ARTRÓSIS
“La ARTRÓSIS en sí no se cura, pero se puede tratar y aliviar.”
Hay que resaltar de inmediato que la nueva redacción es la que consta en el párrafo precedente para la definición de esta afección. Esto se destaca porque en la nueva redacción figura la preposición a que no constaba en el diccionario anterior.
Todo el ruido que se hace con respecto a este término propio de la medicina es que algunas personas se empeñan en escribirlo y pronunciarlo sin el acento sobre la Ó.
La palabra del título procede del latín científico arthrosis que significa articulación, voz que a su vez desciende el griego lengua en la cual tiene el mismo significado. La significación actual en las lenguas modernas data del siglo XX.
En el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española la palabra del título aparece escrita sin la tilde sobre la Ó. No hay sorpresa para eso si se piensa que la sílaba tónica corresponde a la penúltima y la palabra termina en ese (S).
Hay que tener en cuenta que hasta los vocablos científicos se someten a las reglas generales de la lengua: lo que equivale a decir que hay que respetar las reglas de la lengua con respecto de los acentos marcados, es decir de las tildes colocadas sobre las vocales tónicas en las voces españolas o asimiladas de otras lenguas.
BENJAMÍN
“También trate de no demostrar favoritismo por uno de sus niños, ya sea porque es el BENJAMÍN de la familia, o porque es más cariñoso o más inteligente.”
Recordar este término es de gran agrado y recordación para quien estas reflexiones acerca de la lengua escribe. Con gran satisfacción se recuerdan los momentos en que el padrino (de quien escribe) presentaba al sobrino y ahijado como el benjamín de la familia.
La cortedad de la edad no permitía que el objeto de la conversación (quien escribe estas notas) pudiera evaluar el cariño que entrañaba la utilización del vocablo “benjamín” para referirse a su persona. Supo largo tiempo después que quien se refería a él con esas palabras (su padrino) lo mencionaba como el más joven.
No fue sino mucho tiempo más tarde cuando pudo entender que a la vez que lo definía como el más joven se refería a él como el predilecto. No hace falta escribir que el menor (quien escribe) antes y después se sintió halagado por las expresiones de su padrino.
Según la tradición, benjamín significa al hijo menor de un patriarca. En la actualidad se aplica el nombre al hijo menor de una familia numerosa. Benjamín significa hijo de la diestra por oposición a hijo de la siniestra. La voz “diestra” en este caso debe retenerse por equivalente de “buen augurio”.
No huelga mentar que el padrino que hacía halagos era un hombre de cultura media que no hacía galas de sus conocimientos y, eso constituye un dije para su personalidad porque nunca fue una persona que trató de alardear acerca de sus conocimientos. Hay que rogar para que el Creador bendiga a esta clase de personas que pueden prodigar tantas bendiciones a su paso por la vida.
TELEVISOR – TELEVISIÓN
“. . .ha revivido de las tinieblas con Super Pac incluido, para inundar las TELEVISIONES del país con calumnias y todas las mentiras mencionadas. . . “
Algunas veces los hispanohablantes sienten que hablan dos idiomas diferentes en las dos orillas del español. Se puede afirmar sin temor que no hay tal. El español es una lengua eficiente para la comunicación en todos los ámbitos y latitudes. Las pequeñas diferencias que se notan no impiden el entendimiento entre las diferentes nacionalidades.
En lugar de levantar la voz y clamar contra los matices que tiñen de colores distintivos los diversos dialectos del español, lo que procede que se haga es celebrar que haya esa diversidad que permite que la pasión por la expresión sea más interesante.
Todo lo vertido antes viene al caso si se piensa que el modo de comunicarse en español no siempre es el mismo, que la manera de sacar de sí los sentimientos no obedecen al mismo patrón.
El caso del título es una pequeña muestra más de lo que se ha mencionado más arriba. Durante largo tiempo las dos palabras del título se usaron indistintamente para significar lo opuesto en algunos dialectos del español.
Durante largo tiempo en el español americano la televisión fue el receptor de las imágenes, a tal punto llegó el asunto que a las Academias no le quedó más remedio que asentar esa acepción como la segunda para la palabra en el DRAE.
Lo aceptado en la actualidad es que la televisión es el sistema de transmisión de imágenes así como la emisora, al tiempo que el televisor es el aparato receptor de televisión.
Aun cuando en palabras este tipo de ajustes parezca sencillo en la cotidianidad de la vida esto es parte de un proceso paulatino que toma años en perfeccionarse. La aceptación en todas las latitudes del español no es un proceso lineal; muy al contrario este proceso está pavimentado de resabios y oposiciones que hace más interesantes los resultados.
*ADHOCISTA
“. . .serán en buena parte gatopardistas o no serán; serán movimientos ADHOCISTAS que persigan perpetuar a sus elites o no serán”.
No hay lugar a detenerse en lo de “gatopardistas” cuando el propósito en esta sección es estudiar lo concerniente a la creación del título.
La expresión latina ad hoc lleva largo tiempo de uso en la lengua española. Como consecuencia de eso los diccionarios de español la registran. Pertenece al lenguaje culto.
La expresión antes mentada significa “para este fin; apropiado, adecuado para un fin determinado”. El diccionario de las Academia no escatima palabras para comunicar el sentido de la expresión latina. Expresa ese colegio que literalmente es “para esto”. Esa corporación se expresa en las acepciones así: “para referirse a lo que se dice o hace solo para un fin determinado”.
En otra acepción que asienta el DRAE se le hace espacio en calidad de locución adjetiva: “adecuado, apropiado, dispuesto especialmente para un fin”. Equivale lo anterior a expresar que se utiliza para dar a entender que algo es, o se hace “a propósito”, con el valor de que “se ha hecho para el fin de que se trata”.
Apoyándose sobre el concepto de la Academia puede este llevarse más lejos y entender que no es solo “para esto”, sino también “para ello” o especial.
La audacia del redactor llega al extremo de juntar en un solo vocablo las dos voces del latín. No se detiene allí su impertinencia cuando por añadidura le coloca una terminación española a su creación. Este tipo de comportamiento es inaceptable, intolerable y merece censura.
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