Movimiento Interiorista, Centro de Espiritualidad San Juan de la Cruz
La Torre de El Caimito, 28 de diciembre de 2018.
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