La profecía en El sol secreto, de Ofelia Berrido
Por Miguel Solano
La única que le encuentra razón de ser a la insaciabilidad del viaje es la soledad. Y entonces viene la posesión del momento, viene “la plaza roja desierta”, porque los poetas somos los únicos que podemos celebrar “una gira debajo de un palmar”. Y debajo de ese palmar aparece una soledad que quiere saberlo todo.
¿Casualidad?
En la tarde del primer sábado de noviembre de 2016, el poeta de “Susurros de la Lux”, Eduardo Gautreau de Windt y yo salimos para Peralta, en Azua. Allí nos reuniríamos con Emilia Pereyra y pasaríamos la tarde del sábado y la mañana del domingo ganando naturaleza, poesía y vino que en la ribera del rio Jura Emilia tiene bien acumulada.
Yo iba conduciendo y del equipo de música de la Ford Escape empezó a sonar la canción “Nathalie”, cantada por los chilenos Hermanos Arriagada. La composición es del poeta francés Pierre Delanoe y la música del cantante francés Gilbert Becaud. Al escucharla Eduardo empezó a cantarla y a repetirse, lo que todo el mundo se dice cuando escucha ese misterioso poema con música: “¡que canción tan bella!”, “¡que canción tan linda!”, repetí yo, una y otra vez.
El sábado en la noche, comimos, reímos, gozamos, abrimos botellas y bañamos la luna con soleadas polémicas. El domingo un paseo en la montaña y un viaje al rio. Cuando regresamos del rio, Emilia sintió que no encontraba sus lentes y al planteármelo exploramos la posibilidad de que lo hubiese dejado sobre las piedras del Jura. Salimos Emilia y yo hacia el río a buscarlo, inmediatamente. Cuando arrancamos el vehículo nuevamente empezó a sonar “Nathalie” y Emilia comentó: “¡que canción tan bella!” y en la medida que la íbamos escuchando fuimos penetrando en ella, como si penetrásemos en un vacío, como si navegáramos en la mar sin barcos. “y es una belleza tan misteriosa”, dije yo. “Sí, es bien misteriosa la belleza de esa canción”, comentó Emilia.
Al llegar al rio examinamos nuestras memorias, removimos “el faldón de la pólvora” y recordamos que Eduardo y Emilia se habían quedado conversando mientras yo me había tirado al rio y disfrutado de las poderosas corrientes de agua que bajaban de las cordilleras con “el grito del tambor”. Paseamos cada metro andado anteriormente y no encontramos los lentes, entendimos que habían pasado a formar parte de “el crimen verde”. Regresamos y en la casa, esperándonos, entre “las cenizas del querer” estaban. Los lentes nunca habían pasado a ser parte del “cóctel de frenesí”, sino que como “el inapelable designio de Dios” fingieron su perdida para provocar que Emilia y yo conversáramos sobre “Nathalie”: aquello fue un ejemplo vivo de consciente conectado.
La expresión que adoptó Emilia, la mirada que me dio, ese “sí, es bien misteriosa la belleza de esa canción”, se quedaron en mi consciente gravitacional, día y noche, noche y día. Cuando tengo esos momentos clavados en mi alma, palpitando, siempre encuentro como solución salir para San Miguel del Seibo y al entrar en su campo magnético mi consciente conectado encuentra las respuestas.
Unos cinco kilómetros antes de llegar a Hato Mayor, entrando por Los Hatillos, se toma la carretera que va para San Miguel. Justo cuando la tomé empezó a soñar la canción “Nathalie”. Voy solo y en la carretera solo tengo como compañía la sombra de los árboles y el aleteo de las aves. Escucho en total concentración la canción y empiezo a entender: “El poema es una profecía”, me digo. Una profecía tan perfecta y tan bien lograda que todos pensamos que se trababa de una alabanza al socialismo, de la perfecta historia de amor. y sin embargo, era todo lo contrario, era el anuncio de su caída.
El consciente gravitacional de Delanoe se había conectado con el futuro y por esa razón, en el 1964, en un período de amplia expansión de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, el poeta vio “la plaza roja desierta”. El poema completo versa así:
La plaza roja desierta
delante de mi Nathalie
Tenía un lindo nombre mi guía: Nathalie…
II
La plaza roja muy blanca
la nieve formaba un tapiz
y yo seguía en aquel frio domingo a Nathalie…
III
Hablaba en francés muy sobrio
de la revolución de octubre
y yo pensaba ya…
que de la Tumba de Lenin
iríamos al café Pushkin
a tomar…un chocolate
IV
La plaza roja desierta
le tome un brazo y sonrió
rubio era el cabello de mi guía: Nathalie…
V
En su pieza de la universidad
un grupo de estudiantes la esperaba impacientes
Reímos, mucho conversamos
querían saberlo todo, Nathalie traducía
Moscú, los llanos de Ucrania y les champs-Elysees,o
de todo se habló
Después cantamos
luego ellos muy alegre
abrieron botellas de champagne de Francia y bailamos.
VI
Cuando todos ya se fueron
estuvo la fiesta en silencio
quede yo solo con mi guía: Nathalie
ya no hubo más pregunta sobre la Revolución de Octubre
ya no estábamos allí
se acabó la Tumba de Lenin
el chocolate del café pushkin
todo, lejos quedo
VII
Que vacía que quedo mi vida
mas sé que un día en París
seré yo quien servirá de guía: Nathalie…
Cada palabra en el poema está colocada en una secuencia profética asombrosa: “La plaza roja desierta…la plaza roja muy blanca, la nieve formaba un tapiz”. Esa plaza roja era el símbolo mundial de una voz y el poeta la vio desierta y blanca formando un tapiz. Tapiz es un “paño grande, tejido con lana o seda, y algunas veces con oro y plata, en el que se copian cuadros y sirve de paramento”, puede ser una “alfombra (‖ tejido con que se cubre el piso)”, pero usada como adjetivo aplica para “una persona que tiene aspecto extraño”. Y esa fue la figura que empezó a mostrar la Revolución de Octubre, en 1964.
“Se acabó la tumba de Lenin, el chocolate del café Pushkin”. El café pushkin ni siquiera existía. Se fundó en 1999, es decir, 35 años después de la canción y como un homenaje a su fundación en el participó el cantante que hizo famosa la composición: Gilbert Becaud.
“Moscú, los llanos de Ucrania y les champs-Elysees,o”. Ucrania seria el mayor desafío que tendría el Moscú post soviético y los campos elíseos, la más clara mirada hacia la libertad
Cuando nuestro consciente se conecta con el futuro trae luz, iluminación y la vida puede verse con una claridad tan meridiana, que el poeta, sin ninguna dudas, puede profetizar lo que viene. Y Pierre Delanoe lo hizo claramente. Al final del poema verso: “Todo, lejos quedó, que vacía que quedó mi vida, mas sé que un día en París, seré yo quien servirá de guía: Nathalie…”
El Código en El sol secreto
La vida creativa de Ofelia Berrido, en el “El Sol Secreto” es una profecía, con algunos matices que agravan el drama para fortalecerlo. Cuando el consciente gravitacional del personaje se conecta con el pasado, no encuentra respuesta al principal dilema de su vida: ¡su vocación!, decidir qué hacer con ese cuerpo que como espíritu se mueve pensando.
El dilema de los personajes no es tanto existencial como la lectura de la novela puede sugerir. Ya existen y tienen que vivir, aunque sea entre páginas. Las preguntas que se hacen, se las hacen por el dilema vocacional: el personaje quiere saber, lo que tiene que saber y quiere saber qué hacer con lo que ha aprendido, cómo llevarlo de la mano con la vida.
Ofelia nos ofrece una señal en el mismo primer párrafo con el que se inicia la novela:
“Nació flácida, azulada, enjuta, tres días después no aseguraban su vida. Su abuela, la matrona, reunió la familia para orar por su salvación. Imploraban por su restablecimiento; rezos con dobles propósitos pues de no sobrevivir, se transmutarían en guías del alma para traspasar los umbrales de la muerte…”, pág. 1
Luego de pasar el trauma de la migración, la devastación de San Zenón, Felipe de la Cruz, padre de Lucia, empieza a tener éxito en la vida económica, pero esos éxitos no traen la luz del Sol, no le traen paz y armonía a su alma y cree descubrir que su vocación es la de pintor.
En la llamada al encuentro con su interior cree descubrir que “Las historias a ser vividas, lo que el destino nos tiene reservado, no lo podemos evitar, no hay escape…”, Pág. 5. Y “Felipe, como acto sagrado, observaba la salida del Sol, tiempo de contemplación de ese círculo infinito, ilimitado, llameante, representación de la fuente de vida, símbolo del espíritu del hombre”, Pág. 6, segundo párrafo.
Erika de Jesús, era su esposa y madre de Lucia, es una “romántica, creía en el amor y la felicidad eterna”. De su constante lectura de “Hamlet”, le quedó, más que ninguna otra cosa, la frase: “Oh, alma mía que quieres librarte y más te pierdes”,pág. 8.
La vida se les torna dolorosa porque el consciente está conectado con el pasado y el pasado no ofrece soluciones al dilema vocacional. La magia ocurre cuando el consciente conectado se encuentra con el futuro, que aunque podría ser incierto, es siempre una propuesta de esperanza. Por esa razón el poema “Nathalie”, termina “Yo sé que seré de guía”.
En los personajes vive un universo y en el juego de la vida, los personajes deciden hacia donde proyectar su luz. Aquí un ejemplo, un muy buen ejemplo, de cómo funciona el consciente conectado con el futuro:
“…Ah, brillante como la mirada de un recién nacido e igual de profunda. ¿Has visto los ojos de un recién nacido? Tienen una mirada tan profunda, tan centrada, que parecería que vienen de un lugar lejano, mágico, pleno en sabiduría, que vienen llenos de experiencias que contar, que transmitir, pero no, aún no hay forma de comunicarnos.”, pág. 26. Y esa es la profecía de Ofelia Berrido en “El Sol Secreto”.
El consciente gravitacional no le gusta el lenguaje directo, prefiere el juego en el lenguaje, los códigos secretos, las claves. El consciente gravitacional está ahí, como diría don Bruno Rosario Candelir, “en la cantera del universo”. Y está esperando a que el consciente conectado entre en juego y descifre los códigos.
La novela empezó con la paradoja de una luz que nace muriendo y termina con la paradoja de un apagón que se fuga. “El Sol Secreto”, sale por primera vez en el 2006, es la primera obra narrativa de Ofelia Berrido. Como narradora omnisciente, Ofelia Berrido tuvo que desarrollar 15 capítulos, en 151 páginas, para contar la historia de Lucia y su familia. Y en esa historia, en la página 26, hay un extraño código revelado, quizás “El Infiel”, o “Pájaros del olvido”, tal vez.