COMPRAR – ENTREMILIAR – FRANJA – CAPA
Según parece no hay ninguna lectura que sea apacible. Siempre aparece alguien que se empeña en ocultar el verdadero sentido de lo que expresa. Este texto es un ejemplo de eso. Un verbo tan sencillo como el verbo comprar tiene que venir algún redactor y usarlo en un contexto impropio o emplearlo de modo inapropiado.
Para encontrar diversión en la labor de despejar el entuerto, primero se van a revisar los diferentes significados que posee el verbo comprar en América, para luego desentrañar de donde procede el error.
En Argentina una persona se compra a alguien se gana el afecto de esa persona actuando con simpatía y amabilidad. Este uso se limita al nivel coloquial del español de ese país. Este dato se saca del “Diccionario del español de Argentina”, de Haensch y Werner. Derivado de este verbo en el sentido argentino sale el “comprador” en ese país que es el “zalamero”, que el “Léxico argentino-español-francés”, de Verdoye y Colla traduce al francés así: “enjôleur”.
En Costa Rica “comprar o comprársela” es “caer en la trampa”. Aparece documentado en la literatura de ese país en una obra de Carmen Lyra, (María Isabel Carvajal) “Cuentos de mi tía Panchita”, 1984. Dato tomado del “Diccionario de hispanoamericanismos”, coordinado por Renaud Richard, 1997.
El verbo comprar tiene otra significación particular, esta vez en México. En ese país es “lograr que alguien actúe en favor de otra persona y en contra de lo debido o lo justo, generalmente a cambio de dinero o de algún favor”.
Allí, en México, tienen la expresión popular “comprar pleito” que es “hacerse cargo de una pelea, una dificultad o un problema que no le corresponde, que es de otro”. Estas informaciones se extrajeron del “Diccionario del español usual en México”, publicado por “El colegio de México”.
En República Dominicana existe la expresión “comprar un pleito” que significa creárselo. Esta expresión la recoge Don Emilio Rodríguez Demorizi en “Del vocabulario dominicano”, 1983. Hay otra expresión dominicana formada con ayuda del verbo comprar, “comprar el pedazo” que equivale a “caer uno en el suelo”. Se toma ese dato del libro de José Antonio Brache “5600 refranes y frases de uso entre los dominicanos”, 1978.
Aquí comienza la parte que corresponde a desentrañar la procedencia de la pifia. En inglés, sí, en esa lengua extranjera, es en la que el verbo comprar “to buy” significa, entre otras cosas, “aceptar, creer”.
Ahora se puede enmendar el texto. Debió ser: “Pero los activistas comunitarios no ACEPTAN (CREEN) esta versión y ven en todo este movimiento. . .”
ENTREMILIAR
Este verbo se usó de manera continua en el pasado en República Dominicana. Era de uso común en las zonas rurales y trascendió a los poblados en el siglo XX, aún en la segunda mitad de ese siglo.
La sabiduría de los campesinos dominicanos no andaba mal encaminada en este verbo. Para entenderlo mejor hay que comprender que el verbo está compuesto de dos partes: “entre y miliar”.
“Entre” en español pasa a formar parte de muchas palabras. Como ejemplo de ellas se pueden citar, entreabrir, entrecerrar(se), entremetido”. También es elemento compositivo de verbos, como se mencionó en los ejemplos anteriores, considérese otro más, “entrenar(se)”. Este elemento no solo se encuentra en español, también se localiza en francés.
La última parte de la voz “entremiliar” también puede ser salvada del fuego. Miliar puede retenerse en este dominicanismo como sinónimo de mezclar. Ése es el sentido que tiene o tenía en el español dominicano esa voz. En toda propiedad sería “mezclar con”.
Se dejó entrever que miliar en este caso tiene parecido con el verbo mezclar. Aquí viene. El verbo del español, mezclar; desciende del latín “miscere”, en bajo latín “misculare”, es decir, con la “I” latina. Debido a ese origen latino en otras lenguas se ha conservado la i latina para el verbo mezclar. En alemán “mischen”; en italiano hay un “mischiare”. Se consultó el “Diccionario general etimológico de la Lengua Española de D. Roque Barcia, 1881 (no hay error en la fecha).
El diccionario de la RAE registra el verbo “entremezclar”, con el sentido de mezclar una cosa con otras varias. Ése era precisamente lo que representaba para los dominicanos la voz “entremiliar”. No tiene el dominicano que sentir vergüenza porque exista un verbo que se emplea en la lengua vernácula que no aparece en los lexicones del español aceptado.
Se espera con esta intervención dejar bien sentado que el término sometido a estudio y, reclamado como dominicanismo, posee genes legítimos y cromosomas del mismo tipo que la lengua española. No debe desdeñarse la voz por tener orígenes campesinos.
FRANJA – CAPA
“. . .considerando la creciente FRANJA de la población que rechaza la cooperación con el régimen.”
La palabra franja del español tiene deuda con la voz “frange” del francés. Para comenzar, es una “guarnición tejida de hilo de oro, plata, seda, lino o lana, que sirve para adornar y guarnecer los vestidos u otras cosas”. La segunda acepción es “faja, lista o tira”.
Salta a la vista que la franja de la cita no tiene cabida en la población. No obstante esta demostración, no puede uno darse por satisfecho hasta que no se enmiende el error y se trate de explicar el porqué del desliz.
En el título figura el vocablo “capa” junto a franja. Como de costumbre, es capa el término que se propone para reparar el entuerto. La redacción terminaría de esta manera: “. . .considerando la creciente CAPA de la población que rechaza. . .”
Se hace necesario justificar el empleo de “capa” en este contexto. Se revisará lo que los estudiosos de la lengua entienden por esa palabra.
El término capa en el “diccionario Moliner”, en su sentido figurado aparece así: “Clase social. Cada sector social que se considera diferenciado del resto y ocupando un cierto nivel más alto o más bajo que otros, constituido por personas de situación social o económica semejante”.
Hay que convenir en que la definición del Moliner para esta capa es un poco larga. Aunque larga, la noción está explicada de modo que no deja rasgo alguno fuera.
Otro vocablo que se pudo utilizar para reemplazar al dichoso “franja” es ESTRATO. Para esa palabra la Academia escribe: “capa o nivel de una sociedad”. Esa es la segunda acepción en el DRAE.
La única explicación aventurada para dar con el origen del error detectado en la cita proviene del francés. En esa lengua, entre las acepciones que posee “frange” está la última, añadida en 1956, y dice más o menos lo siguiente: “Minoría, más o menos marginal (de un grupo humano, de un movimiento de opinión.)”
PATIO – SOLAR
“Desde la madrugada y hasta bien entrado el día hubo 78 ataques armados contra oficinas del gobierno, cajeros automáticos bancarios, PATIOS de vehículos usados, estaciones de gasolina. . .”
Este valor de “patio” no está entre los que las autoridades de la lengua aceptan como usuales. Todo hispanohablante sabe bien lo que es el patio. No hace falta entrar en detalle acerca de eso.
Hasta que se leyó esta aplicación del vocablo patio en un caso como el comentado, nunca antes se había leído algo semejante. Es posible que sea una ampliación del significado original.
Este patio es muy probablemente una porción de terreno descubierta adyacente a una edificación, cercada, y en la cual se estacionan los vehículos que se destinan a la venta.
En Puerto Rico se recuerda haber oído por la radio anuncios publicitarios en los cuales se invitaba a los oyentes a comprar vehículos en los “solares” de tal o cual nombre.
En otros países llaman a estos establecimientos “lotes”. No andan lejos de la verdad quienes así utilizan esa palabra, porque en esos sitios muestran lotes de vehículos, es decir, conjuntos de vehículos, grupos de ellos, entre los cuales los compradores pueden elegir.
Para los sitios donde se expenden vehículos (sobre todo usados) los nombres son variados. No existe una solución única y aceptada de todos que sea económica en vocablos. Ninguna ahorra esfuerzo.
COTA
La voz “cota” cuenta con una significación propia en el español dominicano. Hace cerca de cincuenta años se la usaba con frecuencia. No se la ha encontrado inventariada en los trabajos preparados por los estudiosos de la lengua de los dominicanos.
El “Diccionario de dominicanismos” de Deive, recoge el adjetivo “cotoso, sa”. Para ese adjetivo escribe que representa lo que en español común es “desaseado, sucio”.
Ya Don Emilio Rodríguez Demorizi en su obra “Del vocabulario dominicano” consignó la voz “cotú”, con el sentido de sucio. Aunque no lo señala el autor de ese libro, por el ejemplo que suministra se colige que es un adjetivo.
De la misma familia que esas voces mencionadas antes es la que se presenta en esta sección, cota. Esta cota era el sucio, pero no un sucio cualquiera. Se llamaba cota a la marca que dejaba el polvo o la tierra en el cuello de las personas o en la parte de atrás del pabellón de la oreja.
Hay que pensar que esta marca se formaba al acumularse el polvo (o la tierra) sobre la piel humedecida por el sudor. De preferencia esta cota hacía su aparición en los pliegues naturales del cuello.
De esta cota que se ventila aquí es de donde proviene el adjetivo “cotoso, sa” que se encontró antes en la obra citada. Cota + oso, produce cotoso.
En español la terminación –oso, -osa denota que algo está “lleno de” o que “contiene” eso a que se refiere la raíz. En este caso es “lleno de cota”. Para el autor de estas notas no cabe duda de que ese cotoso ya catalogado desciende de la olvidada cota que se rescata aquí.
Piénsese por otra parte que “cotú” es el que tiene cota, el que muestra ese tipo de sucio acumulado. En el caso del “cotudo” (=cotú) existe una explicación también. En República Dominicano no es raro que se favorezca la terminación –ú, como aumentativo. Ejemplo de ello son el “orejú”, el “narizú” y otros que sería prolijo enumerar aquí.
Estas explicaciones anteriores vienen al caso. El conocido lingüista André Martinet citaba a Sechehaye quien decía “no es suficiente con contar los hechos, sino que es necesario explicarlos, remontarse hasta sus causas”. Se ha tratado de honrar este criterio.
Existe la posibilidad de que muchos de los dominicanos más jóvenes nunca hayan oído estas palabras. Es un deber rescatar estos términos aunque no sea para usarlos en las conversaciones diarias. No hay que avergonzarse por estas palabras que no son de uso corriente. Es acertado guardar estos vocablos aunque sea en el léxico pasivo.
*ARRIVAR – ARRIBAR
“El cantante también adelantó que espera arrancar con una nueva gira en febrero en Puerto Rico para luego ARRIVAR a Latinoamérica a presentar. . .”
A cualquier hijo de vecino se le va una. El tipo de confusión que ocurre en casos como este viene del hecho de que en español según las autoridades no hay diferencia en la pronunciación de la B alta y la V pequeña, conocidas como la V de vaca y la B de burro.
En los tiempos en que el redactor de estas apostillas era estudiante se insistía en la diferencia entre la pronunciación de las dos: la B y la V. Eso, como es natural, facilitaba recordar como debía escribirse una palabra, con la una o con la otra.
En otras lenguas las pronunciaciones de las dos letras son diferentes. Como ya no se distingue entre una y otra en español, cuando se aprende otras lenguas es necesario tener presente esa diferencia. Los hispanohablantes caen con facilidad en el error de no pronunciarlas bien.
En otras lenguas el verbo “arriver” lleva la uve (V); solo en español toma la be (B), arribar, eso ocasiona aún mayores dudas y errores.
Lo sabroso viene ahora. El primer significado mencionado en los diccionarios para el verbo arribar es “llegar un barco al puerto de su destino o refugiarse en un puerto”. El DRAE trae como segunda acepción: “llegar por tierra a cualquier parte”.
En la cita al comienzo de esta sección el cantante cuando está en Puerto Rico no está en Latinoamérica. Eso afirma el redactor. Además, para que el verbo usado entre en funciones tiene que ir de Puerto Rico a esa Latinoamérica que menciona, “por tierra”. Todos los cristianos saben que Puerto Rico es una isla. Eso dificulta salir de la isla por tierra.
Estos tipos de yerros se producen cuando quien redacta está divagando en el espacio sideral. Esto sucede cuando se escribe y la mente está fuera en otras latitudes. Quien redactó esto es o estaba distraído; por lo menos.
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