COSA DE – PÓLIZA – POLÍTICA – DRAMÁTICAMENTE
Son muchas las expresiones que se forman con la ayuda de la “cosa”. El vocablo se torna un comodín en el léxico de personas que tienen un vocabulario limitado, porque les evita tener que encontrar el término preciso en un momento dado. Basta con señalarlo y utilizar la palabra cosa y con el gesto acompañado de la palabra se evita el hablante el trabajo de tener que pensar.
Ni en la literatura, ni en la prensa escrita se debe caer en exageraciones de esta índole. El recurso reiterado al vocablo “cosa” en los escritos denota pobreza léxica.
No obstante lo que se mencionó en el segundo párrafo de esta sección, entre las muchas expresiones que se suscitan en nuestra lengua, la que se somete a estudio aquí “cosa de”, no es de uso común en la lengua escrita.
Es probable que en algún país de nuestra vasta América haya quien use este “cosa de” con valor de “de modo que, de manera que, de suerte que, para”. Como siempre andan los hablantes de español en procura de ahorrar energías y espacio, con la simple palabra “para”, se podía transmitir el mensaje propuesto en los pasajes copiados más arriba.
En español existen algunas expresiones similares a la que se comenta, con la ventaja de que se conocen desde tiempos inmemoriales. Más abajo se recordarán algunas de estas expresiones.
Cuando a las dos palabras de la combinación “cosa de”, les sigue un verbo en infinitivo se toma esa combinación en el sentido de “hacerse necesario o conveniente” lo que menciona después. El ejemplo ayudará a entender: “Es cosa de arreglar las valijas porque ese viaje se da como un hecho”.
Otra expresión es “ser algo cosa de”. Con esta expresión se simplifica lo tratado al punto de reducirlo a lo que se enuncia como solución. “Es cosa de llegar allá para que lo reparen”. Otro caso frecuente en español es el que sirve para señalar la incumbencia o competencia de alguien para algo. “Eso es cosa del Secretario de Estado y de nadie más”.
Hay muchos modismos en el seno de la lengua. Muchos de ellos nacen en el habla, como tantas otras expresiones, y escalan hasta acceder a la lengua escrita de la mano de acreditadas plumas. No hay reproche en ello. La lengua se diversifica con estos recursos. No se empobrece. Lo que debe asegurarse quien se sirve de estos modismos es que sean entendidos por la mayoría antes de utilizarlos en sus escritos.
PÓLIZA – POLÍTICA
“Es una PÓLIZA del club no comentar las negociaciones contractuales durante la temporada. . .”
En la vida moderna la póliza es sobre todo el documento justificativo del contrato de seguros, fletamentos, operaciones de bolsa y otras negociaciones comerciales.
Una palabra tan vieja y tan acreditada en español como póliza no debería provocar confusiones. Las ambigüedades que se suscitan en la actualidad en español, son el producto de la intrusión de una voz del inglés muy parecida a la de nuestro español.
En inglés, “policy” es póliza, así como también es “política, programa, plan, norma de conducta, principios, sistema, táctica, actitud”. Se puede traducir también como, “norma de actuación, línea de conducta”, así como “práctica observada, normas generales”.
Acompañada de otras palabras, la voz del inglés se puede traducir por “normativa” que es una palabra que está de moda. Si se desea permanecer en mejor compañía, se puede echar mano de “directrices, principios generales, principios orientadores, posición”. Como las hipótesis son tan numerosas, cabe junto a plan y a programa, antes mencionados, que se incorporen en esa dirección a “medida, disposición”.
No falta quien al traducir la voz del inglés la lleve también a “política”, y en lugar de la póliza, colocan a la política en medio de un club, como sucedió en el texto que sirve de apoyo a esta sección. El empleo de la palabra “política” se escucha mucho en situaciones donde otros vocablos desempeñarían mejores funciones. Este fenómeno forma parte de la confusión antes enunciada.
El vocablo adecuado en un caso como el de la cita podría ser, “norma, actitud, táctica”. Se ofrecen estos tres sin que esta enumeración sea limitativa, ya que las circunstancias pueden hacer más pertinente la utilización de un vocablo que de otro.
Lo que a todas luces no cabe aquí es el uso de “póliza” porque deja la frase en el campo de lo incomprensible.
DRAMÁTICAMENTE
“Mi carga de trabajo se ha incrementado DRAMÁTICAMENTE. No tengo vacaciones ni fines de semana, declaró S. . .”
Ya está pesando demasiado la intromisión que dramático y dramáticamente han hecho en la conversación, y lo que es peor aún, en el español escrito.
Gran parte de la culpa se la puede atribuir a las traducciones hechas a la carrera, así como a las que se hacen con toda la paciencia del gabinete, pero donde sobra el descuido.
Hay que repetir una vez más lo que significa en nuestro idioma dramático, y por ende, dramáticamente, para ver si con ello se logra disminuir la indelicadeza del uso copiado del inglés.
El concepto de lo dramático en español se ciñe a lo perteneciente o relativo al drama. Por tanto, es lo que posee caracteres propios del drama, o que es apto o conveniente para él. Se aplica el adjetivo al autor que escribe obras dramáticas. El actor que se califica de este modo es el que representa obras de este tipo. Se llama dramático a lo que es capaz de interesar y conmover vivamente. De lo anterior, que no es exhaustivo, se desprende que dramáticamente es “de manera dramática”; además, lo que tiene condiciones propias del drama. Esto último se refiere a lo que es capaz de conmover e interesar vivamente.
Una vez examinado lo anterior, ¿como se explica en español que una “carga de trabajo se haya incrementado dramáticamente”? No hay ni espacio ni explicación para que alguien se exprese de ese modo.
En el pasaje reproducido al principio de esta sección lo que se hizo fue llevar al español una de las acepciones que el adjetivo y el adverbio correspondientes tienen en inglés. Eso se verá de inmediato.
En inglés se aplica “dramatically” a las cosas que son “sensacionales” o “espectaculares”. De este modo, en su desempeño adverbial se le toma por “espectacularmente, radicalmente”. Una vez aclarado lo último, la cita debió aparecer en buen español así, “mi carga de trabajo se ha incrementado espectacularmente”. Expresado del modo propuesto, nada queda pendiente. Todos los caracteres que tipifican el fenómeno se perciben. No se pierde ni un ápice.
BRINCOTEAR
“. . .no tuvo empacho en aparecer BRINCOTEANDO en una tarima en uno de sus anuncios de televisión más difundidos.”
Es sorprendente la capacidad que existe para expresar inconformidad con el lenguaje. Ésta es la forma positiva de tomar el asunto cuando uno se “topeta” con un verbo de este género.
Se piensa que es la insatisfacción con el verbo “brincar”, para expresar la acción de lo que se trata en el texto, lo que empuja al redactor de la noticia internacional para que recurra a un verbo mucho menos conocido, más largo.
Quizá lo que ocurrió aquí fue un cortocircuito en las neuronas del periodista y mezcló el verbo brincar con el verbo bailotear, de donde salió este híbrido.
El verbo bailotear significa bailar mucho, y en especial cuando se hace sin gracia ni formalidad.
¡Vaya! Si se acepta esta explicación todos los gazapos, faltas y yerros estarán excusados. No se puede enternecer el juicio crítico hasta el punto de absolver los pecados cometidos contra la lengua común.
El redactor de la reseña no anda en mala compañía, pues nada menos que Miguel Ángel Asturias usó el nombre correspondiente al verbo, “brincoteo”, en su muy famosa obra “El señor presidente”. El empleo hecho por tan meritísima pluma lleva a pensar que se trata de un guatemaltequismo que se refiere al “efecto de brincar, de retozar”. En el pasaje del premio Nóbel de literatura se lee, “Mecido por el brincoteo de las llantas, Cara de Ángel saboreaba de antemano el susto que se iban a llevar al verlo en la fiesta.”
En el ejemplo de M. A. Asturias la persona es el objeto de la acción producida por las llantas. En la cita del periodista, la persona se empeña en la acción por voluntad propia. Ya este rasgo denota diferencia entre las dos palabras, el verbo empleado por el periodista y el nombre utilizado por el laureado autor.
Una vez matizado el juicio sobre el desliz del periodista, como consecuencia de la buena compañía, hay que convenir en que al célebre escritor se le reconoce la potestad para introducir esta clase de vocablos. Con el pobre redactor no se puede observar la misma deferencia.
A pesar del tiempo transcurrido desde que lo utilizó el laureado escritor, la palabra no ha recibido la sanción aprobatoria de parte de la autoridad guardiana de la lengua. Muy probablemente la celosa Academia ha actuado así porque al término le ha faltado difusión y uso continuado.
TOMANDO PASOS
“Sin embargo, me alegra decirles que la Universidad de Miami está TOMANDO PASOS para aliviar esta crisis.”
Muchas de las personas que escriben en español lo hacen pensando en otra lengua. A veces actúan de ese modo impelidos por las circunstancias. En otras ocasiones este tipo de problemas es el resultado de vivir entre dos lenguas, es decir, ser bilingüe.
La autora del pasaje del cual se tomó la oración transcrita lo que hizo fue que tradujo de manera defectuosa un giro muy usado en inglés. Esta aseveración se sustentará debidamente más adelante.
En inglés se utiliza con facilidad y frecuencia “to take steps to” para dar a entender que se hace algo con la intención de lograr un resultado. Con esta expresión inglesa en su pensamiento fue que ella escribió “tomando pasos”, que como sabe todo buen hispanohablante no es expresión castiza.
En lengua española, el párrafo anterior en inglés se traduce así, “tomar medidas para”. Siempre se hace seguir esta combinación de un verbo en infinitivo. Si se toma esto en cuenta, la frase terminará de esta manera, “. . .me alegra decirles que la Universidad de Miami está tomando medidas para aliviar esta crisis.” Una manera un poco más literaria de decir lo mismo es “adoptar medidas para”. Un poco más rebuscado, “adoptar providencias encaminadas a”.
Ahora cabe abundar un poco más en el español. En el lenguaje de las caballerías se dice o escribe que un animal aprende a “tomar paso” cuando aprende a andar como les enseñan. También en la misma actividad, se usa para señalar que el animal vuelve al paso habitual después de trotar o galopar.
En la escuela se escuchaba a los profesores decir, al referirse a ciertos alumnos, que trataban de conseguir que los estudiantes rezagados “tomaran el paso” y alcanzaran a los demás en el aprendizaje de una materia cualquiera. Con eso aludían a la velocidad para aprender y al nivel de conocimientos. Por lo menos así se hablaba hace ya alrededor de cincuenta años. Ese tono se mantenía solamente en los linderos de la comunicación oral. Por otra parte, las circunstancias a las cuales se aplicaba la expresión no eran las mismas del texto.
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