Pachuché – dejar saber – minuta
PACHUCHÉ
El vocablo que figura como título de esta sección resulta simpático al oído, por lo menos para quien esto escribe. Hasta puede uno atreverse a decir que es eufónico. Además de lo ya escrito, se incluye en estos comentarios porque es una voz auténticamente dominicana. Esta voz consta solo en algunos de los diccionarios del español dominicano. No obstante eso, se recordará aquí una acepción que se ha omitido en esos lexicones.
El pachuché es un ‘cigarrillo liado artesanalmente’. Es una voz usada y reconocida en los predios rurales. Esa acepción reproducida más arriba es la que consta en el DED, Diccionario del español dominicano (2013). En la segunda edición de la obra De nuestro lenguaje y costumbres (1971), la Sra. Consuelo Olivier entiende que es un ‘cigarro que hacen envolviendo el tabaco en papel a mano’. Estos datos se tomaron del Diccionario de dominicanismos de Orlando Inoa, (2010).
El Diccionario de cultura y folklore, de Paulino y Castro, (2005), consigna algunos detalles sobre la fabricación del pachuché. Era un cigarrillo, pues estaba envuelto en papel blanco “de pulpería”, es decir, muy fino. Se pegaba el papel con saliva y, si mal no se recuerda, el extremo por donde se iba a encender, el papel se dejaba más largo que la carga de tabaco para retorcerlo sobre sí mismo.
Los cigarrillos hace más de sesenta años eran muy baratos, sobre todo los de fabricación nacional. La persona que recurría a confeccionarse sus propios cigarrillos, pachuchés, era un campesino de muy escasos recursos, “un pata por el suelo” (pata pu´el suelo). Generalmente era un “echa días” (jornalero) que andaba vestido muy pobremente.
Por la descripción que se ha hecho del sujeto que fumaba se comprende que el interés está en indicar que a esa persona se la llamaba pachuché. Ser un pachuché era un término despectivo que se aplicaba al necesitado, al que solo poseía su fuerza de trabajo.
En este caso que se trae a la atención, se ha operado un tropo en el que la similitud material entre la pobreza del cigarrillo se ha trasladado a la persona por la semejanza de los pobres recursos, de la rusticidad.
Aquí se opera una transferencia, un desplazamiento del nombre de la cosa a la persona. El hombre se convierte con ese nombre en el representante de la pobreza, de la misma forma en que lo es el pachuché para el fumador. Como puede apreciarse la figura está bien motivada por la proximidad que existe entre la precariedad económica del individuo y el valor del objeto.
DEJAR SABER
“Un amigo me escribe desde Cuba para DEJARME SABER que el “paquete” (artilugio con grabaciones digitales) de la pasada semana ya contenía todos los filmes. . .”
La vía de penetración más expedita de la asimilación, de préstamos y calcos es la expresión oral. Cuando estas llegan a la expresión escrita, eso significa que se han asentado ya en la lengua de recepción y constituyen un asentamiento residual. La fijación ha operado en la lengua de recepción; de esto no hay duda, especialmente cuando estos fenómenos se manifiestan en el español escrito.
En los casos en que se detecta uno de estos fenómenos es porque el escribiente permite entrever una inseguridad idiomática que no se debe a su desconocimiento del idioma, sino a una penetración de otra lengua que conoce.
Este tipo de reproducción en español de una estructura ajena al espíritu de la lengua española es uno de los más peligrosos modos de penetración que pueda existir.
Cuando se lleva al español una expresión hecha de una lengua extranjera, en este caso del inglés al español, lo que se hace es que se corrompe el español. Este “dejar saber” es una reproducción en español de la muy frecuente expresión del inglés let me know.
Constituye motivo de pesar que una persona que publica en español de manera periódica en un diario de gran circulación permita que su español manifieste una intrusión como esta. La riqueza de la expresividad del español hace innecesario el recurso a copiar expresiones que proceden de lenguas extrañas.
Para demostrar la inutilidad de acudir al inglés, a continuación se proponen algunas alternativas españolas para no tener que claudicar. La lista es enumerativa y no exhaustiva: avísame, infórmame, dime, anúnciame, comunícame, dame noticia de, notifícame, hazme partícipe de, hazme saber.
Después de esta enumeración de soluciones del español, se concluye con una interrogación: ¿Hacía falta ir hasta el inglés para expresar la idea?
MINUTA
“. . .según la MINUTA de su reunión de diciembre en la que por unanimidad las aumentaron. . .”
No será la primera vez, pero ojalá fuera la última. Esa frase de frustración se expresa ante la desconsideración que tuvo el redactor de utilizar un vocablo reconocido del español como equivalente de uno parecido del inglés. No hay motivo para rasgarse las vestiduras por esto, pues de todos modos pudo referirse a un significado auténtico del español.
La palabra minuta significa muchas cosas, pero la menos conocida es la que el redactor trató de expresar. Aquí se repasarán las significaciones en el español general, así como en el español de América para concluir con la explicación acerca del origen de la confusión.
La razón por la que se escribió más arriba que no había necesidad de rasgarse las vestiduras por el empleo que se hace de la palabra del título es porque el entendimiento del hombre se refleja en el lenguaje y de este modo contribuye a modificarlo. Como se verá más adelante, el uso de “minuta” del modo en que se ve en la cita es el producto del fenómeno social en el país en que con esa acepción se acepta, pues en esa comunidad es comprensible y aceptable. Esto así porque obedece al carácter funcional del lenguaje.
La función principal del lenguaje es comunicar, informar. Ese es el destino particular del lenguaje. En la prensa diaria esa es la función predominante. Ese cometido es una condición del lenguaje y se logra mediante el uso de términos convencionales. Si el comunicador social cede y utiliza el español estrecho de su país, falla al propósito de transmitir el mensaje para comprensión general.
El vocablo en estudio proviene del latín. En esa lengua denotaba lo que era menudo, de ahí que otras palabras de la misma familia sirvan para ese propósito. En esa línea de derivados en español se acepta que minuta sea “extracto, borrador, apuntación, nota”. Eso que se menciona aquí es lo aceptado en la comunidad internacional de hablantes de español.
En América la voz examinada posee significaciones que implican el menudo tamaño, la brevedad que se sugirió antes. En República Dominicana son pescados pequeños. En Guatemala, Honduras y El Salvador es el refresco hecho con hielo desmenuzado. En otros países el nombre corresponde a una lista de comida rápida, o a un pescado limpio, listo para cocinar.
En inglés en plural, minutes sirve para mentar el acta de una reunión. En francés el escrito que contiene lo decidido en una reunión es el procés-verbal o compte-rendu. Los demás minute del francés no tienen nada que ver con las actas, aunque sí con las reuniones.
La clave del uso en la cita se encuentra en el español de México y solo se inventaría en el Diccionario del español usual en México (2002). Allí se lee en la segunda acepción: ‘Resumen de lo discutido y decidido en una reunión o en una junta, a partir del cual se elabora el acta correspondiente: tomar la minuta’.
A lo anterior hay que añadir que minuta sirve para ‘borrador o extracto de un documento’. Así lo consigna el Gran diccionario de la lengua española de Larousse. Tal vez el redactor se refería a esto y no a un acta acabada de la reunión que menciona. Si así fuere, debió usar uno de los vocablos mencionados, borrador, apunte, esbozo para evitar equívocos.
© 2016, Roberto E. Guzmán.