Estar al día
Un lector preocupado por la ortografía me hizo llegar un artículo publicado a finales de 2014 en el que se calificaba a la República Dominicana como el país del “¡dele un chance!”. La sorpresa estaba en que en el mismo texto encontrábamos también la forma *¡déle un chance!”. Tiene una explicación sencilla.
Cuando en una lengua cambian las normas ortográficas siempre asistimos a un periodo de vacilación en el que los hablantes van conociendo las modificaciones y se adaptan a usarlas en sus escritos.
Las normas ortográficas académicas anteriores a 1999 establecían que las formas verbales que tenían tilde la mantenían cuando a ellas se unía un pronombre. Si la forma verbal dé (Dé un repaso a la nueva ortografía) se unía a un pronombre (*Déle un buen repaso) mantenía su tilde, aunque las normas generales no la exigieran en esta última forma (en este caso palabra llana terminada en vocal).
La Ortografía académica de 1999 ya estableció que la tilde solo debía mantenerse si la forma verbal resultante de la adición del pronombre enclítico cumplía las reglas generales de acentuación en español: Dele otro repaso a la ortografía; déselo siempre que tenga dudas. Una norma no tan nueva pero que muchos hablantes, al parecer, desconocen.
Este cambio normativo podría explicar la vacilación que nos ha señalado nuestro lector. Desde luego, pudo haberse resuelto con una consulta rápida a la Ortografía académica o al Diccionario panhispánico de dudas. Son herramientas accesibles que debemos tener a mano: consulten sus páginas, lean sus artículos; consúltenlas, léanlos.
© 2015 María José Rincón González