Cómo y para qué
No hace tanto aprendíamos en la escuela a conjugar verbos. Eso lo sabe muy bien una maestra de las buenas como mi amiga Paquita. Este aprendizaje nos permitía saber, a la vista de cualquier forma verbal, en qué tiempo o en qué modo estaba conjugado, si era singular o plural, primera, segunda o tercera persona. Sé que muchos consideran una liberación el abandono de esta práctica porque siempre la entendieron como un ejercicio memorístico carente de sentido.
El problema no radica en el ejercicio de memoria, que nunca viene mal, sino en que dejaron de explicarnos por qué era necesario conocer los verbos. No se hacen una idea de lo difícil que resulta corregir algunos errores gramaticales a quien carece de estos conocimientos. Probemos a hablar del imperativo.
Usamos el imperativo para expresar las órdenes. En el español que se habla en España se produce con frecuencia el error de usar el infinitivo (*Sentaros y escuchar) en lugar del imperativo (Sentaos y escuchad). Si no sabemos distinguir el infinitivo del imperativo, ¿cómo vamos a entender cómo usarlo?
En el Caribe no vamos a tener problemas en este caso porque el vosotros ha perdido su terreno frente al ustedes como pronombre de segunda persona del plural. Sin embargo, no nos escapamos. También para entender nuestra forma de expresión tenemos que acercarnos a la estructura de los verbos, porque en nuestra variedad de español la segunda persona del plural cede su puesto a la tercera del plural (Siéntense y escuchen).
El reto está en que nuestros profesores sepan enseñarnos cómo conjugar y para qué, que es casi tan importante.
© 2015 María José Rincón