Celebran coloquio sobre la poesía de Sally Rodríguez
Con la participación de los filólogos, críticos literarios y miembros de la Academia Dominicana de la Lengua, doctores Odalís Pérez Mena y Bruno Rosario Candelier, se presentó en Moca un coloquio sobre la lírica de Sally Rodríguez. En la actividad literaria los expositores abordaron la dimensión estética y la faceta metafísica en la obra de esta eminente poeta mocana que enaltece el arte de la creación poética.El presentador del acto, Lic. Luis Quezada, agradeció a la Academia Dominicana de la Lengua, en la persona de su director, por compartir estos coloquios literarios trimestrales que dan a conocer la riqueza literaria y poética que albergamos en nuestra provincia. Sally Rodríguez es del sector mocano de Estancia Nueva, tierra prodiga en héroes y grandes figuras históricas, artísticas y literarias.
En su intervención, Odalís Pérez Mena dijo: “El poema que como obra y lenguaje asume la poeta Sally Rodríguez es de la totalidad interior en tiempos de visión, infinito y vocación. No habíamos observado hasta ahora un fenómeno tan especial y singular en la poesía dominicana contemporánea, de una poeta cuya poesía, publicada desde 1985 y en cuya condición podemos ve-sentir un horizonte auténtico de lenguaje. Se trata de una obra que hasta ahora ha sabido extender un lenguaje poético situado en la sinrazón estética y filosófica del mundo”. Subrayó el reconocido académico y crítico que los elementos que conforman la poesía de esta poeta “surgen de una mística del lenguaje poético en cuyos ejes “la cosa ontológica’’ se desata como cauce de vida de la palabra y cauce de esfera-tiempo del lenguaje. La voz que puede intimar saberes y haberes de lo poético, absorbe también líneas de un centro especular movilizado desde una poética verbal de la mirada, tal como podemos leer-sentir en Animal sagrado”.
La antología de la obra poética de Sally Rodríguez, tres libros significativos para la poesía dominicana, Luz de los Cuerpos (1985), Diálogo sin cuerpo (2003) y Llama insomne (2008), constituye un documento que habla desde sus vertientes del lenguaje y desde su particularidad simbólica asumida como expresión lírica, precisó Pérez Mena. “La poca atención que ha recibido su obra por parte de la crítica y el comentario periodístico denota el desconocimiento de una obra que se ha ido forjando en silencio, lejos de cenáculos capitalinos, de capillas, de foros, academias o tertulias de nuestros días; leyendo poesía en soledad, se pronuncia y se lee en esta obra una palabra poética surgente de los abismos del ser que aguarda y activa la mirada poética nacida como espacio y vórtice de espíritu. Desde una antología poética “regional” se movilizan los estados de la “cosa poética”, intimada y asumida por un lenguaje sin límites de vuelo, sin vacilación expresiva en sus núcleos articulados”.
Significó Pérez Mena que el poema “Los abismos” y “Cuerpo en lejanía” activan una memoria poética que no es muy frecuente en el lar nuestro, pero que asegura un momento de universalidad en la poesía escrita por mujeres en este país, por lo cual esta poeta mocana universaliza y se universaliza en el tejido poético propuesto en su obra. Acentuó el hecho de que en la tesitura poética de Sally existe lo que se llama un timbre poético particular que se vuelve generalizado como arquetipo y como acto simbólico, lo que da lugar a una lectura de superficie y de profundidad que hemos sugerido y al mismo tiempo hemos concentrado en el marco de la implicación poética que implica esta visión cosmosófica y filosófica del poema, pero para esta autora dominicana y universal por su lenguaje, por su registro y por los estilos que leemos, reconocemos la calidad en este muestrario poético. “Hoy desperté con aroma de río y claridades/ adheridas a mi piel/ Desperté en un abismo transparente”.
En la idea central de su enfoque sobre la lírica de Sally Rodríguez, el crítico y académico Pérez Nina consignó: “Ese diálogo entre elementos, ese diálogo simbólico y esa coherencia verbal y poética hace que esta poesía se universalice, rompa las fronteras y ascienda a otros parámetros místicos, que remite como una tierra y territorio de la nada y del ser, y eso se podría ver precisamente en los arrebatos poéticos verbales de Swedenborg, del maestro Ekhart, y del san Juan de la Cruz de la “Subida al monte Carmelo”, que no puede ser más que luminoso, lejano y cercano a la vez”.
Por otra parte, Bruno Rosario Candelier, director de la ADL, ponderó la creación poética de Sally Rodríguez diciendo que en su poética hay expresiones fundamentales que dan cuenta de la manera peculiar como la creadora escribe. La primera manifestación de su lírica es una compenetración emocional con la naturaleza y los elementos, de los que privilegia el agua, clave en su creación poética, de tal manera que experimenta una identificación raigal, íntima y profunda con el agua, pues desde la lluvia o bajo la lluvia y en todas las variantes del agua, la poeta vive sensaciones especiales. Sensaciones no solamente físicas, sino emociones y vivencias espirituales en que manifiesta una compenetración sensorial, afectiva y espiritual con el agua y desde esa compenetración logra coparticipar con la esencia del Universo, ya que mediante el agua se interna en la esencialidad de las cosas y experimenta una singular experiencia interior donde conviven su sensibilidad, su conciencia y toda la potencia sensorial de su cuerpo y la potencia superior de su espíritu. En esas vivencias con las cosas, en esa compenetración emocional y espiritual, la poeta logra una singular simbiosis y armonía con lo viviente y una vivencia espiritual intensamente metafísica y espiritualmente mística y, en esa articulación de su ser con el ser del mundo, vive un singular momento de infinito, algo que no se puede explicar porque se trata de una vivencia altamente emocional y espiritual por parte de la autora y, mediante esa correlación de su alma con el alma de las cosas, se establece un vínculo especial, una conexión cósmica, que Sally Rodríguez consigue y plasma en su obra por lo cual su grandeza radica en que esa vivencia espiritual y esa conexión interior la plasma en palabras precisas con valor artístico, pues le da forma estética a una vivencia metafísica. No se trata de una mera comunión imaginativa con la cosa, puesto que es una vivencia real que logra convertir en arte lo que su sensibilidad experimenta, haciendo lo que decía Rilke, que al poeta le corresponde convertir en palabras lo que sensorial y espiritualmente experimenta, realización que la obra poética de Sally Rodríguez realiza, ya que le da forma estética y aliento metafísico a su vivencia espiritual mediante su conexión con la energía esencial del Cosmos, la sustancia del Universo y la esencia infinita.
Al ponderar la significación de la poeta dominicana, Rosario Candelier subrayó: “El secreto de la poesía de Sally Rodríguez consiste en que su autora logra articular su propio ser al ser del mundo, cuando experimenta esas profundas vivencias en compenetración con la dimensión esencial de lo viviente para dar un salto metafísico y un salto desde su espíritu hacia la potencia de la Creación y de alguna manera se conecta con lo que los antiguos pensadores presocráticos llamaban el Numen, ámbito de la sabiduría espiritual que los antiguos iluminados del pensamiento y la espiritualidad cifraban como una manifestación de los efluvios metafísicos de la Creación, que el Cosmos registra, con la historia del mundo, la memoria de la tierra y la memoria del Universo, y en esa memoria está presente una sabiduría infinita, la sabiduría espiritual del inconsciente colectivo, que algunos seres privilegiados tienen el don de percibir por lo cual se convierten en intermediarios de esa sabiduría para beneficio de los demás y pueden, en virtud de las imágenes arquetípicas y del lenguaje de la creación poética, transmitir mensajes profundos provenientes de la cantera infinita, y así pueden canalizar algunas manifestaciones que rozan el misterio y que a veces los propios poetas, aun siendo los creadores de esas imágenes, a menudo desconocen, aunque las transmitan en virtud de ese poder especial de la sensibilidad y la conciencia, que el singular poder de la palabra formaliza, y por esa razón hay creaciones que se consideran paradigmáticas en la historia de la literatura, que son las grandes creaciones metafísicas y las grandes creaciones místicas.
A seguidas Rosario Candelier subrayó que si nuestro país contara con mecanismos institucionales y promocionales para dar a conocer internacionalmente a una autora de la talla de Sally Rodríguez, esta poeta dominicana sería considerada como una creadora con el nivel de Emily Dickinson en EEUU, Alfonsina Storni en Argentina o Dulce María Loinaz en Cuba, eminentes portaliras que tienen un puesto en la literatura universal en virtud de la calidad de su creación. Pues bien, Sally Rodríguez tiene la categoría como genuina creadora de una alta expresión lírica, estética y simbólica, aporte que ha hecho a través de su creación poética, por lo cual debe ser un motivo de orgullo saber que en nuestro pueblo existe una poeta con las condiciones estéticas y espirituales de esta singular creadora.
Finalmente, al dirigirse al pódium para expresar su agradecimiento, la poeta mocana habló de la poesía como “la fuerza vital de los pueblos”. Declamó algunos de sus poemas y el titulado “Orillas que tiemblan” emocionó a los presentes.
Sally Rodríguez nació en Estancia Nueva, Moca, en 1957. Poeta y artesana, ha publicado Luz de los cuerpos (1985), Diálogos sin cuerpos (2003), Milagro de jueves (textos de jóvenes poetas del Taller Literario del Centro de la Cultura de Santiago, 2005), La llama insomne (2008) y Animal sagrado (2014), obra completa. Sus poemas son emotivos, hondos y conmovedores porque se inspiran en las vivencias entrañables de su vinculación con la naturaleza para arraigar su sensibilidad espiritual y estética.
Moca, 13 de mayo de 2014.