Injerencismo – *ingerencismo – desecho – deshecho
*INGERENCISMO – INJERENCISMO
“…que según su relato, recogería el descontento de otros empresarios con la presidencia de P. B.
y su INGERENCISMO político. . .”
Tan pronto como se lee el título de esta sección, puede observarse que una de las dos voces tiene señalada un asterisco. Esa se considera espuria, mientras que la otra, puede pasar las pruebas de fuego para que se la admita en el español general. El detalle de lo esbozado aquí se verá en el cuerpo de esta exposición.
El verbo que por necesidad se encuentra en el origen de la voz *ingerencismo es el verbo ingerir que tiene solo un significado en el español internacional, “introducir por la boca. . .” Se dejó sin completar las acepciones de este verbo porque lo que se deseaba destacar era precisamente eso, que solo tiene relación con la boca como sitio de entrada.
En otras ocasiones se ha criticado el uso de *ingerencia en lugar de injerencia. Según parece algunos redactores no acaban de entender que la letra /g/ no procede en este sustantivo femenino en sus funciones de equivalente de intromisión.
Ya quedó demostrado que el verbo que reúne los genes para permitir la creación de la nueva voz que denomine la intromisión, de entremeterse, en asuntos que no son de su directa competencia, es injerir, porque en uno de sus acepciones es “meterse una persona en problemas o asuntos ajenos”. Como ocurre con frecuencia en las lenguas, este verbo ensanchó su campo de acción y salió del angosto terreno de “una persona”.
La lengua corriente en el área política tiene una palabra para designar la tendencia de los poderes públicos a intervenir en negocios que competen a la sociedad civil, sobre todo en el ámbito económico, es el intervencionismo. En el campo de política internacional, la política intervencionista es la tendencia favorable a la intervención del Estado en conflictos o políticas que existen en otros países.
No puede olvidarse que los cambios e innovaciones obligan al conjunto léxico a expresar fielmente los acontecimientos que suceden en el mundo moderno. La creación de nuevas palabras o acepciones para palabras conocidas ya, forman parte de la evolución de la lengua. En gran medida los traductores son responsables de estas innovaciones.
Algo que no puede obviarse es que el término elegido obedezca a la legitimidad de su función. Debe llenar unan necesidad expresiva y en casos como el presente la raíz culta le otorga mayor validez.
En el caso específico del injerencismo, este sustantivo masculino expresa cabalmente la idea que lo auspicia. Es una intromisión, un entremetimiento, es decir, un “inmiscuirse donde no lo han llamado”. Se sostiene que ello es así porque el vocablo injerencia ha cobrado un matiz envilecedor y eso traduce muy bien la idea subyacente. No hay que olvidar que toda lengua viva crea palabras nuevas.
Se piensa que la palabra propugnada, “injerencismo”, es aceptable en el plano lingüístico y precisa en el plano terminológico. Las raíces del término lo acreditan para que sea aceptado por su valor expresivo y su posibilidad de comprensión.
DESECHO – DESHECHO
“Una raza rendida y DESECHA que ostenta con júbilo las heridas de su vergüenza”.
Existe homofonía entre dos o más palabras cuando hay identidad fónica entre ellas. Las dos palabras del título se pronuncian igual, pero la grafía es diferente. La homofonía se destaca en estos casos porque estas palabras representan lexemas distintos.
El término homofonía deriva de dos palabras griegas, homós que vale para indicar igual, y la palabra phonós, que en español es sonido. Esto es, de igual sonido. En español existen muchos vocablos de este género, entre ellos, votar, botar; hierro, yerro; vasto, basto.
Resulta difícil perdonar a un articulista o columnista que incurra en un error de este género. El error salta a la vista porque el verbo desechar no tiene cabida en la oración, porque no le confiere sentido a lo escrito.
Lo que debió escribir el autor de la oración fue deshecha, que es la conjugación del verbo deshacer en funciones de adjetivo. En la oración puede tomarse este vocablo con el significado de “derrotada, rota; estropeada, gravemente maltratada”. Es probable que esa haya sido la intención del articulista, solo que erró en la selección de la grafía.
Este tipo de error se encuentra cuando la persona que redacta carece de suficiente cultura o, en los casos en que hay descuido en la redacción. Puede ocurrir en las situaciones en las cuales la persona compone su pieza escritural con mucha prisa y no tiene tiempo de revisar su escrito.
Esta igualdad en la pronunciación de algunas palabras que tienen sentido diferente es la que ha dado lugar a los juegos de palabras o calambures; sobre todo, estos se producen cuando la homonimia es producto del encadenamiento del habla y se agrupan las sílabas de manera que alteren el significado de las palabras a que pertenecen. El diccionario de las Academias trae este ejemplo: “Este es conde y disimula”.
Los lectores podrán imaginar que la homofonía se produce a veces en español; en francés acaece con inusitada frecuencia como resultado de que existen muchas palabras cuyas pronunciaciones son iguales, pero en las que el significado es muy diferente. No es pues un fenómeno que solo se da en español.
El autor de estas reflexiones acerca de la lengua es un amante de los juegos de palabras y, en parte, eso le ha permitido ampliar su léxico en varias lenguas. En consecuencia, no hay que temerle a las palabras homófonas.
© 2016, Roberto E. Guzmán.