Humilde apariencia
La coma, tan simple y sencilla como parece, provoca innumerables errores ortográficos. Sí, un error en el uso de la coma es una falta de ortografía. No es la primera «Eñe» que protagoniza la coma, y no será la última. La extensión de estos artículos es incapaz de contener la diversidad de reglas que establecen el uso correcto de este humilde, solo en apariencia, signo de puntuación. Vayamos, pues, paso a paso.
Hoy nos vamos a detener en las oraciones condicionales. Las distinguimos porque expresan una condición. Lo más frecuente es que vayan introducidas por la conjunción «si» (sin tilde por tratarse de un monosílabo átono).
En este tipo de oraciones el uso de la coma depende del lugar que ocupen en la frase. Si la condicional está colocada antes del verbo principal, debemos usar la coma. Si se fijan, esta oración y la anterior les pueden servir de ejemplo. Las oraciones condicionales, introducidas por «si», se separan con una coma de las respectivas oraciones principales porque están antepuestas.
Sin embargo, cuando la construcción condicional va pospuesta al verbo principal, la coma no aparece. Comparen estos dos ejemplos: «Si nos decidimos a leer, mejoraremos nuestra ortografía»/»Mejoraremos nuestra ortografía si nos decidimos a leer». En el primer ejemplo la condicional está antepuesta; en el segundo, pospuesta. El primero lleva coma; el segundo no.
La vida está plagada de condiciones, así que las oraciones condicionales son muy frecuentes. Si aprendemos a usar la coma en este contexto, evitaremos muchos errores. Presten atención al lugar de la frase respecto al verbo principal si quieren usar la coma con maestría.
© 2015 María José Rincón González