Presentan "Diccionario del español dominicano" en Nueva York
La Academia Dominicana de la Lengua (ADL), con el apoyo de la Academia Norteamericana de la Lengua Española (ANLE), presentó el Diccionario del español dominicano en Chanin Language Center, del Hunter College, en la City University of New York. Ese acto académico contó con la lectura de textos de Gerardo Piña-Rosales y María Cornelio, de la ANLE, y de Fabio Guzmán Ariza, María José Rincón, Roberto Guzmán y Bruno Rosario Candelier, de la ADL.
La edición de este Diccionario marca un hito en la bibliografía dominicana. Fuente de consulta para el conocimiento del lenguaje de los dominicanos y manual clave en los estudios de investigación de la variedad del español en América por la forma científica de su confección, en esta obra aparecen las voces dominicanas de uso cotidiano, que alcanzan unos 11.000 vocablos y unas 4.000 frases en unidades léxicas con ejemplificaciones de textos dominicanos o redactadas por el equipo lexicográfico de la Academia que integraron los académicos Bruno Rosario Candelier, María José Rincón, Fabio Guzmán Ariza, Roberto Guzmán y Domingo Caba, auxiliados por cuatro lectoras, las españolas María Dolores Jiménez, Teresa Melián y Yolanda Garisoain Iribarren y la dominicana Ruth Ruiz. Producto de una labor colegiada, la tarea lexicográfica se centró en el acarreo de voces y expresiones criollas del lenguaje de los dominicanos.
“El acto de presentar aquí en Nueva York el Diccionario del español dominicano, más que protocolario, me parece de perentoria necesidad: en esta ciudad vive un millón de dominicanos”, dijo Gerardo Piña-Rosales, director de la ANLE, quien recordó que “antes que los holandeses fundaran la New Amsterdam ya andaba por estas tierras un dominicano -el primer inmigrante-, el marinero Juan Rodríguez, que llegó al área del puerto de Nueva York, sobre el río Hudson, en la primavera de 1613”. Piña-Rosales y María Cornelio, de la Academia Norteamericana, tuvieron a su cargo la presentación del acto, y sus protagonistas, los lexicógrafos María José Rincón, Roberto Guzmán, Fabio Guzmán Ariza y Bruno Rosario Candelier, de la Academia Dominicana de la Lengua, trabajaron en la elaboración de este libro que incluye los vocablos y las locuciones idiomáticas de los dominicanos. Figuran también préstamos lingüísticos con la respectiva acomodación al lenguaje dominicano, así como la adición de sentidos, expresiones metafóricas y creaciones léxicas, con algunas marcas gramaticales.
En el acto hablaron los miembros del equipo de redacción del diccionario. Guzmán Ariza comentó que las entradas de este diccionario tienen la ilustración de centenares de ejemplos tomados en su mayoría de obras literarias dominicanas. Mil trescientas voces sobre flora y fauna, que incluyen el nombre científico, 400 extranjerismos, 400 voces de expresiones relacionadas con el béisbol y 200 términos sobre peleas de gallos. Señaló que la obra es “un diccionario diferencial, con las particularidades idiomáticas nuestras” y aclaró que incluía términos “que no tienen uso común en el español general”. Dijo que hay “voces sin las cuales los dominicanos no se podrían comunicar a gusto, como “vaina”, “tirar” y “palo”. El dominicano no puede vivir sin una ‘vaina’. Comentó que “vaina” tiene cuatro acepciones y 10 locuciones en el diccionario. Y al buscarlas se da cuenta de que también se usan en otras partes del Caribe. Dijo que el diccionario es un “palo”, para indicar que es un éxito. Pero la palabra predilecta de este académico es “chivo”, que en el Diccionario tiene 11 acepciones y numerosas frases. Este diccionario se hizo desde septiembre del 2008 hasta finales de 2013, y contó con el respaldo de la Fundación Guzmán Ariza Pro Academia Dominicana de la Lengua. La selección de ejemplos se tomó de 250 obras literarias dominicanas y lo dirigió María José Rincón González, supervisado por Bruno Rosario Candelier, director de la institución.
María José Rincón afirmó que “la lengua española, con más de 400 millones de hablantes y una extensión superior a los 12 millones de kilómetros cuadrados, se caracteriza por su unidad, enriquecida por múltiples variantes”. Dijo que este Diccionario es “una prolongación de la lengua personal por lo cual espera que evoque la lengua de su tierra y de su infancia”, dirigiéndose al público, en su mayoría ciudadanos dominicanos. La lexicógrafa y académica habló de la historia de los diccionarios en castellano, comenzando con el de Nebrija y luego de los regionales, desde el siglo XV hasta el presente. Subrayó que la diferencia en los dominicanismos podría ser a veces la acepción diferente que se la da a una palabra del castellano. En cuanto a la organización del diccionario explicó que “en la microestructura el aspecto en el que se ha puesto más énfasis es en la uniformidad y regularidad estructural de todos los artículos, independientemente de su complejidad, lo que supone un avance cualitativo importante respecto a la tradición lexicográfica dominicana, caracterizada por la irregularidad estructural”. Dijo que la marcación recibe una atención especial, y añadió: “Mediante las marcas se incluye en cada artículo la información gramatical, la frecuencia o vigencia de uso, la información sociolingüística [como la valoración social o el uso de diferentes niveles socioculturales], la variación estilística o la intención comunicativa”.
También el diccionario incluye ejemplos que puedan mostrar las palabras dentro del funcionamiento de la comunicación. La mayoría proceden de fuentes literarias de autores dominicanos, de fuentes periodísticas y más de 600 se han extraído de páginas electrónicas dominicanas.
Por su parte, Roberto Guzmán, dominicano residente en Miami, declaró que este Diccionario “establece un vínculo entre el dominicano y su mundo y es imagen de la realidad de nuestra lengua”. Recordó el carácter descriptivo de la obra: “No se recomiendan sus usos, sino que se registran”. “Esta obra es reflejo de la riqueza verbal de los dominicanos, un catálogo del léxico y reservorio de la memoria colectiva”. También destacó que se hizo en un trabajo de equipo. Lo que hicieron resultó “en un inventario auténtico y suficiente tomado de la realidad dominicana”, dijo. “Gentilicios de las ciudades, pueblos, provincias y regiones dominicanas tienen su lugar en el diccionario. Las plantas más conocidas, sobre todo, las que tienen un nombre diferente, están inventariadas”.
El discurso de Bruno Rosario Candelier cerró el acto, en el que el director dominicano señaló el concepto de que no se puede hablar de plena exclusividad en el uso de las palabras castellanas al modo dominicano. Algunos de los vocablos registrados en esta obra tienen otros significados en otros países y algunas de las voces de la lengua española tienen una acepción diferente en el español dominicano. En este Diccionario se registran con el sentido que tienen para los dominicanos. Destacó también los valores culturales -signo de nuestra identidad- que se trasmiten cuando los padres pasan este lenguaje a sus hijos. “El Diccionario del español dominicano no deja al margen ningún aspecto del lenguaje de nuestro pueblo y representa nuestro caudal lexicográfico”, dijo el lingüista y escritor.
El Diccionario del español dominicano cuenta con las palabras y las expresiones en uso en la República Dominicana, de todos sus niveles socioculturales, que no forman parte del español general, como “chaúcha”, “conversatorio”, “chin”, “hacerse el chivo loco”, “a la brigandina” o “jalar aire”. La presentación formal de esta obra en la urbe americana contó con la presencia de muchos dominicanos radicados en New York y sus alrededores, que valoraron esta obra representativa de las voces dominicanas y fue acogida con beneplácito por la comunidad dominicana radicada en Nueva York. La Academia Norteamericana de la Lengua Española, además de Piña-Rosales, su director, estuvo representada por Jorge Covarrubias, Leticia Molinero, Alister Ramírez, Carmen Tarrab, Porfirio Rodríguez, Rolando Pérez, Rosa Alicia Ramos y María Cordero.
ADL/ANLE, en Chanin Language Center, Hunter College, City University of New York, 7 de mayo de 2014.