SACARSE – PATA – BANCARIO
Resulta muy difícil para algunos escritores deshacerse del pesado fardo que representa el idioma particular de su país. Esa manera de expresarse que eleva ciertos usos propios de un país al idioma común es algo que ocurre con inusitada frecuencia. Casi puede decirse que en cualquier momento de la redacción se cuela una palabra o una expresión que traiciona al escritor y lo sitúa en el mapa de la hispanidad.
La forma en que el analista de noticias utiliza el verbo sacarse no constituye un uso corriente de ese verbo. Ese uso corresponde a la costumbre de hacerlo en ciertos países que se nombrarán más adelante. Se examinará además la expresión completa “sacarse el sombrero” con su significado como tal y sus equivalentes en otras lenguas.
El verbo sacar en el catálogo general de la lengua ha incorporado muchas significaciones durante los años. Muchas de las nuevas acepciones allí incluidas tuvieron su origen en los países americanos. Lograron imponerse por la persistencia en el tiempo y porque fueron adoptadas por los diferentes estratos de la masa hispanohablante. Recibieron la bendición final cuando intervinieron los escritores y llevaron a la letra impresa esos usos.
No todos los usos de la América Morena han logrado su entrada y aceptación en el inventario léxico de las autoridades de la lengua. Ya constan en el DRAE algunos usos propios o iniciados en México, entre ellos: sacar en el sentido de echar en cara, reprochar y, quitarse, cambiar de lugar.
Don Francisco J. Santamaría en su DGA, 1942, consigna algunas expresiones y frases formadas con ayuda del verbo sacar que han pasado al español general. Una de ellas es conocida en República Dominicana aunque no se la cita, es “sacarle el cuerpo” a una situación o persona, para significar huir, eludir una obligación, zafarse. Cita Santamaría también un refrán parecido a uno oído en República Dominicana, que en este país es “donde se saca y no se le mete, fin se le ve”.
Con relación al sombrero Santamaría menciona que en Chile y México se usa o usaba “sacar el sombrero”, vulgarmente para, “saludar quitándose el sombrero. . .”
En Colombia sacar(se) es “llevarse el hombre, a una mujer con la que mantiene relaciones amorosas, para mudarla y ponerse a convivir con ella”. Esta acción en República Dominicana en los predios rurales se conocía con el nombre de “casarse por la palma”. En las ciudades acostumbraban a decir “llevarse o mudar” a una mujer. La información acerca de Colombia se encontró en el “Lexicón del Valle de Upar” de Consuelo Araujonoguera, 1994.
En República Dominicana “ganar por suerte algo” se expresa con el verbo sacarse y no con sacar, así se dice en dominicano que: “Fulano se sacó el premio”. El DRAE para expresar eso se sirve del verbo sacar.
Un tipo de uso del verbo sacarse similar al dominicano existe también en Guatemala con la frase “sacarse la lotería” para denotar “tener suerte de cualquier índole”. Así lo recoge en su “Diccionario de voces usadas en Guatemala”, 1982, J. Francisco Rubio.
Los diccionarios más recientes de voces argentinas no traen el verbo sacarse para quitarse algo, especialmente prendas de vestir. No obstante eso los diccionarios de americanismos están contestes en que era y quizás todavía es de uso en Argentina. Marcos A. Morínigo en el “Diccionario del español de América, 1993, lo consigna así. Trae este lexicólogo la expresión completa “sacarse el sombrero” y escribe que equivale a: respetar, admirar.
El uso en la literatura lo registra Brian Steel en el “Diccionario de americanismos”, publicado en 1990. Allí expone que sacarse es quitarse y trae la cita siguiente: “-Me tuve que sacar toda la ropa”. Tomada del libro “Los chicos de la guerra” de D. Kon, argentino, libro editado en 1983.
Todavía quedan otros significados de usos del verbo sacar que no aparecen en el DRAE. Sería muy largo enumerarlos todos. Se mencionan algunos que se consideran bastante conocidos. Sacar con el sentido de aliviar. Ejemplo: “Esta aspirina te sacará el dolor de cabeza”. Para significar que se toma o sustrae, en: “Sacar uno de tres”. Con el valor de robar, en: “Me han sacado la cartera”.
El “Diccionario Moliner” trae algunos usos del verbo sacar que no se puede pasar por alto por la frecuencia con que se emplean y por la validez de esos. Llevar a alguien fuera de la casa para que pasee o se distraiga. Ej. “Sacar el perro”. Quitar una cosa que está envolviendo o encerrando a otra. Ej. “Sacarse los zapatos”. Con el valor de producir, hacer cierta cantidad de trabajo. Ej. “Sacar 50 carros diarios al mercado”. Publicar o exhibir. Ej. “Sacaron su foto en los periódicos”. Nombrar una cosa, hablar de ella. Ej. “Él tiene que sacar siempre sus millones”.
Los franceses tienen la expresión elíptica: ¡Chapeau bas! Así expresan admiración. Ellos además tienen otras expresiones formadas con el sombrero francés. Se puede escuchar también que solo dicen: chapeau! Y tiene el mismo significado.
Para concluir esta sección. El argentino analista de noticias utilizó una de las expresiones de su país. Una que ya no aparece en los diccionarios más modernos del español argentino, pero que sí mencionan algunos de los diccionarios generales de americanismos como el de Bernard Hamel, de 1996 y el de Segundo Berroeta, del mismo año.
El autor de estos comentarios considera que el verbo “sacarse” por “quitarse” no lo sanciona favorablemente la Academia. Esto así porque ninguna de las acepciones que menciona del verbo es con uso pronominal o reflexivo. Además, en la segunda acepción el verbo sacar se lee en el DRAE: “Quitar, apartar a alguien o algo del sitio o condición en que se halla”. Esto simplemente no es posible aplicárselo a las prendas de vestir.
PATA
“Mientras el autobús de G. es barato ($37.50 cada PATA del viaje durante el fin de semana, $35 entre semana), el autobús sin tipo de. . .”
Este uso se había detectado en las conversaciones de agentes de viajes y organizadores de excursiones. Estas personas en sus conversaciones acostumbran a emplear la palabra “pata” para designar así cada segmento de un viaje, sobre todo cuando el itinerario es de ida y vuelta.
A cada una de esas partes del viaje le llaman “pata”. Procede que se dé a conocer de donde procede la aviesa mala costumbre de nombrar de este modo las partes del viaje.
Los angloamericanos emplean la voz “leg” (pata) para cada una de las porciones de un viaje. No hay lugar a duda, de allí procede ese mal hábito, que como se mencionó antes penetró al idioma español de la mano de los organizadores y agentes de viajes.
Para dar a entender que el uso de “pata” se hace para designar una “etapa”, Brian Steel se vale de una obra del chileno F. Morales Pettorino, publicada en el año 1986. El pasaje citado es este: “Se inicia así la segunda pata del plan con vistas al mundial de México”. Esta referencia figura en el “Diccionario de americanismos” editado en 1990. La obra de la cual él extrajo ese texto tiene el título “Diccionario ejemplificado de chilenismos”.
Esta costumbre del uso de pata con este propósito hay que erradicarla del idioma español, porque no hay indicio en el seno de la lengua española que ofrezca apoyo para que se utilice la palabra pata para nombrar una etapa, segmento, porción o parte de un viaje.
BANCARIO
“Por lo general, los caballeros seleccionados son hombres cultos, retirados o cerca del retiro. Muchos fueron profesionales: abogados, BANCARIOS, ingenieros, etc.”
Llama la atención como utiliza la cronista de viajes y turismo el vocablo bancario. Le atribuye a ese término una función que no posee. No se puede aceptar este tipo de uso porque va contra la naturaleza misma de la palabra.
Lo importante en este caso no es tanto el significado que tiene la voz bancario, sino las funciones que desempeña en las oraciones. Tan pronto como se compulsa el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, se encuentra el estatuto del vocablo.
Antes de entrar en la definición en la acepción única que consta en el DRAE para bancario, ria, se lee que es un adjetivo que corresponde a lo que es “perteneciente o relativo al banco”.
Ha de tenerse en cuenta que el artículo consagrado a este adjetivo aparecerá enmendado en la edición vigésima tercera del DRAE. La enmienda consiste en que antes era “perteneciente o relativo al banco mercantil” y en lo adelante es al banco.
El nombre que debe utilizarse para la persona que trabaja en un banco es banquero, ra. Las autoridades de la lengua española definen a esa persona así: “Dueño o gestor de una entidad bancaria”. Para no faltar al espíritu de la lengua los académicos también asientan al banquero en ciertos juegos de cartas, que es la persona que lleva la banca.
No se puede cerrar esta sección sin antes puntualizar que es posible nombrar a una persona que labora en una institución bancaria con el nombre de “empleado bancario”; en algunas ocasiones a esas personas se las llama “funcionarios bancarios”; en tiempos recientes a las personas que son gestoras, como les llama la RAE, se les denomina “ejecutivos bancarios”.
IMPOSTADA
“Entonces me canso de sonreír y mi sonrisa se desfigura, se hace menos creíble, se torna IMPOSTADA.”
Este pasaje se saca de una crónica de un escritor de la América Morena de renombre internacional. La palabra realzada en el texto aparecía en el original sin cursiva y sin comillas; por lo tanto se presume que no es un vocablo utilizado de propósito para alarmar o generar desazón en los lectores.
Luego de la introducción del párrafo anterior, se siente pena por los lectores que tienen que adivinar qué cosa trató de expresar el escritor con esa “impostada”, pues el verbo impostar que se conoce en el español corriente tiene un significado que no tiene cabida en la oración copiada.
En el diccionario de los académicos de Madrid el verbo impostar, del cual se presume que impostada es un participio, soporta la siguiente y única definición que pertenece al campo de la música: “Fijar la voz en las cuerdas vocales para emitir el sonido en su plenitud sin vacilación ni temblor”.
La tarea comienza inmediatamente después de comprobado el mal paso de la redacción. Hay que encontrarle sentido a lo que quiso expresar -y no expresó- el redactor.
Lo que puede atribuirle significado a la oración es pensar que es una adaptación libre de una voz del inglés. La voz del inglés es “impostor” que en español tiene el mismo valor, pero que no tiene verbo en español que convenga para la acción.
El impostor en español es el adjetivo que se aplica a la persona que “finge o engaña con apariencia de verdad”. Esa es la acepción que conviene a la cita. La que puede hacer que se entienda la oración copiada.
Si se reemplaza en el texto lo propuesto en lugar de lo que se critica, terminaría así: “Entonces me canso de sonreír y mi sonrisa se desfigura, se hace menos creíble, se torna fingida. Cabía también simulada”.
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