OFENSA – *VELERISMO – VENA – VENIA

“Eso incluye OFENSAS que son no criminales en su naturaleza, pero que han dañado a la comunidad. Algunas OFENSAS son: abuso de poder, conflicto de interés, malgasto y mala administración.”

Hace ya largo tiempo que algunas personas andan despistadas. La desorientación semántica se la provoca la lengua inglesa. Hay que estudiar en detalle el asunto para que quede toda duda despejada. Se comenzará por el español para dilucidar los significados que soporta la palabra del título para cerrar con las nociones del inglés.


Como siempre sucede en estos casos, la ofensa es la acción y efecto de ofender. Ofender, a su vez, es “humillar o herir el amor propio o la dignidad de alguien, o ponerlo en evidencia con palabras o con hechos”. Estas son las ofensas más conocidas, las que se infieren con las palabras o con actitudes.

En su segunda acepción ofender es “ir en contra de lo que se tiene comúnmente por bueno, correcto o agradable”. Es un concepto muy amplio, pero la Academia ilumina lo que debe entenderse al ofrecer algunos ejemplos, “ofender el olfato, el buen gusto, el sentido común”. Los ejemplos que eligió la corporación regidora de la lengua mencionan solo ejemplos que dejan fuera las agresiones personales y otros tipos de ultrajes.

Cataloga la autoridad de la lengua de Madrid como caído en desuso la acepción para ofensa que encerraba “hacer daño a alguien físicamente, hiriéndolo o maltratándolo”.

Por último, se consigna en funciones pronominales para el verbo, “sentirse humillado o herido en el amor propio o la dignidad”. Con esto repite lo registrado en el primer sentido del verbo.

Las lenguas se apoyan en los usos. En los usos inveterados, en los que son persistentes, que se registran en todos los niveles de la lengua, pero sobre todo cuando los consagran los escritores de nombradía y de ese modo apadrinan el pase a la literatura.

El propósito de la Academia al retener las acepciones en desuso es para que sirvan de guía a los lectores que puedan encontrar literatura escrita hace largo tiempo. Con una inclusión de este tipo no pretenden devolverle la validez. Vale aquí que se repita lo que entendía Horacio cuando escribía “Ius et norma loquendi”, que era atenerse al juicio y decisión del buen uso, árbitro, juez y norma.

En inglés, además de todas las acepciones del español figuran otras que deben comentarse. La ofensa es un ataque que puede ser físico. Específicamente es una “infracción contra la ley”. En inglés, si la ofensa es grave y merece el castigo de la ley del Estado puede llamársele delito y hasta crimen.

La voz “offense, offence”, en el contexto jurídico hay que traducirla por “delito”, si es general. Se puede elegir también “infracción” que reviste carácter general en nuestra lengua y no es específico. Las características de la voz del inglés es que es un “acto ilícito”. En un campo más restringido se le puede retener como “ofensa; insulto”.

Antes de lanzarse a traducir la voz del inglés hay que evaluar la situación en la que se usa la palabra para darle el valor que merece y no caer en ningún tipo de exceso que luego sea censurable.

*VELERISMO

Hay asuntos que por su ausencia sorprenden, el velerismo es una de ellas. Lo que sorprende no es el deporte por sus riesgos o por lo bello, sino porque la palabra del título todavía no ha logrado su carta de naturaleza en el seno del idioma.

Como deporte está reconocido. El reconocimiento mayor se lo ha otorgado la autoridad deportiva a través de su inclusión en los últimos Juegos Olímpicos.

El habla y la prensa hace largo tiempo que le hicieron un espacio a “velerismo” a pesar de que aún no conste en la nómina de palabras reconocidas por las autoridades de la lengua oficial.

Por el modo en que se ha formado el vocablo es posible que alguien no lo considere legítimo. Quizá el asunto de la aceptación sea algo que solo depende del factor tiempo. Es posible que la Academia esté pendiente de la sanción que el tiempo le otorgue al vocablo.

El sufijo “-ismo” sobre nombres transmite la idea de “sistema, doctrina, lealtad a, acto y característica”. En general este sufijo debe interpretársele para dar la idea de abundar o expandir sobre lo que trata el nombre sobre el cual se coloca.

VENA – VENIA

“. . .una ambición de tal magnitud que la VENIA popular la ha caracterizado como “la familia real de Barinas.”

El error en que se ha incurrido aquí puede explicarse de varias maneras. Una de ella es pensar que es un error tipográfico que se deslizó en la reproducción de la crónica. La otra explicación posible es que el redactor no conociera bien la palabra que deseaba usar y escribió lo que pensó que había escuchado en ocasiones anteriores; no conocía el vocablo a través de la lectura sino solo mediante las conversaciones.

Este último tipo de error es más frecuente en los estratos más bajos de la escala social porque el nivel de educación es menor. Se espera que un profesional de la palabra y de la escritura -periodista o copista- sepa ortografiar correctamente los términos que le sirven de instrumento de comunicación.

La “venia” no tiene cabida en este texto porque su significación está lejos de conferirle sentido a la oración que se redactó. Si en lugar de “venia” se escribe “vena” entonces sí se le imprime sentido lógico a lo escrito.

La “venia” es la remisión o perdón de la ofensa o culpa. Es la licencia o permiso para ejecutar algo. Es también el gesto o inclinación que se hace de la cabeza para saludar a alguien. En materia de derecho es un permiso que se le otorga a un menor para administrar su hacienda.

La “vena” por su parte es más prolija, por lo que solo se mencionará el significado que interesa para los fines de este examen. En su novena acepción, la vena es el “humor, disposición variable del ánimo”.

Compárese ahora el texto copiado reemplazando la “venia” con la “vena” y se constatará que así sí resulta legible y razonable.

INCLUSIÓN – INCURSIÓN – PARTICIPACIÓN 

“K. K. . . no se presentó a un examen antidopaje obligatorio, lo cual pone en peligro su INCURSIÓN en los Juegos Olímpicos de Atenas.”

A cualquiera se le va un error. Se cuelan los gazapos con frecuencia ante la vista gorda de los descuidados. En el ejemplo de esta sección no se puede calificar con certeza lo que sucedió. Quizá se trata solo de un teclazo distraído.

La incursión es la acción de incurrir. Es una intromisión en una actividad ajena. En el ámbito de la milicia es una correría de guerra. Como se nota enseguida, no es lo mismo ser invitado que presentarse sin invitación. Un ejemplo del buen uso del verbo incurrir es con “errores”. Se dice y escribe que alguien “incurre en error” cuando se desea expresar que la persona sin advertirlo ha caído en un error.  Caer en una falta es incurrir en un error.

El verbo incurrir también indica que alguien se granjea un sentimiento desfavorable. En algunos casos una persona que hace breves intromisiones en algún quehacer se dirá que hizo una incursión en esa actividad. En los casos en que el desempeño es poco serio también se lo califica como una incursión. En ese caso no hace falta extenderse en consideraciones para ampliar el concepto.

En el español corriente se incluye a una persona en algo cuando se la cuenta entre las que participarán en eso de lo que se trata.

La mejor opción para evitar ambigüedades en un caso como el del texto es utilizar el verbo participar, con su correspondiente nombre, participación. Participar es, referido a persona, “tomar parte en algo”.

Se espera que con los razonamientos precedentes se hayan despejado los conceptos correspondientes a las palabras del título para que no haya lugar a equívocos con respecto a sus usos y diferencias.

*CONFRONTACIONAL 

“. . .también ahuyentando a los inversionistas y provocando una ola de fuga de capitales con su discurso CONFRONTACIONAL.”

Muchas veces se piensa que solo las personas que leen con frecuencia textos en inglés están expuestas a incurrir en un error como el que se observa en la cita. Es una lástima tener que admitir que el problema es de mayor envergadura.

Hay hablantes del español que se encuentran en el círculo de influencia de escritores como el del texto comentado aquí, en el que se encuentra una palabra como la destacada, y los lectores de buena fe la aceptan como legítima. Una vez que la aceptan la integran a su vocabulario activo y repiten sin analizar lo que leyeron en la prensa.

Los dos únicos términos de esta familia que constan en el inventario mayor de la lengua española son “confrontación y confrontar”. La prole de esta familia es mucho más numerosa en portugués. En esa lengua asientan cinco vocablos.

La voz “confrontational” figura en los diccionarios ingleses con el valor de adjetivo. Se encuentra colocada en el sitio que le corresponde, es decir, en las cercanías de las palabras correspondientes a confrontación.

En el español corriente, a las personas que tienen capacidad para generar confrontaciones se las llama “conflictivas”. Al definir este término se recoge, “que origina conflicto”. El último término era el más apropiado para expresar la idea de modo correcto.

FRENTE A 

De 1993 al 2003, el salario de los educadores, FRENTE A los de otros profesionales, tuvo una caída del 13 por ciento en el caso de los maestros, y del 12.5 por ciento en el de las maestras.”

Mucho se ha escuchado en las conversaciones este uso de “frente a” para comparar dos o más cosas. De esa forma lo usan en este caso, para comparar los salarios.

En el español reconocido por las autoridades,  en el uso de los buenos hablantes y de los mejores escritores no se encuentra este tipo de uso para “frente a”.

En la lengua correcta “frente a” equivale a: “enfrente de”. Este sentido no necesita explicación. Otra equivalencia generalmente aceptada es en sentido figurado para expresar “cara a cara”. Además se emplea con el mismo valor de “frente por frente”.

Por último, es acertado para demostrar “oposición, rivalidad o lucha”. En los términos de comparación no cabe el uso de “frente a”, porque no es lo mismo comparar que oponer una cosa a otra, en el sentido de contrariar.

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