Convencido de – certificar la frontera – hablar paja – batea – presidencial
CONVENCIDO DE
Estos educadores se han dado a la valiosa tarea de enseñar, ayudar y apoyar a los jóvenes en nuestra sociedad a alcanzar sus más altas metas. Están CONVENCIDOS QUE impartir una buena educación proporcionará a sus estudiantes las destrezas y el conocimiento. . .
Ha de notarse desde el principio la diferencia que hay entre el título de esta sección y la forma en que la señora que escribió el artículo introdujo el complemento después del verbo convencer.
El Diccionario panhispánico de dudas de la Asociación de Academias de la Lengua Española recuerda con claridad que el verbo convencer es un verbo de influencia y en consecuencia lleva un complemento directo de persona y un complemento con DE o, si es una oración, también con PARA. En ese diccionario se lee: “es incorrecto omitir la preposición”.
Por la explicación expuesta antes es por lo que en el título se colocó “convencido DE”. En la oración que la señora escribió debió escribir: “convencidos DE que”.
Cuando el verbo significa “llegar a aceptar o creer algo, tras haber reflexionado acerca de ello”, el verbo es intransitivo pronominal y lleva un complemento introducido por DE. En ese caso no debe suprimirse la preposición.
CERTIFICAR LA FRONTERA
. . .la del Senado propone darles la residencia a los indocumentados solo después de que se haya reforzado y CERTIFICADO LA FRONTERA.
En buen español “certificar” la frontera es quizá delimitarla. Hacer cierto que los linderos corresponden con lo trazado o vertido en los documentos que establecen los límites de eso que se llama frontera, que en este caso es la que separa México de Estados Unidos.
En esta redacción el columnista no se encamina a definir esta frontera, sino que en su lugar desea dar a entender “asegurar” esa frontera.
Hay un frágil punto de contacto entre asegurar y certificar. Cuando se asegura mediante documento que algo es cierto y verdadero, que eso es verdad, “se asegura” lo que el certificado o documento lleva escrito. Está certificado porque reviste algunas formas preestablecidas que hacen auténtico el documento, que le otorgan la credencial de fiable.
Este traspié en la redacción no debió ocurrir. Ni en inglés ni en español hay indicio alguno que sirva para apoyar una caída de este tipo. Cuando en español se dice o escribe que se asegura algo, es que se afirma, que se da por cierto.
En materia jurídica certificar es hacer constar por escrito una realidad de hecho por quien tenga fe pública o quien tenga atribución para ello. Es hacer una cosa cierta por medio de un instrumento público. Como se enunció antes, es fijar, señalar con certeza.
En realidad de lo que se trata es de hacer más segura la frontera, menos vulnerable. Más incómoda, más difícil, de modo que los migrantes no puedan salvar ese obstáculo. Eso no es en manera alguna “certificar” la frontera, ni en inglés, ni en español. Decir o escribir usando este verbo o el sustantivo correspondiente es un disparate.
HABLAR PAJA
. . .tratar temas serios que no interesan mucho o HABLAR PAJA para hacerte cómplice de la turbamulta.
Esta expresión casi no necesita explicación porque la palabra “paja” en sí misma soporta la ligereza o liviandad a que se refiere la conversación a que alude este verbo.
Paja para los fines de esta locución es cosa ligera, de poca consistencia o entidad; parte inútil de una cosa tras escoger lo útil. La paja se relaciona con lo inútil o desechado. La paja aquí -en esta locución- es una cosa insignificante, sin importancia o tontería.
Como tantas otras expresiones de la lengua española esta tiene sus asientos en el estrato popular de los hablantes del español. Quienes tenían (o tienen) acceso a la paja son las personas menos favorecidas por las riquezas materiales. Ellos con mucha probabilidad son quienes han creado esta y otras locuciones apegadas a lo material como lo es la paja.
“Hablar paja” es decir cosas triviales, hablar de asuntos intrascendentes. Lo que otros hablantes califican de hablar vacuencias. En República Dominicana, sin rodeos, llaman eso “hablar disparates o, caballá”.
En República Dominicana utilizan la “paja de coco” para componer dos expresiones relacionadas entre sí. Una es “no ser paja de coco” para destacar que algo es importante, difícil. La otra es “ser paja de coco” que como es de esperarse es ser fácil de lograr, conseguir o alcanzar. El razonamiento que se encuentra detrás de estas dos locuciones es fácil de discernir. Lo que no es tan fácil es saber porqué se elige el “coco” para estas expresiones.
Se espera no defraudar a los lectores si se dejan fuera de esta sección otros significados de la palabra “paja” en América.
BATEA
El oficio de periodista es sumamente ingrato, sobre todo si eres el director o COMPONES LA BATEA de escoger la primera página de una publicación que crea opinión pública. . .
Al traer ante los lectores esta sección acerca de la batea eso se hace porque este objeto, la batea, tuvo su lugar importante en las casas de familia de tiempos pasados y, con la complicidad del tiempo ha pasado a ser un objeto casi desconocido; por lo menos, de las generaciones más recientes. Es probable que las personas de menos de 60 años no hayan visto antes una batea. Aquí no la verán, sin embargo, podrán leer acerca de ella.
Hace cerca de 70 años cuando una pareja iba a contraer nupcias uno de los primeros objetos que se mencionaba en el ajuar de la casa era la batea. La importancia de esta le venía porque era el recipiente que permitía que las mujeres -los hombres no lavaban- lavaran las ropas de la familia. En algunas ocasiones hasta servían para remojar y fregar los enseres de la cocina.
Otro motivo por el cual se dedica esta sección a la olvidada batea es que para muchos dominicanos es una voz originaria de los taínos. La decepción es grande cuando se descubre que desciende del árabe hispano y no de una de las lenguas de la América precolombina.
Sin ánimo de polemizar no puede dejar de mencionarse que en el Breve diccionario etimológico de la lengua castellana de J. Corominas se consigna que la voz es de origen incierto y la primera mención documentada del vocablo corresponde al año 1521, es decir, posterior a la llegada de los españolas a América. No puede soslayarse que este etimólogo asienta que quizá es una voz que se desgaja del árabe.
En la obra Indigenismos de Emilio Tejera, este incluye la palabra del título en ese inventario. La definición que ofrece se compadece con lo que para un dominicano es una batea: “artesa cavada en una sola pieza de madera”. Ese investigador sostiene que es voz taína. No deja de mencionar que hay quienes sostienen que es una voz que sale del árabe. Cita a Las Casas quien dice que “en lengua general de la Española decían batea por dornajo”.
E. Tejera dedica un largo párrafo a refutar la teoría de que el vocablo tenga su origen en el árabe. Trae Tejera en su auxilio a Cuervo en sus Apuntaciones. Hasta 1914 el DRAE asentaba la voz como descendiente del latín patella. Oviedo y Herrera utilizaron la palabra en sus crónicas y escritos.
Aparte de la acepción que a se aludió antes, en español la batea es también una bandeja de madera usada para servir alimentos. Las narraciones editadas acerca de las Antillas de los siglos XV y XVI recogen la noticia de que estas bateas se usaban para lavar oro en las corrientes de agua.
La batea se conoce en todo el continente americano. Como es una pieza común a todos, ha generado algunas expresiones como la del título. Después de investigar, solo se ha podido dar con una explicación plausible para el “componer la batea”. J. Sánchez-Boudy en su Diccionario mayor de cubanismos (1999) asienta que “componedor de batea” es el amigable componedor del derecho civil; es la persona que media para arreglar asuntos. “Dar batea” es lavar la ropa. El término batea tiene otros significados que se prefiere dejar fuera de este recuento.
Hay otra locución verbal que se recuerda utilizada en República Dominicana “ni lavar ni prestar la batea”. Se consigna en al DAA que es de uso en Venezuela. Equivale a expresar “no utilizar algo ni permitir que otro lo haga”.
Hasta aquí lo que se deseaba rescatar acerca de la “sufrida” batea. Hay que agradecer al periodista que introduce estas locuciones en sus artículos; según parece lo hace con la intención de que no caigan en el olvido.
PRESIDENCIAL – PRESIDENCIABLE
¡Qué PRESIDENCIAL se vio ella y qué pequeños sus inquisidores!
(Estas palabras se refieren a cómo apareció Hillary Clinton en su despedida del Departamento de Estado.)
Es más que válido que se observe este “presidencial” utilizado en una situación como la del texto reproducido. No puede olvidarse que “presidencial” indica o quiere decir y dice “de la presidencia”. Así se dice y escribe que es un “decreto presidencial”. Con ello se denota que emana de la presidencia.
Profundizando un poco más en el sentido de lo que presidencial expresa, no hay que ir muy lejos para constatar que es “perteneciente o relativo a la presidencia o al presidente”. El ejemplo que ilustra el uso en el DRAE no deja lugar a duda: “silla presidencial”.
Llegados a este punto es donde hay que hacerse la pregunta acerca de si el articulista deseaba comunicar que Hillary pertenece a la presidencia -aun sea en sentido figurado- o si por el contrario trataba de dar a entender que ella reviste características que la hacen elegible para ocupar la presidencia.
Si su intención es la última, elegible -como se presume- porque lo contrario no reviste sentido, entonces el articulista erró el tiro. Debió escribir “presidenciable” para que se entendiera (como rezará el DRAE en su edición 23ª. “que tiene posibilidades de ser presidente o candidato a presidente”.
Este tipo de terminación ABLE para indicar que alguien tiene posibilidades de alcanzar una posición cualquiera ha ganado terreno últimamente. Otro ejemplo de este uso puede localizarse entre los cardenales que son “papables”, para señalar que pueden ser elegidos o tienen posibilidades de terminar como Papa.
Se les niega la absolución a los periodistas que no se mantengan al tanto de los cambios y no se actualicen con respecto de los usos de la lengua común.os ayuda a aplicar la palabra justa en el momento preciso.
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