LOCACIÓN – PARQUEAR(SE) – POLICÍA MUERTO – REALPOLITIK

“La película. . . se comenzará a rodar en LOCACIONES de República Dominicana y España en setiembre próximo, anunció el cineasta. . .”

Cada vez se hace más frecuente esto de usar la palabra “locación” con un valor que no posee. No se puede pasar por alto la oportunidad que brinda el texto para puntualizar lo concerniente al vocablo, su uso y las diferencias que existen en los significados entre la lengua inglesa y la española para las palabras de ortografía parecida.


En español la palabra locación es un arrendamiento, la acción de arrendar. No tiene nada que ver con sitio o con lugar.

En inglés la voz “location” es un sitio con características que lo distinguen de los demás. Es también una porción de terreno designada para un propósito especial. En el campo de la cinematografía es un lugar fuera del estudio de filmación  en el que se filman escenas de una película.

Con la última acepción del angloamericano, concerniente a la cinematografía, se identifica el origen del entuerto en el español. Con esta voz del inglés, parecida a la del título en español sucede lo que a menudo se constata entre dos lenguas, que hay parecidos engañosos. Son palabras traicioneras porque se pronuncian de modo parecido, se escriben de manera similar porque proceden de un mismo origen. Etimológicamente tienen la misma fuente.

PARQUEAR(SE) 

“. . .anda usualmente ausente y siempre indiferente, dejando al chico PARQUEADO  con una abuela mitad cariñosa, mitad resabiosa.”

El verbo parquear tuvo que agotar su tiempo de espera antes de que se le concediera la entrada en el catálogo mayor de la lengua española. Los latinoamericanos tuvieron que ser pacientes para lograr que se admitiera al verbo americano en el recinto oficial.

La reticencia fue prolongada, pero la autoridad tuvo que rendirse ante el empuje del número, del tiempo y la persistencia. Los españoles quizás continúan aparcando sus coches, mientras que en América se parquean los carros.

En esta ocasión no se trata del verbo “parquear” en su sentido derecho de estacionar vehículos, sino del verbo con otro valor, diferente del aceptado. El verbo como se puede apreciar en el título, a veces se usa con valor pronominal.

En el ejemplo que ilustra el uso, que figura reproducido al principio de esta sección, lo que dejó “parqueado” fue un chico. De nada sirve en un caso como este la consulta a las fuentes autorizadas de la lengua.

El verbo con el significado de “dejar” algo o alguien; o “permanecer” por cierto tiempo solo se conoce en nuestra América. Cuando en la conversación una persona asevera que otra llegó y de parqueó en la sala de su casa, lo que destaca es que esa persona se arrellanó allí, se sintió cómodo y agotó su tiempo.

En la hipótesis en la cual un sujeto dice que “se parqueó a la entrada de la oficina y no se movió hasta que lo recibió el jefe”, lo que plantea es que se plantó allí hasta alcanzar su propósito.

El verbo pertenece al español coloquial. En ese nivel se usa con frecuencia y desde hace muchos años. Quizás algún día logre el merecido reconocimiento.

POLICÍA MUERTO 

“. . .se están quejando de que los obstáculos que se utilizan en los estacionamientos para frenar la velocidad de los vehículos (conocidos como POLICÍAS MUERTOS) están acabando con. . .”

Hay que ser indulgente y olvidar lo relativo a “frenar la velocidad”, porque en realidad el fin de estos obstáculos es “reducir” la velocidad o detener el vehículo. Hay que concentrar los esfuerzos en la combinación “policía muerto”, que ni es un policía, ni está muerto.

En cada país conocen el obstáculo con un nombre diferente. Algunos de esos nombres son muy simpáticos. En algunos países les llaman “rompe-muelles”, pues el conductor que no los ve a tiempo termina con un muelle o un amortiguador estropeado en su vehículo.

En Guatemala le llaman “túmulos”. Hay que detenerse y pensar, cuando un turista está conduciendo un vehículo en un país donde no conoce las costumbres y lee un letrero que dice que más  adelante encontrará un “túmulo”, puede pensar que en su camino verá una sepultura levantada sobre la tierra. La sorpresa se la lleva cuando lo que encuentra es un “policía muerto”.

Con la misma idea de policía, en otros países se les conoce como “policía acostado”, que vigila o controla la velocidad de los vehículos desde esa cómoda posición. La fuerza de la expresión es tal que en criollo haitiano lo llaman “polis kouche” o “polis dòman”, que es lo mismo que policía acostado o policía dormido”.

Con un nombre o con otro el reductor de velocidad a veces es parte de una sorpresa desagradable que da una lección al conductor que guía, maneja o conduce con prisa.

REALPOLITIK 

“Lo cierto es que en la REALPOLITIK esas victorias morales no cuentan.”

Hay que rogar a los manes de la semántica para que iluminen a los escritores que usan expresiones, palabras y términos extranjeros. Es válido el ruego porque los errores son más frecuentes al usar voces extranjeras.

El vocablo pertenece a la lengua alemana y traducido es, políticas del realismo o quizá hasta realismo político. En un caso o en otro, lo que se hará es revisarle el origen a la combinación, para aclarar el concepto.

La palabra en su lengua de origen fue acuñada en el año 1859 por el periodista liberal e historiador Rochau. Con ese neologismo describió la política de Bismarck. El último pensaba que las opciones reales para un gran estado consistían en una lucha abierta por el poder en procura de un interés egoísta.

En español se usa la voz alemana en lugar de “política realista”, sobre todo después de los acontecimientos de mayo de 1968 en Francia. En la Alemania moderna es el entendimiento realista, que se creó después de los sucesos antes mencionados, entre la Democracia cristiana y el Partido socialdemócrata.

En español el uso está documentado desde por lo menos el año 1919.

PONCHETES 

“. . .toleró cuatro carreras –una sola limpia- con cinco hits e igual número de PONCHETES en tres entradas de labor. . .”

No es este el espacio en el cual se desea tratar lo del hit de la pelota como se conoce también el béisbol. Se volcarán los esfuerzos de análisis sobre el ponchete.

El ponchete, como lo sabe todo el aficionado al juego americano, es un derivado de ponche. Ponche, a su vez, sale del verbo ponchar. Todas estas palabras hay que entenderlas en su sentido deportivo, es decir, en el marco de “la pelota”.

El verbo ponchar es sacar el lanzador a un jugador que agota su turno para batear por no haber acertado el jugador tres lanzamientos que fueron servidos en los límites espaciales establecidos. En resumidas cuentas, el ponchete es la acción de ponchar a un jugador.  Cabe aquí hacerse la pertinente pregunta con relación a la razón que empuja a un narrador a denominar ponchete a una acción que ya tiene un nombre propio que está más allá de la lógica de la lengua. Claro, ¡quien se atreve a decir que la lengua es lógica!

Una de las razones que se pueden esgrimir para explicar la creación del ponchete, es la necesidad que existe en la jerga deportiva para mencionar las acciones. Sin repetirse. Otra más es la tendencia que se nota en el seno de la narración deportiva a usar palabras nuevas, que llamen la atención, que sean sugerentes.

La última explicación es la orientación que se detecta en el periodismo en general, y sobre todo en el deportivo, a darle preferencia a los vocablos más largos. Lo que inclina la balanza a favor de la extensión de los términos es la creencia que existe que asegura que la credibilidad sobre el dominio de la lengua va aparejada con la longitud de las palabras usadas.

DISPENSARIO 

“Cientos de empleados del hospital. . ., afiliados al nuevo sindicato, marcharon ayer para exigir a la administración del DISPENSARIO, el respeto de sus derechos laborales. . .”

Dispensario es una palabra que está en vía de desaparición del uso cotidiano. Cada vez se usa menos el vocablo, y en su lugar se encadenan otros que no son tan apropiados en su lugar.

Es una verdadera lástima  que las nuevas generaciones de hablantes de español no empleen con mayor frecuencia el término, pues como se verá en su definición es muy apropiado en el campo médico.

El dispensario es el establecimiento destinado a prestar asistencia médica y farmacéutica a enfermos que no se alojan en él. El dispensario tiene la ventaja de que permite albergar bajo un mismo techo el cuidado médico con el farmacéutico. Lo antes escrito no se opone a que en el mismo local funcione un laboratorio de análisis y una unidad de radiografías y ultrasonidos.

El motivo por el cual se comenta la palabra en esta ocasión es porque a pesar de su utilidad no es sinónimo de hospital. Le falta al dispensario la vocación y la capacidad para alojar a los pacientes. Casi siempre el dispensario ocupa dimensiones más modestas que el hospital como consecuencia de lo recién señalado.

Hay que reintroducir el término dispensario en el habla de todos los días porque es muy útil, pero sin olvidar que es únicamente para pacientes ambulatorios.

*TERAPISTA DEL LENGUAJE 

“La solución fue integrar a Andrea a las terapias de David. . . explica Bersson, quien es además *TERAPISTA del lenguaje.”

Como la voz *terapista no forma parte del idioma español no tiene cabida en la expresión para la que se le adjunta aquí al lenguaje. Si se desea comunicar la idea en español, entonces hay que utilizar “terapeuta” que es lo que se conoce y es de uso en el español derecho.

El asunto no termina con lo ya expuesto. En español existe una palabra que designa al profesional que se dedica a tratar a los pacientes con dolencias relacionadas con el habla. Ése es el foniatra, que a juicio de la docta corporación madrileña de la lengua, es el médico especialista en foniatría. A su vez, la foniatría es la parte de la medicina dedicada a las enfermedades de los órganos de la fonación.

En el caso del foniatra, como en tantos otros casos, la reputada Academia de Madrid anda con marcado retraso, porque como sucede en otras especialidades, el médico no es el único que interviene en el tratamiento de los males que aquejan los órganos de la fonación.

El terapeuta del lenguaje es un auxiliar del médico. Es un profesional que ha cursado estudios especializados y que ha recibido un entrenamiento especial para ayudar en el tratamiento de los problemas de la voz, entre otros.

De la misma manera que se ha visto a través de la historia, en los países más avanzados es donde se producen primero las especialidades y las divisiones de éstas, las que se conocen en el habla como *subespecialidades.

No faltará quien favorezca el uso de “terapeuta del habla” para calificar a la persona que trabaja con el paciente en la etapa de recuperación de su facultad comunicativa normal. El terapeuta le diseñará los ejercicios que debe practicar para mejorar su capacidad de fonación. Esta última denominación es más acertada que la escrita en el título de la sección.

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