Coloquio de la lengua en el aniversario de la Academia
Para conmemorar un nuevo aniversario de la fundación de la Academia Dominicana de la Lengua, nuestra corporación celebró un Coloquio de la Lengua sobre la experiencia mística y el arte del lenguaje.
En el coloquio participaron Ofelia Berrido, con“Naturaleza de la experiencia mística”, y Bruno Rosario Candelier, con la ponencia “Conciencia de la experiencia mística”.
Jacqueline Pimentel, maestra de ceremonias, dio la bienvenida a los participantes de esta actividad. Esta filial de la Real Academia Española en Santo Domingo vela por el buen funcionamiento del idioma español en la República Dominicana.
La Dra. Ofelia Berrido, miembro de la ADL, inició su ponencia diciendo que la experiencia mística es un tema difícil de plantear, pero difícil de ignorar. También explicó que solo el que encuentra el vacío en su existencia, empieza a buscar una respuesta que le dé sentido a una vida vana y sin sentido. Dijo que la experiencia mística surge de las raíces mismas del deseo del hombre de darle sentido a su existencia, de conocer las respuestas a los grandes cuestionamientos acerca del secreto del Universo y, más que nada, acerca del secreto de su propio origen: “El ser humano busca una explicación a su existencia, se da cuenta de la perfección de su cuerpo y de la mente humana, de que tanta perfección no puede surgir por puro azar. Quiere y necesita entender, y ahí comienza la búsqueda”, agregó.
La académica subrayó que todos buscamos en la Divinidad una naturaleza que intuimos en la nuestra y emprendemos un viaje a la perfección en busca de esa condición divina, esa energía vital y esa totalidad: “Todos buscamos unirnos con esa energía o ese Dios que lo produce todo”, dijo. Berrido habló de que somos hombres y mujeres de gran sensibilidad dotados de una intuición superior tan desarrollada como para penetrar en la esencia de las cosas con un visor extraordinario, ya que somos seres de una alta vibración, siempre dispuestos a alejarnos de lo mundano. Dijo que hay seres que tienen cierta tendencia a la búsqueda de lo divino más que otros que viven una vida más tradicional. Explicó que el misticismo como creencia sostiene que el hombre puede comunicarse durante la existencia terrenal con la Divinidad a través de la visión intuitiva: “La gente que practica meditación, que ha tenido experiencia mística, tiene una serenidad, una dignidad y una espontaneidad única. El ser humano necesita someterse a la práctica de meditación para poder llegar al desarrollo de sus potencialidades”, comentó.
Al término de su intervención explicó que un hombre ordinario es parte de la naturaleza, él es el todo y el todo está en él, pero generalmente no se da cuenta de quien verdaderamente es. Tiene un ego tan fuerte como un caparazón que está acostumbrado a ver el mundo y la gente como utilizables, como si la gente fuera instrumento de explotación. “En la naturaleza mística, la mente y el cuerpo caen y nos encontramos en un estado de extremo despertar. Es el estado de existencia pura, la actividad de la conciencia se vuelve prácticamente inexistente, un estado de gozo sereno y armonioso donde se entiende la naturaleza misma”, manifestó.
En su turno, Bruno Rosario Candelier, director de la ADL, habló de la conciencia de la experiencia mística y explicó la relación de la mística con el lenguaje. Señaló que la mística, como búsqueda de lo divino, implica por parte de quien hace esa búsqueda un sentimiento de identificación con el Creador del mundo, y ese sentimiento tiene muchas formas de expresión. Los artistas, los creadores, los literatos y los místicos tratan de canalizar esa búsqueda mediante la palabra, porque responde a una inclinación de la conciencia humana: “El sentimiento místico es una inclinación natural del ser humano y, como tal, acontece en todas las lenguas, en todas las culturas y en todos los tiempos”, comentó el escritor.
El ponente resaltó que en nuestro país hemos tenido cultores de literatura mística en creadores de poesía, ficción y teatro, que han asumido el tema para su creatividad. También ponderó la dimensión mística desde la perspectiva del sujeto que experimenta el fenómeno de esa experiencia, que es una vertiente diferente de la metafísica, porque la mística como disciplina puede estudiarse y ha sido estudiada por grandes creadores en la historia de la literatura, la filosofía y la espiritualidad. Hay una manifestación de la sensibilidad espiritual que se llama “experiencia mística”, que es un estadio singular de la conciencia y que requiere de determinadas condiciones en el sujeto para vivir y experimentar ese fenómeno trascendente, y señaló que para llegar a su comprensión es bueno entender primero las diferentes manifestaciones de la naturaleza y las diferentes actitudes que asumimos los hombres ante la contemplación de la naturaleza: “Podemos hablar de un sentido estético, del sentido metafísico, del sentido cósmico y del sentido místico y lo que depende de la actitud que asumamos frente a la realidad”, expresó.
Subrayó que algunos viven místicamente el mundo, cuando lo asumen con su actitud espiritual, una disposición amorosa hacia todo lo viviente y la convicción de ver al mundo como creación de Dios; entonces se despierta en su sensibilidad un estado especial de amor, de simpatía, de ternura, de compenetración con lo viviente, y así nace el respeto por las plantas, los animales, los humanos con una disposición de la sensibilidad para entrar en conexión con todo. Entonces nace lo que se llama una empatía, una relación de afectividad con todo, y si la persona que experimenta ese sentimiento tiene vocación creadora, suele plasmar sus intuiciones y vivencias en una obra artística o literaria.
El académico explicó que la experiencia mística es un estadio de la conciencia que viven algunos seres privilegiados, escogidos por la energía espiritual del Universo o por determinadas circunstancias favorables que se desarrollan en la conciencia de esos sujetos: “Personalmente creo que para que una persona pueda vivir una experiencia mística se requieren tres condiciones: una condición interna del cerebro en el que se desarrollen determinados circuitos en las neuronas cerebrales, que son las que nos ponen en conexión con señales, estelas, destellos o sonidos en las emanaciones de la trascendencia”, expresó.
Rosario Candelier habló de otras dos condiciones para entrar en conexión con la realidad profunda, como son las condiciones especiales en la sensibilidad para lograr una sintonía con lo viviente; la posesión de la palabra y la capacidad de conexión con el sentido profundo de las palabras y las cosas para lograr esa conexión y, sobre todo, para comunicar con el lenguaje de la simbología esa vivencia, y dijo: “En nuestro país tenemos algunos creadores que han cultivado la lírica mística, como Martha María Lamarche, Freddy Bretón, Tulio Cordero, Fausto Leonardo Henríquez, Jit Manuel Castillo, Ofelia Berrido y Rocío Santos, quienes han tenido experiencias profundas de la conciencia y testimonian en una lírica mística esas vivencia espirituales”.
Finalmente resaltó que hay muchas ventanas en el Universo, y muchos saberes a los cuales podríamos llegar si abrimos nuestra sensibilidad y nuestra conciencia para entrar en sintonía con lo viviente, para vivir el sentido místico de las cosas y lograr lo que se llama una armonía o una vinculación entrañable con la potencia del Universo y, sobre todo, si desplegamos nuestra sensibilidad y nuestra conciencia para sentir. “No ahoguemos esa potencialidad en nuestra sensibilidad: vayamos a desplegarlas para ver si se desarrollan nuestras inclinaciones intelectuales, morales, estéticas y espirituales”, exhortó al público.
El Dr. Bruno Rosario Candelier cerró su intervención con la lectura de tres poemas del poeta místico Jit Manuel Castillo de la Cruz, titulados “La totalidad de las palabras”, “Espero ansioso el día” y “Verbo creador en tus labios”.
Cada vez más personas participan en las actividades culturales que realiza la Academia Dominicana de la Lengua como parte del programa de acciones vinculantes con la sociedad dominicana que promueve la Junta Directiva de la institución. La ADL fue fundada el 12 de octubre de 1927 por iniciativa del arzobispo de Santo Domingo, monseñor Adolfo Alejandro Nouel, quien junto a un grupo de intelectuales dominicanos instaló en el país la corporación correspondiente de la Real Academia Española.
Esta actividad fue presidida por el director de la ADL, Bruno Rosario Candelier, y compartida por los académicos Ofelia Berrido, Manuel Salvador Gautier, Miguel Solano, Oscar Holguín-Veras, André Klump, Fernando Casado, y el escritor y juez del Tribunal Constitucional de la República, Víctor Gómez Bergés.
Santo Domingo, 12 de octubre de 2016.